viernes, 29 de julio de 2016

Cotiella, bella en su aislamiento

AQUERAS MONTAÑAS
Cotiella (2.912 m)
Martes, 26 de julio de 2016



Juegan Lardana y Cotiella
a disfrazarse de novias
Montañesa y Cancias van
de verde y ocre a la boda.
En el silencio frío del alba
bellas señoras enamoradas
abren sus brazos, tienden sus faldas
invitadoras son mis montañas.
 

Primeros rayos de sol
            Con estos versos, Enrique Pérez concluye sus Debinetas, pregonadas a los cuatro vientos por la Ronda de Boltaña. Unos versos que nos hablan de nuestro monte de hoy. Un monte que por extraños motivos geológicos se ha quedado descolgado del eje pirenaico. Un monte duro, áspero, sin complejos, que a pesar de no auparse lo suficiente para llegar a esa mítica altitud de los tres mil metros, no se achanta, y se muestra lejano, distante, más que muchos de ellos. Un monte que compite con cualquiera de ellos. En este caso, y como dice la canción, a disfrazarse de novia, especialmente por la cara que da a la Llardana, su compañera de juegos. Y lo cierto es que aún le queda algún girón de puntillas blancas, a pesar de alzarnos hasta su corona por la cara sur, concretamente por el sorprendente circo de Armeña. Con Pepe y Gladys, del CER, y Xabi, que pasaba por ahí, nos hemos aliado con las piedras y el tiempo para subir a lo más alto. Vamos.

GR 15 Sendero Turístico de Aragón
            Campo. Seis de la mañana. Una mañana que no ha llegado a la cita, desde hace ya más de un mes va siendo más perezosa cada día que pasa. Ella sabrá. Nosotros, cuando hay que ganarle la partida, se la ganamos. Nos acercamos hasta Seira para tomar la carretera de Barbaruens, y sin entrar en la población, entramos por la pista, que a los 3,5 km llega a su fin. Justo en este lugar, han hecho confluir el GR 15 al convertirlo en Sendero Turístico de Aragón. Seguimos por él hasta el refugio de Armeña, lo que nos lleva como hora y cuarto.

Refugio de Armeña
            El comienzo es una trocha de madera, con una pendiente como sólo ellas saben, pero con que con calma y paciencia no hay nada que se resista. En tres cuartos de hora ya hemos salido del bosque, llegando a un impresionante mirador, desde el que se domina la parte inferior del circo de Armeña, a cuyos pies reposa calmo el ibón del mismo nombre. En un ambiente totalmente alpino, tomamos el sendero que nos baja hasta casi sus orillas, para encarar la subida al refugio que, construido en 1980, fue el precursor, el germen, el origen, de todo un desarrollo posterior de construcciones, de rehabilitaciones, de puesta en valor de gran parte de los refugios de montaña existentes hoy en día en Aragón.

Progresión por el canchal
            A partir de aquí, comienza el primer tramo de pedrera, que nos va metiendo ya en la parte más alta del majestuoso circo que compone la Cresta de Armeña, Espouy, Cotiella, Cotiellieta, Yali y Reduno. Enormes extensiones de terreno mixto, con tramos de piedras, intercalados por terreno kárstico, incluso con tasca, todo ello salpicado de numerosos foraos de todos los tamaños. Desde el refugio, dos horas de discurrir por toda esa variedad, hasta alcanzar el último pasaje de canchal, una diagonal que nos acerca a la base de la pared, y que hay que acertar bien en su arranque, porque son varias las chimeneas que surgen, pero hay que tomar la buena.

En la chimenea cimera
            Veinte minutos de ir echando manos a uno y otro lado, es lo que media hasta llegar al collado, que nos da vista sobre el Sobrarbe. Un poco de respiro, y seguimos, porque aún queda casi otra hora hasta arriba. Una cima que se muestra altiva, lejana, pero que con sobredosis de paciencia vamos a alcanzar. Nos arrimamos de nuevo a la pared para meternos en otra canal y ascender por ella hasta la loma cimera, donde veranea un nutrido rebaño de cabras. Con ellas gozamos de la satisfacción, de la recompensa, tras cuatro horas y media de duro ascenso. El día está calmo, pero menos caluroso de lo previsto. Hay calima en el arco sur del horizonte, pero no impide el avistamiento de los montes y valles más cercanos. La Sierra Ferrera, con su también lejana Peña Montañesa. La Fueva. Los embalses de Mediano, El Grado y hasta el de Barasona, si lo buscas.



Reduno, cerrando el circo
            A nuestros pies, el imponente circo de Armeña, un inmenso mar de piedras, con alguna isla herbosa y foraos, cantidad de foraos, no todos explorados. Estamos en un terreno calizo, y en consecuencia árido, seco, en el que se filtran las aguas que llenan acuíferos y salen por donde menos se espera. El Gran Norte lo ocupan las montañas del Alto Sobrarbe y de la Alta Ribagorza, lo más alto del Pirineo. Lo que más se aupó desde el fondo de ese mar en varias de esas fases a lo largo de eones de tiempo, y que ahora está expuesto a los rigores de vientos, aguas y soles. Inconmensurable.


Edelweiss. La flor de montaña por excelencia
            Dejamos la cima y sus ocupantes y movemos por un sendero que, para evitarnos el destrepe,  nos baja a una tartera, desde cuya cornisa emprendemos una travesía horizontal hasta el mismo collado, dejando atrás también otro rebaño de cabras menos comprometidas con la montaña. Una vez en el collado, el itinerario de retorno coincide con el de ascenso, por lo que ahora sí que nos toca destrepar para salvar este tramo y meternos en la pedrera, cuyo rápido descenso hace que nos cunda más el tiempo. En menos de dos horas desde la cima alcanzamos ya el refugio, de cuya fuente damos buena cuenta. Antes de acometer la subida hacia ese extraordinario mirador, nos adentramos hasta el ibón, que languidece en un estío que parece no haber llegado todavía para la flora de más altas cotas. Tras observar las piruetas de los tritones, ya definitivamente tomamos el sendero de subida. Último repaso a este sorprendente circo de Armeña, y para abajo por el camino del bosque.


Tras 8h 30’ de tiempo total, del que 5h 30’ han sido en movimiento, llegamos al coche, con 15,7 km recorridos, y más de 1.600 metros de desnivel acumulado (D+). Una mañana dura, en una montaña dura, pero que sin duda ha merecido la pena, porque a pesar de todo se ha disfrutado de nuevos horizontes y en buena compañía.
  




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