sábado, 30 de junio de 2012

Ultra Trail Sobrarbe 2012

CARRERAS MONTAÑA
NO ES UN ERROR

No, no lo es. Desde febrero llevamos inscritos a esta dura prueba, celebrada ayer, y que deberes familiares han impedido el poder participar. Recordando la del año pasado, os ofrezco la crónica.

Seis de la mañana. Madrugón de espanto. Patio de armas del Castillo de Aínsa. Cerca de 300 guerreros, con alguna guerrera, afilando armas para la madre de todas las batallas. Han sido varios meses de duro pelear, haciéndose hueco entre trabajo, familia y sentido común. Es el momento. Nada de todo eso tiene ya importancia, sólo la fijación mental de lo que ahora comienza. Aquí estamos Isis, Franky, Olguia, Luisiz y Chemai, servidor, dispuestos a continuar por esa GR-19 que como una cremallera recorre uno de los dos grandes valles del Sobrarbe, y que el año pasado comenzamos en Abizanda y el agobiante y sostenido calor nos impidió pasar de aquí. 

Salida plaza Aínsa

La mañana promete, a estas horas y sin frío. Últimas palabras recordando alguna de las claves de la prueba y un emotivo silencio para que nos escuche Irene, en donde esté, y hacerla partícipe del momento. Sin más, se da la salida neutralizada a una prueba de resistencia que se viste de medieval en sus primeros compases, hasta llegar a cruzar el Cinca, que melancólico se nos lleva el glaciar del Perdido a golpe de cambio climático, y que no volverá, hasta la próxima glaciación. Ese Perdido que desperezándose rompe la silueta del horizonte, bien visible desde nuestro paso por el puente que nos deja en la margen izquierda, para seguir por una pista asfaltada un buen tramo todavía, más de lo que los pies quisieran. Estamos a la cola del grupo, y nos vamos recolocando. Franky se queda con Isis, Olguia Luisiz y Chemai nos vamos adelantando. Nos encaramos ya valle arriba, con el enorme centinela de la Peña Montañesa que no nos quita ojo, un poco celosa porque este año se ha quedado sin carrera, dejándola bianual, como la que estamos emprendiendo. Por entre barranqueras y terreno descompuesto llegamos al primer núcleo, El Pueyo de Araguás, 5 km que dejamos atrás. Son las 7 y el macizo del Perdido ya se ve beneficiado, y gozando, se podría decir, de esos primeros rayos de sol, que de recién nacido, como los humanos, es precioso, pero que de mayor, puede hacer estragos, y creo que hoy es uno de esos días.

Monte Perdido desperezándose
En el 10, Araguás, parada y fonda, que breve ha de ser si quieres que te cunda. Seguimos nuestro trotín trotando. Nos alcanza Franky, y no sólo eso, sino que se va a hacer bueno todo el entreno que llevamos este año. Nosotros tres nos metemos en un grupeto, que vamos subiendo y bajando barrancos, todo un rompepiernas que no está en los escritos, quiero decir  que no cuenta en el desnivel anunciado… nos sorprenderíamos. Un poco antes del 15, la estirada serpiente multicolor teje una bufanda a Laspuña, después de habérnosla comido y bebido un poco. Nos dirigimos al puente, pero justo antes, entramos en un camino a la derecha para, ya abrazados al río, emprender un delicioso camino de soto bosque en el que la sensación de que los invisibles habitantes del entorno salen a saludarte y a darte ánimos, es constante. Son en torno a 9 km en este pletórico estado que tiene su fin cuando el camino nos devuelve a la cruda realidad, al pedregoso lecho del río Irués, que recoge las aguas de la vertiente norte de Peña Montañesa. Es en este momento cuando acaba lo bueno, para empezar lo regular. 

Preparados para la batalla
Cruzamos el río y pasamos por debajo de Badaín. Un poco de carretera, para que no se nos olvide que el asfalto también existe y llegamos a Lafortunada, donde nos espera otro avituallamiento y los bastones, que tanta falta nos van a hacer a partir de ahora, aunque todavía no nos hacemos una idea. A Franky ya no le hemos visto el pelo. Por aquí seguimos los tres, aunque por poco tiempo, porque comienza una dura ascensión que sólo a lazadas se puede hacer, y en la primera ya se ve el ritmo de cada uno, Olguia y Luisiz se van viendo cada vez más pequeños, cada vez a más lazadas vista arriba. Me doy cuenta de la verdadera dimensión que para mí tiene esta prueba, me doy cuenta de que la frescura que hemos traído hasta aquí se va a convertir en sufrimiento desde ya mismo, de hecho ya lo está haciendo. De repente, ya lo ha hecho. Estrecha senda que nos deposita en una pista, que al ganar en anchura se tiene la tentación de poder ganar también en velocidad, pero no, no es posible. Primer aviso de la mañana de que hay una lumbalgia latente que descoloca las neuronas, llevándolas a terrenos muy peligrosos. Hay que reconducir la situación, queda mucho por delante, mucho, y no podemos permitir ese tipo de autonomía neurocelular. Aquí, o todos a una, o no llegamos.  


