ANDADAS
Canal de Izas
Sábado, 17 de junio de 2018
“Cuando salimos al monte no se trata solo de
ver, sino de mirar… y lo más importante es saber qué es lo que hay que mirar”.
Tras la bienvenida, por nuestra parte, a todos los asistentes, quince en la jornada de hoy, contando
a los monitores, estas fueron las palabras de Daniel Gómez, también mayenco, Doctor
en Biología y Vicedirector del IPE de Jaca, gran especialista de talla mundial
sobre flora y vegetación en zonas de montaña, y que con ellas metía una cierta
presión al grupo, que entre bromas nos mirábamos unos a otros y nos decíamos
que, claro que nosotros veíamos y mirábamos… pero no. Ver, ver, igual sí, pero
no, mirar, mirar, no, como así se quedaba demostrado a lo largo de toda la
jornada.
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Arranca una nueva jornada de Mayencos Montaña, esta vez didáctica |
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José María saca el aula a la montaña |
También
nos acompañaba el mayenco José María Samsó,
consultor geólogo, que al igual que Daniel, nos daba una lección magistral,
resumiendo en una mañana la historia geológica de más de quinientos millones de
años del planeta en general y de nuestras montañas en particular. ¡Qué
capacidad de síntesis!, ¿no? Y por terminar la terna, contábamos con otro gran
aficionado a la botánica, Javier Martínez,
cuyo nexo con ella está en la nomenclatura científica, ya que es profesor emérito
de lenguas clásicas.
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Así nos recibe el barranco de Izas. Literal |
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Pitón volcánico de Anayet, en las proximidades de Izas |
Bueno,
pues con estos tres fenómenos de la naturaleza a ella nos dirigimos para tratar,
como decía Daniel, no solo de ver sino también de mirar, sabiendo a dónde hay
que mirar, que bien vale para su materia, pero también para la de José María,
porque ambas, mundo vegetal y mineral son los que sustentan nuestro planeta, estando
íntimamente relacionados e interactuando entre ellos junto con otro elemento básico
y fundamental, el clima, que influye sobre ellos, pero también es influido por
ellos. Y todo ello, valga la redundancia, sirve de hábitat para el reino
superior de nuestro planeta, el animal, del que formamos parte de forma más
racional, aunque solo supuestamente, porque no hay más que ver la huella que
estamos dejando, teniendo la etología como parte de la biología que estudia el
comportamiento tanto animal como humano, aunque para éste último ha habido que
inventar también la psicología y en última instancia la psiquiatría… porque
vaya tela.
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Daniel en plena acción. Comienza la clase |
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Antes de arrancar vista al frente. Hay mucho que leer |
Bueno,
al tajo, si no, no arrancamos. Y lo hacemos desde la explanada del Coll de
Ladrones, encima de la estación de Canfranc, para ir introduciéndonos en la
Canal de Izas, uno de esos corredores paralelos al eje pirenaico que, labrado
por un barranco a lo largo de milenios, o miles de ellos, suponemos, va dejando
al descubierto a ambos lados enormes paredones calizos que se desnudan ante el
visitante para mostrar sus intimidades, esos pliegues que los geólogos admiran,
estudian y difunden, contagiando ese entusiasmo por tratar de comprender que no
solo son piedras lo que vemos, sino que hay un mensaje solo disponible al que
lo sepa interpretar.
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Senda de agua |
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Flor de lis |
Esta
actividad del CP Mayencos, está enmarcada en el ámbito de la formación, y es
todo un lujo contar hoy con estos eruditos. Es Daniel el que conforme vamos
avanzando y ve algo interesante… o ¿tendríamos que decir mira? Bueno, pues eso,
que ve, mira y hace mirar, porque vamos prestando atención a aquellas plantas
que nos muestra, con todas sus particularidades y cómo se distinguen, algo que
pasa desapercibido a los legos. La forma del tallo, de las hojas, de las
flores, el porqué de su anatomía, siempre ligada a la necesidad que tengan de
polinización, que es la de atraer a los insectos, o la facilidad que tiene el
polen de ser transportado por el viento, son conceptos básicos por los que hay
que interrogarse para encontrar respuestas a la infinidad morfológica que
existe entre los seres encuadrados en ese reino vegetal, absolutamente
imprescindible para la vida en el mundo, y que cuya merma o alteración influye,
como ya lo está haciendo en el equilibrio planetario, comenzando por el clima.
