Luna lunera por los Llanos del Sol (1980 m)
Sábado, 27 de febrero de 2021
El año pasado no pudo ser, pero este hemos conseguido maridar raquetas con luna, de modo que ha llegado el momento. Finales de febrero, hace tan solo unos días había un paquetón de nieve, pero ya se sabe, febrerillo el loco es así, en sus últimos días ha abierto la puerta de los vientos de sur, que anima al polvo sahariano a cambiar de aires y deciden barrer la península, conquistándola, aunque sin chilaba, hasta los mismísimos Pirineos, así que los últimos frentes sureños que han entrado han sido de agua, el peor enemigo de la nieve. Conclusión, cambio de planes.
En un principio la idea era ir a Candanchú, que el horizonte por donde sale la luna está más bajo y se puede disfrutar más de ella, pero sus solanas están peladas, así que… a Astún que nos vamos, aunque tardemos más en ver salir la luna debido a su orientación.
Animados por el reciente retraso de una hora en el toque de queda, y en previsión de buen tiempo, son las siete de la tarde cuando salimos de Jaca con Marisa y Eva, juntándonos en Astún nueve en total. No somos los únicos, que hay más raqueteros y traveseros, que quieren aprovechar la noche.
Antes de llegar, en Villanúa ya nos sorprendían fuertes rachas de viento, lo que hacía presagiar que tendríamos raca metida en los valles, como así se fue confirmando, pero no fue óbice para dar comienzo a nuestra actividad, que lo hacíamos sobre las ocho menos cuarto, con el único resplandor todavía que las luces de la estación y la de las rétrac, que estaban haciendo su trabajo alistando las pistas de la única estación de esquí alpino de Aragón durante toda la temporada.
Arrancábamos con una pechugada de espanto camino de los Llanos del Sol, que no encontrábamos ni una cosa ni otra. Por los supuestos llanos la cuesta se iba calmando, pero no del todo, claro, al tiempo que un gran resplandor iba haciendo su aparición por encima del Arco Noroccidental de Astún, mucho mayor que por donde iba a asomar el satélite, que tanta influencia tiene sobre la vida en nuestro planeta.
La embocadura del barranco coincide con una mayor dureza de la cuesta, lo que unido a que la raca estaba metida en la olla del ibón y que empezaba a echarse la hora encima, se toma la decisión de regresar, alcanzando la máxima altura muy próxima a los dos mil metros. El regreso viene amenizado por la salida de esa luna, que ya venía reflejándose de forma espectacular en las nevadas laderas del Arnousse, Bénou, Belonsieche... A lo que nos alcanza su luz, a lo que se nos hace visible el astro, nos detenemos en una pequeña plataforma, y al echar mano del teléfono para hacer una fotografía… el teléfono que no está donde tiene que estar. El actuar con guantes es lo que tiene, que pierdes tacto. Conclusión, a volver sobre los pasos en su búsqueda. Lo llevo protegido en un viejo calcetín, lo que haría, pensaba yo, que no hubiera resbalado ladera abajo, como así fue, y allí estaba, donde cayó. Pero lo bueno es que, al ir el primero, todos habían visto el calcetín al pasar, pero quién se iba a imaginar que dentro estaba lo que estaba.
Bueno, terminamos con final feliz. Noche disfrutona, con 3 km (+ 1,1 de teléfono), en 2h 15’, con 270 m D+/- de desnivel acumulado (+ 85 de teléfono). ¿Las nieblas?, nos despedimos de ellas metidas en Candanchú, dejando emerger el Aspe y las Lienas en una imagen para el recuerdo, y a nosotros dejando hacer.