domingo, 30 de abril de 2017

Sierra Caballera y Nabiella, de paseo por su lomo

IXOS MONS
Sierra Caballera (1563 m)
Nabiella (1517 m)
Sábado, 29 de abril de 2017



            El valle del Garona comienza a desperezarse lentamente, al igual que los primeros grados en el termómetro. Ese incipiente sol irradia ya sobre un solitario valle y sus barrancos, que hoy va a ser visitado por cinco mayencos. Un sol que sale decidido a plantear una bonita mañana de monte, pero que no sabe lo que se le viene encima… bueno, más bien a nosotros. Este valle, desde Arguis hasta un Gállego presto a embalsarse en la Peña, parece uno, y ciertamente lo es, pero con dos vertientes. Encajonado entre las sierras de Javierre y Bonés al norte, y Gratal, Caballera y Loarre al Sur, de las faldas de la Sarramiana, nacen próximos los dos ríos que naciendo del mismo útero, se dan la espalda para seguir erosionando los materiales blandos de este valle y correr prestos a su desagüe. Cerca de Arguis nace el Isuela, que lo hace ya cansado, teniendo que reposar sus aguas en el embalse más antiguo de Aragón. Y separado por el alto de Labarza, pero tomando dirección oeste, lo hace el Garona, con aires galos, pero que raudo va a fundirse con el Gállego.

Rasal nos ve partir

Fuente del pueblo
            Si a primeros de año dimos una circular desde Bentué de Rasal para rodear la Sierra Caballera, hoy hemos elegido llegar a ella, pero saliendo desde Rasal para acariciarle el lomo, el largo lomo. Sin duda la capital del valle, esta localidad de Rasal no es ni la sombra de lo que fue, citada ya en documentos del siglo XII, lucha por sobrevivir, en unos terrenos que poco a poco le van ganando la partida. Y hablando de partidas, vamos a la nuestra. Lo hacemos desde el lavadero que hay bajo la fuente del pueblo, datada en 1926, pero que con toda seguridad daría agua desde siglos antes. Nueve toques en la parroquial de San Vicente nos dan la salida.

Fachada principal de la ermita de la Virgen de Nª Sª de los Ríos

Sendero por la antigua cabañera
            Nos metemos de lleno en el PR-HU 109, que une esta localidad con Aniés, en el solano de la sierra. Tras cruzar el río Garona, nos mete de lleno en el barranco de la Virgen, que abandonaremos a la altura del Zoyes, que se le une, para dejar la pista y seguir por la cabañera, que reducida a sendero por bosque, nos pasa muy cerca de lo que queda de la ermita de la Virgen de Nª Sª de los Ríos. Sólo las cuatro paredes quedan ya, paredes en las que la tosca está muy presente.
Montes del Pirineo occidental aragonés


Puchilibro


            Seguimos por nuestro sendero, que va tomando altura, y por el que vamos apreciando a uno y otro lado vestigios de las delimitaciones de la ancha cabañera que fue, hoy convertida, como decimos, en sendero, al no servir ya de tránsito a centenares, miles, de cabezas de ganado que anualmente cambiaban los pastos de las tierras bajas por los de montaña, y viceversa. Al salir del bosque ya van comenzando a inundar nuestra retina las bellísimas imágenes de todo lo que el pinar nos ocultaba. Por un lado ese Gran Norte, desde el Ezcaurre hasta Cotiella, y más cercano, los montes de San Juan de la Peña, Oroel, Guara, Gratal, Marcovil, Puchilibro, y tantos otros entre ellos.

Últimos compases antes del collado

Campos otrora cultivados de Calvé
            Tras pasar por un apacible tramo de sendero entre el verdín, y a hora y tres cuartos desde Rasal, hemos subido 700 metros de desnivel para llegar al collado de Calvé, que nos da ya vista a la solana, a la Hoya de Huesca. Se trata de la divisoria entre el barranco de Zoyes, que baja dirección norte, y el Sotón, que lo hace hacia el solano, dando sabor a las cerezas de Bolea, amansándose en su embalse, próximo ya al Gállego. El sendero, decimos, sale a la pista, por cuya dirección oeste continúa ese PR-HU 109 por la antigua cabañera. Nosotros lo dejamos, para tomarlo al contrario y comenzar ya a cabalgar a lomos de esta alargada sierra. Lo que prometía una buena mañana en lo meteorológico, poco a poco se va convirtiendo en ventosa y desapacible, pero le hacemos frente.