Edelweiss en el puerto
Más de una hora de subidón para llegar a un Tella que nos recibe con la escoba entre las piernas. Nos fichan a su paso, y para abajo, dirección al dolmen, en cuyas cercanías nos recibe otro avituallamiento junto al arranque de la pista, al lado de un abrevadero, que su escaso aporte anuncia a gritos, como nosotros, la sed que tiene el terreno. Estamos en torno al 30. Seguimos por la pista, y al poco dejamos la GR-19, que va a Salinas, para tomar la variante GR-19.1. Dos horas todavía, sí, dos horas, nos separan del punto más alto que tenemos por delante, el Portillo de Tella, al que llegamos vestidos de bosque primero y desnudos bajo el inclemente, después. El Castillo Mayor se va haciendo fuerte, entre él y nosotros, las gargantas de Escuaín, que tantos y tantos secretos esconden todavía. El camino va coqueteando con la pista. Duro, se hace muy duro este ascenso, el sol no da tregua, se clava, no deja opción, hay que seguir y seguir. Se ve enfrente una collada, y algún compañero lo confirma, es el portillón, no me lo puedo creer, pues sí, ves creyéndotelo, que hasta allí hay que ir. A media hora todavía de llegar a él, un oportuno avituallamiento, que si todos lo son, éste más todavía, nos ofrece agua, sales y otros sólidos. El repecho que queda hay que superarlo como sea, y ahí estamos. El camino sube a lazadas, que hay que extremar si se quiere sobrevivir. Segundo aviso de lumbago, pero qué memoria tiene, ¿no? Lo entretengo como puedo.

Disimulando el sobo
Suelo calizo y dos mil metros, es el hogar de la edelweiss, y no nos defrauda, aquí está. En poco ya llegamos al collado. Es la una del mediodía, y la vista que nos ofrece sobre el valle de Pineta es espectacular, como la bajada que nos espera hasta su fondo. Control de paso y a ponerse el traje de bajador, pero después de casi 7 horas, 35 kilómetros y 800 metros de desnivel en las últimas 2 horas, parece que no encaja bien, haciendo la bajada, casi como si fuera subida. Desde luego, ya se ha tomado la decisión de no pasar de Bielsa, porque si esta subida ha sido la que ha sido, la siguiente va a ser de casi 1.200 metros, y el cuerpo no da más de sí. Pero tampoco ha supuesto mucho esfuerzo la decisión, el crono ya la había tomado por uno, aunque no nos habíamos enterado. Ante nosotros, otros 1.000 metros de desnivel descendente, que no van a gustar a la mayor bisagra que tenemos, las rodillas, pero tendrán que resistir la hora y media larga que nos queda hasta Bielsa. Monte pelado, piedra suelta, lazadas y más lazadas, y gente tocada, muy tocada, es el entorno en el que nos movemos. Se termina la piedra y comienza la tasca, que agradecen los maltrechos pies. Luego bosque, asfixiante bosque, que nos recibe con una bolsa de calor agobiante, será la de Bielsa?, y que nos deposita ya en esta meta para unos y paso para otros, para los ultrahombres y ultramujeres que el tiempo y las fuerzas les permiten seguir. Como Olguia y Franky, que continúan para Plan. Luisiz de simbiosis con la espumeante rubia en un velador, junto a Sole y Enrique. Isis, feliz, muy feliz, también la traerán por aquí sus pasos.

Hasta aquí hemos llegado, más de 8 horas de esfuerzo continuado dejan a cada uno en su sitio. ¡Qué sabia es la naturaleza! ¿Qué sería de nosotros si no existiera el dolor, el cansancio? La terquedad nos aniquilaría.

Línea de meta en Bielsa





martes, 26 de junio de 2012

La Senda de Camille


Amanecer desde Arlet
AQUERAS MONTAÑAS
La Senda de Camille (parcial)
Viernes, 22 a lunes 25 de junio de 2012

Ruta largamente demandada por algún miembro (por no decir miembra), finalmente se conforma este grupo, un poco heterogéneo, pero del que se aprovechan todas sus ventajas.
Vertiente norte de Somport

Como hasta el mediodía del viernes no llegan a Jaca la mayoría de componentes, Rubén y yo nos adelantamos, para comenzar a andar en Somport a las 12:45, con la sorpresa de que en la vertiente norte hay nieblas, que traen un fresco viento que nos acompaña en el arranque de esta primera etapa. Sansanet, como siempre, exuberante, acogedor, el barranco del Aspe trae sus mieles hasta aquí para regar los hayedos dejando su impronta en el éter. Esto es magia. En la granja l’Oustaou, el quesero nos secuestra unos minutos para compartir conversación, y de nuevo al bosque, hasta la salida en l’Espelunguère, con paso obligado del puente para comenzar la ascensión al collado de Lapachouaou, desde donde hay unas vistas magníficas del valle y mucho más, con una sinfonía visual entrecortada por las nieblas que van y vienen, y que nos acompañan hasta el territorio Arlet, con el refugio reflejado en el ibón.

Barranco de Aspe
El resto del grupo llega a la hora de la cena. Son Mamen y Quique, Jano y Pilar, Raquel y Chema, y Luis y José Luis. Buena cena y buen descanso, aunque en esto último no se pone la peña de acuerdo, no sin hacernos presa de una calmada tarde, los fondos de los valles duermen ya bajo un espeso manto de nieblas cuyas capas superiores juguetean entre el calor de los últimos rayos de sol y ligeros vientos. Fugaz visita al collado de Arlet para contemplar las Aguas Tuertas, para contemplar Guarrinza, para contemplar todos sus centinelas.

A la mañana siguiente mismo paisaje, mismas nieblas, distinta luz, distintas nieblas, distinto paisaje. Quique, Jano y Pilar pierden el disfrute de andar la senda, pero ganan el de volver por unas crestas made in Jano, que la seguridad con las que las plantea te anima a dejarte llevar.

