De nuevo por el Prepirineo Oscense, en concreto por la Hoya de Huesca, y más en concreto todavía por los alrededores de Villalangua, una aldea perteneciente al municipio de Las Peñas de Riglos, a orillas del río Asabón, de no más de una docena de habitantes hoy en día, para sentir el latir de su callada sierra y de toda la vida que albergaba. Una vida que se agrupaba en torno a las pardinas y sus haciendas. Hoy toca la Ruta de las Pardinas del Asabón.
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Arranque en Villalangua, en una mañana gélida
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Ralleras que ceden al paso del río |
Continuamos recorriendo itinerarios por la Tierra Media, tratando de alejarnos de la nieve y las bajas temperaturas, pero en este caso no lo hemos conseguido, ni de lo uno ni de lo otro. Salimos de Jaca con -2º y llegamos a Villalangua con -5º, pero contentos y satisfechos, porque vamos a seguir rindiendo culto a esas sierras cuyas voces se van apagando lustro tras lustro. Sierras solitarias, sierras calladas, sierras cuya vegetación, aliada con el tiempo, va fagocitando el entorno de las pardinas, sus campos, el recuerdo de sus gentes, su historia… Con Toño, salimos de este casi milenario emplazamiento por la pista en dirección NW, para llegar a la altura del río, y cruzarlo por un puente desde el que podemos contemplar esas ralleras cuyo corte deja paso al río. Al poco de pasarlo, abandonamos la pista para meternos por una vereda a la derecha, que seguro estaba en mejor estado cuando se transitaba. Un tránsito hoy cortado por el Asabón en siete ocasiones, que se muestra poderoso y orgulloso de vagar por sus fueros, y que nos obligaba a cruzarlo, protegidos por bolsas de plástico en las botas, en un “pon y quita, quita y pon” interminable al que cedían irremediablemente, pero que gracias a ellas podíamos salir del apuro.
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Hasta siete veces se cruza el río
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A posteriori, vemos con sorpresa en los mapas que, tras cruzarlo por segunda vez, cambiamos de municipio y de comarca, pues una bolsa de terreno se descuelga de Bailo (La Jacetania), pero no es la única sorpresa, porque en un lugar próximo, incluso en el del IGN figura “Campamento de Altabás”, y podemos dar fe de que se trata de un error, ya que hace referencia a un campamento parroquial (Nª Sª de Altabás, de Zaragoza), que fue instalado durante cuatro veranos (1976 a 1979) en las instalaciones que reformó ICONA en la pardina de Os Chuans, que visitaremos de vuelta. Una organización juvenil de la que formamos parte, de ahí la absoluta seguridad del error. Pero sigamos con nuestra ruta. Tras cruzar por séptima vez el río Asabón y de andar por caminos nevados entre todas ellas, se llega a la pardina de Chaz, que calla mucho más que lo que dice, que no es otra cosa que abandono y ruina que lo será.
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Pardina de Chaz |
Según la publicación de Óscar Martín Estallo, editada en 2017 por el propio autor y que merecía el Premio Félix de Azara 2016, a la edición, de la Diputación Provincial de Huesca, titulada “Las pardinas del río Asabón. Crónicas de un mundo olvidado”, a la que acudiremos recurrentemente, cita refiriéndose a esta pardina, que … estamos ante otra antigua villa…, que ya constaba en una donación a San Juan de la Peña en 1134… Vemos en ella el estrago del tiempo y del olvido, … aunque los nuevos tiempos trajeron avances como la luz eléctrica, y tal vez ello ayudó a prolongar su estancia, aunque finalmente los Sanclemente dejaron la pardina a finales de 1973… Está situada en la confluencia del río Asabón, que abandonamos de momento, y el barranco de Fontanizas, al que nos abrazamos, hasta volver a entrar a nuestro municipio de partida… y más allá, hasta nuestra siguiente pardina, un poco confusa en nombres, y que para aclararlo volvemos sobre el libro de cabecera de esta crónica, y la denomina predio de Nofuentes.