Por el lomo de la Sierra Caballera

Enfilando hacia lo más alto. Gratal al fondo
            El ancho camino está flanqueado por pequeñas torres de andamios que luchan visualmente con el paisaje, y que aconsejan no venir por aquí en temporada de caza. En algo más de hora y media más, contando una breve parada para echar un bocado, nos presentamos en el punto más alto de la loma, que con sus 1563 metros de altitud es algo que hay que intuir a ojo, porque carece de señalización. Lo que sí se ve es el vértice geodésico de Nabiella, que inusualmente está más bajo, a 1515 metros. La mañana no está para muchas paradas. Las fotos de rigor y poco más… más bien, nada más.

En el vértice geodésico de Nabiella

Hoya de Huesca
            Seguimos por la pista unos minutos, hasta que se nos abre a mano derecha una trocha, incómoda como todas, pero que acorta mucho, y que en un cuarto de hora nos vuelve a dejarnos acomodar los pies sobre la pista, en un punto muy próximo ya al pozo de nieve de Mata Menuda, puesto en valor con su correspondiente señalización y panel informativo. De grandes dimensiones y forma circular, está revestido de mampostería. Estamos en un cruce de caminos. Aquí nos encontramos el Camino Natural de la Hoya de Huesca, en su etapa entre Arguis y Bolea, y el GR 1, por el que bajamos a Bentué de Rasal encajonados por el barranco de Cuna en hora y cuarto más.

Pozo de nieve de Mata Menuda

            Una mañana que prometía una cosa y poco a poco ha ido dando otra, pero que nos ha permitido visitar esta sierra y acariciar su larga lomera, en lo que hemos invertido 19 kilómetros, y hemos empleado 5h 30’ de tiempo total, del que 4h 30’ han sido en movimiento, salvando un desnivel acumulado de 1160 metros D+ y 940 D-, uniendo estos dos pueblos, supervivientes natos de este valle del Garona. Una ruta interesante, como tantas otras por estos callados montes, por los que hemos circulado sin encontrarnos a persona alguna por sus caminos.





jueves, 27 de abril de 2017

Peña Oroel, dama entre nieblas

IXOS MONS
Peña Oroel (1.769 m)
Miércoles, 26 de abril de 2017



            La Peña Oroel, esa nave varada en el Campo de Jaca, con su desafiante proa de cara a los airados cierzos. La Peña Oroel, esa nave varada en la rica historia de la Jacetania. La Peña Oroel, que nunca ha naufragado en los temporales de los tiempos, convulsos, muy convulsos, algunos. Ese monte mítico, mágico, referente de Jaca, un pueblo que en el himno de su fiesta presume de “libre a su sombra vivir”.

Ermita románica de Santiago, en Barós

Hacia el objetivo
            Junto con el Albarún, al NE, y el Grosín, al NW, de los que hemos dado cuenta recientemente, con la Peña Oroel, que ocupa todo el territorio meridional del Campo de Jaca, completamos esta trilogía de los montes que custodian este territorio. Ríos de tinta han corrido ya sobre este mítico monte. Es difícil escribir algo que no hayamos hecho ya. Hoy lo vamos a hacer, pero eligiendo rutas de ascenso y descenso, que aunque conocidas, no son las habituales.

Sendero por el bosque

Por la senda de los Lobos
            Partimos de la localidad de Barós, pedanía de Jaca, que con sus 935 metros de altitud tiene una posición privilegiada sobre el tajo que describe el río Aragón, y que presuroso trae las aguas del deshielo desde su cabecera. Tras dejar atrás la románica de San Fructuoso y la ermita de Santiago, tomamos el camino que se interna hacia la sierra, mirando por encima del hombro al barranco Riazo. Nos dirigimos hacia una peña velada por unas nieblas causadas por la merecida ruchada de ayer. El monte estaba muy seco, y hoy lo agradece, y nosotros a él, porque la frescura, la limpieza, el brillo, el aroma, que nos regala, son auténticamente excepcionales.

Saliendo a la curva 13

Llegando al collado
            En llegando a las Fuentes de Barós, tomamos el sendero de la izquierda, que va tomando ya mayor desnivel, hasta la llegada a la carretera. Media hora larga hasta aquí. Continuamos de frente, por la llamada senda de los Lobos, que va ganando altura sin piedad. Algunos troncos cruzados han hecho trazar nuevos tramos de sendero para evadirlos. Veinticinco minutos más y damos con el sendero que sube, o baja, nunca se sabe, hacia la punta Bacials. Nosotros lo tomamos a la derecha para dirigirnos al oeste, hacia la curva 13 de la subida normal.