Dormidas nieblas
El privilegio de seguir nuestro camino lleva emparejado el paso por cabeceras de valles, de valles cargados de nieblas cuya mágica visión pide a gritos un lugar en las runas de la memoria, para acudir a ella en cualquier momento de apuro. Estas reflexiones nos llevan al collado de Soubathou, y luego al de la Liberté, donde una gran placa con su leyenda inmortaliza miedos y esperanzas. A través del Puerto del Palo, otrora paso de peregrinos jacobeos, que con sus casi dos mil metros nos permite tener de nuevo perspectiva sobre la Selva de Oza, la última ya, porque tomamos ese barranco para bajar ya de tiro hasta Lescun, donde se encuentra el camping Lauzart, cuyo refugio nos acogerá esta próxima noche. Paseos, descansos y coladas llenan la tarde. 

Billare y petit Billare
De nuevo, la noche pare un día. Le Billare y le Petit Billare presiden una mañana radiante, joven, fresca, que invita a continuar con las reflexiones de ayer, o con las de cualquier otro día pasado en la montaña, en la naturaleza, rodeado de vida. Es formidable poder fundirse con ello, vibrar con ello, vivir con ello, constatar cuánto nos aporta todo ello, y lo más importante, el pensar, casi obsesivamente, si podemos, si sabemos, si queremos, devolver algo, aunque nada más sea una infinitésima parte. Mientras tanto, el sol va ganando terreno, va ganando fuerza.

Agujas de Ansabère
Las Agujas de Ansabère llaman poderosamente nuestra atención, rompen el paisaje, rompen el horizonte, imploran, claman al cielo, si pudiéramos saber el qué... De nuevo al bosque, cuyos duendes nos llevan hasta el circo del mismo nombre, donde casi obligado es el parar en la cabaña y hacer buen acopio de queso hecho por las rudas manos del habitante de, como reza en la puerta, la “villa de los privados de amor”. Seguramente, aquí lo habrá encontrado. Con el sol por montera hacemos la cansina y pacienzuda ascensión al collado de Petrechema, o Puerta de Ansó, aspacico y callandico, como dice la jota, con humildad, con respeto, por debajo de estos pétreos centinelas que tanto han visto, que tanto han vivido, que tanto han ofrecido.

Cima del Petrechema
A los que nos gusta la guinda, tomamos el trozo de pastel con ella. El compartir cosas no materiales tiene la ventaja de que hay para todos. Aquí hay guinda para todos, y la saboreamos, nos la comemos. No nos conformamos con pasar por el collado, sino que apreciamos uno de sus guardianes y lo abordamos con el mismo respeto y humildad con los que hemos llegado hasta aquí. No se entendería bien que pasando por aquí no subiéramos a la cumbre del Petrechema, y por qué?, porque está ahí y nos quiere tener cerca, nos quiere oler, nos quiere saborear, nos quiere sentir. Todo ello es recíproco. Aunque siempre se dice que lo importante no es la meta, lo importante no es la cima sino el camino, una cumbre es una cumbre. Estar en la misma punta de una de esas antenas que se estiran para buscar el infinito es algo que no es fácil de explicar, ni tampoco de entender, simplemente hay que ganárselo, hay que vivirlo.

Plácido descenso por la normal, hasta el refugio de Linza, donde Beni nos hace partícipes de su dolor por el trágico suceso de Miguelón, cuya vida pende de un hilo desde que un gravísimo accidente le arrebató recientemente casi todo. Alegre Miguelón, amable Miguelón, trabajador Miguelón, a poco que te acompañe el recuerdo aún se le puede ver al mando de esa rétrac currándose el circuito de fondo para esos triatlones organizados aquí, en Linza. Un enorme nubarrón embarga nuestra tarde, ruidosa tarde, refugio repleto de gente en una despedida de domingo que a la mayoría llevará a sus casas, a sus obligaciones. La nuestra, descansar aquí para continuar mañana con la etapa reina.

Sierra de los Alanos
Otra espléndida mañana, otra espléndida etapa por delante, más larga, más dura, más intensa. Asfalto hasta Zuriza, que se rinde a nuestros pies bajo el altivo Ezkaurre. Bajamos por el Petrechema hasta su fusión con el Petreficha, que abrazamos hasta el final de Tacheras. Esa unión da el río Veral, que recorre todo el valle de Ansó, uno de los mayores municipios de Aragón, con 50 km de frontera. Ya nos aguarda la Punta del Achar, ese diente de los Alanos, que pacientemente nos ve subir a su achar, o paso de Tacheras, para adentrarnos en ese puerto seco, zona de tasca, de finos pastos, que nos ofrece unas vistas al sur donde Oroel, San Juan de la Peña, la punta Firé de Riglos, o Peña Rueba reclaman su protagonismo rasgando el azul cielo que no nos da cuartelillo.

Pedregoso descenso por el Estrecho de la Ralla hasta la pista de Espetal, que poco disfrutamos, pues hay que dejarse engullir por otro hayedo para subir hasta el collado de Lenito bajo, desde donde damos vista ya al valle de Hecho y al final de la etapa de hoy, aunque no la alcancemos. Estamos hablando del refugio de Gabardito, y decimos que no la alcanzamos porque nuestros maltrechos pies encuentran descanso en el puente de Santa Ana, no sin antes sufrir un tedioso descenso por unos poco agradables tramos de trochas de extracción de madera.

Los puristas dirían que falta terminar esta última etapa, que es un durísimo ascenso vertical hasta el refugio de Gabardito, y dos más, hasta Lizara una y hasta Somport la otra, para cerrar el círculo, pero no ha habido más tiempo. Una escusa para retomarla. Por nuestra parte, bien ha estado, han sido tres días y una tarde. Una tarde y tres días. En torno a 24 horas de marcha en cuatro jornadas para recorrer casi 80 kilómetros por unas montañas en las que no destacan sus alturas ni sus grandes cumbres, pero que sí te ofrecen lo mejor de sí mismas, y que te obligan a estar bien atento para bien aprovecharlo.

