domingo, 31 de julio de 2016

Gran Vignemale, Comachibosa por la Moskowa

AQUERAS MONTAÑAS
Gran Vignemale (3.299 m)
Sábado, 30 de julio de 2016


            “En el silencio y en la serenidad de las altas montañas, la historia humana parece un drama de la locura, donde la sabiduría y la lucidez no son más que entreactos”.



Foto de época
            Esta es una de las múltiples frases que el Conde Rusell nos dejó como testimonio de su gran amor, de su gran pasión que fueron las montañas, y en concreto los Pirineos. Y por centrar  más el tiro todavía, seguro que estaba pensando, que estaba hablando del macizo del Vignemale, donde se funden las esencias de la Creación en una montaña que vierte a varias aguas, que habla en varios idiomas. Una montaña alta, dura, con varias cimas apuntando al infinito, como los brazos de un niño buscan a los de su madre. Una frase que suscribimos plenamente, porque resume los afanes del ser humano, con sus luces y sombras, con sus ambiciones, sus codicias, sus intrigas, para provecho propio. Cuanto más conozco al ser humano, más amo a las montañas.


Henry Rusell, verdadero precursor
            El programa de actividades de montaña del CP Mayencos sigue inexorablemente su singladura en el tiempo. La de hoy supone un desafío a la resistencia, tanto física, como psíquica, no tanto técnica, aunque también tiene lo suyo. De momento, la víspera nos vamos concentrando en el refugio de Bujaruelo. A este bello rincón del área de influencia del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido vamos acudiendo en número de once. Con Julio, Javier, Rafa, María, Carlos, David, Manuel, José Antonio, Leyre y Paco, conformamos el equipo dispuesto a afrontar el reto, aunque éste último tiene que abandonar por motivos familiares.

Primer contacto visual
           Buena cena, y pronto al sobre, que la noche es corta. Tanto como que antes de las cuatro movemos para ir preparándonos para la marcha. Entre la ausente luna, que cuanto más mengua, más tarda en llegar, y la carencia de nubes, favorece una bóveda celeste completamente estrellada, que invita a fundirte en sus pensamientos. Pero los nuestros son más terrenales, aunque hoy suban alto. Aún no son las cinco cuando arrancamos por la pista, sin más luz que nuestros frontales y esas estrellas que nos miran con asombro. Puente de Oncins, y aunque no se ve, sí se nota que esto se empieza a empinar.

En plena progresión
            A eso de las seis dejamos atrás la cabaña de Ordiso con el final de la pista, enfilando sin remisión la senda que nos sube a otra cabaña, el refugio de Labaza, tras otra hora de camino, donde hacemos un alto para echar un trago de agua. Hay que tener el gaznate engrasado, ahora viene lo bueno. Dejamos el fondo de valle, por donde discurre el GR 11, y con la vista puesta en la extraordinaria marmolera que corona este circo, comenzamos ya una impenitente subida que no va a encontrar ya respiro hasta el mismísimo collado de Lady Lister.

Saliendo de los matorrales
            El sendero… bueno, la ausencia de sendero definido hace que nos despistemos y tomemos el ascenso sin cruzar el barranco, lo que provoca que nos embosquemos por lugares por los que no pasan ni los jabalíes. Pero como esto es cuestión de perseverar, finalmente salimos a una plataforma en la que retomamos el camino que nos parece más correcto. Somos seres minúsculos circulando por la grandeza de un enorme circo en el que se alternan los tramos rocosos con otros más cómodos de hierba, pero en cualquier caso la pendiente es brutal y hay que tomársela con calma.


Antes de entrar en el nevero
            Sobre las 10 de la mañana enfocamos ya el corredor de la Moskowa, con nieve casi desde el arranque. Allá arriba… pero muy arriba, distinguimos el gendarme blanco como referencia del término de la chimenea, a cuya base nos cuesta más de una hora llegar. Entre tanto, nos ponemos el casco, el piolet y los pinchos y progresamos por el nevero, que cuenta con una considerable inclinación, pero al tener la nieve tirando a blanda da confianza, no obstante, hay quien lo termina en paralelo, por las piedras.

Chimenea de la Moskowa
            La chimenea es disfrutona. Unos la dan de IIº y otros de IIIº, de cualquier forma no pasa de ahí su dificultad, siendo lo más peligroso la cantidad de piedra suelta que hay que tratar con suma delicadeza para no desprenderla sobre los que vienen detrás. El terminar y asomarte al otro lado es uno de los buenos momentos del día. Ya tenemos a la vista el famoso collado de la famosa lady, entre los picos Central y Cerbillona, pero dos tramos bien diferenciados nos separan todavía de él. El primero, también disfrutón, la bonita cresta sur del Cerbillona, que nos arrima al macizo; y el segundo, un penoso tramo de canchal que nos lleva hasta el collado.


En el collado de Lady Lister
            La panorámica que se abre ante nuestros ojos deja boquiabierto a cualquiera, por poca sensibilidad que se tenga. Sin duda, uno de los lugares más grandiosos y alucinantes que se pueden ver desde un collado pirenaico. Posiblemente el que más. El alma, allá donde esté, se pega un revolcón de gozo… y se nota. La visión sobre el cada vez más mermado glaciar de Ossoué, al pie de este extraordinario circo que conforman todas las cimas de este macizo, forma un conjunto de difícil asimilación. Estamos a 3.200 metros de altitud, y eso confiere una perspectiva que sólo el esfuerzo continuado de casi siete horas de impenitente ascensión lo permite.

