miércoles, 27 de enero de 2021

Agüero - Fuencalderas - San Miguel de Liso - San Felices, por tierras fronterizas

 


IXOS MONS
Agüero - Fuencalderas - San Miguel de Liso - San Felices
Martes, 26 de enero de 2021

            El antiguo poblado de Liso, arruinado, se halla prácticamente equidistante -en línea recta- entre Agüero y Biel. Extraña su ubicación con respecto a la actual carretera, pero se ha de pensar en que la vía natural de comunicación entre Murillo de Gállego-Agüero-San Felices-Liso-Biel era esta ruta, de la que apenas quedan hoy veredas y sendas… y añade el maestro Antonio Gª Omedes: Como línea avanzada de la fortaleza de Biel hacia el valle del Gállego, no es pues de extrañar que nos hallemos de pronto con los restos de un magnífico templo que por sus hechuras se retrotrae al inicio del S. XII; con una torre defensiva adosada a su costado norte. En la actualidad apenas queda el arranque del ábside…



            Nos vienen bien estos textos extraídos de la web de Románico Aragonés para introducirnos en esta nueva ruta por esas sierras calladas hoy en día, pero con mucha bulla en tiempos de reconquistas a base de sangre sudor y lágrimas… y pasión, sobre todo mucha pasión para ir asegurando las tierras recuperadas. Salimos, pues, de un lugar próximo a Agüero, en dirección a San Felices, por aquello de quitarnos tres kilómetros poco útiles de una ruta muy larga. Enseguida tomamos el desvío a la izquierda, y que tras cruzar el barranco homónimo por un viejo puente que burla la pista, la continuamos para transitarla por un continuo recorrido entre el bosque que no parece que albergue vida alguna, aunque no es lo que delata el embarrado firme. A las dos horas de salir, encontramos el desvío a un cercano mirador, que bien nos viene pillar para tomarnos un respiro… que es lo que hacemos. Estamos en la sierra de Santo Domingo, y no muy lejos está el monte en el que se alza la ermita.


            Cuatro pasos y damos con el GR 1, o Sendero Histórico, que ya no abandonaremos hasta terminar la ruta. En dirección contraria, y por visitarlo, nos acercamos a Fuencalderas, y pronto volvemos sobre nuestros pasos para abrazarnos de nuevo a ese GR 1. Salimos a la pista, y a poco más de un kilómetro tomamos el desvío de la derecha para, al poco, seguir las indicaciones del GR 1, que nos meten en un sendero, que agradecemos al dejar atrás la pista y su monotonía. Nos metemos en la cuenca del barranco de la Barranqueta, hasta su mismo seno, que lo cruzamos para comenzar el ascenso que nos conduce hasta cruzar la pista un par de veces y llegar a Liso, ese emplazamiento medieval del que tan solo los restos de su ermita quedan en pie, por cierto, bastante modificados, pero dignos. Lo que más asombra es el ábside románico, o lo que queda de él, que con las sucesivas restauraciones ha quedado fuera del actual templo. Con fuente cercana de buenas aguas, una vez concluida la visita, retomamos las marcas rojiblancas con bastante celo, porque el sendero, que va bajando por los bancales de los antiguos campos de la aldea, no está muy bien definido.

 





            Dejamos a la derecha los restos de los corrales de Jesús Arbués, y seguimos bajando por delicioso sendero, a cuya vera van apareciendo enormes ejemplares de cajicos. Cruzamos otro barranco, el de Reacuba. Volvemos a salir a la pista, incluso del ENP de la Sierra de Santo Domingo, y con San Felices ya a la vista, nos metemos por su barranco para visitar las bellas cascadas, más si cabe con el generoso aporte de agua de estos días. Unas aguas que movían el ruinoso molino que hay a su vera. San Felices, y seguir la pista camino de los vehículos.



            De ese modo se completaba una bonita circular por humildes montes, visitando lugares de gran importancia en otros tiempos, habiendo recorrido una distancia de 22,5 km, en 6h 40’, y salvando un desnivel acumulado total en torno a los 675 m D+/-, en una mañana ideal para la caminata, con frío al comienzo y nublado después.






Las fotos y el track

viernes, 22 de enero de 2021

Villalangua, por la Ruta de las Pardinas del Asabón

 


IXOS MONS
Ruta de las Pardinas del Asabón
Viernes, 15 de enero de 2021

            De nuevo por el Prepirineo Oscense, en concreto por la Hoya de Huesca, y más en concreto todavía por los alrededores de Villalangua, una aldea perteneciente al municipio de Las Peñas de Riglos, a orillas del río Asabón, de no más de una docena de habitantes hoy en día, para sentir el latir de su callada sierra y de toda la vida que albergaba. Una vida que se agrupaba en torno a las pardinas y sus haciendas. Hoy toca la Ruta de las Pardinas del Asabón.