Grupo en el collado de Lenito bajo
Como siempre, gracias a todos y a todo.

El reportaje completo de fotos, lo tenéis en https://picasaweb.google.com/chematapia/SendaDeCamille02

miércoles, 20 de junio de 2012

Lanzarote, una isla distinta

LANZAROTE, Reserva Mundial de la Biosfera.




La oportunidad que te da el vuelo directo desde Zaragoza ha hecho posible que hayamos pasado allí unos días. Es una pequeña isla en lo geográfico, pero grande en lo que te ofrece, a pesar de su tremenda austeridad; grande en sus encantos, a pesar de su inerte apariencia; es grande en sus misterios, grande en su capacidad de acogida. 

De origen volcánico, su historia reciente ha estado plagada de episodios de conquistas y reconquistas. En este sentido, la última ha sido en la época actual y por el turismo, pero no ha sido atroz, no ha sido voraz como en cualquier otro punto peninsular o de cualquier otra isla. Gracias al enorme empeño de un lanzaroteño de pro, el artista César Manrique, fue declarada Reserva Mundial de la Biosfera por la Unesco en 1993, lo que ha conseguido un profundo respeto por el medio ambiente, especialmente por sus costas, por sus playas.

Los Jameos del Agua
Este artista fue pintor, escultor, arquitecto..., pero sobretodo un genio, al saber compaginar su obra con la defensa de los valores medioambientales y paisajísticos de la isla. Su inmenso legado da buena prueba de ello.  Los jameos del agua, un fenómeno natural consistente en un  enorme tubo volcánico bajo tierra, con el que la naturaleza solucionó el problema del desagüe de lava en épocas de erupción, y que en sus proximidades a la costa ofrece unas aperturas al exterior (jameos). Manrique concibió en 1968 una puesta en valor, que hoy en día podemos admirar.

El Taro de Tahíche, su casa y actual sede de la fundación que lleva su nombre. También construida sobre un espacio natural de cinco burbujas volcánicas.

Caleta del Sebo
El Mirador del Río, en lo alto del Risco de Famara, a 480 metros sobre el nivel del mar, y aprovechando un antiguo enclave de artillería militar. Ofrece una espectacular y privilegiada vista sobre el archipiélago chinijo (pequeño, en guanche), y que hace referencia a unos islotes al norte de Lanzarote, formados por Montaña Clara, Alegranza, Roque del Este, Roque del Oeste, y La Graciosa, la mayor y su capital y con sus 600 habitantes, la única con presencia humana. Es la más meridional y más cercana a Lanzarote, separada por ésta por el Río, un brazo de mar de apenas kilómetro y medio, que cuando lo atraviesas no sólo haces este viaje en el espacio, sino que tienes garantizado otro en el tiempo, porque lo que Caleta del Sebo, capital de La Graciosa, te ofrece es un delicioso paseo por sus calles arenosas que no conocen el asfalto, con sus encaladas casas de pescadores, entre las que destaca la singular iglesia del Carmen. Realmente, una auténtica joya del conservacionismo. No en vano ostenta los títulos de Reserva Natural Integral de los Islotes, Parque Natural del Archipiélago Chinijo, y Zona Especial de Protección para las Aves (ZEPA).

Playa de la Francesa
Jardín del Cáctus, un aprovechamiento sobre una vieja cantería en Guatiza, para poner en valor mil quinientas especies distintas de cactus de todas las partes del planeta.

Jardín del Cactus
También ofreció su influencia directa en la creación del horno-asador de Timanfaya, un edificio situado en el aparcamiento de vehículos del parque, que muestra al visitante el poder de la energía geo-térmica. Y lo más importante, su empeño, su intervención en la declaración del Parque Nacional de Timanfaya, en 1974, una apuesta rompedora para una época en la esa denominación sólo estaba concebida para lugares con profusión de vegetación, siendo otorgada a este sistema aparentemente inerte. Sus 51 Km2 de mares de lava y cenizas volcánicas lo demuestran. El panorama que dejaron las últimas erupciones (tercera década del S XVIII) es verdaderamente sobrecogedor, y más el pensar que bajo todo ello quedaron 9 pueblos y la cuarta parte de la isla.

Y tantos y tantos lugares más, como la extraordinaria Playa Blanca, pero que no os lo cuenten, id a verlos. Cuando llegas a la isla, lo que te dicen los guías es que a nadie deja indiferente su visita, hay a quien su aspecto lunar no le gusta, y otros se quedan prendados por sus encantos. Seguro que sabéis en qué grupo estamos, y seguro también que vosotros estaríais en el mismo. Id a comprobarlo. 

El álbum de fotos, próximamente.







viernes, 15 de junio de 2012

La lección de la ostra


"Desde hace millones de años, la ostra da una lección a la humanidad, pero los seres humanos somos tan limitados que no la aprendemos. Nosotros mismos podemos fabricar perlas o piedras preciosas gracias a las dificultades y a los obstáculos que encontremos. Si no los podemos vencer, debemos trabajar para transformarlos: debemos proyectar partículas de nosotros mismos, de nuestra inteligencia, de nuestro corazón, sobre cada una de las dificultades que encontremos, envolviéndolas con materia luminosa y pura".