Pasando por debajo de las cuevas
            Estamos en un punto medio de esa gigantesca corona que forman las desafiantes cimas, sólo rota por la salida natural del cono del glaciar. Una de esas cimas es la nuestra. El Pique Longe, o Gran Vignemale, la que vamos ya mirando de reojo mientras nos volvemos a equipar con crampones y piolet, para flanquear la parte superior del glaciar, donde se encuentran unas de las cuevas que el conde mandó horadar para dar cobijo al éxtasis de sus prolongadas estancias. Si pensamos que se hicieron al filo del glaciar y observamos dónde han quedado en la actualidad, nos podemos dar una idea de la fatídica regresión de estas joyas geológicas que estamos dejando escapar sin arrancarles todos sus secretos.

Alcanzando la cumbre. Tocando el cielo
            Llegamos a la base del Pique Longue, y sólo nos queda ya la trepada cimera, que hacemos dejando piolet y crampones a buen recaudo, y acompañados por las primeras nubes serias de la jornada. Veremos cómo termina esto. El alcanzar visualmente el vértice geodésico de cumbre es comparable a muy pocos placeres de la vida, desde luego muy por encima de cualquiera de los terrenales. Estamos ya en el ámbito de lo supra humano, unos habitáculos en los que conviene tener dispuestos lugares preferentes para este tipo de visiones, para este tipo de sensaciones, para este tipo de vivencias. Un etérico lugar en el que se agolpan sin cesar todas las de este tipo, y que permanentemente hay que velar por ensanchar.

Echando un bocado en el collado
            Pero hay que bajar de las alturas. También de éstas. El destrepe se torna delicado. No va a ser el único. Nos pertrechamos de nuevo con el material para cruzar la parte superior del glaciar, y nos llegamos hasta el collado. Son las dos menos veinte. No hay que agobiarse, pero no es nada pronto, pensando en lo que nos queda y el aspecto que va recobrando la atmósfera. Pero el continuo esfuerzo al que estamos sometidos obliga a echar un bocado.


Destrepando la chimenea
            La bajada hasta el inicio de la cresta es relativamente rápida, a pesar de que hay algún paso no apto para cardíacos. Al comienzo del destrepe de la chimenea nos volvemos a agrupar, y poco a poco realizamos ese descenso con sumo cuidado, cada piedra tiene su sitio en este lugar y así debe seguir siendo. Una vez abajo, hay quien coge la “escoba” y baja el nevero aprovechando que la nieve está más blanda. La mayoría por la penosa piedra. Desde el pie de la chimenea hasta el refugio de Labaza, pasan dos horas y tres cuartos, con el único contenido que la paciencia y el temple para abandonar poco a poco este terreno alpino y bajar hasta el fondo del valle.

Llegada a San Nicolás de Bujaruelo
            Mientras llegan los que faltan, hay los que dejan a sus recalentados pies juguetear con el agua del torrente, pero poco rato, no se vayan a pensar que esto ha terminado. Porque no, no lo ha hecho. Aunque lo que queda es de cómodo transitar, todavía nos faltan del orden de dos horas para culminar esta salida por uno de los macizos más prestigiosos del Pirineo, en este caso partido en dos en los mapas. Y estas dos horas pasan bajo un sol como en todo el día hemos soportado, la amenaza de tormenta se va quedando en eso, y el sol se cobra su tributo. Pues ya está, una hora de sendero, y otra de pista, abrazados al GR 11, es lo que media para llegar a Bujaruelo, cuya entrada la hacemos por las praderas de Laña Larga, para delicia de nuestros pies, o de lo que queda de ellos. Justo llegar al coche y empezar a llover. Se agradece.

            Y aparte de la ligera ducha, baño debajo el puente y encuentro en torno a unas buenas jarras. En total, han sido 14h 25’ de tiempo total, del que 7h 30’ han sido en movimiento, para recorrer 26,7 km, con en torno a 2.150 metros de D+. El cansancio siempre supeditado al disfrute. Al contrario que el agua y el aceite, sí hay una mezcla, aunque de difícil definición, y es la compuesta por esa lucha y amor por las montañas, que nos somete y nos impulsa siempre a volver. En buena compañía.

 

viernes, 29 de julio de 2016

Cotiella, bella en su aislamiento

AQUERAS MONTAÑAS
Cotiella (2.912 m)
Martes, 26 de julio de 2016



Juegan Lardana y Cotiella
a disfrazarse de novias
Montañesa y Cancias van
de verde y ocre a la boda.
En el silencio frío del alba
bellas señoras enamoradas
abren sus brazos, tienden sus faldas
invitadoras son mis montañas.
 

Primeros rayos de sol
            Con estos versos, Enrique Pérez concluye sus Debinetas, pregonadas a los cuatro vientos por la Ronda de Boltaña. Unos versos que nos hablan de nuestro monte de hoy. Un monte que por extraños motivos geológicos se ha quedado descolgado del eje pirenaico. Un monte duro, áspero, sin complejos, que a pesar de no auparse lo suficiente para llegar a esa mítica altitud de los tres mil metros, no se achanta, y se muestra lejano, distante, más que muchos de ellos. Un monte que compite con cualquiera de ellos. En este caso, y como dice la canción, a disfrazarse de novia, especialmente por la cara que da a la Llardana, su compañera de juegos. Y lo cierto es que aún le queda algún girón de puntillas blancas, a pesar de alzarnos hasta su corona por la cara sur, concretamente por el sorprendente circo de Armeña. Con Pepe y Gladys, del CER, y Xabi, que pasaba por ahí, nos hemos aliado con las piedras y el tiempo para subir a lo más alto. Vamos.

GR 15 Sendero Turístico de Aragón
            Campo. Seis de la mañana. Una mañana que no ha llegado a la cita, desde hace ya más de un mes va siendo más perezosa cada día que pasa. Ella sabrá. Nosotros, cuando hay que ganarle la partida, se la ganamos. Nos acercamos hasta Seira para tomar la carretera de Barbaruens, y sin entrar en la población, entramos por la pista, que a los 3,5 km llega a su fin. Justo en este lugar, han hecho confluir el GR 15 al convertirlo en Sendero Turístico de Aragón. Seguimos por él hasta el refugio de Armeña, lo que nos lleva como hora y cuarto.

