sábado, 19 de septiembre de 2020

Cerro de Lenito, Achar, Peña Forca y Rincón, la tetralogía oriental de Alanos


Peña Forca

AQUERAS MONTAÑAS
Cerro de Lenito (2339 m)
Pico del Achar de Forca (2390 m)
Peña Forca (2390 m)
Rincón de Alano (2357 m)
Jueves, 17 de septiembre de 2020





El otoño comienza a hacerse presente
            Dag Hammarskjöld fue un diplomático sueco, que llegó a alcanzar la Secretaría General de las Naciones Unidas, y falleció en un dudoso accidente aeronáutico, siendo digno acreedor del Premio Nobel de la Paz, a título póstumo. Desconocemos sus aficiones montañeras, pero nos dejó una frase, cuyo contenido verificamos en cada una de nuestras incursiones a las montañas, y es esa de que… “Nunca midas la altura de una montaña hasta que no hayas llegado a la cumbre. Entonces verás que no era tan alta como pensabas.” Y sí, es muy cierta. Nos marcamos objetivos, que alcanzamos tras diversas dificultades. Y son precisamente esas dificultades las que superamos para subir a las cimas, y lo que nos parecen alturas inalcanzables, caminos imposibles, con paciencia, tesón y esfuerzo todo se va superando, alzándonos finalmente a cotas que no parecen tan altas como se veían desde abajo, y es cuando eres consciente de que ese punto de vista, esos valores que te han aupado arriba son perfectamente válidos para afrontar cualquier dificultad, cualquier cota en los otros órdenes de la vida. 

 


            Bueno, pues hoy no ha sido una, sino cuatro las cotas alcanzadas en el circo oriental de esa doble sierra de Alanos, que se reparten los municipios de Ansó y del Valle de Hecho, integrada plenamente en el ENP Parque Natural de los Valles Occidentales, esa joyica de nuestros Pirineos que, si bien no alberga ningún tresmil, sí puede enorgullecerse de no ver otras más altas si mira hacia el Cantábrico; sí puede enorgullecerse de tener unas montañas duras, bellísimas, salvajes, donde tu alma se acompasa con la suya y se expande hacia el infinito; sí puede enorgullecerse de ofrecer un entorno de empinados caminos, tremendos paredones, afiladas crestas, pero de mirada amable, que si quieres converge con la tuya. Sí, puede enorgullecerse.


            Con la amiga Lidia y el amigo Juan, hoy nos dejamos conquistar por la mirada de Lenito, pico de Achar de Forca, Peña Forca y Rincón de Alano, que cierran a levante un valle colgado formado por esas dos sierras de Alanos, en un circo que estremece.



LA APROXIMACIÓN Y EL ASCENSO
            Llegamos a la Selva de Oza antes que el sol al horizonte, pero poco antes, y comenzamos nuestra andadura a través del camino del bosque, con la impresión de que estamos profanando un lugar sagrado. ¡Cuántos seres callados nos observan! ¡Cuántos seres callados nos contemplan! ¡Cuántos seres callados! Casi una hora de recogimiento mientras transitamos por este mágico lugar, y salimos ya al espacio abierto, donde el alma se expande, y la vista también, ante uno de nuestros objetivos de hoy, el Rincón de Alano, sin haber decidido todavía si será el primero o el último, dependerá de si la circular la hacemos en sentido dextrógiro o levógiro. Tiempo hay.

 



            Desde el comienzo de la ruta veníamos de la mano del GR 11.1, esa variante del principal que, 
desde su reciente marcaje como Sendero Turístico de Aragón, se ha echado por este barranco de Estribiella, desde Taxeras que arranca, en lugar de donde lo hacía antes, que era en la Mina. Bueno, pues a poco más de una hora, es momento de dejarla que discurra por la derecha, y nosotros lo hacemos por la izquierda, cruzando primero el barranco y subiendo luego para poder entrar en el valle colgado que nos va a acoger durante otra hora más hasta situarnos en la base de la canal, porque ya hemos decidido hacerlo en sentido horario. 


 

            La combinación de las blancas calizas con las royas areniscas siempre da un plus de belleza. Nos encontramos ante dos canales, la izquierda de caliza, y la derecha de arenisca, que es la que tomamos para alcanzar el collado. Un collado que nos da vista a la vertiente sur, con una atmósfera la mar de cargada, incluso alguna cortina de agua se ve. Veremos. Sin dejar de contemplar esos nubarrones amenazantes, a la izquierda tenemos nuestro primer objetivo, que alcanzamos en veinte minutos. Como siempre, culto a la cumbre y sus vistas.