La ostra es capaz de hacer de un grano de arena una hermosa perla. Esa es la lección de la ostra.


jueves, 14 de junio de 2012

La naturaleza de John Lubbock

La Tierra y el cielo, los bosques y los campos, los lagos y los ríos, las montañas y el mar… nos enseñan muchísimas cosas que no se pueden aprender en los libros”
John Lubbock (1834-1913). Financiero, político, biólogo y arqueólogo. Primer Barón de Avebury, sobresalió por sus investigaciones matemáticas en el terreno de las probabilidades. Su formación profesional le llevó a apasionarse por el mundo natural, concretamente por la astronomía y por las mareas. Fue Presidente de la Asociación de Banqueros Británicos, pero lo que nos importa es su ingente labor en el desarrollo científico de la arqueología y la prehistoria. Mantuvo una estrecha relación con Charles Darwin. Debido a su prestigio científico recibió numerosos galardones, destacando los nombramientos Honoris Causa en diversas universidades, así como un puesto en la directiva del Museo Británico de Londres.

miércoles, 13 de junio de 2012

Las montañas de Diemberger

“Sin duda, la cima de una montaña es el punto más alto; pero en absoluto es la única razón por la cual yo voy a la montaña”.
Kurt Diemberger. Documentalista, escritor y leyenda viva del alpinismo. Nace en Austria, en 1932. Actualmente es la única persona viva que tiene en su haber dos primeras ascensiones a un ochomil.
En 1957, junto con Hermann Buhl, Fritz Wintersteller y Marcus Schmuck, pisó por primera vez el Broad Peak (8.047 m), en el Baltoro pakistaní. Y en 1960 se holló por primera vez, también, el Dhaulagiri, en Nepal, y fue una expedición suizo-austriaca la que lo consiguió, compuesta además por Peter Diener, Erns Forrer, Albin Schelbert, Nyima Dorji y Nawang Dorji.
Diemberger fue uno de los únicos dos supervivientes en la tragedia del K2 de 1986, en la que estuvo a punto de morir. El día 4 de agosto, Diemberger y Julie Tullis alcanzaron la cumbre de K2 a horas tardías del día. Poco después de comenzar el descenso, Julie cayó arrastrando a Diemberger con ella. Afortunadamente, consiguieron parar y debieron pasar la noche por encima de 8.000 metros, al aire libre, algo totalmente desaconsejable. Se las arreglaron para llegar al campo IV al día siguiente pero debido a una tormenta se vieron obligados a permanecer durante días en el campamento con otros 6 montañeros. Desafortunadamente, Julie murió en esos días, posiblemente de HACE (siglas sajonas de edema cerebral), y sólo otro de los escaladores sobrevivió al descenso con Diemberger, que tanto le marcó la tragedia que ya no conquistó otro ochomil.
Hasta entonces, y tras las dos primeras mundiales descritas, subió también el Makalu (8.467 m) y el Everest (8.848 m) en 1978, el Gasherbrum II (8.035 m) en 1979, y una segunda ascensión al Broad Peak (8.047 m) en 1983. Todas estas experiencias han llenado de contenido alguno de sus libros publicados.

Fuente texto: Wikipedia
Fuente foto: Desnivel


martes, 12 de junio de 2012

Pilar, eterna sonrisa



Estos días atrás, concretamente el 31 de mayo, ha hecho un año desde que Pili, Pilar Val, viera truncado su corto periplo a este lado de la vida. Junto con su padre, Fernando, y otros quince miembros más, entre los que con orgullo me encuentro, formamos parte del grupo que en el otoño de 2010 le dimos la vuelta al macizo de los Annapurnas, en el Himalaya de Nepal.
Nadie lo sabíamos, ella tampoco, pero no fue sola, no anduvo sola por esos empinados caminos e intrincados vericuetos. Un nuevo ser se iba formando en sus entrañas sintiendo lo que ella sentía, viendo lo que ella veía, respirando lo que ella respiraba, admirando lo que ella admiraba, viviendo, en definitiva, lo que ella vivía, y era mucho, porque su juventud no la gastaba en vano, no pasaba de puntillas por la vida, sino con compromiso, con pasión, con intensidad, con mucha intensidad, que contagiaba a los que en unos momentos u otros nos juntábamos con ella en esa gran cantidad de tiempos muertos que las largas caminatas permitían.
Una grave complicación en el alumbramiento se la llevó al otro lado, dejándonos su eterna sonrisa en el rostro de Itzar, esa hermosa niña que hoy vemos de la mano de Iker, su padre, o de Fernando, su abuelo, por las calles de Jaca.
Indudablemente, ahora tendrá otra visión de las montañas. Indudablemente, allí estará, junto a sus sueños.


domingo, 10 de junio de 2012

La Trapa

AQUERAS MONTAÑAS
La Trapa (1.750 m)
Sábado, 9 de junio de 2012


En esta nueva sección iremos incluyendo paseos por la montaña, accesibles al común de los mortales. Y la inauguramos con una circular a La Trapa, unos prados situados a 1.750 metros de altitud, a los pies de La Collarada (Villanúa).

La montaña tiene estas cosas. Hace veinte años fue la primera vez que estuvimos por aquí, y lo hicimos con David, que escasamente tenía diez años, pernoctando en la pradera para subir al Collarada. Algún otro rato contaremos lo sucedido aquella noche, la única que he pasado miedo en la montaña. Entonces, volviendo a lo nuestro, vimos el arranque de un camino que quedó anotado mentalmente en el cuaderno de tareas montañeras. Hasta ahora no lo hemos podido tachar de la lista, pero lo bueno es que en dos días lo hemos hecho dos veces, una en cada sentido.

En la entrada a Villanúa, junto al río Aragón, está el Centro Subterránea, punto de información turística y centro de interpretación de las grutas. Es aquí donde se toma el camino hacia ellas, hasta que topamos a mano derecha con unas escalera de cemento que facilitan el ascenso. Se trata del antiguo camino que sube a la estación de ferrocarril, que justo va por debajo de una línea de postes de luz. Siguiéndolo, cruzamos la pista en varias ocasiones. Es un delicioso y solitario camino de bosque, que pasa por detrás del dolmen de Letranz. Aunque los carteles anuncian 3 horas para llegar, se puede hacer bien en poco más de 2. 