Refugio de Armeña
            El comienzo es una trocha de madera, con una pendiente como sólo ellas saben, pero con que con calma y paciencia no hay nada que se resista. En tres cuartos de hora ya hemos salido del bosque, llegando a un impresionante mirador, desde el que se domina la parte inferior del circo de Armeña, a cuyos pies reposa calmo el ibón del mismo nombre. En un ambiente totalmente alpino, tomamos el sendero que nos baja hasta casi sus orillas, para encarar la subida al refugio que, construido en 1980, fue el precursor, el germen, el origen, de todo un desarrollo posterior de construcciones, de rehabilitaciones, de puesta en valor de gran parte de los refugios de montaña existentes hoy en día en Aragón.

Progresión por el canchal
            A partir de aquí, comienza el primer tramo de pedrera, que nos va metiendo ya en la parte más alta del majestuoso circo que compone la Cresta de Armeña, Espouy, Cotiella, Cotiellieta, Yali y Reduno. Enormes extensiones de terreno mixto, con tramos de piedras, intercalados por terreno kárstico, incluso con tasca, todo ello salpicado de numerosos foraos de todos los tamaños. Desde el refugio, dos horas de discurrir por toda esa variedad, hasta alcanzar el último pasaje de canchal, una diagonal que nos acerca a la base de la pared, y que hay que acertar bien en su arranque, porque son varias las chimeneas que surgen, pero hay que tomar la buena.

En la chimenea cimera
            Veinte minutos de ir echando manos a uno y otro lado, es lo que media hasta llegar al collado, que nos da vista sobre el Sobrarbe. Un poco de respiro, y seguimos, porque aún queda casi otra hora hasta arriba. Una cima que se muestra altiva, lejana, pero que con sobredosis de paciencia vamos a alcanzar. Nos arrimamos de nuevo a la pared para meternos en otra canal y ascender por ella hasta la loma cimera, donde veranea un nutrido rebaño de cabras. Con ellas gozamos de la satisfacción, de la recompensa, tras cuatro horas y media de duro ascenso. El día está calmo, pero menos caluroso de lo previsto. Hay calima en el arco sur del horizonte, pero no impide el avistamiento de los montes y valles más cercanos. La Sierra Ferrera, con su también lejana Peña Montañesa. La Fueva. Los embalses de Mediano, El Grado y hasta el de Barasona, si lo buscas.



Reduno, cerrando el circo
            A nuestros pies, el imponente circo de Armeña, un inmenso mar de piedras, con alguna isla herbosa y foraos, cantidad de foraos, no todos explorados. Estamos en un terreno calizo, y en consecuencia árido, seco, en el que se filtran las aguas que llenan acuíferos y salen por donde menos se espera. El Gran Norte lo ocupan las montañas del Alto Sobrarbe y de la Alta Ribagorza, lo más alto del Pirineo. Lo que más se aupó desde el fondo de ese mar en varias de esas fases a lo largo de eones de tiempo, y que ahora está expuesto a los rigores de vientos, aguas y soles. Inconmensurable.


Edelweiss. La flor de montaña por excelencia
            Dejamos la cima y sus ocupantes y movemos por un sendero que, para evitarnos el destrepe,  nos baja a una tartera, desde cuya cornisa emprendemos una travesía horizontal hasta el mismo collado, dejando atrás también otro rebaño de cabras menos comprometidas con la montaña. Una vez en el collado, el itinerario de retorno coincide con el de ascenso, por lo que ahora sí que nos toca destrepar para salvar este tramo y meternos en la pedrera, cuyo rápido descenso hace que nos cunda más el tiempo. En menos de dos horas desde la cima alcanzamos ya el refugio, de cuya fuente damos buena cuenta. Antes de acometer la subida hacia ese extraordinario mirador, nos adentramos hasta el ibón, que languidece en un estío que parece no haber llegado todavía para la flora de más altas cotas. Tras observar las piruetas de los tritones, ya definitivamente tomamos el sendero de subida. Último repaso a este sorprendente circo de Armeña, y para abajo por el camino del bosque.


Tras 8h 30’ de tiempo total, del que 5h 30’ han sido en movimiento, llegamos al coche, con 15,7 km recorridos, y más de 1.600 metros de desnivel acumulado (D+). Una mañana dura, en una montaña dura, pero que sin duda ha merecido la pena, porque a pesar de todo se ha disfrutado de nuevos horizontes y en buena compañía.
  




miércoles, 27 de julio de 2016

Bisaurín, de celebración

AQUERAS MONTAÑAS
Bisaurín (2.669 m)
Domingo 24 de julio de 2016



            Atípica salida del CP Mayencos. Decimos atípica porque además de no estar incluida en el calendario de actividades, no siempre se celebra un décimo aniversario de un evento. Bueno, más bien sólo se celebra una vez. Y en un año plagado de celebraciones, porque 60 años, son 60 años, eso es lo que hemos querido, celebrar también algo particular, porque de aquel hace diez años, en el 50º aniversario, claro, aún estamos orgullosos de que miembros de nuestro veterano colectivo montañero hollaran la cima del Gasherbrum II, que con sus 8.035 metros, es uno de los cinco ochomiles del norte pakistaní, y que en las personas de Alberto Ayora, Fernando Yarto, Kiko Borja y Javichu Dumall, consiguió el equipo de expedición.


            En aquella ocasión, no sólo se puso en marcha una, nunca sencilla, expedición a un ochomil, compuesta por diez personas, sino que también sirvió para que catorce más, los acompañaran, los acompañáramos podemos decir, y degustar las mieles, también las hieles, de ese paraje natural único en el mundo como es el Baltoro. Emoción, mucha emoción en aquel largo periplo, y emoción, mucha emoción, hoy al reunirnos en torno a ese recuerdo.