LA TRAVESÍA Y ASCENSIÓN AL MUNDO FORCA

            De vuelta al collado para ascender al techo de la jornada de hoy, que lo es también de toda esta doble sierra de Alanos, la Peña Forca, que poco sabemos de toponimia, pero su nombre, como los de “forcau”, “forau”, “forato”… hace referencia a un agujero, y que en este caso son varios, pero por uno se pasa. Antes de eso nos aupamos al pico del Achar de Forca, que disfruta de la misma altitud que el principal, y desde cuyo extremo oriental, nos indica el track que llevamos, que se inicia el descenso, pero por más que miramos no lo vemos claro.



            Enfilamos hacia el Peña Forca definitivamente. Bajamos a un pequeño collado, y a continuación es cuando vemos esa cueva que le da nombre a la montaña. Una corta trepada y llegamos a la cima, nuestro tercer y máximo objetivo de hoy. La llegada a cumbre, como todas, va acompañada de un inmenso placer por vernos acogidos por una gran montaña, como así parece vista desde el sur, a decenas de kilómetros de distancia, pero lo es mucho más aún por su cara norte, cayendo a pico por unos enormes paredones de varios cientos de metros de altura.


            Volvemos sobre nuestros pasos hasta el achar, ese paso entre esta prominencia y la anteriormente visitada, y es donde encontramos dos posibles bajantes. El primero nos parece muy terroso y empinado. El segundo, más cercano al primer pico visitado, no nos parece mucho mejor, pero sí más viable. Contamos con que es difícil mantenerse una traza de sendero con semejante pendiente, y por la misma razón, los hitos, que alguno vamos viendo. Entre eso y la intuición vamos perdiendo altura en una travesía diagonal expuesta, no exenta de riesgo en algún paso, hasta alcanzar el visible sendero que se encamina hacia el collado del Rincón y posteriormente al pico del Rincón de Alano.

 



            Pero antes de ello, conforme nos vamos situando debajo del pico del achar, vemos claramente el bajante que no veíamos desde arriba. No sabríamos precisar cuál es mejor, o menos malo, se podría decir. Bueno, ya estamos aquí, que es lo que importa, en el punto desde el que tendremos que dar comienzo a la bajada, pero antes de eso, subimos a nuestro último objetivo, que alcanzamos también superando una corta trepada. Ya van cuatro cotas hoy. El paso por las cimas siempre es igual y siempre es distinto. El sentirte acogido por ellas es un auténtico chute, algo indescriptible, solo al alcance de la comprensión de quien lo haga, de quienes lo hacemos.
 


           Hemos rodeado todo el circo oriental de este imponente valle colgado, situándonos alineados con la sierra norte de este gran complejo, cuya fachada exterior da a Zuriza y Tacheras. De nuevo, todo un mundo a nuestros pies, unas montañas, unos valles, barrancos, bosques, cambiantes, por cierto, unos paisajes, en definitiva, que vibran al compás de la madre Tierra. Y es algo que deberíamos hacer todos, y que no siempre conseguimos. Decíamos que las cimas siempre nos acogen con agrado, les gusta ser visitadas, y mejor si es con respeto, pero hay algo ajeno a ellas, o quizá no tanto, que son las condiciones meteorológicas, y en este caso sin ser malas, porque sigue sin llovernos, el viento es racheado y fresco, muy incómodo, lo que hace que no permanezcamos mucho tiempo.

 

Y FINALMENTE… EL DESCENSO
            Pues eso, finalmente el descenso, que realizamos primeramente sobre nuestros pasos hasta llegar al collado del Rincón, por el Paso Cherón, para dejarnos engullir por la vertiginosa canal que llegado a un punto se bifurca, debiendo tomarla por la derecha, y que nos lleva a incorporarnos al camino de subida, bajo la atenta mirada de una buena cabaña de sarrios, la misma que nos ha visto subir como cinco o seis horas antes.


            A partir de aquí, desandar lo andado en la mañana. Bajar de este valle colgado hasta el mismo barranco de Estribella, cruzarlo, incorporarnos al GR 11.1, y al poco al bosque, que ha cambiado la magia de la mañana por la de la tarde, y cuyo camino nos deja en el punto de partida en la Selva de Oza al cabo de 9 horas, habiendo recorrido 11,5 kilómetros, y salvando un desnivel acumulado total en torno a los 1500 m D+/-, dando así por concluida una extraordinaria ruta por estas bellas montañas, y en buena compañía.


