Rapitán, Ipas, Bergosa, Ijuez, Serés
Domingo, 24 de febrero de 2013
Anoche frío y luna. Hoy frío y
sol. Esa es la alternancia, y aunque parezca el mismo, no lo es. El monte de
ayer fue el de ayer, y el de hoy será el de hoy. Sí, Rapitán, hablamos de ti.
Nueve de la mañana, -4º en un perezoso termómetro, naves de Agromán. 5 a punto
de salir, no todos jóvenes. Sólo lo son Víctor, Abel, Nacho y Juan. Veremos.
Campo de Jaca, desde Rapitán (foto de Víctor) |
La
idea es dar la vuelta de Rapitán, Ipas, Bergosa, Ijuez, y regreso por el Camino
de Santiago. Lo dicho, veremos. Arrancamos despacio, como debe ser, y nos
metemos por el sendero, que se va codeando con las lazadas E de la carretera, y
que nos deja en el mirador, desde donde damos los buenos días al Campo de Jaca,
todavía desperezándose. Hasta la Peña Oroel tiene legañas.
Vuelta
al fuerte, que nos da la oportunidad de asomarnos a la cara norte, para ver, o
mejor dicho, intuir la cabecera del valle, que está tomada por un nuevo frente
que está dejando nieve por las alturas. Continuamos. Por entre carrascas vamos
pellizcando el lomo del monte, hasta llegar a dar vista al barranco que lo
separa de Ipas. Lo bajamos, y sin subir al pueblo tomamos la pista que con
fuerte pendiente nos lleva al collado. Poco más de una hora. Esto marcha. De
aquí, hacia el W, parte el camino para la loma de Claraco, pero nosotros
seguimos pegados al monte, es cara NW y se nota, aún quedan trazas de nieve, y
en algunos sitios más que trazas, pero a estas horas está dura y se pasa bien.
ABergosa (foto de Víctor) |
A
los diez minutos alcanzamos el arranque de la senda que nos lleva a Bergosa. La
pista continúa subiendo hasta un collado que da acceso al Albarún, pero
nosotros a lo nuestro. Veinte minutos de sendero con unas aliagas que nos
ofrecen todo su cariño, y algún árbol cruzado, mucho menos de lo esperado, nos
dejan en la parte alta de Bergosa, en una finca que están arreglando. ¡Qué gozo
da ver que lo viejo vuelve a tener utilidad! ¡Qué gozo da! Bien, por un
escondido camino a la derecha llegamos hasta la iglesia, o lo que queda de
ella, que aún es bastante, aunque sin tejado, están los muros, incluso el ábside
prácticamente enteros. Es la parroquial del pueblo, y sus orígenes datan del S
XII, venerando a San Saturnino. Pero eso poco importa ahora.
Fuente de Bergosa |
Junto
a ella nos encontramos con lo que jocosamente llaman el PHB, el Plan Hidrológico
de Bergosa, una manguera soterrada que trae el agua desde la fuente hasta unas
bordas que están más abajo, en las eras. La susodicha fuente también la vemos más
arreglada, de un charco con mal acceso de hace unos años, han dejado un rincón
muy cuco. Se ve que era un punto neurálgico de la población, porque también está
dotada de lavadero. Y lo fue hasta 1966, año en el que se despobló
definitivamente, huyendo los últimos vecinos del abandono y del olvido, pero
que desde 1998 están comenzando a arreglar alguna finca, e incluso poniendo los
nombres de las casas, aunque estén espaldadas. Se puede perder todo, pero no el
recuerdo, pero no la identidad.
Salida al Ijuez |
Tomamos
un camino evidente, pero equivocado, y nos damos cuenta tras dar unas cuantas
vueltas. El bueno, el que nos tiene que bajar hasta el Ijuez ha de tomarse muy
cerca de la fuente, hacia el N. Finalmente lo encontramos, y lo seguimos, ya no
nos engaña. Hay tramos que parecen trincheras, de lo erosionado que está. Aliagas
y más aliagas colonizan terrenos de pasto que lo tenían que estar por la
ganadería extensiva que tanto cuida los montes, y que se va abandonando por
improductiva y carente de apoyos. Pero se nos llena la boca con asentamiento de
la población, se nos llena la boca con pilonas, postes, arrastres y demás monocultivos…
El sector primario por los suelos, el secundario agotado, y el terciario mal
enfocado (¿o bien para algunos?). En fin, lo de siempre, que me pierdo.
Puente en el Camino de Santiago |
Media
hora más y el camino, emboscado en su segunda mitad, nos deja en el lecho del río
Ijuez, que se abre paso por este recóndito valle de la Garcipollera, y que
también fue pasto de la fiebre de los pantanos, allá por los sesenta del pasado
siglo. Fue expropiado para repoblarlo y evitar de ese modo el arrastre de
tierras y la saturación de Yesa. Y ahora ahí estamos, con nuevas polémicas
sobre la seguridad de las nuevas actuaciones. Que hay que sacar a las gentes de sus casas porque
hay que elevar el nivel del embalse. Que hay que sacar a las gentes de sus
casas porque se caen las laderas, pero claro, serán unos hilillos… Bueno, otra vez. A lo nuestro.
En
condiciones normales se podría cruzar al otro lado del río, y llegarnos hasta
el puente de madera, pero el gran caudal no lo aconseja, por lo que seguimos
por la margen izquierda, teniendo que subir y bajar el talud que nivela las vías
del tren, de un tren del que también podríamos llenar páginas, incómodas páginas.
Al paso por Bergosilla |
Dos
horas y cuarto y ya de regreso por el Camino de Santiago, del que un pequeño
tramo se llevó la riada de octubre, y que han reconstruido con gran solidez. Bergosilla.
Puente Torrijos. Y puente Oliván, donde se nos ocurre preguntar si hay alguien
que no tenga prisa. Pues sí, Juan no la tiene. Por preguntar. Despedimos a Víctor,
Abel y Nacho, que continúan derechos a Jaca, y nos subimos con Juan por el
monte de Santa Eugenia. Ochenta y seis lazadas, lo cosen. Es la solución que
dieron los antiguos beneficiarios de estos montes para salvar los más de 300
metros de desnivel. Aún se pueden ver restos de antiguas cabañas de piedra.
Collado
de Serés. Poco más de la una, con cuatro horas subiendo y bajando montes, que
nos están dejando unas garrillas pelín cargadas. Regreso por el paco Serés,
hasta el puente Oliván de nuevo y para Jaca, a donde llegamos con gran alegría
y satisfacción al filo de las dos de la tarde.
Satisfechos,
muy satisfechos. Por la mañana, por los montes, por la compañía. Han sido cerca
de 5 horas para recorrer casi 30 kilómetros, con 2.850 metros de desnivel
acumulado, por unos montes que ya nos saludan al pasar.
El reportaje
completo de fotos, en:
Y el track,
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