Varios itinerarios para alcanzar la cima
            Una vez en ella, ya es tomar el itinerario normal hasta el collado, desde donde podemos apreciar el diferente ambiente de la solana y del Gran Norte, sumergido éste en unas brumas que esconden las tardanas nieves de ayer, y que van a acoger otras en las próximas horas. Optamos por el sendero de la cornisa, hasta dar ya cerca de la Cruz con el que sube por el fondo de esta gran plataforma cimera. La llegada al punto más alto se hace en solitario, algo raro en este monte. Los mil metros de desnivel con el fondo del valle, donde habita Jaca, contrastan con su humilde altitud, es lo que le confiere una destacada particularidad. Lo explicamos.

Último esfuerzo

El Gran Norte, hoy parco en palabras
            En el ámbito de la geografía, la orometría es la disciplina que se encarga del estudio de la altitud de los accidentes geográficos más allá de la propia altitud, digamos que le aporta una visión coral sobre el conjunto del resto de montañas circundantes. En este contexto, el término prominencia se define como la altitud a descender para subir la montaña más alta y próxima. En la comarca de La Jacetania, la prominencia de la Peña Oroel (897 m), ni siquiera superada por la de la Collarada (803 m), sólo lo es por la del Bisaurín (1038 m).

Vértice de cumbre

Corte reciente de un pino
            Bueno, tecnicismos aparte, y sin su ayuda, tratamos de distinguir entre las nieblas, todos esos montes que constituyen la barrera divisoria de la cordillera. Francamente, no hay muchos que se dejen ver hoy, pero no importa, a todos les dejamos nuestra tarjeta de visita y ya sabrán de nuestras intenciones cuando se desembaracen de todo eso que les atosiga.

Mocholín, y el comienzo del sendero para las Fuentes de Barós

Cruce próximo a las Fuentes de Barós
            El regreso lo hacemos por la vía normal, al menos hasta el Parador, desde el que iniciamos el descenso por un corto tramo de carretera hasta entrar en el sendero de San Salvador, que abandonamos a las pocas decenas de metros, para tomar a la derecha en el cruce la dirección a Mocholín. Es una pista ciega, que termina en lo alto de este monte, al que no llegamos, porque al salir a un claro, abandonamos para meternos por un sendero que baja en busca del fondo del barranco, y que en cinco o diez minutos nos lleva al cruce de las Fuentes de Barós, por donde hemos pasado a la subida, y desde donde cerramos esta circular. Sólo nos resta llegar hasta esa población.

Saliendo del barranco Riazo, a su llegada a Barós

            Son variantes, de las muchas que hay, para visitar este gran monte que domina todo el Campo de Jaca, y que ha sido testigo de muchas idas y venidas, de muchas conquistas y reconquistas, y que todavía conserva ese halo de misterio que nos sigue impregnando a pesar de las veces y veces que lo hemos abordado. En esta ocasión, han salido 13,9 km, invirtiendo 3h 30’ de tiempo total, del que 3h 10’ han sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado +/- de 1000 metros.



martes, 25 de abril de 2017

Gruta Helada de Lecherines, reducto de silencio y hielo

MONS CON NIEU
Gruta Helada Lecherines (2060 m) 
Domingo, 23 de abril de 2017



           De nuevo en acción. Nueve mayencos nos ponemos en marcha para hacer un recorrido clásico del Valle del Aragón, la Gruta Helada de Lecherines. En el límite oriental del Parque Natural de los Valles Occidentales, Borau tiene estrangulado un trozo de su término, entre Aísa, Canfranc y Villanúa. Es el puerto de Borau, un extraordinario terreno de pastos, cerrado al norte por una elevada muralla rocosa caliza, donde destacan los mallos de Lecherines y el pico Tortiellas. Y lo calcáreo, como material blando que es, con el paso del tiempo no se resiste a la acción del agua, que crea en su interior todo tipo de recovecos, simas, grutas... Pues allí, allí vamos, a la más representativa de todas ellas.