Arranque en Villalangua, en una mañana gélida

Ralleras que ceden al paso del río

            Continuamos recorriendo itinerarios por la Tierra Media, tratando de alejarnos de la nieve y las bajas temperaturas, pero en este caso no lo hemos conseguido, ni de lo uno ni de lo otro. Salimos de Jaca con -2º y llegamos a Villalangua con -5º, pero contentos y satisfechos, porque vamos a seguir rindiendo culto a esas sierras cuyas voces se van apagando lustro tras lustro. Sierras solitarias, sierras calladas, sierras cuya vegetación, aliada con el tiempo, va fagocitando el entorno de las pardinas, sus campos, el recuerdo de sus gentes, su historia… Con Toño, salimos de este casi milenario emplazamiento por la pista en dirección NW, para llegar a la altura del río, y cruzarlo por un puente desde el que podemos contemplar esas ralleras cuyo corte deja paso al río. Al poco de pasarlo, abandonamos la pista para meternos por una vereda a la derecha, que seguro estaba en mejor estado cuando se transitaba. Un tránsito hoy cortado por el Asabón en siete ocasiones, que se muestra poderoso y orgulloso de vagar por sus fueros, y que nos obligaba a cruzarlo, protegidos por bolsas de plástico en las botas, en un “pon y quita, quita y pon” interminable al que cedían irremediablemente, pero que gracias a ellas podíamos salir del apuro.

Hasta siete veces se cruza el río

            A posteriori, vemos con sorpresa en los mapas que, tras cruzarlo por segunda vez, cambiamos de municipio y de comarca, pues una bolsa de terreno se descuelga de Bailo (La Jacetania), pero no es la única sorpresa, porque en un lugar próximo, incluso en el del IGN figura “Campamento de Altabás”, y podemos dar fe de que se trata de un error, ya que hace referencia a un campamento parroquial (Nª Sª de Altabás, de Zaragoza), que fue instalado durante cuatro veranos (1976 a 1979) en las instalaciones que reformó ICONA en la pardina de Os Chuans, que visitaremos de vuelta. Una organización juvenil de la que formamos parte, de ahí la absoluta seguridad del error. Pero sigamos con nuestra ruta. Tras cruzar por séptima vez el río Asabón y de andar por caminos nevados entre todas ellas, se llega a la pardina de Chaz, que calla mucho más que lo que dice, que no es otra cosa que abandono y ruina que lo será.




Pardina de Chaz

            Según la publicación de Óscar Martín Estallo, editada en 2017 por el propio autor y que merecía el Premio Félix de Azara 2016, a la edición, de la Diputación Provincial de Huesca, titulada “Las pardinas del río Asabón. Crónicas de un mundo olvidado”, a la que acudiremos recurrentemente, cita refiriéndose a esta pardina, que … estamos ante otra antigua villa…, que ya constaba en una donación a San Juan de la Peña en 1134… Vemos en ella el estrago del tiempo y del olvido, … aunque los nuevos tiempos trajeron avances como la luz eléctrica, y tal vez ello ayudó a prolongar su estancia, aunque finalmente los Sanclemente dejaron la pardina a finales de 1973… Está situada en la confluencia del río Asabón, que abandonamos de momento, y el barranco de Fontanizas, al que nos abrazamos, hasta volver a entrar a nuestro municipio de partida… y más allá, hasta nuestra siguiente pardina, un poco confusa en nombres, y que para aclararlo volvemos sobre el libro de cabecera de esta crónica, y la denomina predio de Nofuentes.

En la pardina del Chaz

Nevados caminos

            Primeramente, nos encontramos la Casa Corralón, también llamada Suerte Baja o Casa Nueva de Nofuentes, con buena apariencia, a la que le han levantado los muros de la falsa para techarla de nuevo. En el exterior, un mural anunciando que pertenece al Monte de Utilidad Pública 361 “Pardina de Nofuentes”, y quizá le faltaba lo de Casa Corralón, para completar la información y dejarlo claro. Visitamos con gran respeto su interior, y deducimos que está cuidada para uso esporádico. Los orígenes … son una incógnita, aunque el primer arreglo dataría de 1897, según se deduce de una inscripción hecha en una piedra de la fachada. Y en otro párrafo del libro encontramos … Lorenza Castán, que bajó a casarse a Murillo de Gállego con Joaquín Pérez, de Casa Antonina, fundando la que sería desde entonces conocida como Casa Corralón, donde a principios del siglo XX nacieron sus hijos…