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Aguileña |
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No me olvides, prima de la borraja |
Otra
cosa muy interesante también es cuando oyes que una planta está estrechamente
emparentada con otra, jamás imaginable debido a la gran diferencia aparente
entre ambas. Por ejemplo entre la Gentiana Lutea, esa amarilla, llamativa, que
alberga sus flores en varios pisos en su tallo, y las que se muestran más
humildes, sí, esas azules, pequeñas, en forma de campanilla, a las que nunca
pasaremos de llamarlas así, gencianas azules. O esa otra pequeña, también
azuladita, que sale en ramilletes, No me olvides es el nombre común, que oyes
que está emparentada con la borraja. En fin, sorprendente.
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Seguimos |
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Amapola amarilla... que también las hay |
Llegados
a este punto, la pregunta que nos hacemos los que nos comemos las borrajas y
pisamos a sus primas por los prados es: ¿y cómo se determina el parentesco?,
porque, claro, del mismo modo que una misma planta puede tener decenas, cientos,
de nombres populares en todo el mundo, solo uno es el científico, nombre
normalmente en latín por la que es conocida en ese ámbito en todo el planeta.
Del mismo modo que esto ocurre, decimos, también ese parentesco es unívocamente
conocido y asumido por ese mundo científico, de hecho, normalmente también, va
implícito en ese nombre y apellidos en latín.
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Sarrión, de valor alimenticio |
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El fluir |
Bueno
pues, ahora la respuesta, que como todas ellas hay que buscarla en el origen, y
eso es a lo que se dedican los científicos, que son una auténtica fábrica de
hacerse y de hacer preguntas, a buscar, a escudriñar el origen de las cosas, y
en este caso de los seres, y ¿dónde encontramos el origen de esos seres?, ¿dónde
encontramos el cuaderno de ruta de cada ser, ese que le hace crecer y
desarrollarse de una forma y no de otra, ese que lleva grabado su
comportamiento, sus fortalezas, sus debilidades, sus estrategias para la
supervivencia…? Y eso es algo que ocurre en todos los seres, tanto humanos,
como animales, como vegetales… y no nos paramos ahí, porque a riesgo de que nos
llamen de todo, nos atrevemos a decir que también los minerales son seres vivos,
con otro concepto de conciencia, pero también lo son.
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Canal de Izas, vigilada por su Campanal |
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La gabacha entrando por El Tobazo |
Pues
la respuesta, a ella vamos, nos la da la genética. Esa es la que emparenta a
los seres, y como no podía ser de otra manera, también a los vegetales. Sí, eso
hace que igual un chiguagua que un san bernardo, por ejemplo, sean llamados
perros, o que esa diminuta flor azulada y las borrajas, cuya planta puede
alcanzar decenas de centímetros, se hayan catalogado en la familia de las boragináceas.
Es obvio pensar que el mismo individuo, del reino que fuere, tiene solo un mapa
genético, pero en el caso del mundo vegetal podemos encontrar en los grandes y
longevos árboles, que haya habido alguna alteración, pudiendo observar que
distintas ramas hayan sido polinizadas por distintos medios, bien insectos,
bien por el viento, y que a lo largo de los siglos, incluso milenios en algún
caso, se haya visto modificada esa carga genética.