Nos encontramos un paraje singular. Termina el bosque y comienza la tiranía del mundo mineral. Hay restos de antiguas paredes que acorralaban el ganado, sobre unos suelos fértiles, abonados, que el escaso pastoreo facilita que los cardos vayan ganando terreno. Hay un refugio en muy buenas condiciones para pernoctar, hasta donde se puede llegar con vehículo por la pista, pero es necesario un permiso que de forma gratuita, al menos hasta ahora, expide el ayuntamiento. El lapiaz nos lleva al borde del roquedo, desde donde tenemos una vista extraordinaria del valle. Del llamado Bardaruex, en la época medieval. También hablaremos de eso otro día.

Para el descenso tomamos el camino que nos ha estado esperando esos veinte años, el del barranco de Azus. Ya se ha quedado tranquilo, nosotros también. Sale en dirección NW, y comienza como una prolongación de los prados de la Trapa, en donde conviven los pinos royos con los negros. Ambos, están en el momento más fértil del año, ofrecen al mundo su floración para que se produzca la germinación que perpetúe la especie. Parada obligada a verlo, reflexionarlo, y agradecerlo. La vida engendrando la vida. 

Unas fuertes pendientes hacen que perdamos altura rápidamente. Tras pasar propiamente el barranco, el camino va dando vista ya al valle del Aragón, hasta que nos deja en la pista, pudiendo tomar enseguida el viejo camino que hemos tomado para subir, a la altura de los prados de Moscasecho.

En total son 800 metros los que hay que salvar de desnivel ascendente, y los mismos de regreso, en una vuelta que bien se puede hacer en 4 horas. Para pasar una buena mañana. 

El reportaje fotográfico completo en:



jueves, 7 de junio de 2012

Podrán cortar las flores, pero no detener la primavera




"Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera".

Pablo Neruda (1904 - 1973).




El más grande poeta del siglo XX, según García Marquez. Detrás de Pablo Neruda, escondía sus auténticos nombres, Ricardo Eliecer Neftalí, más Reyes que le puso su padre, y Basoalto que le dejó la madre. Nació y murió en Chile. Fue escritor, diplomático, senador, miembro destacado del Partido Comunista, siendo precandidato presidencial, renunciando en favor de Salvador Allende. Comprometido con el movimiento republicano español al estallar la guerra, principalmente motivado por el asesinato de su amigo García Lorca. Obtuvo innumerables reconocimientos a lo largo de su vida, destacando el Premio Nobel de Literatura en 1971, dos años antes de una muerte oscura en plena dictadura de Pinochet, quien ordenó a sus huestes el saquear su casa y quemar todos sus libros.

Una visión poética de la vida. Un ejemplo más de que los altos ideales están por encima de todo, por encima de las peores condiciones que seamos capaces de soportar. La vida siempre sigue adelante. Podemos pisotear sus manifestaciones, pero nadie, nadie, nunca va a poder con la vida. Es más fuerte que nosotros, es más fuerte que todos.



Fuente Texto: Wikipedia, Biografías y Vidas.
Fuente Foto: Islakokotero.

miércoles, 6 de junio de 2012

La tierra no pertenece al hombre



... la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra... todo lo que le 0curra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra...

Proclama del Jefe Seatle, un jefe Sioux

En 1854, el presidente de los Estados Unidos le hizo a una tribu indígena la propuesta de comprar gran parte de sus tierras. La respuesta fue una lección de ecología.


HAY UNA UNIÓN EN TODO
LO QUE OCURRA CON LA TIERRA, RECAERÁ SOBRE LOS HIJOS DE LA TIERRA. 



¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?, esta idea nos parece extraña.

Si no somos dueños de la frescura del aire y del brillo del agua, ¿cómo es posible comprarlos?

Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva con sigo la historia del hombre piel roja.

Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. 

Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. 
Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar de que ella es sagrada, y deben enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, vosotros deberéis dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Una porción de tierra, para él tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.
Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las vuestras.Tal vez sea por que el hombre piel roja es un salvaje y no comprenda.
No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera, o el batir las alas de un insecto. Mas tal vez sea por que soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.
¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago? Yo soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna o perfumado por los pinos.
El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre - todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también
recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre vuestra oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de fierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales, en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.
Vosotros debéis enseñar a vuestros niños que el suelo bajo sus pies son la ceniza de vuestros abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. 
Enseñen a vuestros niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos
la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. 
Esto es lo que sabemos
todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. 
El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. 
Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. 
De una cosa estamos seguros, de que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Vosotros podéis pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre blanco.
La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador.
Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus.
Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos. 
Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja. Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.
¿Dónde están los árboles?, desaparecieron. 
¿Dónde está el águila?, desapareció.
Es el final de la vida y el inicio de la supervivencia. 