Arranque en Canfranc pueblo

Por los antiguos viveros forestales
            Se puede acceder por varios itinerarios. Nosotros elegimos el que sale de Canfranc pueblo, por el GR 11.1 recién convertido a Sendero Turístico de Aragón. El camino comienza encima de la parada del autobús del valle, metiéndose enseguida al barranco de los meses, desde las instalaciones de un antiguo vivero forestal. Se cruza el barranco, y unas zetas nos van llevando hasta arrimarnos a la pared, singularizada por un orificio al que llaman la fuente de la Pajeta, porque de ese modo puedes beber el agua que pasa por su interior.

Cruzando el barranco de los Meses

En la fuente de la Pajeta
            Una pequeña rampa nos sitúa en el pinar, que en poco nos deja en la pista que viene desde Villanúa. La tomamos hacia arriba. Se pasa por otra fuente, la de los Abetazos, que nunca defrauda. Tres cuartos de hora hasta aquí. En veinte minutos más se llega a Gabardito una gran extensión de pastos poco pastados, que se han dejado colonizar por cantidad de arbustos. Pasamos por el refugio y seguimos para bajar a cruzar uno de los barrancos que alimenta al de Aguaré, el de la Añaza. Se sube al prado, y en cuatro pasos ya al pinar, que tras pasar varios barrancos más, unos más grandes que otros, el sendero nos saca a esa otra gran extensión de terreno de Lecherín bajo, donde se encuentra el refugio y un abrevadero, que aprovechamos para echar un bocado y tomar aliento para lo que nos espera, toda la empinada canal, cuya primera parte vemos ya sin nieve.

Majada de Lecherín bajo

Progresando por la nieve
            Pues manos a la obra. Nos arrimamos a la entrada de la canal para fundirnos con sus zetas e ir tomando altura, encontrando nieve a eso de los dos mil metros. Está dura, pero hay huella. Quien lleva crampones se los pone, y los que no, pueden progresar sin mayor dificultad. Una rampa y se llega a una pequeña explanada con dos itinerarios. El de la derecha nos llevaría al paso del Sarrio. Tomamos el de la izquierda, que es empinado y aconseja subirlo en diagonal. A su término se abre ya el anfiteatro donde se encuentra la gruta que venimos a visitar.

En el anfiteatro de la gruta

Llegando
            Todavía se encuentra con hielo colgado del techo, que le da ese ambiente atractivo, y que en poco tiempo va a terminar de caer. Es un espectáculo oculto en las entrañas calizas de estas montañas, y que todos los años procuramos no perdernos. Descendemos hasta abajo para posar con semejante telón de fondo. Y sin perder mucho tiempo vamos saliendo para comenzar el descenso. Un descenso que se hace más cómodo porque poco o mucho, la nieve se ha transformado en este rato. Llegada a la majada de Lecherines y vuelta por el mismo itinerario hasta Gabardito.

 
Expectación
Interior de la gruta
            Para el regreso al valle del Aragón, optamos por descender por el barranco de Aguaré. Hasta llegar a su fondo, hay unas gradas, que para superarlas te puedes ayudar de unas escalas y cadenas. Luego otro tramo vertiginoso te lleva al cauce, que se cruza sin mayores problemas, metiéndonos de nuevo en el bosque, que en media hora más nos saca a la carretera a la altura de la gasolinera. Sólo resta acercarse hasta los vehículos.

Tramo de escalas y cadena, en el barranco de Aguaré

            Una ruta ésta de las clásicas del valle, que hay que hacer con regularidad. Hoy le hemos metido poco más de 6 horas de tiempo total, del que 4 y media han sido en movimiento, para recorrer 15,6 km y salvar un desnivel acumulado +/- de 1250 metros. Una mañana diez, con buena compañía en buen ambiente de montaña.






lunes, 24 de abril de 2017

Peñas Juntas y Espolón de la Virgen, de ferratas por Guara

VÍAS FERRATAS
Peñas Juntas (500 m)
Espolón de la Virgen (845 m)
Sábado, 22 de abril de 2017



         Nunca unas vías ferratas habían estado visitadas por tanta y tan buena gente… bueno, que sepamos. Lanzar una convocatoria para ascender dos de ellas, y recibir diecinueve inscripciones, es verdaderamente sorprendente, pero la constatación de que son de baja dificultad, y de que todos somos experimentados en estas lides nos ha animado a no dejar fuera a nadie, pero hay que reconocer que ha sido todo un reto, de organización, y sobre todo de desarrollo. Cumplimos así otra nueva salida del programa de la Sección de Montaña del CP Mayencos.