El Bisaurín, nuestro objetivo
            Como cualquier excusa es buena para echarse al monte, y ésta no es mala en absoluto, hemos convocado a las veinticuatro personas que el día de San Juan de 2006 comenzamos una aventura, que en sí misma, no celebraba, pero sí conmemoraba otra fecha, otro acontecimiento acaecido en ese mismo escenario hacía otros diez años. Estamos hablando del accidente del entonces Tte. Manuel Álvarez, que dejó su vida, sus ilusiones, sus pasiones, en los eternos hielos del GI. Hay quien ha excusado su asistencia, y hay quienes, sin haber participado hace diez años, han querido impregnarse de sus esencias.

En plana Mistresa
            Simbólicamente, pues, nos planteamos el ascenso al Bisaurín, que con sus 2.669 metros no tiene competencia a poniente en esta extraordinaria cordillera, que poco a poco va hincando su rodilla en tierra hasta beber en el Cantábrico. Así pues, somos una veintena de mayencos los que nos damos cita en el refugio de Lizara para resumir en unas horas lo que costó semanas, en este caso para subir a la cima más alta de los Valles Occidentales.

Nuevo trazado del GR 11
            Aunque inicialmente estaba previsto subir y bajar por el itinerario normal, a última hora, y viendo que en el barranco nos iba a amparar la sombra, cambiamos el paso, dirigiéndonos hacia la plana Mistresa. Un lugar interesante, calmo, pero con nervio, porque es capaz de distribuir juego entre los que suban al cercano puerto de Bernera y visitar el Valle de los Sarrios, y los que se aventuren a meterse en las entrañas de Secús, como es nuestro caso, y subir por la norte a este bello monte que es el Bisaurín. Lo que sí observamos son las recientes marcas de pintura rojiblanca, del nuevo trazado del GR 11, propuesto por el club, y que quedará ahí como aportación a esa ruta pirenaica a su paso por nuestra comarca.


En la canal
            Nos adentramos, pues, en el barranco, mecidos por la sombra y el susurro de las aguas. En hora y media tranquila nos presentamos en la plana Mistresa, donde paramos a echar un tentempié y trago de agua, para enfilar ya sin dilación ese pequeño valle que nos va a ir subiendo al compás del zigzag del sendero. Hay un par de plataformas, un par de respiros que el monte da al que los quiera aprovechar. Nosotros sí, claro. Todavía queda algún corro de nieve, pero blanda ya a estas horas y que no ofrece problemas. Nos agrupamos, y buenas fotos. A la hora y cuarto desde Mistresa, nos metemos en la canal, más estrecha y empinada, que obliga en algún momento a echar las manos, pero sin riesgo alguno.

Grandes desniveles
            Casi media hora para superar un buen desnivel, y ya nos encontramos en la norte del Fetás, con una evidente subida herbosa a nuestra derecha, y que hay que seguir tomándose con calma. En veinte minutos más hemos llegado a la cresta, que nos da vista a la solana del monte. El día está extraordinario en lo meteorológico. Aunque se va ya formando alguna nube de evolución, la vista que nos ofrece a los cuatro costados es la que siempre da este monte en sus mejores momentos, aunque hay gran carga de bruma en el horizonte, pero no es su culpa.

Llegando a cumbre
            Bien se vale que la cumbre es larga y ancha, porque la cantidad de personal que la ha congregado hoy es considerable. Pareciera como si en algún momento hasta estorbara el vértice geodésico, porque está tirado por el suelo. Bueno, pues el ritual de siempre, pasar lista a los montes y nuestras andanzas por ellos y bocado y trago. Cuando estamos todos, foto de familia, fotos se puede decir, porque todos queremos inmortalizar este momento, que no se repetirá. Un décimo aniversario sólo se celebra una vez.

Valle de Aragüés del Puerto
            Comenzamos pues el descenso, que cada uno hace a su paso, hacia el collado del Foratón, para desde él seguir las también recientes marcas, esta vez reforzando la variante GR 11.1. En hora y media nos presentamos en el refugio, y mientras llega el resto, algunos nos afanamos en los preparativos para la proyección de las imágenes que van a presidir la comida de hermandad con la que vamos a cerrar hoy la jornada. Unas imágenes vivas, cuyo recuerdo en los que allí participamos nos llevan a aquellos días en los que hubo momentos de todo, pero que sin duda los que prevalecen son los buenos, son los de amistad y camaradería entre los que asistimos, son los de esfuerzo constante para superar las dificultades del día a día en un ambiente hostil, en un terreno en el que las rocas y el hielo eran los auténticos protagonistas, durante los catorce días que duró el trekking para el grupo de acompañamiento y en torno a un mes más para el de expedición.


Edelweiss
            Los fogones de Xaro se encargan de reponer las fuerzas que hemos dejado en los caminos. Un montaje audiovisual de Luis se proyecta durante la comida, y tras los postres es el documental oficial de la expedición el que invade el ambiente, y el que todavía hace revivir con gran emoción aquellos momentos. Emoción que se extiende a los presentes al reforzar las imágenes con comentarios de los asistentes. Verdaderamente fueron días vividos con gran intensidad en uno de los parajes considerados como de los más bellos del mundo, en aquella expedición, acto culminante del primer medio siglo de vida del club.

            Hoy, diez años después, en plenas celebraciones del 60º aniversario, además de conmemorar lo pasado, queremos poner la vista en el futuro, en el futuro próximo, ya que para este otoño inmediato, ya se están ultimando los preparativos para esa otra gran expedición al Ama Dablam, que no tiene la altitud de los grandes, pero sí la vía elegida para su ascensión, más dificultad que las normales a algunos de ellos.

Pintado por Fermín Ochoa, y expuesto en La Casa de La Montaña, de Jaca
            Muchas emociones compartidas, que opacan los datos de hoy. Una distancia de 11,5 km, en un tiempo total de 6h 15’, del que 3h 45’ han sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado superior a los 1.200 m D+, en una jornada también memorable, con muy buen tiempo, en muy buena compañía, y en torno a una buena mesa. Todo bueno, sí.

               Gracias a los que han asistido, y también a los que queriendo, no han podido.
  



lunes, 25 de julio de 2016

Tour del Aneto, un mundo de sensaciones

AQUERAS MONTAÑAS
Tour del Aneto
Domingo 17 a viernes 22 de julio de 2016



            “El pirineísta va al Aneto como el católico a Roma o el atleta a las Olimpiadas. A la máxima cumbre, al último peldaño. A darles a los picos un vistazo definitivo desde el más levantado mirador. Nosotros, además, fuimos al Aneto a que el más alto y fino viento del Pirineo nos batiera sobre el pecho la camisa roja de la Agrupación Deportiva de Jaca”.

            De esta forma épica narraba D. Juan Lacasa Lacasa en agosto del año 34 del siglo pasado su incursión a ésta la más alta cumbre pirenaica, siguiendo los pasos de los precursores que descubrieron y hollaron las altas cimas de estas montañas. Unas montañas que se desangran, y más en las últimas décadas, reduciendo en extensión y espesor sus más valiosos tesoros milenarios como son sus glaciares. Pero no vamos a hablar de su ascensión, que no hemos hecho, sino de su rodeo. En un más que amplio recorrido de siete días, intercalando una de clavo, para ascender, ahora sí, al tresmil más oriental, el Mulleres, con un numeroso grupo de viejos amantes de las montañas, nos embarcamos en esta nueva aventura, con los grandes, en torno a los más grandes.
  


Uelhs deth Joeu
            Domingo, 17 de julio. Primera jornada. Artiga de Lin – Hospice de France. Tras una breve toma de contacto ayer con el entorno alrededor del fenómeno geológico que representan los Uelhs deth Joeu, reunidos todos ya en el hotel de Viella, damos comienzo a estas jornadas de auténtico delirio por bellos parajes, cargados de historia, entorno al macizo del Aneto-Maladeta. Los rodantes nos acercan hasta Artiga de Lin, que ve pasar bajo sus pies la enorme surgencia de las constreñidas aguas que vienen del forao de Aigualluts, en la cabecera del Ésera, verdaderas lágrimas vivientes de los agonizantes glaciares del macizo. Una vez allí, nos emboscamos para incorporarnos al barranco de Pomero e ir subiendo lenta, pero firmemente hasta el llamado Pas dera Escaleta, tras casi tres horas para salvar los primeros mil metros de desnivel.

En la Tuca dera Escaleta, con buen fondo
            Parada obligada para echar bocado y trago. Estamos bajo la línea de muga, hecha visible a través de enormes hitos. Un muy bien trazado camino, que pareciera una calzada, nos sube al Coth de Linfern, muy a los pies de la Tuc dera Escaleta, verdadera atalaya sobre el valle que hemos recorrido al subir, sobre el que se eleva el gran macizo de Aneto-Maladetas. No somos todos los que subimos, por lo que aceleramos el paso para bajar y tratar de alcanzar al resto, algo que hacemos en el Col de la Monjoia, donde volvemos a hacer dos grupos. Uno que baja por el trazado establecido, y otro que preferimos seguir cresteando hasta dar alcance a otra excepcional atalaya, ésta sobre el Baix Arán. Estamos hablando de la Tuca Entecata, que con sus 2.265 metros de altitud cierra por el nordeste un circo que alberga pequeños lagos, algunos de ellos condenados a su colmatación.

            Bajamos hasta la cabaña de Arro, para seguidamente seguir por el camino en busca de incorporarnos al itinerario original, que nos obsequia con una fuente de buen agua y nos mete en un hayedo, para depositarnos sanos y salvos en el Hospice de France, donde reposarán nuestros huesos esta tarde y noche, sin perder de vista el enorme barranco del Puerto de Benasque, campo de juego de mañana.


Resumen técnico primera etapa: Artiga de Lin – Hospice de France.
Distancia: 15,1 Km.
Tiempo total: 7h 55’. En movimiento: 5h 5’.
D+: 1.510 m. D-: 1.455 m.
Altura Máxima: 2.465 m. (Tuca Escaleta). Mínima: 1.320 m.





Subiendo hacia el Portillón de Benasque
            Lunes, 18 de julio. Segunda jornada: Hospice de France – Hospital de Benasque. Segunda jornada de esta travesía, que hoy comienza en el alto valle de Luchon, concretamente en el Hospice de France, el análogo al Hospital de Benasque en esta vertiente del Pirineo. Afortunadamente vamos a tener casi todo el camino a la sombra. Es lo que tiene el madrugar. Los primeros pasos discurren por el fondo del valle, hasta cruzar el barranco, donde ya se empiezan a empinar, hasta que comienzan las zetas, donde ya no hay solución de continuidad. Vamos dejando abajo el cauce del barranco, y lazada tras lazada vamos ganando altura sin remisión.

El Salbaguardia, reflejado en uno de los Boums
            El nuevo cruce del barranco no hace más que añadir más y más vueltas y revueltas a nuestro camino, hasta que al cabo de dos horas y media alcanzamos una plataforma en la que se suaviza el terreno. Entramos en una caótica cuenca, con un abrigo en estado semiruinoso. En un cuarto de hora más alcanzamos el refugio Benasque, junto a uno de los lagos Boums du Port, que refleja la silueta de nuestro posible objetivo del día, el Salbaguardia.