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La Pala de Ip, que separa esta cuenca de la que lleva su nombre |
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La senera en plena floración |
Interesante
también es conocer la más que estrecha correspondencia entre la anatomía de
ciertas flores con la de ciertos insectos. O que también, como ocurre con la
empatía en las personas, existen afinidades y rechazos entre plantas, encontrando
algunas determinadas que gustan estar con otras, también determinadas; y al
contrario, también las hay que se rechazan. Otra curiosidad es el conocer que
las plantas también emigran, de hecho, bien por supervivencia, bien por
supremacía, pueden ir colonizando terreno, incluso viajando a través del viento
o aprovechando los flujos migratorios de las aves alcanzar tierras muy lejanas,
en las que salir adelante, o no, como también se han visto casos. También ha
ocurrido, y ocurre en los flujos migratorios de la humanidad.
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Sello de Salomón |
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Gamón |
Este
terreno del Valle del Aragón está constituido fundamentalmente por calizas. Y
también de ello podemos sacar conclusiones, pues hay plantas calcícolas y calcífugas,
dependiendo si se les da bien o no ese material rocoso. También las hay que se
conforman con todo, como por ejemplo la senera, ancestralmente empleada para
los palos del paloteau. Otra forma de hacer esa lectura sobre el manto vegetal
es el preguntarnos si lo que vemos siempre ha sido así, porque no lo es, como
tampoco lo será. Y ello por varios factores: el clima, la topografía, la geología,
y lo más importante, o al menos lo de mayor impacto en el corto plazo, la acción
del hombre. Cuando ha interesado arrasar un bosque para generar pastos, se ha
hecho. Cuando ha interesado arrasar en el plano humano un valle porque se ha
construido un pantano a decenas de kilómetros más abajo y hay que plantar pinos
para que no se colmate, también se ha hecho… y esos árboles, además sin
preguntarse si son los autóctonos, en consecuencia si es la mejor especie para
su resistencia al clima y a los incendios. En fin, ahí estamos.
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El prado está lleno de calderones |
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Eléboro |
Pero
no nos quedemos con ese sentimiento de culpabilidad... porque en el fondo, la vida siempre se abre paso, y eso es
algo que precisamente está en esa genética, en el poder de esa genética. Es auténticamente
portentoso. La humanidad pasará, como otras anteriores lo han hecho, pero el
planeta permanecerá, porque no necesita de nosotros, aunque sí al contrario. Lo
podemos alterar, como así hacemos, pero muy soberbios tenemos que ser si
pensamos que somos más fuertes que él.
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Las edades de La Tierra |
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El mundo en un pañuelo |
Y
esta es alguna de las conclusiones a las que llegamos oyendo a José María, que
con sus amplios mapas y su juego de pañuelos nos explica la orogenia del
planeta, y en concreto de nuestros Pirineos, con sus plegamientos, con sus movimientos,
con esas idas y venidas de los continentes, que no es otra cosa que tierra
emergida de los océanos. Es que cientos, miles, de millones de años dan mucho
de sí, y nosotros llevamos aquí apenas un momento... y la que estamos liando.
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Junto a la cascada de Las Negras |
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Auditorio final |
Boquiabiertos
nos quedamos oyendo hablar a Daniel y José María, que con sus dotes pedagógicos
hacen asequible al común de los mortales tanto, tantísimo, conocimiento
obtenido a lo largo de decenas de años de investigación y estudio sobre el
medio natural que es el que nos acoge en cada una de las salidas a las montañas,
y que, bueno, algo se nos habrá quedado para no solo ver, sino mirar, observar,
tratar de comprender esas leyes naturales en ese Gran Libro de la Naturaleza
Viviente, que está ahí abierto a nosotros, y que nos muestra esa capacidad de
supervivencia y de adaptación de los seres, que nos hace ver que está todo
inventado, que el hombre solo hace que descubrir y adaptar para sí, y que todo,
todo, ahí afuera guarda una estrecha relación con el ser humano y su psique.
Gracias a todos, especialmente a nuestros maestros de hoy.
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