viernes, 27 de mayo de 2022

Circular Villanova/Villanoba - San Pedro Mártir, por San Chulián y la Fuen Roya


IXOS MONS
Circular Villanova/Villanoba - San Pedro Mártir
Por San Chulián y la Fuen Roya
Jueves, 19 de mayo de 2022

          El controvertido escritor y poeta estadounidense Theodore Roethke fue prolífico en su obra a pesar de haber sido llamado a filas de otros mundos a edad temprana. “Sobre cada montaña, hay un sendero, aunque no se puede ver desde el valle”, es una de las frases que nos dejó, y encontramos en ella que encierra una gran sabiduría, porque, si lo aplicamos a los seres vivos, especialmente a los humanos, nos damos cuenta de que, en muchas ocasiones, las personas tenemos senderos ocultos, senderos difíciles de escrutar de lejos y que conforme nos vamos acercando, vamos descubriendo. 




            Comprobamos que en la sociedad actual interesan más los resultados que el disfrute, más las metas que los caminos, es por lo que con el tiempo nos volvemos desconfiados, crípticos, la gran parte de nuestras apuestas las hacemos en el ámbito material y, si aplicamos la Ley de Analogía, al no cultivar nuestros campos, nuestros campos interiores, nuestras parcelas del pensar y del sentir, crecen en ellas los matorrales, las barzas, haciéndolos inescrutables. Y no es otra cosa lo que sucede con los espacios otrora cultivados, con esos bancales robados con gran trabajo a las laderas para arrancarles los productos de la tierra en una economía de subsistencia basada en el sector primario, que ha sido relegado por el terciario a mero testimonio, mientras tanto, esos bancales ya no se cultivan, ya no se ramonean, cubriéndose de vegetación arbustiva y arbórea. En consecuencia, le tenemos que dar la razón a Roethke en su sabia cita, porque si antaño se dibujaban los caminos en las laderas y eran visibles a distancia, hoy hay que acercarse hasta ellos para verlos, para conocerlos, para recorrerlos, para disfrutarlos.


            Y eso es lo que hemos hecho hoy, acudir a esos caminos de viejo para transitar por tanta sabiduría, por tanto costumbrismo, por tanta historia, y para ello nos hemos llegado a Villanova/Villanoba, una bella localidad situada en el eje del Ésera, un poco antes de llegar a Benasque/Benás. De ella, Santiago Broto, en su libro El Valle de Benasque (Editorial Everest 1981), dice que “… se trata de un pueblo bonito y blanco con sus casas escalonadas en la ribera, junto a la orilla del Ésera, y que cuenta con dos templos románicos…”. Seguramente se sorprendería de la transformación de ese pueblo que vio y loó hace tan solo cuatro décadas, y por el que pasábamos en esas fechas hacia nuestras acampadas veraniegas por Vallibierna. Pero volvamos a lo nuestro. Merece la pena subir con el vehículo hasta el pueblo, al final, la carretera no aporta nada. Partimos, pues, de la plaza Mayor, pasado el Ayuntamiento, para dejarnos llevar por el camino de San Chulián.





            Flanqueado por tapiales que guardaban esos corros de tierra en los que sembraban algo que llevarse a la boca, por él nos adentramos en un tupido bosque que nos acompaña dándonos sombra, frescor y acompañamiento, siendo el que impide que el sendero no se pueda ver desde el valle, como decía Roethke. Pero nosotros ya estamos aquí, y lo vemos, y bien que lo vemos. A como unos cuarenta minutos llegamos a un cruce por el que pasa el PR-HU 51 que va o viene de Chía a Sahún/Saunc, y por cuyo ramal venimos. Seguimos de frente, por el mismo bosque que nos acoge. En poco se nos abre un claro, en el que una finca con casa, Els Clots, sirve de alojamiento para una buena yeguada. Un poco más adelante, un asome nos da vista al valle, y en otro poco llegamos a la pista, que algún tramo burlamos por sendero.