 




Las fotos y el track

lunes, 14 de septiembre de 2020

Pico Arnales, el pequeño de los Infiernos


AQUERAS MONTAÑAS
Pico Arnales (3002 m)
Lunes, 14 de septiembre de 2020


Los primeros rayos de sol peinan las cumbres
            Las montañas del Balneario de Panticosa son un mundo, pero en ese mundo hay muchos submundos. Hoy hemos estado en uno de esos submundos, que es un mundo en sí mismo, y que no es otro que el de Pondiellos. Muchos accidentes geográficos que comparten ese nombre, pico, aguja, collado, ibones… en una bellísima cuenca que completan los Infiernos-Arnales y el Garmo Negro. Pero como no lo vamos a hacer mejor, dejamos que lo exprese Ansel Adams un fotógrafo, especialmente de naturaleza, californiano, que nos dejó dicho: “Creo que el mundo es incomprensiblemente hermoso: una perspectiva infinita de magia y maravilla.”  Pues nos viene al pelo, porque es fácilmente aplicable a cualquier montaña de los Pirineos, y a estas nuestras de hoy, también.

Ibones de Pondiellos, entre el Garmo Negro y los Infiernos

Ibones Azules
            Con la amiga Lidia, emprendemos hoy una nueva ruta por estas montañas para alcanzar la cima del Arnales, apéndice suroriental del macizo de los Infiernos, y que se asoma a poniente a la preciosa cuenca de los ibones de Pondiellos, y la vista a levante la comparten los ibones Azules y los propios ibones de Arnales. Eso como más inmediato, porque tiene a su disposición un buen elenco de montañas a uno y otro lado para contemplar. De momento, nos situamos en el Balneario de Panticosa, una extraordinaria cuenca glaciar condenada a sufrir permanentemente el dislate urbanístico de quien lo proyectó y construyó, pero también de quien lo consintió. Pero vamos a comenzar a elevarnos, como única forma de salir del espanto.

Ibones de Arnales

Hacia el collado de Pondiellos
            Y lo hacemos tomando la ruta del Garmo Negro, pasando primeramente junto a la fuente de La Laguna o fuente Purgante, para continuar por el bosque por camino bastante descarnado, debido a la gran cantidad de tráfico humano que soporta. Tras los primeros compases por el bosque, la Majada Baja y la Alta de Argualas se suceden, habiendo dejado a la izquierda el desvío para los ibones de Ordicuso. El transcurso junto a un arroyo aporta frescor a una mañana ya fresca de por sí. La llamada de un viejo amigo, que no de un amigo viejo, nos viene bien para coger resuello en la empinada cuesta. Pronto entramos en la zona de grandes bolos que hacen agilizar el paso, dirigiéndonos al collado de Pondiellos.

Aguja de Pondiellos

Pequeño ibón bajo los Infiernos
            Dejamos atrás el camino del Garmo Negro y la cuesta se empina más si cabe, alcanzando finalmente el collado en unas dos horas y media. Un collado que nos muestra la belleza de los ibones de Pondiellos, en una cuenca entre los Infiernos y el Garmo Negro. Es un rincón salvaje que ejerce gran poder de atracción. Nuestra ruta establece un marcado rumbo a la derecha, para pasar por las faldas del pico de Pondiellos, hasta el cuello de Saretas, para dirigirnos a la rinconada que forman los Infiernos con nuestra montaña de hoy, el Arnales, por cuyas faldas también pasamos. Finalmente nos encaramamos a un pequeño collado que da vista a la cuenca de los Azules, y que forma el bajante de los Infiernos, para hacer un cresteo final hasta la misma cumbre.

Lidia, a punto de coronar

Cresta para subir a los Infiernos
            Momento de cumbre. Sí. Momento en el que nos cobramos la recompensa del esfuerzo. Como tres horas y media sin tregua por terreno granítico, poco cómodo, pero que nos ha permitido auparnos a este tresmil más bien escaso, pero que no le importa lo más mínimo, ni tampoco a nosotros. Lo que sí le importa, y también a nosotros, es lo que nos ofrece, además de unas vistas sobre unas montañas y unos valles rabiosamente bellos y salvajes, con innumerables cuencas que albergan esos restos glaciares en forma de ibones, la paz y la tranquilidad de vernos en una solitaria cima con todo un mundo a nuestros pies.

Pedreras infinitas

            Y después del subidón viene la peor parte, la del descenso, que lo realizamos por el mismo itinerario, recorriendo los mismo hitos que en la subida, y que se suceden por el mismo orden, pero a la inversa, habiendo invertido un tiempo total de 7h 55’, bastante holgado, por cierto, para recorrer 9 km, y salvar un desnivel acumulado total de 1370 m D+/-, con un balance más que positivo de la jornada de alta montaña de hoy, con un tiempo y una compañía inmejorables.