Bierge, desde el camino a la ferrata

Nada que hacer
            Y es que una buena forma de rascarnos las escamas del invierno y de que aparezcan los nuevos brotes primaverales, es la de comenzar una nueva temporada envueltos en la magia del mundo de las vías ferratas, porque es el único modo de progresar por verticales paredes, superando extraplomos, cruzando barrancos a varios metros del fondo, ascendiendo a cotas no siempre posibles, alcanzando atalayas de indiscutible valor como verdaderos balcones sobre la redolada y más allá. Y todo ello, con la máxima seguridad, porque siempre, siempre, tenemos a nuestro alcance una línea de vida o cualquier otro elemento para sujetar, al menos, los dos puntos de anclaje de nuestro disipador, cuando no un tercero complementario.

Camino del arranque de la vía


Comienzo de la ferrata
            Peñas Juntas. Bueno, allá que nos vamos. ¿A dónde? A la Sierra de Guara, que tiene muchos encantos, y uno de ellos es éste. En el término municipal de Bierge, junto a su principal núcleo de población, se halla la primera de ellas, la de Peñas Juntas, y es porque su nombre le hace justicia. Se trata de dos peñascos sobre el río Isuala, cuyas aguas bajan ya mansas de los estrechos del Balcels, a engrosar por la izquierda las del Alcanadre.

Disfrutando


Asomados al espolón
            El acceso con vehículo se puede hacer por varios sitios, debiendo de conocerlos, ya que la señalización es bastante exigua. Finalmente se llega al final de la polvorienta pista, debiendo bajar andando hasta el fondo del río para comenzar la ferrata, que lo hace ya de entrada por uno de los tres pasos tibetanos, para seguir por unas grapas, que te suben a una estrecha plataforma, tras de la cual hay que descender para continuar pegados a la pared y encaramarse a otro de los pasos, el más largo, en los que el equilibrio se pone a prueba. Terminando éste, llegamos a un tercero, que nos vuelve a pasar al margen derecho del río.

Pegados a la pared

Conexión entre el segundo y tercer paso tibetano
            A partir de aquí, seguimos ya por el sendero vertical de grapas, siempre unidos a nuestra línea de vida. Un resalte saliente nos da asome a la vertical sobre el río y los dos últimos pasos, pudiendo observar la progresión de los compañeros que vienen detrás. Unas cuantas grapas más y llegamos a una explanada, donde termina nuestra aventura. Esperamos la llegada de todo el grupo y tomamos un sendero que nos lleva al camino de bajada, para subirlo hasta los vehículos. Ferrata con 200 metros equipados y 80 de desnivel, calificada por los usuarios como K1.



En plena faena ya
            Espolón de la Virgen. Sin cambiar de término municipal, nos desplazamos hasta el fondo del valle para llegarnos a Rodellar, la meca de la escalada deportiva. En ese ambiente está enclavada nuestra siguiente vía ferrata, la del Espolón de la Virgen. Hay que pasar por varios sectores para llegar hasta el fondo del río, el Mascún, que también viene de divertirse lo suyo y que también engrosa al Alcanadre por su izquierda. Un par de veces hay que cruzarlo para llegar a la surgencia. Un poco más adelante, justo enfrente de donde se rinde el barranco de Andrebot, parte esta segunda ferrata, la del Espolón de la Virgen, que en ningún momento pierde su verticalidad, espectacular verticalidad, que se asoma sobre el Mascún.

El hoy reseco Mascún inferior

Espolón
          Cuando termina la ferrata encontramos una amplia plataforma, cercana al sendero de bajada, pero si queremos terminar en la ermita de la Virgen del Castillo, nos queda todavía un corto tramo con alguna grapa, que nos sube ya a la explanada cimera, con un panel informativo y un pequeño espacio para descansar. Nos agrupamos en torno a la ermita, cuyo interior no se puede visitar, y comenzamos el descenso por el sendero, que nos mete en el barranco de la Virgen, para subirlo y dirigirnos ya a Rodellar. Esta ferrata, catalogada por los usuarios como K2, tiene también como 200 metros equipados, y 130 de desnivel.



            De esta manera damos por terminada esta jornada de senderos verticales y ferrados, coronada en torno a una buena mesa, en la que se repasan las experiencias de cada uno, y cómo no, se contemplan nuevos proyectos.