            Antes de llegar a la ermita tomamos un desvío a la izquierda, que nos lleva a unos campos, desde donde de nuevo, el bosque nos permite alargar la vista fuera de sus dominios, que nos permite ver montañas cercanas, como el Tusal de Bocs o la Tuca Cambra, y otras más lejanas, como la Tuca del Mon o las de Ixeia, y bastante más allá y en dirección más oriental, la madre de todas las sierras, con el Aneto, Maladetas, Tempestades, Maldito, Margalida... toda una sinfonía visual y seguro que sonora, aunque no lo apreciemos. De vuelta a la pista, y en poco llegamos ya al plácido emplazamiento de la ermita de San Pedro Mártir, a donde llegamos tras hora y media de disfrute por nuestro discurrir a través del bosque. Se trata de un pequeño templo al límite del claro del bosque, con un remozado reciente, con más voluntad que acierto, pero oye, que no se está mal en este lugar, al que acuden cada 29 de abril a celebrar la festividad del santo patrón. En sus aledaños hay abedules muy estilizados, que utilizaban los mozos ese día para realizar la “albá” (vocablo patués que significa abedul), y que consiste en encaramarse lo más alto posible para doblar su tronco aprovechando su flexibilidad.






            Un lugar que encontramos totalmente solitario, como reposando del alborozo de la última reciente romería, y que aprovechamos esa soledad para echar un bocado al amor de su fuente. Donde se está bien, buen rato, dicen algunos, y buen rato que estamos, pero también termina, y lo hace echándonos de nuevo a andar, para bajar por el camino de la Fuen Roya, señalizado con pintura azul y amarilla y que nos deja en la pista, que recorremos hasta encontrar el desvío para el Cantal de Arnaldico. Lo visitamos y nos maravillamos de las vistas que ofrece sobre el valle, recreándonos sobre la leyenda que soporta este lugar, y es la de que “los moros amenazaban con destruir la iglesia de San Pedro de Villanova arrojando este enorme cantal”, pero no pudieron con él, claro. De nuevo al camino para continuar con el descenso. Pasamos por la Fuen Roya, un poco estorbada, y un nuevo desvío tomamos para otro asome, el llamado El Foro, con unas vistas similares, pero con otra perspectiva, al estar más bajo y cercano del pueblo.











            Pues ya solo queda retomar el camino de descenso y llegar a Villanova/Villanoba, donde podemos aprovechar el resto de la jornada en visitar esas dos joyas del románico como son las iglesias de Santa María y de San Pedro Apóstol. Una ruta de media jornada escasa, en la que hemos recorrido 5,9 km en 3 horas y 20 minutos, con un desnivel acumulado de en torno a los 390 m D+/-.


 

Bibliografía:

El Valle de Benasque. Santiago Broto. Editorial Everest (1981)

Webs:

Románico Aragonés

Turismo Ribagorza

SIPCA

Senderos FAM

Villanueva





Las fotos y el track

miércoles, 25 de mayo de 2022

Circular Benasque/Benás - Eriste/Grist - Anciles/Grist, por Tramarríus

 


IXOS MONS
Circular Benasque/Benás - Eriste/Grist - Anciles/Ansils
Por Tramarríus
Miércoles, 18 de mayo de 2022

            “Saliendo de los estrechos de Sahún y luego de atravesar la Aigüeta, aparece el pequeño embalse de Eriste que parece un lago sombrío y tristón, con sus aguas oscuras sirviendo de espejo a los bosques trepadores de las laderas”. Así nos describía Santiago Broto la llegada a Eriste/Grist, en El Valle de Benasque, de editorial Everest (1981).



            Traemos esta cita hoy, porque vamos a tener ocasión de contemplar ese espejo de aguas calmas, en las que se reflejan los bosques colindantes de esta población de Eriste/Grist que, como decía el historiador Ricardo del Arco al referirse a estas aldeas “compuestas de casas austeras, con techumbres de pizarra, que recortan su silueta romántica sobre el fondo morado de los montes y picachos coronados de nieve… Pueblos humildes escondidos en un repliegue, rodeados de moles venerables, picos enhiestos, rallas llamativas que los hijos de la comunidad rural aman como a sacras imágenes de un augusto y misterioso abolengo geológico”. Palabras aplicables a los pueblos visitados hoy en una completa circular por la parte sur de Benasque/Benás, para unir la capital del valle con Eriste/Grist y Anciles/Ansils, visitando otros puntos de interés, como son el puen de Tramarríus, las Casas de Conques o la poco visitada Llaguna d’Ansils. 