Casa Corralón

Mucha nieve todavía por las pistas

            Seguimos por la nevada pista, y tras unas revueltas de esta, se encuentra la Casa de Nofuentes, de apariencia recién restaurada. Lugar citado en la publicación recurrente … Alrededor 1090 se cita a “Fortuno de Novefontes”, y en 1206, Pedro II donó Nofuentes a San Juan de la Peña. Durante siglos, y convertido ya en pardina, debió ser gestionada por los monjes… Esta hacienda fue objeto de intensas controversias respecto a los lindes de la propiedad, ya que … los compradores de estos campos, en 1861, discutieron con el Ayuntamiento de Biel sobre los límites de su compra, ya que las mugas de los montes vendidos eran algo confusas. Procedieron entonces a deslindar el terreno, surgiendo varios problemas al llegar al Campo Fenero, un paraje en la muga entre los términos de Biel y Salinas de Jaca, y físicamente en el interior de la finca…  … el tema se abandonó, hasta que en 1872 lo retomaron deslindando la jurisdicción de los términos de Biel y Salinas de Jaca, quedando finalmente el famoso Campo Fenero en el término de Biel…, por lo que la confusión se hizo patente, ya que … la propietaria, Isidra Fanlo, comprendió que en ese deslinde únicamente se especificaba en qué término estaba el Campo. Evidentemente, entendió que, aunque en otro término municipal, el campo seguí siendo suyo. Según consultas realizadas, Fenero sigue en Biel.

Estado actual de la casa de Nofuentes
Al fondo, el collado de San Esteban, bajo las ralleras de Santo Domingo a la izquierda

Entrada a la finca

            Continuamos hacia el sur, dejando atrás el barranco del Arto o de Nofuentes, para incorporarnos a una vía pecuaria que nos llevaría hasta Agüero, por el portillón de la Osqueta, pero eso lo dejaremos para otro momento porque, aun siguiendo ahora por ella, debemos cerrar la circular donde la hemos abierto, en las proximidades de Villalangua. Nuestros pasos nos conducen a la pardina de Ferrera, otra de las que extienden sus feudos por estas sierras, la mayor y mejor conservada de la ruta. Fue una antigua villa, citada ya en 1058 y perteneciente a San Juan de la Peña, al menos desde el siglo XV. En el Archivo Histórico Provincial de Huesca constan documentos según los cuales, en 1490 el abad Francisco de Casisi y el capítulo de monasterio de San Juan de la Peña, arrendaron al vecino de Salinas, Miguel Juntero, la pardina Ferrera durante once años, por sesenta sueldos jaqueses anuales. Tras unos años despoblada a partir de 1938, … volvió a ser habitada en los años 40… … hasta 1955, cuando sus moradores decidieron bajar a Salinas. Gran finca, que se antoja vallada, puesto que puerta hay para entrar y puerta para salir, siendo de una hora el tránsito entre ambas.

Una cierva y su cría

Duchas y fregaderos

            Al poco de salir de la finca nos cruzamos con la pista que viene de Villalangua a Salinas, donde abandonamos la vía pecuaria para retornar ya al punto de partida, no sin antes visitar las instalaciones puestas en funcionamiento por el entonces ICONA a mediados de la década de los 70 del siglo pasado, en la Casa Os Chuans, y que aprovechamos para montar el Campamento de Altabás en los veranos del 76 al 79, del que se guardan muy buenos recuerdos. Se trata de un edificio con corral y dos estancias, una grande que se reformó para comedor, y otra pequeña donde se cocinaba. Al sur, en exterior, hay adosada otra pieza pequeña. Junto a todo ello, se construyó un gran círculo de piedra, escenario de los fuegos de campamento. Bajo unos bojes se construyó también un apartado para duchas y fregaderos. Todo ello abastecido por un depósito subterráneo encima de otro pequeño edificio con dos estancias, que se empleaban de enfermería y almacén. Eludimos la amplia curva de la pista para entrar en la memoria. Bajo la explanada, la fuente Os Chuans.