En el Portillón de Benasque
            La sombra de la subida por el barranco hace tiempo que quedó atrás. El sol cae con todo su peso. Nos refugiamos en unos barracones para echar un bocado… y a continuar. Y cómo?, pues volviendo al camino y a sus zetas, para ir tomando perspectiva sobre esta cuenca y alcanzar el ansiado Portillón de Benasque, punto más alto de toda la travesía, a no ser porque día a día le vamos añadiendo algo. Y lo que hoy toca es el Salbaguardia, que junto con el pico de la Mina son los verdaderos centinelas de este paso, auténtico símbolo de los pasos transfronterizos, culminado artificialmente, y quizá el más usado por pastores, comerciantes, contrabandistas, peregrinos y refugiados de uno y otro lado.

Lacs de la Montagnette
            Aquí se nos abre una de las panorámicas, quizá la más apabullante de todos los pasos de la travesía. Ante nosotros, el impresionante macizo de Aneto-Maladetas en todo su esplendor. Abrazos, fotos de rigor, y mientras parte del grupo se queda contemplándolo, hay otra que vamos tomando el marcado sendero para ir subiendo a la cumbre de este monte, que está casi 300 metros más arriba. En menos de una hora ya lo hemos alcanzado, y a la impresionante vista sobre el valle de Benasque y sus montañas, se añade la del valle de Luchon y los lagos de su cabecera. Son momentos en los que es difícil digerir tanta majestuosidad, tanta luminosidad, tanta belleza, que remueve todos los resortes del alma humana. Un verdadero y arrebatador éxtasis, del que pronto tenemos que salir para comenzar el descenso, los compañeros aguardan.

Desafiando
            Y efectivamente, allí los tenemos, en el Portillón, contemplando a un funámbulo en la cuerda floja. Bueno, eso es lo que se dice, porque está tensa, y bien tensa la cinta que tiene asida a una y otra pared de esta enorme brecha. Ya agrupados, descendemos un tramo, y en un lugar cómodo nos disponemos a echar un bocado. Y en hora y media nos plantamos en el fondo del valle, entrando en el circuito del recién marcado GR 11.5, una variante que le da también la vuelta al macizo, pero mucho más ajustada, poniendo en valor el nuevo refugio de Llauset.

Ya en Llanos del Hospital
            Una llegada por lo que son las pistas de esquí nórdico de Llanos del Hospital, y llegamos a ese establecimiento que ha sabido resurgir de sus ruinas, siendo hoy en día referente del turismo de montaña, y sede de la Fundación Hospital de Benasque, que tanto está haciendo por recuperar el rico pasado de estos lugares. Un paseo por los alrededores, rindiendo tributo a esas cabañas pastoriles puestas en valor, acompaña al caer de la tarde sobre estos bellos parajes.


Resumen técnico segunda etapa: Hospice de France – Hospital de Benasque.
Distancia: 14,1 Km.
Tiempo total: 8h 40'. En movimiento: 5h 20'.
D+: 1.485 m. D-: 1.135 m.
Altura Máxima: 2.736 m. (Salbaguardia). Mínima: 1.374 m.





Nos incorporamos al sendero
            Martes, 19 de julio. Tercera jornada: Hospital de Benasque – Cerler. Seguimos con tiempo estable. Caluroso, por tanto. Bien se vale que gran parte de la ruta de hoy la vamos a hacer también a la sombra, aunque veamos entrar el sol en el valle, el subirnos al sendero camino a Baños conseguimos burlarlo. Sí, y este sendero no sólo nos resguarda a la sombra, sino que nos ofrece otras muchas cosas, aunque se pueden resumir en una sola, un auténtico placer el de auparse con él, el de contornearse con él, el de disfrutar con él, de esta mañana por uno de los valles más espléndidos del Pirineo.

Camino a Baños
            En hora y media larga nos presentamos en los viejos Baños de Benasque, tan viejos que no se conocen a ciencia cierta sus orígenes, aunque no tanto como los de Luchon, con vestigios romanos. Un par de lazadas de carretera asfaltada y retomamos el sendero, que nos deja en la pista que une Plan de Baños con Plan de Senarta, no sin pasar por el estrepitoso barranco que trae las esencias del ibón de Cregüeña, uno de los más extensos del Pirineo, si no el que más. La llegada a Senarta viene acompañada de un parón para repostar. Atravesamos la zona de acampada hasta el arranque de la pista de Vallibierna, donde se cierra el anillo del GR 11.5 para continuar por la original, que es la que seguimos nosotros, pero en dirección contraria, para dirigirnos hacia abajo por la pista, que un delicioso sendero entre bojes va burlando.

Plenilunio en Cerler
            De nuevo en ella, se pasa cerca del camping Ixeia, y luego, tras pasar el puente de San Chaime, donde abandonamos el GR 11, nos dirigimos ya decididamente hacia Benasque junto a la carretera, ya que el sendero que discurre por la margen derecha intuimos sin restaurar desde las últimas grandes avenidas. En un caluroso ambiente llegamos a Benasque, donde aprovechamos para comer en unos veladores al amor de unas frías birras. Todo ello sin pensar mucho en el tramo que nos queda hasta Cerler, que casi todo él a la sombra, nos ventilamos en hora y cuarto. Entramos por el cementerio, y aún tenemos que recorrer unos cuantos cientos de metros hasta el hotel, donde esta noche descansaremos, no sin antes darnos un paseo nocturno para contemplar la salida de la luna en su recién estrenado plenilunio.


Resumen técnico tercera etapa: Hospital de Benasque – Cerler.
Distancia: 18,7 Km.
Tiempo total: 8h 45'. En movimiento: 5h 10'.
D+: 1.010 m. D-: 1.225 m.
Altura Máxima: 1.840 m. (Cno. Baños). Mínima: 1.120 m.





