Año XII. Entrega nº 815
IXOS MONS
Ermita de la Virgen de la Encontrada
Lunes, 17 de abril de 2023
Santiago Broto, gran divulgador de las excelencias de nuestros Pirineos, en su profusa obra de la década de los ochenta, y en concreto, en el libro El Valle de Benasque (Ed. Everest 1981), mencionaba a Chía y su ermita de la Virgen de la Encontrada: “… en una colina se divisa el caserón de la ermita, cuya imagen titular es de madera policromada y tiene al Niño en los brazos; según la tradición, fue hallada en una cueva por un pastor, en un sábado del año 1300…”.
Un relato muy común, construido en los años oscuros en los que la religión dominante venía a dar luz con todos ellos a las pobres gentes sometidas y desnortadas. Pero lo que no es común, es la ubicación de la ermita, porque si, en general, son pequeños templos, rupestres y escondidos, en las montañas, el que nos ocupa hoy es de tamaño mediano y dominando una atalaya que invita a su visita, porque la panorámica que ofrece sobre el valle es auténticamente espectacular. Ermita de la Virgen de la Encontrada, que ya fue objeto de nuestra visita en septiembre pasado, y se preguntará el lector que por qué volvemos a ella, pues no es por otra cosa que la de seguir la recomendación de Chemary, de Chía, en cuanto al recorrido, ya que el itinerario que tomé de regreso en aquella ocasión no era muy agraciado, pues bajaba por una pista, que daba a la carretera.
Partimos, pues, de la plaza de Chía, por la calle que sale del ayuntamiento hacia el SE, se deja a la izquierda una zona de esparcimiento infantil y, seguidamente, se toma un desvío, también a la izquierda, con un cartel solo descifrable con ayuda de los locales, vamos en dirección a Cabollaguna, por entre campos, camino que se convierte en senda por terreno ya boscoso hasta llegar a la Serreta, pero que, en franca dirección sur, continúa por toda su loma, con intermitentes buenas vistas, entre prietos bojes, pero que aún dejan entrever el sendero. Se pasa por una zona de rocas, pero que, con cuidado, se pasa sin mayor problema. Llegando a una planicie, conocida como Pllanacuancas, alberga uno de los siete hornos de cal del pueblo, alguno de ellos en paradero desconocido, y si no se remedia pronto, quedarán difuminados tras los velos de una memoria que se irá con los que todavía los recuerden. Al menos éste, está localizado, aunque hay que adivinarlo de lo vestido que está.
Al poco ya, se comienza a descender por empinado sendero, hasta dar vista allá abajo a la ermita, a la que llegamos en cuatro pasos. Con sumo respeto a lo que representa y a la magnífica atalaya en la que está construida, entramos en su recinto para ver lo que ella ve y sentir lo que ella siente y, desde luego, solo puede ser aquí, porque la panorámica que ofrece es para no perdérsela. El regreso lo hacemos por el camino que sale hacia el pueblo, entre el sendero que hemos bajado y la pista que baja a la carretera, justo por donde vinimos en la otra ocasión. Así sí. Así, sí se puede hacer esta bonita circular, porque el camino de vuelta es muy cómodo y agradable, y con lo corto que es aún tiene espacio para una pequeña oquedad con un Belén infantil permanente, un banco y una fuente.
Finalmente, concurrimos con el camino de ida, muy cerca ya del pueblo, al que llegamos tras un delicioso paseo de hora y media y 3,2 km, con tan solo 110 m D+/- de desnivel acumulado, concluyendo así esta bonita circular con espectaculares vistas, tanto hacia el valle como hacia la sierra de Chía, que domina esta población que, junto con otras de la redolada, rinde culto todos los sábados de mayo, además del día de la patrona, el 8 de septiembre.
Bibliografía:
El Valle de Benasque. Santiago Broto Aparicio. Editorial Everest (1981)
Web:
Piedras sagradas
SIPCA
RAE
IGN
Geamap
Wikiloc
Wikipedia
Hijo de la Tierra
El Pirineo no se vende
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