Corral de Casa Os Chuans

Instalaciones del campamento en Casa Os Chuans

            Continuamos pista abajo para cerrar la circular a la llegada al puente del Asabón, y unir nuestros pasos a los de salida hasta las proximidades de Villalangua, completando así una bonita ruta por la memoria del tiempo y la nuestra propia, recorriendo 19,9 km, en 6h 10’, y salvando un desnivel acumulado total de 445 m D+/-, sobre el crujir de la nieve y del hielo, bajo el sol que acaricia a estas sierras, y sobre las aguas del río que daba vida a las pardinas y sus gentes.


            Gracias a Óscar Martín Estallo y a su recurrente publicación de "Las Pardinas del Río Asabón. Crónicas de un mundo olvidado".



En el Corralón de Nofuentes



Las fotos y el track.

sábado, 16 de enero de 2021

Agüero - San Esteban - San Felices, en torno a los mallos pequeños

 


IXOS MONS
Agüero - San Esteban - San Felices
Viernes, 15 de enero de 2021

            En ocasiones acudimos a esa frase tan famosa de Schumacher, que daba título a un hermoso libro: “Lo pequeño es hermoso”. Porque sí, porque pensamos que tiene buen gusto el que se dedica a ver lo pequeño, a explorar lo pequeño, a disfrutar de lo pequeño… porque, aunque lo sea en su dimensión, es la mejor forma de hacerlo grande en su capacidad de hacernos vibrar, y que el conocimiento y la comprensión de lo pequeño proporciona el mejor acceso a lo grande.



            Agüero, topónimo que, según la Gran Enciclopedia Aragonesa, proviene del latín aquariu, y que tras varias derivaciones ha llegado a su nombre actual, significa “lugar de agua”, y de eso hay evidencias, especialmente en el tránsito por alto del barranco de la Rabosera, por debajo de la fachada oeste de los imponentes conglomerados de los mallos grandes, pero aunque pasemos a sus pies, es a los pequeños a los que vamos a rodear, y ampliamente, visitando, además, la ermita de San Esteban y la aldea de San Felices, por unas sierras calladas que siempre agradecen la visita con respeto de los caminantes.



            Estamos en una zona que se precia de ser territorio regio. Sí, Agüero, Murillo de Gállego y Riglos, Marcuello, Ayerbe y los más oscenses Sangarrén y Callén, conformaron el Reino de los Mallos, que lo fue durante 14 años, a caballo entre los siglos XI y XII, por ser la dote del rey Pedro I de Aragón a su segunda esposa, Berta, en sus esponsales, que se celebraron el 16 de agosto de 1097, en la recién consagrada catedral de Huesca, según informa la propia web del Reino de los Mallos, pero eso es historia… otra historia. La actual es que es un lugar amparado por varias figuras de protección: Lugar de Importancia Comunitaria (LIC ES2410064) “Sierra de Santo Domingo y Caballera”; Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA ES0000287) “Sierras de Santo Domingo, y Caballera y río Onsella”; formando parte del Ámbito del Plan de Recuperación del Quebrantahuesos en Aragón, así como del también Ámbito del Plan de Conservación del Águila-Azor Perdicera en Aragón, pero el espaldarazo ha sido la declaración de Monumento Natural de las Peñas de Riglos, Agüero y Peña Rueba en Decreto 174/2016 del 22 de noviembre. Todos estos reconocimientos han llegado cuando estas sierras ya estaban calladas, demasiado calladas, de todas maneras, bienvenidos sean, porque sirven para proteger fauna, flora y geología, aunque no hayan llegado a tiempo para proteger a las gentes, a sus usos y a sus costumbres.


            Por eso hay que visitarlas de vez en cuando, para disfrutar de ellas, para saborear sus encantos, para rendirles homenaje, porque… lo pequeño es hermoso. Y aquí hemos llegado, a la localidad más occidental de las tres que viven desde hace cientos de años bajo esas extraordinarias formaciones de conglomerados más longevas, mucho más longevas que ellas. Estamos en Agüero, con Marisa y Toño, y con ellos emprendemos la marcha en una mañana ventosa, muy ventosa. Comenzamos tomando el camino a Villalangua, según indica el primer indicador que nos encontramos. Vamos tomando altura poco a poco sobre la margen izquierda (derecha de la marcha) del barranco de la Rabosera a los mismos pies de los mallos grandes. Un sendero en el que nos vamos encontrando esa conducción de agua en forma de media caña, colmatada ya, y que seguramente tendrá mucho que ver con el topónimo del pueblo. 