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En la pardina del Chaz
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Nevados caminos |
Primeramente, nos encontramos la Casa Corralón, también llamada Suerte Baja o Casa Nueva de Nofuentes, con buena apariencia, a la que le han levantado los muros de la falsa para techarla de nuevo. En el exterior, un mural anunciando que pertenece al Monte de Utilidad Pública 361 “Pardina de Nofuentes”, y quizá le faltaba lo de Casa Corralón, para completar la información y dejarlo claro. Visitamos con gran respeto su interior, y deducimos que está cuidada para uso esporádico. Los orígenes … son una incógnita, aunque el primer arreglo dataría de 1897, según se deduce de una inscripción hecha en una piedra de la fachada. Y en otro párrafo del libro encontramos … Lorenza Castán, que bajó a casarse a Murillo de Gállego con Joaquín Pérez, de Casa Antonina, fundando la que sería desde entonces conocida como Casa Corralón, donde a principios del siglo XX nacieron sus hijos…
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Casa Corralón
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Mucha nieve todavía por las pistas |
Seguimos por la nevada pista, y tras unas revueltas de esta, se encuentra la Casa de Nofuentes, de apariencia recién restaurada. Lugar citado en la publicación recurrente … Alrededor 1090 se cita a “Fortuno de Novefontes”, y en 1206, Pedro II donó Nofuentes a San Juan de la Peña. Durante siglos, y convertido ya en pardina, debió ser gestionada por los monjes… Esta hacienda fue objeto de intensas controversias respecto a los lindes de la propiedad, ya que … los compradores de estos campos, en 1861, discutieron con el Ayuntamiento de Biel sobre los límites de su compra, ya que las mugas de los montes vendidos eran algo confusas. Procedieron entonces a deslindar el terreno, surgiendo varios problemas al llegar al Campo Fenero, un paraje en la muga entre los términos de Biel y Salinas de Jaca, y físicamente en el interior de la finca… … el tema se abandonó, hasta que en 1872 lo retomaron deslindando la jurisdicción de los términos de Biel y Salinas de Jaca, quedando finalmente el famoso Campo Fenero en el término de Biel…, por lo que la confusión se hizo patente, ya que … la propietaria, Isidra Fanlo, comprendió que en ese deslinde únicamente se especificaba en qué término estaba el Campo. Evidentemente, entendió que, aunque en otro término municipal, el campo seguí siendo suyo. Según consultas realizadas, Fenero sigue en Biel.
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Estado actual de la casa de Nofuentes Al fondo, el collado de San Esteban, bajo las ralleras de Santo Domingo a la izquierda
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Entrada a la finca |
Continuamos hacia el sur, dejando atrás el barranco del Arto o de Nofuentes, para incorporarnos a una vía pecuaria que nos llevaría hasta Agüero, por el portillón de la Osqueta, pero eso lo dejaremos para otro momento porque, aun siguiendo ahora por ella, debemos cerrar la circular donde la hemos abierto, en las proximidades de Villalangua. Nuestros pasos nos conducen a la pardina de Ferrera, otra de las que extienden sus feudos por estas sierras, la mayor y mejor conservada de la ruta. Fue una antigua villa, citada ya en 1058 y perteneciente a San Juan de la Peña, al menos desde el siglo XV. En el Archivo Histórico Provincial de Huesca constan documentos según los cuales, en 1490 el abad Francisco de Casisi y el capítulo de monasterio de San Juan de la Peña, arrendaron al vecino de Salinas, Miguel Juntero, la pardina Ferrera durante once años, por sesenta sueldos jaqueses anuales. Tras unos años despoblada a partir de 1938, … volvió a ser habitada en los años 40… … hasta 1955, cuando sus moradores decidieron bajar a Salinas. Gran finca, que se antoja vallada, puesto que puerta hay para entrar y puerta para salir, siendo de una hora el tránsito entre ambas.
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Una cierva y su cría
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Duchas y fregaderos |
Al poco de salir de la finca nos cruzamos con la pista que viene de Villalangua a Salinas, donde abandonamos la vía pecuaria para retornar ya al punto de partida, no sin antes visitar las instalaciones puestas en funcionamiento por el entonces ICONA a mediados de la década de los 70 del siglo pasado, en la Casa Os Chuans, y que aprovechamos para montar el Campamento de Altabás en los veranos del 76 al 79, del que se guardan muy buenos recuerdos. Se trata de un edificio con corral y dos estancias, una grande que se reformó para comedor, y otra pequeña donde se cocinaba. Al sur, en exterior, hay adosada otra pieza pequeña. Junto a todo ello, se construyó un gran círculo de piedra, escenario de los fuegos de campamento. Bajo unos bojes se construyó también un apartado para duchas y fregaderos. Todo ello abastecido por un depósito subterráneo encima de otro pequeño edificio con dos estancias, que se empleaban de enfermería y almacén. Eludimos la amplia curva de la pista para entrar en la memoria. Bajo la explanada, la fuente Os Chuans.
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Corral de Casa Os Chuans
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Instalaciones del campamento en Casa Os Chuans
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Continuamos pista abajo para cerrar la circular a la llegada al puente del Asabón, y unir nuestros pasos a los de salida hasta las proximidades de Villalangua, completando así una bonita ruta por la memoria del tiempo y la nuestra propia, recorriendo 19,9 km, en 6h 10’, y salvando un desnivel acumulado total de 445 m D+/-, sobre el crujir de la nieve y del hielo, bajo el sol que acaricia a estas sierras, y sobre las aguas del río que daba vida a las pardinas y sus gentes.
Gracias a Óscar Martín Estallo y a su recurrente publicación de "Las Pardinas del Río Asabón. Crónicas de un mundo olvidado".