Las fotos y el track
























sábado, 12 de septiembre de 2020

Chipeta Alto, la proa varada en la Mina


AQUERAS MONTAÑAS
Chipeta Alto (2175 m)
Sábado, 12 de septiembre de 2020


A la faena
            Una gran proa varada en el océano del tiempo se yergue sobre la Mina, en la Selva de Oza. Decenas de veces contemplada. Decenas de veces anhelada. Decenas de veces dejándonos ver por el rabillo de su ojo. Finalmente se ha interpuesto en nuestros planes y se lo hemos puesto fácil para que su altivez descanse bajo nuestros pies, uniendo su destino con el nuestro, al menos por un momento que, como siempre, se ha hecho corto, muy corto. Hoy, acompañados de un par de Carlos, hemos estado en Chipeta Alto.



Lo que no tenía que ser noticia, es. Un barranco con agua

Sin perder de vista el objetivo
            Ocho de la mañana. Parquin de la Mina, en la Selva de Oza. Aún no sé si queriendo o sin querer, nuestros pasos se dirigen por el barranco de Acherito, hasta que convencidos de que no era el camino correcto, lo asumimos, pero no lo enmendamos, porque nos lleva a unos parajes bellísimos, en una combinación entre salvajes, bellos y solitarios. Un camino que, de seguirlo nos hubiera llevado al collado de Anzotiello, teniendo que ir al de Petraficha. Hora y media sumidos en el error, pero nada de arrepentimiento, porque este apartado valle merece la pena ser transitado. De reojo no dejamos de ver nuestro objetivo, pensando que tendríamos que ir hacia él. Y es lo que hacemos al ver, pasado el mallo de las Ferrerías, un sendero que sube por su ladera norte, al que nos dirigimos.

Valle de Tacheras, con la sierra de Alanos

Una interminable pala nos espera
            Una vez en él, lo continuamos, pasando por una zona kárstica, hasta que damos asome al barranco por donde discurre el GR 11, al que accedemos tras descender una zona delicada de roca magmática, pero con muy buena adherencia. Dejamos para el descenso el averiguar dónde ha estado el despiste, de momento, seguimos ya hacia el collado de Petraficha, hasta el que se puede acceder bien por aquí, bien desde Zuriza a través de Tacheras, de donde tenemos unas vistas increíbles sobre esa sierra de Alanos, Ezcaurre, Abizondo
Paredes imposibles
De vuelta del asome
            Nuestra llegada al collado se produce al cabo de dos horas y media largas, tan solo un cuarto de hora más que el indicado en la tablilla de arranque, a pesar del vueltorrio que hemos dado. Este collado está entre el pico que le da nombre, Petraficha, y el Chipeta Alto, nuestra montaña de hoy, y a la que nos dirigimos por sendero evidente, entre unos infinitos pastizales por los que accedemos a la cumbre, culmen de un altiplano inclinado. Si queremos prolongar, que queremos, unos pasos, lo hacemos por una estrecha ralla, sin dejar de mirar a los abismos de ambos lados. Ahora sí, ahora podemos decir que hemos llegado hasta el final. Nos sentimos como Leonardo di Caprio en la proa del Titánic, un enorme barco varado en las eras geológicas que lo han hecho emerger sobre estas tierras.

Ibón de Acherito, bajo las Peñas del Ibón

Guarrinza
            Las vistas hacia levante son apabullantes, el casi kilómetro de abismo se diluye entre la extensión que alcanza nuestra mirada, tanto hacia Guarrinza, como hacia la Selva de Oza. El sur no le tiene envidia, el gran sistema Lenito, Forca y Alanos es auténticamente espectacular. Si es por poniente, la suave ladera de nuestra montaña deja mecer la vista hacia Zuriza y su particular vigía, la Peña Ezcaurre y su escudero el Abizondo. Y si es al norte, otro mar pétreo de salvajes montañas como los Anzotiellos, Gorretas, mallo del Acherito, Petrechema, Agujas de Ansabère… y los más lejanos Mesa de los Tres Reyes, Anie… En fin, una auténtica disputa por ver cuál se lleva la palma en porte y belleza.

La sierra de Lenito-Peña Forca y la de Alanos

En el descenso nos encontramos escenas como esta
            Tras el repaso y el bocado, vuelta al collado y descenso por el GR 11, ahora sí, hasta el final, que es precisamente donde nos encontramos con el despiste, pues justo en la cleta, donde habíamos visto unas tablillas indicando los dólmenes de Acherito y Ferrerías Norte, es donde se echa en falta también la del GR 11… que ya nos lo tendríamos que saber, pero es lo que tiene no frecuentar tanto como se debería.





            Con todo y con ello, le hemos metido 13,5 km, en 5h 45', salvando un desnivel acumulado total de 990 m D+/-, para pasar una mañana entre los bellos paisajes de los Valles Occidentales.



Las fotos y el track