            Al cabo de veinte minutos llegamos a un punto de interés. Por un lado, pinta que fuera el lugar de la captación del agua que se canalizaba por esa pequeña acequia, de hecho, nos encontramos un montón de elementos arrancados de su lugar y de su historia, todos amontonados; y por otro, desde aquí parte una pronunciada cuesta a la derecha, a tomar si quisiéramos rodear los mallos grandes, como ya hicimos en alguna ocasión, a cuyo comienzo se anuncia la entrada al Espacio Natural Protegido. Pero hoy nos vamos a lo pequeño, que es más grande, más largo el rodeo, queremos decir, y más con los añadidos de San Esteban y San Felices. Bueno, sin más dilación continuamos la indicación en dirección a Villalangua, para a los diez minutos detenernos de nuevo para visitar la cueva Al-Foraz, una enorme cavidad, aunque con poca profundidad, donde aprovechamos para tomar algunas imágenes.


            Continuamos el trabajado sendero, ya amortizado para el uso para el que fue concebido, el estado de las tablas de campos en las laderas de los montes circundantes es lo que nos dice. Se pasa por un curioso estrecho entre la pared y una gran aguja, también de conglomerado, y en cinco minutos abandonamos el sendero para tomar otro más estrecho, con la indicación de San Esteban a 1 hora, que nos baja al seno del barranco, que cruzamos y continuamos por él. En poco más de media hora alcanzamos la pista, collada Abadía según los mapas. La tomamos a la derecha, y la seguimos durante un cuarto de hora, para abandonarla y tomar el desvío, último ya, a la ermita de San Esteban, a la que llegamos enseguida. Situada bajo una enorme rallera, de nombre cerro Castellazo, cuyo orónimo ya dice bastante. Nos encontramos un pequeño edificio recuperado de la historia, cuyos orígenes, según Antonio Gª Omedes, pueden datar de comienzos del siglo XII. Es muy curioso, porque a lo largo de los años ha ido siendo objeto de reconstrucciones, quedando hoy en día el supuesto primer altar en el exterior, y orientado al este, como mandan los cánones románicos, no como el postizo del interior, que está en dirección contraria.



            Bocado y trago, en un lugar, se puede decir que con sus 1000 metros de altitud es la cima de hoy, y desde el que se ve nuestro siguiente hito, la aldea de San Felices, a la que nos dirigimos. Y para ello, volvemos sobre nuestros pasos hasta esa collada Abadía, para continuar por la pista, no sin antes admirar la vista que se nos abre al sur, con el embalse de la Sotonera brillando a lo lejos, entre los dos grupos de mallos. Nos resulta muy agradable tener que sortear buenos ejemplares de ganado vacuno, verdaderos héroes de estas sierras. Seguimos por la pista, decimos, y aquí viene el momento de confesar que nos hemos venido a estas latitudes huyendo un poco de los pisos nevados, para venir a tierra firma, pero desde este punto, nos metemos en unos pacos en los que se mantiene la nieve y el hielo en las anchas roderas, teniendo que circular entre ambas para mayor seguridad. Casi una hora desde la ermita para, caldeados ya por el sol, alcanzar la pista de San Felices, por la que discurre el GR 1 o Sendero Histórico, que recorre buena parte del norte de la península, cuya etapa 39 está acotada entre Murillo de Gállego y Biel, de 24,3 km. La tomamos, pues, dirección San Felices, y justo debajo, donde se forma el barranco homónimo gracias al caudal del de Artaso y el Villano, bien vigilados por un torreón que, posiblemente, formara parte de los orígenes de este emplazamiento, datados en el siglo XI, la señalización del GR 1 nos mete en un sendero que nos conduce a él, donde destaca, además del citado torreón, una enorme chaminera que más luciría sin remozar. 


          No hay mucho que ver, tan solo esquivar a un perro suelto con gran sentido de la propiedad, y pasar de puntillas por esos casi mil años de historia del lugar. Por no discutir de nuevo con el perro, nos volvemos por la pista, que da más vuelta y que también está cubierta de nieve y hielo, pero es un corto tramo, que está flanqueado por enormes ejemplares de cagicos esmochados, testigos vivientes de otros tiempos en los que eran codiciados por su madera como combustible doméstico. Volvemos sobre nuestros pasos hasta el arranque de la pista que nos ha traído desde San Bartolomé, para continuar por la nuestra y acompañar a ese GR 1 hasta el punto de partida en Agüero.


            Una ventosa, pero muy agradable mañana pasada entre mallos, por caminos de santidad y reconquistas, en la que hemos invertido 4h 35’ para recorrer 15,3 km, y salvar un desnivel acumulado total de 460 metros D+/-, por unas sierras calladas a las que hay que acudir de vez en cuando, porque… lo pequeño es hermoso.





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