Fuente: Elobservatodo

martes, 5 de junio de 2012

Las montañas de Rebuffat


“Las montañas sólo viven por el amor de los hombres. Son bellas por muchas razones. Pero también gracias al fervor de un alpinista”. 
Gaston Rebuffat (1921-1985). De mentón prominente y viva mirada, descubrió su afición en las Calanques, formaciones calcáreas próximas a su Marsella natal. Los Alpes, y especialmente el macizo del Mont Blanc fueron su escuela en roca. En 1942 se hizo guía de montaña, y en 1950 saltó al panorama internacional formando parte de la expedición al Annapurna (8.091 m), primer ocho mil alcanzado por un ser humano. Fue pionero en la solución de los últimos grandes problemas de los Alpes, siendo el primero en ascender las caras norte de las Grandes Jorasses, el Cervino y el Eiger, entre otros. Muy sensible con los valores de la montaña, se mostró prolífico en su difusión; lírico en sus formas, editó varios libros, entre los que destaca "Estrellas y borrascas" (1954), en el que se basó para producir la película del mismo nombre, que ganó el Gran Premio en el Festival de Cine de Trento. En el año 1984, uno antes de su fallecimiento, la prestigiosa condecoración francesa de Caballero de la Legión de Honor, significó el reconocimiento a toda una vida dedicada a las montañas y a su amor por ellas.
Fuente:  Wikipedia

lunes, 4 de junio de 2012

Monegros, al filo de lo inhumano


CARRERAS MONTAÑA
I Trans Montesblancos Trail
Sábado, 2 de junio de 2012


            Es algo completamente irracional. Desde que nos apuntamos lo sabíamos, una prueba en las estepas monegrinas, de 50 km, el 2 de junio, con salida a la 1 de la tarde, desde luego, no es para que nadie pueda decir que ha venido engañado. En la charla previa unos días antes ya nos lo dejaron caer los responsables de la organización. A la pregunta de por qué se había elegido esa hora para salir, la respuesta fue... que para endurecer más la prueba... Y el polígrafo dice... que es cierto!!!

            Salimos de casa con un buen tazón de gazpacho y un platerón de pasta entre pecho y espalda, concentrados, para que hagan mejor efecto.

             Cerca de 40º a la sombra, imaginaos al sol, porque de sombras ni una ni media, son los que nos esperan bajo el arco de salida, pero que nos hacemos el remolón y no acudimos hasta que no nos llaman. Hay que aprovechar la sombra del pabellón hasta el último minuto, hasta el último segundo. La salida se hace más rápido de lo que yo pensaba, pero bueno, no vamos a empezar ya andando, no?, que tiempo habrá...

TMT50 team
            Salimos juntos el mendas, Olga, Xaro y Fran, que se empieza a ir desde el primer momento, quedándome muy bien acompañado con las dos damas. Comienza la juerga por un camino paralelo a la autopista, para pasar por debajo de ella, disfrutando de una de las pocas sombras (dos o tres?) de la jornada. Sigue el polvoriento camino, y al poco nos enfrentamos ya con la primera cuesta, en la que hay un vértice geodésico, y claro, para que no nos lo cuenten, tenemos que verlo desde arriba. 

             Poco a poco vamos perdiendo ya la frescura con la que hemos salido, y nos sometemos al juicio del supremo, al juicio del sol, que cae a peso. Sus incesantes rayos se nos clavan uno a uno, sin clemencia, sin remisión. El poco aire que sopla es de sur, fagüeño se llama, y es abrasador, no es nada comparable a cualquier cosa vivida con anterioridad.

           Xaro se va yendo, bueno, no sé si es eso o que Olga y yo nos vamos quedando. "Los chovens se van, y los biellos se quedan", vamos charrando. Como en la vida, los mayores nos tenemos que conformar con lo que hay, y los más jóvenes se van en busca de algo mejor. Es una historia archi repetida en la montaña de esta tierra. Es una historia archi repetida en el Pirineo. El estómago no quiere seguir, hay disputas internas, escalofríos, sudores fríos, se pasarán? Veremos.

          Enseguida entramos en el término de Villamayor, y lo decimos así porque desde hace unos pocos años, tras otros más de lucha, han conseguido ser eso, municipio, como antes, como siempre. Recuerdos polvorientos, acomodados en las runas de la memoria, surgen de repente al ir reconociendo los caminos otrora transitados, otrora sudados. Al conocer el terreno, y vistos los kilómetros recorridos, suponemos dónde está el primer avituallamiento, y no nos equivocamos, está en lo alto de una loma, en una explanada, junto a un cruce de caminos. Es el kilómetro 9; son las 14:20, y llevamos 1 h 20' de carrera. El tener sólo agua entra en las reglas del juego, pero el tenerla fresca, aunque para hidratarse es lo mismo, no deja de ser un detallazo. Como mi primera barrita, a ver si engaño al gastro. 

Primer avituallamiento
           A partir de aquí, pues eso, seguir y seguir, por un falso llano, hasta que se llega al final de la corona y bajar. Y aquí va llegando ya la tragedia que no es otra que el comprobar que no se hace garras ya ni para bajar. Lo vamos consiguiendo poco a poco. La carrera se ha estirado tanto, tanto, que son pocos los que vemos, igual por delante que por detrás. El paso por las ruinas de unas antiguas bordas nos hace reflexionar sobre lo que no debemos permitir que le ocurra a nuestra mente hoy, debe permanecer bien firme, para guiarnos hasta destino. El camino es árido, el ambiente infernal, el paisaje nos engulle. Hay que hacer esfuerzos titánicos para sobrevivir. El estómago sigue a su bola.

            Monte y cielo, abrasados campos y más cielo, y más sol. Mentalmente vamos buscando ya el segundo avituallamiento, que surge por sorpresa pasada una cerrada curva. Estamos en el 19, son las 15:45, y llevamos 2 h 45' de termosuplicio. Vade retro satanás, decimos al ver un remolino de gente a la sombra de unos pinos a la espera de evacuación. La tentación es grande, pero hemos venido a terminarla, y es pronto para pensar en no hacerlo, aunque las condiciones presionan, pero bien.

