domingo, 29 de diciembre de 2013

27º Trofeo Apertura Mayencos 2013

ESQUÍ NÓRDICO
27º Trofeo Apertura Mayencos
Domingo, 29 de diciembre de 2013


            Las ilusiones compartidas son una de las mejores cosas de las que puede disfrutar un ser humano. Y en especial los niños, ya que casi todo para ellos es un mundo por descubrir. La Navidad es un buen ejemplo de ello, es pródiga en esas ilusiones compartidas, y como ella, fiel a su cita en el calendario, lo es también el Trofeo Apertura Mayencos de Esquí de Fondo, que año tras año, y ya van 27 se celebra al inicio de la temporada. La primera de la Liga de Esquí Nórdico de Le Somport.

            El esquí de fondo es una modalidad de deporte de nieve un tanto minoritaria todavía, requiere mucha técnica y esfuerzo para llevarla a cabo, pero tiene unas grandes recompensas, pues se desarrolla en un medio natural de inigualable belleza. En nuestro caso, en el Parque Nacional de los Pirineos Franceses, en la estación de Le Somport, donde se pueden ver a decenas y decenas de críos de todas las edades, detrás de sus monitores, aprendiendo este bonito deporte. Sí, hay un brillante futuro, al menos en nuestro valle, al menos en nuestro club. Ver a tanto infante pelearse con sus esquís, con sus bastones, con la nieve, con el compañero, con las cuestas…, como dice el anuncio, no tiene precio.

Dispuestos para la salida
            En una mañana algo despistada en lo meteorológico, sin saber muy bien a qué carta quedarse, a ratos con nieve húmeda, otros más seca, más de 230 participantes se dan cita en esta ya clásica prueba popular, que para los pequeños es como un juego, y para los mayores como un test de auto reconocimiento ante el principio de la campaña. En varias mangas se realizan las salidas en masa. Los mayores como niños. Los niños como mayores. Todos concentrados. Todos ocupando sus huellas en un arranque a empuja, para a los pocos metros poder comenzar a patinar, iniciando ese circuito que va desde el 1,5 km para los alevines de 6 años, hasta los 10 km de Cadetes, Junior, Senior y Veteranos hombres. Un circuito que ha disfrutado también de los cuidados del equipo de Bruno, director de la estación.

Ya van llegando los chicorrones
          Nadie quiere defraudar. Todos lo dan todo de sí mismos para alcanzar la llegada en el menor tiempo posible, pero nuestra atención se centra sobre todo en los más pequeños, en el ver cómo desde muy chicorrones le echan el coraje suficiente para afrontar las dificultades, los retos, sin sospechar que no deja de ser un aprendizaje para su futuro ante la vida.

               Poco a poco, unas veces solos, otras agolpados, van llegando a la meta, acusando el esfuerzo realizado, sin importar la edad, desde los 6 hasta más de los 70 años. Todo un ejemplo. El té y caldo calientes, así como el resto de avituallas, reconfortan, recomponen, restauran esos cuerpos que se han ido desgastando por estas duras cuestas.

           
Jóvenes promesas
            Todo el mundo presente, corredores y acompañantes. Todo el mundo esperando la salida de las clasificaciones para ver cómo ha quedado cada uno. Y tras ello, la entrega de premios. Primero, segundo y tercero para cada una de las veinte categorías, entre los dos géneros. Para el que le interese, puede acceder aquí: http://www.cpmayencos.org/esqui-de-fondo/trofeo-apertura-mayencos-de-esqui-de-fondo/.

             Sorteo de regalos, y a recoger, que se ha hecho ya el mediodía. Un mediodía en el que las boiras se alternan con algún tímido conato de querer hacer también el sol acto de presencia, sin apenas conseguirlo. Unas boiras, decimos, poco sanas, poco francas, que se alían con los vientos de componente sur que tanta hambre de nieve traen siempre.

            Y poco más, que este buen comienzo de hoy, tire de las demás jornadas de esta temporada de esquí que comienza, así como lo hace un nuevo año en muy pocas horas, para el que os deseamos desde aquí que sea mejor que el que termina y peor que el siguiente.




           


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Información del CP Mayencos, en:

martes, 24 de diciembre de 2013

Belén Popular CP Mayencos Oroel 2013

IXOS MONS
Belén Popular Oroel 2013
CP Mayencos
Domingo, 22 de diciembre de 2013



            Llega el tiempo del renacer, llega el tiempo del renovarse, llega el tiempo de la Navidad. Y eso es lo que hacemos cada año en la Sección de Montaña del CP Mayencos, dar un portazo, suave, pero portazo, al año que termina y dar la bienvenida al que comienza. Y precisamente, la actividad que hace de bisagra entre una temporada y otra es la subida y colocación de los belenes. Si el domingo pasado fue el montañero a Collaradeta, hoy toca el popular a Peña Oroel, un monte que ha dado, da, y dará cobijo eterno a esta ciudad de Jaca, de donde acuden como romeros, como peregrinos, decenas de personas año a año para acompañarnos.

Dispuestos, un año más
            En una limpia mañana, que se nos antoja de calma chicha para próximos y cercanos días peores, un buen puñado de personas, compuestas por viejas glorias de Mayencos, sus algo más jóvenes relevistas, un selecto grupo de andarines del Club Atletismo Jaca, y demás simpatizantes, toman el sendero que parte del Parador, para una vez más, un año más, acompañar a esas figuras que representan ese nuevo nacimiento, ese querer dejar atrás todo el lastre que nos impide seguir avanzando, seguir medrando como personas y como miembros de esta sociedad tan castigada y que tan difícil nos ponen construir.

Fernando, entre belenes y montañas
            Ofrecer un relato de la subida a Oroel puede ser un poco aburrido, ha habido tantos ya… que sólo añadiremos que todo discurrió con completa normalidad y en perfecta armonía entre los viejos montañeros y los montañeros viejos, que aunque lo son, aún tienen las primeras orejas, que portamos y dimos culto a ese belén que dejamos en las faldas de la Cruz, y que mira hacia la solana, para que no se enfríe el Niño.

          Al norte, pasamos lista y están todos, que se alinean para salir en la foto, igual que hacemos nosotros para inmortalizar este acto que año a año se repite en este mismo escenario. Polvorones, mazapanes, cantos y alguna plegaria completan el rato de bienestar en buena compañía, y con los deseos de poder repetir el próximo año.


            Y yastá la cosa feita. Los dos belenes puestos, el de Collaradeta y éste, los dos mirando hacia tierras sureñas, de donde nos viene el cálido sol de mediodía en estos fríos días de invierno. Al año que viene más, y si se puede mejor.


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jueves, 19 de diciembre de 2013

Belén Montañero Collaradeta

A TUCAS ALBARS
Belén Montañero Collaradeta (2.729 m)
Domingo, 15 de diciembre de 2013


            Si algo tienen las tradiciones es que se continúan sin apenas planteárselo. Los tiempos cambian, y más en los últimos nueve lustros, pero al margen de creencias y demás consideraciones, la subida y colocación de un belén en las alturas no deja de ser un acto entrañable. Y para no ser menos, este año también hemos sido fieles a la cita, y el lugar elegido ha sido Collaradeta, que por segunda vez, como hace diez años, ha tenido el privilegio de albergarlo.

La noche es compañera en los
primeros compases
            Como históricamente hicieran Aquella Familia, y por distintas circunstancias, también ésta ha peregrinado hasta encontrar el lugar adecuado para su aposento. Y lo ha hecho desde el cubilar de La Espata, a los pies de este gran macizo calcáreo que es Collarada, junto a su máxima altura, junto a la madre, la propia Collarada, por cuyos senos freáticos surgen manantiales de agua viva, como se dijera del vientre de esa otra madre, la de Jesús. Todo deja de ser prosaico si pensamos en las analogías, si pensamos en los símbolos.

Las primeras luces del alba
nos muestran el objetivo
            Pues sí. En busca de la luz del alba, y una hora antes de encontrarla, dejamos los vehículos y nos dirigimos los siete pastores que formamos esta embajada, pero en este caso con el belén a cuestas. La luna llena nos da el contrapunto, se va en busca de otros horizontes, y nos regala un hermoso ocaso, por el oeste, por donde se van todos. Las grandes nevadas de días pasados, han sido pasto de soles y vientos, quedando almacenada sólo en los fondos de los valles, barrancos y pacos. Dura, está dura, pero no reviste problema para andarla sin los crampones; los reservamos para mayor necesidad.

Primeras rampas con nieve
            Vamos dejando a nuestra derecha la Espata, esa prominencia rocosa que parte las cuencas del Aragón y del Aurín, de La Jacetania y Alto Gállego en definitiva. Poco antes de llegar al collado nos metemos a la izquierda, en busca de esas enormes extensiones de bolos que con paciencia hay que ir subiendo. Se hace de día, y la altura ya alcanzada nos permite echar la vista atrás y contemplar lo generoso del horizonte, que nos ofrece lo mejor que tiene desde este lugar. Hasta el Moncayo destaca por detrás y por encima de las pertinaces nieblas del Valle del Ebro.

Palas para alcanzar Peña Nebera
            En dos horas y media largas nos presentamos en un circo con unas sombrías pendientes que ya exigen mayor agarre. Dejamos de acariciar, y pasamos a pinchar. Tras una inclinada pala de nieve dura, llegamos al “poyaque”, llegamos a ese lugar que tanto abunda por las montañas. “Poyaque” estamos aquí, ¿por qué no nos acercamos a Peña Nebera? Pues bueno. Pues vale. Pues venga. Mientras algunos van directamente hacia Collaradeta, otros nos tiramos hacia nuestra derecha para llegarnos a lo alto de esta pala, que a cambio de media hora escasa de “alirongo” (los crampones me los quito y me los pongo), sus 2.721 metros de altitud nos ofrecen su recompensa, nos ofrecen lo mejor de sí misma, nos brindan unas vistas hacia la otra parte, nos muestran los mundos de Ip, Bucuesa, Tena… por hablar de lo más próximo, pero también del resto del mundo Collarada, mucho más cercano. Y en la lejanía, los padres del Pirineo, los grandes macizos en los que todos estos se fijan y admiran. Todo ello salpicado de nieve, una nieve escurrida en las laderas por acción del sol y el viento. Recuerdo hacia todas aquellas personas que no están con nosotros y les hubiera gustado estar. Deseos de compartir con todos ellos estas visiones, estas vivencias. El éter se hace cargo de todo.

Momentos. Momentos plenos
            Vuelta al punto del “poyaque”, para seguir ya sin dilación hacia Collaradeta, volviendo a pasar esa extensa pala de nieve dura, de inclinada nieve dura que termina en un embudo en el que no queremos ni pensar, a nuestro paso. Llegada al collado que forma con el Fraile y subida a la prominencia cimera. Se coloca el belén. Se colocan los trípodes para inmortalizar el momento. Se vuelve a dar homenaje a diestro y siniestro, aunque la vista no es tan generosa, a pesar de ser 8 metros más alto que el anterior. Hay montes privilegiados para ello, y éste no es uno de ellos, pero aquí está, y aquí estamos, que no nos lo tome a mal.

El sol toma sus dominios del sur
            Del horizonte para arriba, cielo, todo cielo y sol, todo sol. Para abajo, montes, todo montes. Entre lo uno y lo otro, nosotros, alrededor de este pequeño casetón que ponemos mirando hacia el sur, hacia Oroel, donde dentro de una semana colocaremos el otro belén, el popular. Poco apetece bajar, pero hay que hacerlo. El Fraile nos mira con ganicas, pues ahí vamos. Collado y para arriba. De nuevo una vista similar a la del Nebera, y decimos similar.






Bajando por la última canal
          De regreso al collado y bajada ya por el gran circo que forman con la Collarada, más amplio que el de subida, más soleado que el de subida, sin nieve, no como el de subida. Llegada al fondo de ese ibón colmatado, y salida por lo que algunos llaman el Paso de Abete, para seguir el descenso por entre piedras primero y por grandes laderas herbosas después, hasta la llegada a otra inevitable pala de nieve, nieve blanda, que se derrite ante nuestros encantos, y que nos deja justo en esa vertical canal que ha sido cuna de aludes y tumba de personas.


            Y en un pis pas, ya en la pista de la Trapa, y en los vehículos, tras más de ocho horas desde que hemos salido de ellos, y salvar unos 1.500 metros de desnivel positivo acumulados y otros tantos de bajada, en una jornada extraordinaria en lo meteorológico, y con una buena compañía, sin olvidar que ha sido un tres en uno.



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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Las Bellostas Rodellar, por las fauces del Mascún

IXOS MONS
Las Bellostas - Rodellar, 
Sábado, 15 de diciembre de 2013



            Hoy nos vamos en busca de ese sol que dicen que hace, de esos limpios cielos que dicen que hay. Sí, hay vida por encima de las nieblas. En un intento de escapar de esas boiras que tan poco amamos, pero que tanto aman al Valle del Ebro, nos vamos a la Sierra de Guara, que tan olvidada tenemos, y por ello, queremos poner remedio.

Del Taillon a la Punta de las Olas.
Todo un mundo de sensaciones
            Nos unimos a la expedición de Esbarres y Estalentaus para que no nos tenga que contar nadie esas maravillas que el Mascún Superior reserva a los que por allí se acercan. Era una asignatura pendiente, ni esos desgarradores paisajes inmersos en el barranco, ni nosotros mismos podíamos esperar ya más. El tiempo se ha cumplido, y aquí estamos.

            La salida la hacemos desde Las Bellostas, uno de esos pueblos, de los pocos, muy pocos, que mantienen viva la frágil vela de la vida por estos duros territorios de La Guarguera. Si alguien viene dormido en el autobús, se le acaba el momento, porque bajar de ensoñaciones para estar frente por frente a uno de los sectores que albergan a los grandes del Pirineo, te hace no saber si sigues en ellas. Frente a nosotros, sus majestades Tres Sorores y Tres Marías, unidas por la Punta de las Olas por un lado y la Suca por el otro, y ambas por ese enorme tajo que es el collado de Añisclo, paso natural para quien quiera cambiar de los aires de este último valle a los de Pineta, o viceversa, dos de los que, junto con los de Ordesa y Escuáin, confluyen en estas Tres Serols, considerado como el macizo calcáreo más alto de Europa.

Iglesia de Bagüeste
            Todo ello, todos nuestros recuerdos de pasos, de sensaciones perdidas por ellos, quedan atrás en el recuerdo y en el paisaje. Nos dirigimos hacia el sur, hacia Bagüeste, a donde llegamos en algo más de hora y media, por el GR 1, también llamado Sendero Histórico. Uno de tantos, y tantos cientos de núcleos poblados en otros tiempos, con gentes atrapadas en el terreno, atrapadas en el tiempo, atrapadas en su destino, que no fue otro que el de dejarlo todo. Todo. Desde entonces, piedra a piedra, recuerdo a recuerdo, se van cayendo vestidos de amarga melancolía, cubiertos por vientos y soledades. Si queréis profundizar en el conocimiento de este enclave, como de tantos otros, podéis hacerlo de la pluma de Cristian Laglera, uno de los más activos estudiosos actualmente de las viejas piedras, otrora vivas, de nuestro Pirineo: http://www.despobladosenhuesca.com.


La vida se pausa en invierno
            Coqueteamos con los primeros compases del Mascún que, como neonato, es ajeno a lo que le va a ocurrir a partir de aquí, no sabe qué seres se le van a aparecer en su vida, no sabe qué paisajes va a modelar, no sabe que va a ser querido, admirado, recordado. No sabe. Pero su pequeño corazón comienza ya a latir debajo de una fina capa de hielo.

          Otra hora más y llegamos al cruce de Letosa, otro que tal. Estamos a punto de comenzar el barranco de Raisín por su derecha, para meternos en la llamada Faja de Mascún, una atalaya aérea, al cobijo de enormes paredes, y desde donde, sin perder nunca la atención sobre el paso a paso, sobre el nevado, a tramos, suelo donde pisamos, nos permite admirar el arte geológico que estamos a punto de comenzar a recorrer. Dejando a nuestra izquierda la otra margen del barranco, por cuyo camino nos llevaría hasta dar vista al del Mascún por el camino de Las Lañas, seguimos con unas sensaciones compartidas entre el respeto y la admiración. Como llave del paisaje que estamos a punto de abrir, pronto se nos aparece la Cuca de Bellostas, un monolito, un pináculo pétreo, testigo del devenir del tiempo que lo ha moldeado, y que en sus 60 metros de altura, acoge actualmente vías de escalada tradicional, de largos, de los de siempre, porque no sólo deportiva hay en Rodellar.

Faja de Mascún
            El GR 1 se aparta del barranco para seguir por uno que le rinde, hasta llegar a otro núcleo abandonado, a Otín, vigilado de cerca por otro de ellos, Nasarre, también despoblado que no contaba con más de tres casas, y cuya iglesia, que reza a San Andrés, es del siglo XI y ha sido recientemente restaurada. Otín, decimos, que nos recibe con olor a pólvora. Paraíso de escopeteros que con sus mega-vehículos sentimos que ultrajan el paisaje. Otín, decimos, con sus ruinas, con sus desafortunados, desafortunadísimos e irrespetuosos apaños que claman a lo más alto. Otín, decimos, que grita en silencio sus ansias de que lo dejemos en paz después de todo por lo que ha pasado. Eutanasia, digna eutanasia. Otín.

Los abuelos del bosque
            Breve comida en las eras, y reagrupamos para seguir camino, un delicioso camino vestido de robles que coquetean con los débiles ya rayos de sol. En pocos pasos más llegamos al barrio del Barranco, para seguir revistiéndonos con ese halo de amargura, de soledad y de abandono que destila cada una de las piedras que el tiempo va dejando caer como aldabonazos en la memoria. Pero preferimos seguir fijándonos en la vida, en lo vivo, cuando oportunamente aparecen unos ejemplares de roble asombrosos, los abuelos del bosque, centenarios, quizá milenarios, ante los que acompasamos nuestra respiración a la de ellos… lenta… pausada… les hablamos, les preguntamos, y seguro que nos entienden, seguro que nos responden, pero no lo percibimos, no estamos a su altura, pero no por ello dejaremos de hacerlo.

Prodigios
            El camino nos lleva de nuevo al barranco principal, al Mascún, por donde se nos va abriendo ya esa ciudad de piedra, esas señoritas petrificadas ante tan magno escenario, sin darse cuenta de que son ellas las que lo llenan de vida. La Ciudadela hace de telón de fondo para una foto de grupo que sabe a cima. Hoy no la habido, pero estamos en una permanente. Unos buitres que han salido a darse sus paseos, sus planeos, aprovechando las térmicas que se originan al medio día, nos acompañan hasta que llegamos al lecho del barranco, un lecho arenoso, seco, un fondo que, contrariamente a lo habitual, va por encima de las aguas, de esas escasas aguas que circulan por los laberintos que la blanda caliza les proporciona. Pero eso es por poco tiempo ya, porque llegamos a la Fuente del Mascún, ese lugar por el que rebosan las que ya no caben por esos freáticos conductos. A partir de aquí, pues, el cauce revive, bajo la sempiterna presencia del famoso Delfín del Mascún.

El Delfín de Mascún
            Llegamos ya a terreno humanizado, a terreno codiciado para la práctica de la escalada deportiva. Infinidad de vías de distintas dificultades pueblan estas intrincadas paredes en varios sectores, que sería muy prolijo enumerar. Verdadero paraíso, que con clima más benigno se puebla de decenas, de cientos de escaladores de cualquier lugar del mundo. Hoy, con frío, y a estas horas tardanas del día, aún contemplamos las piruetas de algunos de ellos.


           Finalmente, y tras casi siete horas desde el arranque, llegamos a Rodellar, que mira a las soledades de Guara, que mira a sus paredes, a sus vías, que mira a sus gentes, que mira a sus visitantes y los mima para que les queden ganas de volver. Eso. Eso veníamos gestando a lo largo de los 18 kilómetros de travesía, a lo largo de unos 500 metros de desnivel positivo acumulado y 900 negativos. Eso. Eso mismo hemos sentido. 

            Carretera y manta, y esto último es porque casi, casi, hace falta.


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viernes, 13 de diciembre de 2013

Una jornada por el Camero Nuevo

IXOS MONS
Una jornada por el Camero Nuevo
Sábado, 7 de diciembre de 2013



            La vida se manifiesta de múltiples formas y en todos los lugares, y saber apreciarlo nos hace sentirnos más cerca de ella, más plenos de ella. Acometemos esta segunda jornada por monte bajo, por lugares ya más benignos, pero no por ello menos atractivos. Es voluntad de los anfitriones que visitemos tierras riojanas, y Cameros es un muy buen ejemplo de ello.

En marcha
            Acudimos a Torrecilla, situada a orillas del Iregua, y precedida de una nutrida historia, recogida ya en los escritos desde el siglo XI. La mañana está fría, serena. Es día de mercado, y los ambulantes ya comienzan a ofrecer sus productos. Nosotros preferimos los otros, los de la tierra y el agua, los del aire y el sol. Comenzamos la marcha por entre las callejas del pueblo, por las que se detienen las gélidas y resbaladizas aguas. Tras atravesar un barranco de heladas orillas, nos metemos ya en una pista de considerable pendiente, en busca de ese sol que pronto nos baña el rostro.

Cuenca del Iregua
           Gran parte de culpa de que este recorrido sea atractivo la tiene la visita a las cuevas de Lóbrega, lo que hace que nos asomemos a la loma que tenemos a nuestra izquierda y demos vista a ese otro mundo que tiene el privilegio de haber nacido ya al sol de hoy, a un sol que tiene la paradoja de que a pesar de estar cercano al perihelio, su máxima cercanía a La Tierra, es cuando menos calienta, es cuando menos horas está entre nosotros. Y eso se nota. Nuestra mirada se mece en el enorme tajo que el río Iregua ha ido diseñando durante milenios sobre los materiales más blandos, pero siempre más duros que el agua. Otra paradoja. Cuánto por observar. Cuánto por aprender.

Entrada a la cueva
            La senda de acceso a las cuevas es muy estrecha y aérea. Hay que andarla con cuidado y atención. La contemplación del paisaje es una tentación a la que se puede sucumbir sólo si detenemos nuestros pasos. Hay una primera cueva, pero sólo es de paso para salir nuevamente al exterior y llegar a la siguiente, que ya tiene fondo, aunque a varios cientos de metros, que lógicamente no comprobamos, nos lo creemos. No nos extenderemos sobre la historia y presente de estas formaciones geológicas, hay quien lo sabe hacer: http://espeleocameros.blogspot.com.es/p/curiosidades-sobre-cueva-lobrega.html. Por nuestra parte, un silencio y oscuridad pactados reinan en el ambiente en un intento de ver, de oír, de saborear esas sensaciones internas sólo apreciables a través de esos otros sentidos, los varados por falta de uso. Las neuronas cambian de chip, cierran unas compuertas y abren otras. Estamos en las entrañas de la tierra, de donde una y mil veces salimos y a donde una y mil veces llegamos. El espacio se expande. El tiempo se detiene.

Bailando con robles
            Retomando ya el espacio y tiempo visibles, volvemos al exterior, volvemos a ponernos en circulación en este escenario de abismos para regresar a la loma y dejarnos engullir por la sombra del llamado arroyo de las Navas, por donde el crepitar de nuestros pasos sobre el helado suelo es lo único que se oye, junto al silencio. Llegada al collado. Llegada al sol. Llegada al inicio del descenso por un delicioso robledal que se hace cómplice de nuestros intercambios con él y con el exterior, por donde planea algún ejemplar de buitre en busca de ese disfrute. No somos tan distintos. Damos vista a Nieva de Cameros, otro pequeño núcleo de población entre riscos. Contemplación y bocado. Un bocado que parece faltarles a una manada de enormes rapaces, que nos mira con suma atención mientras rodeamos las agujas en las que están encaramadas.

Momentos
            Es mediodía del sol, y se nota, cuando damos un brusco giro a nuestra derecha, para meternos en el ancho barranco que alberga al arroyo de Villaluenga, y subirlo hasta el collado, hasta dar vista ya de nuevo al extenso valle del Iregua, pero en cuenta de continuar, nos desviamos a nuestra izquierda para llegar a una amplia zona donde convive la fina tasca con pequeños gigantes de roca que la protegen. Ruinas de un geológico y tormentoso pasado, como ruinas son las de un cerco pastoril, escenario de belenes, donde nos dejamos querer por este casi cálido ambiente aprovechando para echar otro bocado.



5 en 1, +1
            Vuelta al collado y bajada ya por el barranco de San Pedro. Seguimos pisando nieve por los pacos. Damos culto a una carrasca de múltiples pies… o ¿son varias carrascas con una sola copa?... Poco importa. Al llegar a tomar el Sendero de San Pedro, nos acercamos hasta la ermita, su ermita, que la encontramos en sus cosas, recogida, callada, humilde, aunque sabedora de que ha sido objeto de odas y alabanzas, como indica un sobrio cartel junto a ella. Regresamos de nuevo a Torrecilla. Una Torrecilla que nos recibe en sus cosas también, solitaria, fría, vacía, más que cuando hemos llegado. ¡Qué tiene el frío, que tanto repliega! También a nosotros, que lo hace hacia el bar, donde un amante también de las montañas, de los esfuerzos, aunque esta vez sobre dos ruedas, enterado de dónde estuvimos ayer, nos deleita con unas imágenes de una subida al Urbión en bici. ¿Se puede hacer? Pues sí, se puede hacer.



            Y poco más. Brincar de aquí camino de Logroño. Otra jornada más de monte, por terreno más dócil, pero mucho más variado, y como siempre en buena compañía por estas tierras riojanas, completando casi 16 kilómetros, con unos 850 de desnivel positivo acumulado.




El reportaje completo de fotos, en:
            https://picasaweb.google.com/chematapia/UnaJornadaPorElCameroNuevo

            Y el track, en:
            http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=5777592

jueves, 12 de diciembre de 2013

Pico Urbión

A TUCAS ALBARS
Pico Urbión (2.228 m)
Viernes, 8 de diciembre de 2013


            Un fin de semana distinto, distante. No a todas horas se tiene ocasión de visitar otras tierras, otras sierras, otros montes, otros parajes. La simple llamada de un amigo es suficiente para dejarlo todo e ir, como dice el bolero. Han sido dos jornadas de montaña. La primera blanca, la segunda verde. Montañera, invernal, la primera. Montaraz, otoñal la segunda. Pero con algo en común ambas, que parten de Logroño, y que discurren entre amigos. Vamos a por la primera.



No quieren perdérselo
           La naturaleza, nuestra verdadera patria, ajena a las líneas que los hombres marcan en los mapas, no entiende de si hemos cambiado de provincia o incluso de comunidad autónoma. Sólo entiende de montañas y de valles, de cuencas y de ríos, de vientos y soledades. De vida en definitiva, de mucha vida. Tras un amanecer limpio, decidido a que no se le ponga nada por delante, partimos los nueve integrantes que componemos este improvisado grupo de Sherpas, Trotas y Mayencos, por la cuenca del Iregua aguas arriba, con un panorama meteorológico que no era el prometido, y que conforme nos vamos acercando a él nos va engullendo, como lo hace la Sierra de Cameros, aletargada, sometida a estas nieblas tan poco amigables siempre.

Laguna Negra de Vinuesa
            Nieblas. Pesadas nieblas que los fondos de valle ocupan, que abajo quedan al subir el puerto de Santa Inés, y que atrás dejamos al bajarlo por la vertiente sur, que nos acerca al desvío hacia la Laguna Negra, por entre unos cuidados bosques, verdadera riqueza natural del territorio. Diez de la mañana, y sin poder llegar hasta el final de la carretera, nos detienen en el parquin de abajo. Preparativos, y en marcha. Se hace aconsejable el acarreo de crampones, y en llegando a la laguna, necesarios para discurrir con un mínimo de seguridad.

El hielo se hace poesía
            Laguna Negra (1.753 m). Verdadera joya de la corona, de una corona incluida en 2008 en el espacio protegido del Parque Natural de la Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión, que en sus 4.617 Has tiene al Pico Urbión, con sus 2.228 metros de altitud, su máxima altura, y la de toda Soria, y que con su permiso vamos a intentar tratar de tú en la jornada de hoy. Una laguna decimos, verdadero superviviente de épocas glaciales, y que nos recibe tranquila, sosegada, aletargada, dormida en definitiva, sabedora de que está bien guardada entre esos enormes paredones de roca que velan sus sueños.



            Fotos. Crampones. Y al turrón. Una empinada canal nos eleva a un gran plató que recorremos en su totalidad, pero con calma, con respeto, como si no quisiéramos inmiscuirnos en ese entendimiento que tienen los vientos en su modelado del manto nivoso, dejando su caprichosa y helada huella. En nuestro caminar hacia el collado, aprovechamos unas rocas para detenernos a echar un bocado.

Manto de novia
            El collado de Majada Rubia (1.862 m), como todos, es una ventana a otros horizontes, en este caso, al norte, de donde vienen los gélidos vientos que aportan esos mantos de novia a los pinos que se han atrevido a ir colonizando el lugar. Echando la vista atrás vemos al padre Moncayo, nevado también, que con sus 2.314 metros de altitud es la mayor cota del Sistema Ibérico. Dando vista ya a ese norte, que lo sería infinito a no ser por la visible presencia de los Pirineos, el trazado se suaviza, y el alma se serena al ver ya nuestro objetivo de hoy, el Urbión. Pasamos por la cuenca lacustre de la Laguna Larga (1.995 m), también serenos, silenciosos, como ella, para evitar despertarla de su letargo. Dos del grupo miden sus fuerzas y prefieren quedarse para ir bajando poco a poco. Seguimos los demás, por terreno suave hasta alcanzar ya las primeras rampas cimeras.

Barrancos abiertos al norte
            A nuestra izquierda se nos abre un barranco, donde se considera nace el Duero, que riega las vegas de buenos caldos y que habla portugués en su madurez. Una cruz metálica, cuyo medio cuerpo inferior también hiberna, antecede a otra rampa, ya final, para llegar a la cumbre. Una cumbre a la que vamos llegando todos poco a poco, a través de un estrecho paso, y soportando unos vientos embravecidos que hacen incómodo el estar. Abrazos, fotos, contemplación exprés, y para abajo. Con mucho cuidado, porque en los pacos la nieve está helada. Laguna de Urbión al norte, a nuestros pies, también helada, también dormida.

De Vía Crucis
            El regreso no es más que seguir nuestros pasos de subida. Los que se quedaron antes de las rampas han tomado la sabia decisión de ir bajando, y nos los encontramos justo en el lugar del bocado de la mañana. Así es que, bocado de la tarde. Continuamos nuestro camino, despidiendo al sol un poco antes de terminar el plató y comenzar el descenso por la canal, que nos acerca de nuevo a la domesticada orilla de la Laguna Negra, aguantando con los pinchos hasta el aparcamiento de arriba, desde donde los porteamos hasta los vehículos.

Bajando por la canal
            De vuelta a casa, parada en el puerto de Santa Inés, de donde arranca esa estación de esquí mono pista que hace las delicias de los principiantes. En la cafetería, encuentro con amigos de amigos, y amigos de amigos de amigos. El mundo de las montañas es así, grande y pequeño a la vez. En fin, una muy buena jornada de montaña invernal, aunque no hayamos terminado este corto otoño.



  


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martes, 26 de noviembre de 2013

San Martín dera Bal d'Onsera

IXOS MONS
San Martín dera Bal d'Onsera
Domingo, 24 de noviembre de 2013



            Hay lugares de los que hay serias dudas de que no fueron elegidos al azar. En realidad, no hay ninguna duda de que no. ¿Qué tendrán esos enclaves, que tanto atraen? Sólo esos primitivos eremitas lo sabían, y su secreto se lo han llevado a la tumba. Sólo esos primitivos eremitas, decimos, poseían la sensibilidad necesaria para discernir unos emplazamientos de otros. Sólo esos primitivos eremitas supieron elegir aquellos que les aportaban más serenidad, más paz, más fuerza telúrica para el desarrollo de su trabajo, de su vida contemplativa. Como si necesitaran ese impulso para sobrevolar estos eternos mallos. 

Interior del eremitorio
            Siguiendo la estela de esos primitivos eremitas, pues, y de ese egregor que construyeron, hemos venido hasta aquí, dejándonos querer, dejándonos fijar en una de esas ermitas, que como tantas otras, ha buscado la protección de la roca para recogerse sobre sí misma, para replegarse hacia el interior de su ser, donde la gorga se hace oración, el agua se hace canción, y el bronce lo cubre todo con su tañer. San Martín dera Bal d’Onsera es el lugar, y cinco somos los peregrinos.

           Huyendo del mal tiempo que se ha cebado en el eje pirenaico, andamos en busca de tierras más amables en las que podamos desarrollar la actividad de hoy. Actividad mayenca, por cierto. Podemos disimularlo como queramos, pero en el fondo igual es esa pereza de no querer enfrentarnos ya tan de sopetón al invierno, igual es que se nos ha pasado muy rápido el fugaz otoño, igual es que queremos seguir disfrutando de él, igual… no se sabe muy bien, pero lo cierto es que estas tierras pre-pirenaicas también tienen su encanto, y tan olvidadas que las tenemos bueno es tener alguna excusa para visitarlas.

Barranco arriba
            De nuevo en la Sierra de Guara, en ese Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, para disfrutar de una de sus muchas rutas, de sus escondidas rutas. Y en esta ocasión, también de sus míticas y místicas rutas. Una vez en Huesca hay que tomar la vieja carretera de Barbastro (bueno, de momento no hay otra hasta enganchar la autovía), para tomar el desvío a Loporzano. Se pasa por Barluenga y San Julián de Banzo, y un poco más adelante nos metemos por una pista de tierra que sale a la derecha, que avanzando por entre campos nos deja en un parquin, del que salimos a diez minutos de dar las once de la mañana, de una muy ventosa mañana.

Seguimos subiendo
            Tomamos el camino hasta el mismo lecho del barranco de San Martín, y al cabo de una media hora, el sendero lo abandona para vestirse de bosque, y al mediodía llegamos al punto donde comienza, y termina, la circular. Es domingo, y la actividad cinegética está en pleno apogeo a juzgar por los alaridos de los animales, en este caso los de dos patas. Estamos en un punto, bajo una enorme visera de roca en donde el camino da dos opciones, y las dos llevan al collado de San Salvador. Por la izquierda se puede subir, que subimos, a través de las sirgas dera Biñeta; y por la derecha, que bajamos, por la senda dos Burros.

Fernando encabezando la expedición
            La atenta lectura de una esquela rupestre, en la que se da cuenta de “…una desgracia en un barranco inmediato procsimo al camino…”, es el punto de partida de este sendero amenizado por una vieja barandilla y unas más recientes sirgas, que si bien no se puede decir que sean necesarias, lo cierto es que dan confianza y facilitan la progresión. A la hora y media del arranque de la jornada, llegamos al collado de San Salvador, donde encontramos un panel informativo de la rica avifauna que anida en las verticales paredes de estos mallos de conglomerados, verdaderos supervivientes de mares lejanos en el tiempo. Este cartel no está solo, que lo acompaña otro en el que se llama al respeto por esas aves, prohibiendo la escalada desde diciembre hasta junio, ambos inclusive. Siete meses reservados para la reproducción y cría.

Mallos olvidados, mallos perdidos
            Este collado, es un hito a alcanzar para volver a meternos en las tripas del barranco, ayudados de nuevo por una más nueva todavía sirga, que en invierno y con el terreno helado sí que se hace necesaria. Burlamos el fuerte viento, pero conforme nos dejamos engullir por estas altas paredes vamos notando las humedades y fríos de estas gorgas en las que penetra poco el sol.

            Una vez llegados al lecho del barranco, hemos de ascender por él hasta dar con este lugar que estamos seguros de que a nadie deja indiferente. Lo tiene todo. Impresionantes paredes, un salto de agua que da origen al barranco, el espacio justo para que entre la luz y el sol, unas rocas que desafían las leyes de la gravedad, y que dan cobijo al santuario rupestre, cuyos orígenes, como todos de este pelo, se pierden entre la historia y la leyenda. Y una magia, una magia incontestable.

Sancta sanctorum
            Cuenta la tradición que fue el señor San Úrbez, que desde luego le cundió mucho en el Pirineo, el que fundó el lugar con vida eremítica, allá por el siglo VIII, que derivaría posteriormente en cenobio bajo la advocación de San Martín, obispo de Tours. Hay documentos que prueban la existencia de monjes antes del siglo XII, bajo la jurisdicción del obispo de Huesca. En 1110 su abad Pedro, donó el monasterio a la Casa Real de Jesús Nazareno de Montearagón, convirtiéndose posteriormente en monasterio femenino de ella dependiente. A lo largo de la historia, muchos reyes y nobles han acudido a él implorando descendencia, especialmente masculina, siendo todavía hoy en día lugar de peregrinación en romería de los vecinos de la redolada.

Todavía resuenan sus ecos
            Una pausada visita a lo que queda de él es lo que le cuesta al sol dejar de calentar y de calentarnos, de modo que apremiamos la salida para iniciar el regreso, que pasa de nuevo por bajar el barranco, subir al collado de San Salvador y volver a bajar al barranco, pero esta vez por el sendero llamado de los Burros, que nos deja en el punto de cierre de la circular, y ya por el común camino de subida, hasta el parquin.

          Algo más de cinco horas, de las que en actividad han sido escasas cuatro, para recorrer los casi 10 kilómetros, con más de 800 metros de desnivel acumulado positivo, que ha merecido la pena para visitar este lugar tan singular por su ubicación como por su acceso. Totalmente recomendable.





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