            De nuevo, una preciosa mañana nos acoge en este grandioso valle. Salimos de la Escuela de Montaña para tomar en su costado oriental el camino de les Terretes, que nos va llevando por delicioso y arbolado sendero, en el que nos encontramos la fuente homónima; entre tapiales de antiguos campos nos va llevando sereno, hasta que se cansa y nos saca a un descampado en el que nos obliga a través de unas zetas a tomar altura, hasta que de nuevo se apiada y nos ofrece un nuevo tramo de arbolado, cajicos, avellanos, bojes, un verdadero vergel, a pesar del sequero del terreno. Los árboles nos dan un respiro al pasar por la parte superior de una roca, bien visible desde el valle, que la llaman la Predicadera, porque pareciera que se estuviera en un púlpito, con las consiguientes buenas vistas sobre el citado valle, Cerler-Sarllé, allá arriba, bajo el pico homónimo, Anciles/Ansils y las urbanizaciones de Linsoles junto al río; más adelante veremos Eriste/Grist custodiando el embalse.






            Seguimos ascendiendo, pero no mucho, pues hemos de acometer un descenso, a tramos pendiente, por preciosa zona de cajicos, hasta salir a la pista asfaltada que lo es hasta la central eléctrica, a donde llegamos en un par de revueltas. Seguimos, por pavimento encementado, y en otra revuelta más se nos ofrece un mirador sobre el valle, acondicionado sobre los restos de unas viejas construcciones del complejo hidroeléctrico, desde donde, ahora sí, podemos contemplar Eriste/Grist, que se refleja en el embalse de Linsoles. Menos de dos horas hasta aquí. Retomamos la pista, y a los diez minutos dejamos que vaya hasta la pleta de les Riberes (l'Estallo en algunos mapas), donde termina, justo enfrente de la cascada de la Espigantosa, porque nosotros tomamos el desvío de la izquierda, que en pocos minutos nos lleva al puen de Tramarríus, donde es inevitable la parada para contemplar la bravura de las aguas del barranco de Eriste/Aigueta de Grist, que las recoge de todo el grandioso circo de Eriste/Grist.




            Una vez cruzado el puente, que luciría mejor sin los remoces de cemento, continuamos ya hacia abajo por el camino de Tramarríus, que nos ofrece como media hora de delicioso tránsito entre campos, junto a una refrescante levada que nos va acompañando casi hasta Eriste/Grist, población de realengo en 1785, y que venía citada ya en la Colección Diplomática de Obarra, nº 128, de Martín Duque, cuando menciona a un tal “Gimar de Eristi”, entre 1043 y 1045. Cruzamos la población pasando junto a la parroquial de San Félix, cuyo origen se cree románico, habiendo desaparecido gran parte de sus elementos de aquella época, al tiempo que admiramos la sobria arquitectura popular, hasta alcanzar la carretera (A-139), que cruzamos por el paso de peatones, para pasar el puente del barranco de Eriste/Aigueta de Grist cuyas limpias aguas contrastan con las del Ésera, al que rinden cuentas. Un Ésera que espera ya impaciente la puesta en funcionamiento de esa depuradora, todavía en construcción, para sentirse más limpio. 





            Lo cruzamos también, para dirigirnos a la derecha, siguiendo las indicaciones de Linsoles-Conques, incorporándonos de ese modo a la ruta circular “Selva de Conques”. No andamos mucho a la orilla del embalse, cuando tomamos el desvío para Conques, y a continuación otro, dejando a la derecha el de Tuasa, que queda pendiente para otra ocasión. A los diez minutos de ancho camino, llegamos a las casas de Conques, con su ermita de estilo románico-lombardo en medio de un campo, custodiada por enormes fresnos, y que un cartel prohíbe su visita al tratarse de terreno particular. El casi milenario templo reza a San Esteban, protomártir que fue del antiguo cristianismo. Parada y fonda a la sombra de la casa principal, que formaba parte de un complejo de instalaciones para colonias juveniles. 