Segundo avituallamiento
            Continuamos con nuestro calvario particular, con el ca-co que nos caracteriza a los que vamos camino ya de la sexta decena. Seguimos viendo pasar vehículos de la organización con abandonos, pero no debemos permitir que nos mine la moral. La primera alegría de la jornada, aparte de los avituallamientos, la encontramos en el 25. Esto no puede ir a peor, nos decimos, el calor tiene que ir bajando, seguimos diciéndonos. Llevamos casi cuatro horas, y hay que mantener la media para entrar en tiempo. La mente devora, y hay que filtrar lo que se le echa, si no, estamos perdidos.

            Jamás íbamos a suponer que unas naves de reciclaje de chatarras nos iban a dar tanta alegría. Huele a pueblo, a Puebla, en este caso. No andamos lejos ya de culminar el primer y fatídico bucle, con el agravante de que hemos hecho corto de agua. Para más inri. Litro y medio en hora y media, no está mal, no? Finalmente llegamos al tercer avituallamiento, situado debajo del puente de la autopista. Kilómetro 28, son las 17:15, y llevamos 4 h 15'. Llegamos, digo, y hablo por mí, totalmente extenuados y deshidratados, debatiéndonos entre dejarlo y seguir, pero justamente vemos pasar toda una fila de corredores, que son los de la TMT23, que acaban de salir. Ahí tienen que ir Isabel y Jose. Lleno el depósito de agua, y además, me bebo casi otra botella. Brutal. La confianza de ir cogiendo a los que van frescos (qué ilusos, no?), y la de que se van compactando ya las nubes de evolución, nos saca del butacón del abandono.

Tercer avituallamiento
            Continuamos junto a la autopista, y ya vemos a lo lejos, pero a lo lejos, los próximos hitos, el toro y las ruinas del castillo de Alfajarín. El nublado hace su efecto, baja la temperatura ambiente y sube la de la cabeza, que al ver cuestas comienza a salir del tedio del llano. No me reconozco. Empieza la carrera. Qué gozada! Subir y bajar lomas, cresteos, y llegamos al toro!!! Encantado de conocerte. A por la ermita, en la que está el siguiente avituallamiento, que abandonamos con sones de jota. Estamos en el 33, son las 18:10, y llevamos 5 h 10' de carrera.

Toro de Osborne
            De tres partes, hemos hecho dos, nos queda la otra, la última. La vista desde aquí es espectacular, el valle del Ebro a nuestros pies, y con unas formaciones tormentosas al sur que asustan. Veremos. Bajamos casi hasta el pueblo y nos metemos por un barranco dirección norte, vemos con sorpresa que volvemos a tener la tormenta de frente, nos está rodeando! De nuevo, aburridos caminos, de nuevo llano, de nuevo tedio, que hay que combatir con paciencia y más paciencia. Van abundando ya más los campos, campos que también agonizan, con un cereal que ya no da más de sí, y que le va ganando terreno al monte. Tostados, verdes, ocres, y cielos negros, adornados por una medio diadema que dibuja el arco iris. 

            El ver el km 40 nos da un chute de moral. No paramos de echar cuentas para ver si entramos o no en tiempo, que no es que nos importe mucho, verdad?, pero en algo hay que entretenerse. Las piernas van bien, suponemos, porque no se sienten. Lo que sí se sienten son las plantas de los pies, que arden. Les seguimos dando ánimos. 

            Desde el último avituallamiento, sólo hemos pasado a dos personas. La sensación es desoladora. En el 42 el cuarto y último en ruta. Nos anima. El calor, ya se va yendo a dar lección a otra parte, y ahora sólo tenemos que bajar, y bajar.

A falta 1 km, tanto para la
TMT50 como para la TMT23
            La penúltima alegría del día. Un kilómetro para meta, y con los nubarrones cercándonos más si cabe. Por el sur, un festival de culebrillas adorna el cielo, cada vez con mayor frecuencia. Como hemos hecho estos últimos kilómetros de bajada un poco más animados, vamos subiendo la media, que estaba con grave riesgo de no ser suficiente. Nuestras prisas ahora no son por el crono, sino por la tormenta, que lleva avisando mucho tiempo, y que cuando descargue lo hará sin remisión.

            De nuevo a pasar por debajo de otro puente, y a la derecha hasta alcanzar el pueblo. Pasamos por las naves de Ariño, muchas veces vistas desde la autopista, pero que nunca nos han parecido tan largas. Y pasamos también, atención, por el 50. Nos queda la propina hasta llegar al estadio, que lo hacemos ya entre dos luces y entre dos aguas, un cuarto de hora antes del cierre de control. No sé si el control o el descontrol, la verdad es que la organización ha tenido problemas con la luz y con el viento, pero no nos hacen dar la vuelta triunfal por el campo de fútbol, terminando nuestro periplo en el arco de salida. Llegada un poco desangelada y mendigando líquido, que con el día que llevamos...
Trofeos listos para su entrega

                Han sido algo más de 50 kilómetros, recorridos en casi 8 horas. Más de la primera mitad inmersos en un ambiente totalmente agónico. Lo mejor, lo mejor, desde el 28 hasta el 33, sin duda. No hay nada mejor que subir y subir, contemplar desde las alturas, tomar aire. No nos hemos hecho las pesadas para ver la merma, pero seguro que se han rebajado varios kilos, además de los casi 10 litros de agua ingerida.

           No hemos llegado los últimos, pero casi. La satisfacción, y las sensaciones como si hubiéramos ganado; el haber resistido todas las tentaciones del camino, no tiene precio. Esta es la recompensa. Ducha y al pabellón, a ver cómo van desapareciendo de la mesa los trofeos. Nosotros, con habernos ganado el pequeño nos conformamos.

                Gracias Olga, la agonía compartida siempre es menos agonía. La organización, para ser la primera edición, un diez.

Os dejo el enlace del reportaje fotográfico
https://picasaweb.google.com/chematapia/TransMontesblancosTrail