En el collado de Basibé
            Miércoles, 20 de julio. Cuarta jornada. L’Ampriu – Castanesa. Esta cuarta jornada la comenzamos con rodantes, ya que tenemos previsto subir al pico Castanesa, que añadirá unas tres o cuatro horas. Es Bárbara la encargada de  subirnos hasta l’Ampriu. Y ahí estamos, en torno a las ocho de la mañana, como todos los días, dispuestos a emprenderla. Por la pista subimos hasta en collado de Basibé, desde donde tenemos que tomar el camino de ese pico, el añadido de hoy. Las condiciones climatológicas han cambiado, y las nubes han venido a ocupar lo que estos días atrás era un cielo radiante. A ocupar, decimos, y de qué manera. Tras valorar la situación, decidimos no arriesgarnos y seguir nuestra ruta.


Bordas de Obarra
            En hora y cuarto de descenso sin sendero definido, nos presentamos en una cabaña ya a pie de pista, donde echamos un bocado y seguimos la bajada por este valle virgen… de momento. Pasadas las bordas de Obarra, el barranco de Basibé recibe el de la Sierra Negra, conformando el Baliera, que ya vamos acompañando hasta nuestro destino de hoy. Pero antes sigamos disfrutando del camino. De un camino al que se incorpora un numeroso grupo scout de Zaragoza, entre cuyos miembros nos vamos intercalando, especialmente para dar ánimos a chicos de 11 /12 años que van escachados con sus mochilones.

Poste indicador del GR 18
            Bordas de Teodó d’Ardanuy, cruce del barranco y nos presentamos en el desvío hacia Denuy a través del GR 18.1 o HU-PR 100, que nos llevaría a esa pequeña aldea, pero que no tomamos, siguiendo bajando por la pista, en la que enseguida nos topamos con la señal de GR 18 o Sendero de la Ribagorza, que en el término de Montanuy, en el que nos encontramos, ha sido convertido en Sendero Turístico, y que baja del collado de Salinas, al que llegaremos mañana, pero no por aquí, sino colgados por todo el cordal.

Fonchanina
            En menos de una hora nos presentamos en Fonchanina, otra pequeña aldea que ve pasar el tiempo con más pena que gloria. Los cielos empiezan a cumplir sus amenazas, y tras enlazar los más avanzados del grupo con los más retrasados, volvemos a hacer la goma huyendo del agua que comienza ya a caer. Dos kilómetros de carretera asfaltada median hasta Castanesa, en cuya Ca de Graus recalamos. Comemos, reposamos, y visita al pueblo, que como hace dos años nos recibe con amabilidad. Visita a la iglesia y a su torre. También a una parte de la casa de Don Rafael. Y ya en la plaza, rompemos esos corros de veladas vespertinas para unirnos a ellos y tratar de integrarnos, al menos por unos minutos, en esas conversaciones de pueblo, con sus cosas. Y poco más, de vuelta al redil y a esperar que la noche para un día.


Resumen técnico cuarta etapa: L’Ampriu – Castanesa.
Distancia: 16,2 Km.
Tiempo total: 5h 30'. En movimiento: 4h.
D+: 660 m. D-: 1.100 m.
Altura Máxima: 2.287 m. (Collado Basibé). Mínima: 1.365 m.




Valle de Castanesa. Fonchanina y Denuy
            Jueves, 21 de julio. Quinta jornada: Castanesa – Aneto. Seguimos con el tiempo revuelto. Javier y Maribel nos dejan para cumplir con sus compromisos santiagueros. Nosotros tenemos que subir al pueblo hasta sus últimas consecuencias, y por un barranco de indefinida traza vamos subiendo hasta el collado del Qüeso, a cuyo lomo nos aupamos para no dejarlo ya en más de cinco horas. Este enorme cordal, vierte al Baliera y al Barrabés, haciendo de su tránsito un verdadero disfrute a dos aguas.

En el Cornadelo, con buen telón de fondo
            Son varios los montes que subimos y bajamos, constituyendo un verdadero rompepiernas, que sólo con calma y paciencia somos capaces de llevar a cabo. Punta la Cuasta, Capsareta, Cornadelo, varias son las cimas que se suceden, hasta llegar a ésta última, trabajosa ésta última, a la que se accede sin esfuerzo tras el realizado ya para conseguir auparse a su vértice geodésico vecino. Estamos a 2.445 metros de altitud, y es la máxima altura de hoy, de modo que la aprovechamos para echar un bocado y disfrutar de sus más que amplias vistas.

Solitario barranco del Forco
            Ante nosotros las cabeceras de los valles de Basibé, que transitamos ayer, coronada por el pico Castanesa; y por el otro, el de Llauset, interrumpido por el embalse, cuya presa se intuye. Por encima de ambos le alza la solana del gran macizo Aneto-Maladetas. Hacia el sur, los valles se van rindiendo hacia la tierra llana. Una cerca metálica nos acompaña de bajada hasta el collado de Salinas, donde nos incorporamos el GR 18, que nos baja por todo el barrando del Forco hasta la cabaña Bisbe, donde aprovechamos para echar trago de su buena fuente. Ya por pista, en una hora alcanzamos la vieja carretera del embalse, que en otros veinte minutos dejamos plantada por el sendero que nos va subiendo valle arriba hasta que se nos abre a la vista el valle de Barrabés, desde donde comenzamos a descender hasta dar de nuevo con la carretera a la altura de unas antenas de telefonía.

            A menos de un kilómetros entramos ya en Aneto, y callejeando llegamos hasta Casa Moliné, con ganas, muchas ganas de llegar. La acogida, como siempre, muy buena. Esta familia se lo curra. Su cerveza fría y su cena caliente reconfortan cuerpo y espíritu.