Torreón de las casas de Conques
Románico Aragonés
(Antonio Gª Omedes)
            Antonio Gª Omedes, en su web Románico Aragonés, nos cuenta de este lugar: "Triste y ruinoso aspecto el que presenta el que un día fuera residencia de la noble familia de Bardaxí: "Descendía esta familia de Ximeno Fortuñón, caballero que peleo junto a Alfonso I el Batallador, quien como agradecimiento y según era su costumbre, le donó el valle de Bardaxí, del cual tomó su nombre. Intervino la familia Bardaxí en distintos acontecimientos históricos, apoyando decididamente la causa de los duques de Villahermosa en la sublevación de los ribagorzanos contra Felipe II, coyuntura bien aprovechada por el monarca para recuperar las tierras de la Ribagorza e integrarlas en su corona, tierras que hasta ese momento habían sido de Martín, duque de Villahermosa. El secretario de Felipe II, Antonio Pérez, implicó en su huida a Antonio de Bardaxí enemistándolo así con el rey, que ordenó el encarcelamiento y confiscación de sus bienes en el año 1592 y la demolición de todos sus castillos, incluso el de Conqués que fue arrasado. Hoy solo queda de él los restos de una torre junto al palacio edificado en el XIX."" (José Luis Aramendía: El Románico en Aragón. Tomo II Cuencas del Ésera y Cinca. pág.: 149). En otro pasaje de dicho artículo se lamenta: "Las menguadas edificaciones antiguas existentes se hallan en fase de decidida ruina y resulta penoso contemplar en la actualidad lugares de notable peso en la historia del reino".


San Esteban de Conques. Románico Aragonés (Antonio Gª Omedes)



            Desde aquí se bajaría hacia Anciles/Ansils, como ya hicimos hace unas semanas, pero lo vamos a hacer menos directo, ya que nos planteamos visitar la Llaguna d’Ansils, y para ello tomamos la pista hacia arriba como unos cinco minutos para meternos por un sendero a la izquierda, sin señalización alguna, y que nos lleva por un precioso itinerario emboscado hasta incorporarnos a un camino de viejo entre tapiales. De nuevo admiración y respeto. Se cruza el barranco de Tiles y el de Matasomers, hasta tomar un desvío a la derecha, también sin señalizar, y que nos conduce a ese espacio en el que se embalsa el agua en un bello entorno. La paz de sus calmas aguas nos inunda, así como lo hacen sobre el terreno cuando se excede en su caudal, como lo hizo hace unos años.



            Volvemos al camino, y en poco ya llegamos a Anciles/Ansils, igualmente de realengo en 1785, habiendo pertenecido al condado de Ribagorza en 1385, según cuenta Camarena en su Focs y morabatins de Ribagorza, págs., 77 a 79, lugar del que ya hacía Lacarra alguna mención en 1125, en sus Documentos nº 119. Lo atravesamos admirando, igualmente sus casas palaciegas y su arquitectura popular montañesa, sin dejar de lado la parroquial de San Pedro. Al salir del pueblo, pedanía que lo es de Benasque/Benás, encontramos un enorme ejemplar, creemos que es, de chopo negro, que dejamos a la derecha para enfilar la polvorienta pista que nos conduce a cruzar el Ésera y tomar a la derecha, también, el camino de la Ribera, abrazados al río, dejando a la izquierda unos amplios espacios de esparcimiento y unas instalaciones deportivas, que fueron pasto de la feroz riada de 2013. Finalmente llegamos a Benasque/Benás, y dejando de acompañar al río tomamos la subida hasta la Escuela de Montaña, punto de partida.




            

            Otra agradable y muy variada vuelta por los alrededores de Benasque/Benás, que se puede realizar desde la misma población sin necesidad de vehículo, y que hemos finalizado en 5h 30 minutos, habiendo recorrido 13,1 km, y salvando un desnivel acumulado en torno a los 600 m D+/-, visitando pueblos con mucha historia, tocados hoy en día por los beneficios del turismo, por los caminos de viejo que los unían, así como otros parajes naturales de especial belleza.

 

 

Bibliografía:

El Valle de Benasque. Santiago Broto. Ed. Everest (1981)

Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados I. Antonio Ubieto. Anubar (1984)

Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados II. Antonio Ubieto. Anubar (1985)

Webs:

Radio Huesca

Barrabés

Románico Ribagorzano

Románico Aragonés





Las fotos y el track