Cruz de Oroel
por la Vía Mayencos
Domingo, 26 de mayo de 2013
Bien. Aquí estamos de nuevo, como
hace cinco años, para tratar de alcanzar la Cruz de Oroel a través de la Vía
Mayencos, en una más de las actividades programadas por la Sección de Montaña
del CP Mayencos de Jaca. En esta ocasión, somos cinco con Ástrid, Javier, Fermín
y Julio, de la mano (de la cuerda, podríamos decir) de Javier Garrido, Guía de
Montaña de Aragón Aventura.
En uno de los pasos horizontales |
Como
no somos capaces (o no queremos, nunca se sabe) de terminar con tanta y tanta
agresión a la atmósfera, ésta reacciona como puede, y lo que tendrían que ser
unos meses primaverales, es decir, de inestabilidad, están siendo mucho más que
eso, no propios de esta época del año. No se recordaba que a finales de mayo hubiera
tantísima nieve en las cumbres, incrementándose cada día por una nueva capa. La
montaña luce un vestido que no es usual, con suéter y tocado blanco invernal, y
faldas verdes primaverales, casi ya veraniegas. Sí, visualmente es muy raro.
Sería normal si las cumbres tuvieran mil metros más de altitud, pero no. Lo
bueno es que podemos soñar como que estamos en Alpes.
Contemplando el bello panorama |
De
cualquier modo, que nos quiten lo bailao, porque hoy sale una mañana 10. Un
limpio cielo, iluminado por un sol radiante es lo que nos ofrece. Y eso es algo
que a las siete y media de la mañana, en la puerta del Club ya nos damos
cuenta. Promete. Sí, promete.
Tras un
breve paso por el puente La Lana, en el que Javier Garrido nos ilustra sobre el
itinerario a seguir por la pared, nos llegamos al Parador, desde donde
iniciamos el ascenso, que lo es de aproximación hasta la roca. En este primer
tramo de bosque, le metemos como tres cuartos de hora. Aunque no es necesario
encordarse de momento, lo que sí hacemos es colocarnos los elementos de
seguridad, casco y arnés. Pasos horizontales por estrechas fajas se intercalan
con ascensos, a veces a cuatro patas, por la pared.
En un momento de la ascensión |
Otros
tres cuartos de hora y se llega a la base de una pequeña chimenea, que nos
obliga ya a poner más atención, subiendo uno por uno, encordados, y asegurados
por Javier, que nos ha precedido. Mientras subimos unos y otros, nos da tiempo
para contemplar el extraordinario espectáculo que tenemos enfrente, una vista
que no da abasto para alcanzar tan limpios y lejanos horizontes. Toda la Bal
Ancha a nuestros pies, verde, hermosa, presidida por el Campo de Jaca. Es una pequeña
depresión que separa estas Sierras Exteriores de la cordillera pirenaica. Y
claro, también ella, esa cordillera que une dos vastas y mayores depresiones,
la de Aquitania y la del Ebro, que hoy se nos muestra desnuda, sin velos,
blanca, radiante, como novia de eternas bodas.
Llegando a la Cruz |
Volvemos
nuestra mirada a la roca, porque tras superar la chimenea, una nueva y larga
travesía horizontal nos aguarda para situarnos ya casi en la vertical de la
Cruz, a la que vamos subiendo ya en delicadas maniobras atentos a sensaciones
de pies y manos. Juan, que ha subido con Alba por el camino normal, ya nos
tiene al alcance visual, y todos ya en la Cruz, lo festejamos con las fotos de
rigor. Visita obligada a la cima oeste. Y recuerdo, también obligado a las etéreas presencias.
Poco más de tres horas desde el Parador han hecho de esta subida todo un
lujo, por el ascenso, por la compañía, por la guía, por la mañana, por el
espectáculo que se nos ha ido ofreciendo conforme hemos ido tomando altura. Por
todo, y por todos. Gracias.
El reportaje
completo de fotos, en: