Hace dos semanas, los amigos del
Club Atlético Sobrarbe (CAS), de
Aínsa, y del
Nabaín, de
Boltaña nos acompañaban en una de las rutas que la
Sección de Montaña del CP Mayencos, de
Jaca tenía programada por la
cabecera del valle de Aísa, y es ahora cuando les devolvemos la visita, acudiendo a una espectacular ruta que nos han organizado por el mundo granítico de la
Bal de Chistau, realizando una extraordinaria circular para visitar cuatro de sus ibones, el de
Pixón, de
la Solana, de
Leners y de
Millars, en unas cuencas glaciares como vestigios de esa época no tan lejana en términos geológicos, y que nos quedan como profundos ojos de mirar sereno, ignorando… o no, el final que les espera, aunque bien es verdad que, como todo ser vivo, los hay que mueren, pero también que nacen… a nuestro juicio fruto del mismo fenómeno.
Pero como estamos para disfrutar aprendiendo y aprender disfrutando, comenzamos. Y lo vamos a hacer en el
Parque Natural Posets Maladeta, porque nuestra ruta de hoy da comienzo en
Es Plans, un paraje quizá más conocido como
Campamento de la Virgen Blanca, muy próximo ya a
Biadós y su idílico valle, en los confines de la
Bal de Chistau, donde se funden las aguas de los dos ríos principales, el
Zinqueta de Añes Cruzes y el
Zinqueta de la Pez, dos hermanos homónimos, que toman su apellido de su lugar de origen. Desde ahí, desde
Es Plans decimos, bajamos para cruzar la palanca sobre el primero de los mencionados y dejarnos ya acariciar por el ambiente del bosque, más encantado que nunca tras las lluvias de estos últimos días. Un trazado que monta sobre el
GR 19 o
Sendero del Sobrarbe, y que nos va bajando, al compás del río, hasta que en un cuarto de hora tomamos un desvío a mano izquierda, con las señales verdes del parque.
La subida por el sendero del bosque es pendiente, pero se hace de forma agradable. A punto de salir del bosque a unos claros, dejamos a la derecha el paraje que llaman el Castellazo, que calla más de lo que muestra. Al cabo de una hora de sendero nos topamos con un resalte de piedras que hay que superar echando las manos, pero sin más complicaciones, continuando por el sendero de bosque hasta llegar al desagüe del primer ibón de la ruta, el Pixón, que reposa bajo las Rechanzadas, unos enormes paredones que lo custodian. Primer ibón, primera parada, primer bocado a orillas de una refulgente lámina de agua que refleja el sol que templa el fresco y húmedo ambiente con el que hemos empezado la ruta hace dos horas.
Inmersos ya en el mundo granítico, continuamos nuestra marcha por la traza señalizada con las marcas verdes del parque, hasta alcanzar en tres cuartos de hora el siguiente ibón, el de la Solana, con su característica isleta central, cuya contemplación merece otra breve parada. El pico del Turmo, las Agujas del Sen, vigilan de cerca esta otra maravilla de origen glaciar, que ha llegado hasta nosotros y que no podemos por menos que admirar, agradecer y desearle larga vida. Breve parada, como decimos, para echar otro bocado y reponer fuerzas, que aún queda algo de ascenso para los siguientes. De hecho, tenemos que acometer la subida a nuestra mayor cota de hoy, situada a unos 2570 msnm, antes de cambiar de cuenca, e ir bajando ya hacia los dos siguientes y últimos ibones.
Sin dejar de admirar el entorno, continuamos, pues, con nuestro descenso por los bolos graníticos para llegar ya al tercero, el de Leners, sin bajar de la cota 2500, bajo los imponentes paredones de los Eristes, un grupo de tres miles a los que no tenemos el gusto de haber visitado todavía, pero que, como muchas otras cosas, también tiene remedio. Hemos pasado el punto más alto de la ruta, y ahora estamos en el ibón más alto, en cuyas orillas asistimos a una clase magistral del amigo Kike, que nos despliega un gran mapa que muestra las distintas eras geológicas por las que ha pasado nuestra cordillera pirenaica y sus efectos sobre el terreno, y que, con el apoyo de Miguel nos va explicando apasionadamente, los distintos movimientos tectónicos, los cabalgamientos, la composición de las rocas, las viejas, las jóvenes, las duras, las blandas, las erosiones… en fin, demasiada información para legos, pero que se agradece, porque ayuda, y mucho, a comprender lo que se ve, y todo ello en este incomparable marco, con el telón de fondo de las paredes suroccidentales del Espadas que, como dice, es un escenario único en todo el Pirineo.
Entre unas cosas y otras, se nos va casi una hora, una hora de auténtico disfrute sensorial e intelectual. Este ibón del que salimos, y el siguiente, aunque algo en precario, están represados, cuyo aprovechamiento hidroeléctrico forma parte del complejo Lafortunada-Cinqueta, considerado el mayor de los Pirineos, es por eso que a partir del ibón de Leners vayamos viendo ya artificios que afean el entorno, pero con la ventaja de que ya tenemos una traza de sendero más cómoda y definida, pasando por el siguiente y último hito de la jornada, el ibón de Millars, donde volvemos a aprovechar para pasar un rato en sus orillas, disfrutando de sus calmas aguas y de la paz que transmiten, con esos reflejos del sol y de las montañas cercanas, en un ambiente puro de Alta Montaña.
Continuamos bajando, y en un cuarto de hora nos incorporamos al
GR 11.2, que sube, o baja, según le dé, del
collado de la Forqueta, o de
Eriste, que también se llama. A partir de aquí ya todo es bajar y bajar parejos al
barranco de la Ribereta. Se pasa por una curiosa fuente con una formación ferruginosa, del
Incante, la llaman los locales, y poco a poco se llega a la palanca para cruzar el
Zinqueta de Añes Cruzes, subiendo para incorporarnos al
GR 11, que decididamente nos lleva ya al
refugio de Biadós, donde podemos optar por hacer el último alto en el camino o seguir bajando, como un cuarto de hora, hasta los vehículos, cerrando así una preciosa circular visitando cuatro de los muchos ibones que alberga el ambiente granítico.
En total, han salido 14,1 km, recorridos en un tiempo total de 7h 50’, con dilatadas paradas, y salvando un desnivel acumulado total en torno a los 1080 m D+/-, con los amigos de Aínsa y Boltaña, a los que estamos agradecidos por habernos ofrecido esta magnífica ruta.
Imagen cedida por Álberto Bosque