Resumen técnico quinta etapa: Castanesa – Aneto.
Distancia: 20,1 Km.
Tiempo total: 8h 50'. En movimiento: 5h 55'.
D+: 1.320 m. D-: 1.410 m.
Altura Máxima: 2.445 m. (Cornaledo). Mínima: 1.360 m





Arranque hacia el Mulleres
          Viernes, 22 de julio. Sexta jornada: Hospital de Viella – Aneto. La dureza de la etapa de ayer ha hecho de criba para la de hoy, que fuera de programa se ha añadido para salirnos de la ruta y adentrarnos en uno de esos valles alpinos, uno de esos valles que confluyen en el gran macizo, y que de no ser así, pasaríamos de largo. Nos estamos refiriendo al de Mulleres, que alcanza este pico que se aúpa para pasar de los tres mil metros, y que es el más oriental de todo el cordal, haciendo muga con la vecina Cataluña. A él se puede acceder desde la Besurta, pero también desde la boca sur del túnel de Viella, donde aún queda algún vestigio de ese hospital de peregrinos, típico de los grandes pasos fronterizos.

Desniveles
            En resumen, que sólo con la compañía de José Luis y de Armando emprendemos esta jornada llena de dudas en lo meteorológico. Y decimos dudas, aunque en realidad los pronósticos no dejan lugar a ellas. Tras una madrugada de espanto, Mario de Casa Moliné, nos acerca hasta el arranque, que hacemos algo pasadas las 6 y entre dos luces. Comenzamos viendo el pico, pero pronto se le ve frecuentado por malas compañías, a las que no sabe renunciar. Aun temiéndonos lo peor, y aprovechando la madrugada insistimos en nuestro empeño. Los primeros pasos se realizan por terreno casi llano, por el fondo del valle, hasta que los saltos de agua indican que hay que salvar ya los desniveles que los producen.

Media vuelta
            La cosa va de mal en peor, hasta que tras haber superado un gran resalte junto a una cascada, y habiendo pasado como hora y cuarto, tomamos la decisión de volver sobre nuestros pasos. El monte ahí se queda, en sus asuntos, que parece le han interesado más que los nuestros. No le guardamos rencor, pero si no nos quiere nos tenemos que ir. La idea era que el resto del grupo saliera como un par de horas más tarde y subiera hasta donde subiera, poderlo coger a nuestro regreso del pico, pero así… cambio de planes. Cuando conseguimos cobertura les alertamos del panorama, y les proponemos que suban andando hasta Conangles, a donde nos dirigimos nosotros. Una vez allí, de vuelta a Aneto. Esa una alternativa para no echar una mañana al olvido.

Hospital de Viella
            Se consolida el plan. Al llegar nosotros al Hospital de Viella comienzan a alcanzarnos los nubarrones, y de muy malas maneras, con agua, viento y frío, lo que hace acelerar el paso. El agua se torna piedra justo al entrar en el bosque, lo que nos amortigua el arbolado. Aun así, seguimos por la pista decididos al encuentro del refugio, al que finalmente llegamos en medio de una gran tormenta de granizo. Almorzar y esperar es en lo que ocupamos el tiempo, hasta que a las dos horas llega el grupo, habiendo sido pasto también del mal tiempo. Es su momento de almuerzo. Y cuando parece que se han calmado ya los elementos, emprendemos el camino de vuelta a Aneto, a donde llegamos tras más de dos horas de descenso.

            El mal tiempo se consolida por la tarde, que pasamos a cubierto. Tras la cena, los postres, el brindis, los reconocimientos y… cómo no, los cánticos llenan el espacio del comedor. Emoción. Y a la cama.


Resumen técnico sexta  etapa: Hospital de Viella – Aneto.
Distancia: 16,9 Km.  
Tiempo total: 8h 30’. En movimiento: 4h 30'.
D+: 1.015 m. D-: 1.050 m.
Altura Máxima: 1.940 m. (Punto de retorno Mulleres). Mínima: 1.286 m





            Sábado, 23 de julio. Séptima jornada: Hospital de Viella – Viella. Séptima jornada, sí, pero para el grupo, cuya disciplina abandonamos para hacer el tránsito a Jaca, ya que mañana nos espera otra movida con el club. Una etapa que ya conocemos, ya que desde el refugio de Conangles ya hicimos hace dos años. Esta vez, con unos cientos de metros menos, la hacen desde el Hospital de Viella, para cruzar su puerto y caer en Viella, tras un largo, muy largo descenso.


            Por nuestra parte, nos ahorramos la caminata. Es Mario quien nos acerca hasta Viella, donde tenemos el vehículo para volver a nuestros orígenes. Han sido, por tanto, cinco días de tránsito en torno al mayor macizo de nuestra cordillera, a través de un amplio anillo de seis días de duración,  con unos 115 km., con 5.500/6.000 metros de desnivel acumulado (D+), pasando por cinco grandes valles: Arán, Luchon, Benasque, Castanesa y Barrabés, con cinco grandes collados: Coth del Infern, Portillón de Benasque, Collado de Basibé, de Salinas y Port de Vielha, de unos 2.400 metros de altitud media, habiendo ascendido a varios montes, entre los que destaca el Salbaguardia, de 2.736 metros, como máxima cota de toda la travesía. Hemos sentido el latir de la montaña. Como diapasones, hemos vibrado con ella. Y sólo nos podemos mostrar agradecidos, tanto por lo que hemos hecho como por lo que nos hemos dejado de hacer. Un verdadero placer el haber compartido caminar y camino con dieciséis incombustibles diesel trotamontes.
  




Los tracks, en:
Et. 1. Artiga de Lin – Hospice de France: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14118325
Et. 2. Hospice de France – Hospital de Benasque: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14118348
Et. 3. Hospital de Benasque – Cerler: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14118366
Et. 4. L’Ampriu – Castanesa: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14118389
Et. 6. Hospital de Viella – Aneto: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14118435

Et. 7. Hospital de Viella – Viella: