domingo, 28 de marzo de 2021

Muela del Horcajuelo, La Muela y el Cerro Morrón, por Morana

 


IXOS MONS
Muela del Horcajuelo (1707 m)
La Muela (1663 m)
Cerro Morrón (1730 m)
Sábado, 27 de marzo de 2021

            Mucho se ha escrito sobre el Moncayo. Mucho el Moncayo ha inspirado a escritores, poetas, viajeros… o simplemente a personas sensibles, que han encontrado en su magia un instrumento para vehicular sus sentimientos, como los que expresaba Gustavo Adolfo Becquer, el poeta sevillano que pasó un tiempo en el monasterio de Veruela, desde donde escribió sus famosas Cartas desde mi celda, de las que entresacamos: “…me he empapado de inspiración a la sombra de los seculares bosques que cubren la falda del Moncayo, por entre cuyos laberintos de verdura corren esas aguas limpias y transparentes cuyo rumor convida al reposo y a la calma”. Bueno, pues hoy nos viene que ni pintado para dar comienzo a este relato de una nueva salida, porque se lleva a cabo precisamente por esas faldas, por laberintos de verduras, por entre aguas limpias…



            Hace cuatro años, enfrascados nos hallábamos en los contenidos del libro “100 cimas, 100 paisajes. Aragón comarca a comarca”, y que de la mano de Prames se publicaba hace ahora justo tres años. En él se recogen las rutas de ascenso al punto más alto de cada una de las 33 comarcas aragonesas, más otras dos cotas de interés, que más el Aneto suma el mítico centenar de montañas. La sierra del Moncayo articula tres comarcas: Tarazona y el Moncayo, el Campo de Borja y la del Aranda. Nueve ocasiones, pues, para acercarnos a esta tierra y sus encantos. Hace cuatro años, decimos, tocaba venir por aquí para hacer esta ruta, variada y completa ruta, que combina el tránsito por dos barrancos de gran interés, con el ascenso a tres cotas que, si bien no tienen la altitud del pico San Miguel (con sus 2314 metros, máxima altura de la provincia de Zaragoza y del Sistema Ibérico en su conjunto), sí que gozan del mismo ambiente de Alta Montaña, no envidiando para nada a muchas rutas pirenaicas.



            Hemos querido recuperar del año perdido esta incursión al Moncayo, un escenario poco frecuente para la Sección de Montaña del Club Pirineísta Mayencos de Jaca, para venir a estos lugares siempre mágicos. Aunque discurre íntegramente por el término municipal de Añón, es a Alcalá de Moncayo donde acudimos para el inicio de la ruta para dirigirnos por el camino de Albeca, y tomar luego ya el de Morana, que es PR-Z 3 desde el pueblo. A unos 4,7 km encontramos un parquin donde dejamos el vehículo. Hasta ahí, tres puntos de interés. El primero lo encontramos en una carbonera recuperada y puesta en valor, recordemos que es zona de carrasca. El segundo, el refugio de El Tejar. Y el tercero, que al poco antes de dejar el coche, salta a la vista unos corrales que albergaban un proyecto de recuperación de la Cabra Moncaína, en riesgo de extinción… como lo han hecho las instalaciones.








            Tomamos el PR-Z 3, y antes de entrar en la senda, se discurre por un ancho espacio de camino adaptado, hasta una plataforma habilitada como mirador. Enseguida sale el arroyo a tu encuentro, y que te va a someter durante dos horas y media a una constante yincana en la que te enreda en un juego de cruzarlo y volverlo a cruzar incontables veces con audaces y divertidos contorneos integrado en una espesura que, salvando las distancias, recuerda las zonas subtropicales del Himalaya, por su exuberancia, por su frescor, por sentirte permanentemente acompañado de esos invisibles seres que pueblan el bosque. Un bosque en el que destacan grandes ejemplares de acebos, cuyos pies hembra ofrecen esas características bolas rojas. 





            A los veinte minutos del comienzo se abre la circular, en un punto próximo a la unión de los dos barrancos, el de Morana, por el que subimos, y el de Horcajuelo, por el que regresaremos. Aquí abandonamos el PR-Z 3, dejándolo a la izquierda, tomando nosotros el sendero de la derecha. En otros veinte, dejamos a la izquierda una cabaña, y al poco alguna de las instalaciones de la central de Morana. Ya se ha cruzado el arroyo en varias ocasiones. Tras la central se discurre junto a una estrecha acequia por la que se apresuran las aguas, y que recuerda a las levadas de la isla de Madeira. La diversión está asegurada en los interminables cruces del barranco, estando colocadas las piedras estratégicamente para dar el paso, así como algún pasamanos, pero aun con todo, en esta época del año con más caudal no es difícil catar el agua. Sobre el trazado del sendero, te vas encontrando hitos, pero hay que estar muy pendientes porque hay algún tramo en el que se pierde la traza, lo que hace agudizar la atención.



            La salida de la vegetación viene acompañada de unos saltos de agua, que contribuyen al cambio de ambiente. Al paso por la umbría de la Tellana, y antes de acometer el ascenso, a las dos horas y tres cuartos, se hace obligada una parada para echar un bocado, mientras contemplamos esas aguas que proceden del prado Herrería, y que plácidamente remolonean antes de decidirse meterse en el barranco. Estamos en las estribaciones del Lobera, uno de los grandes del eje principal del Moncayo. Sin llegar al collado, se efectúa un brusco giro a la izquierda para subir a nuestra primera cota, la Muela del Horcajuelo, que se alcanza en veinte minutos, y que nos ofrece unas espectaculares vistas sobre la dehesa y también sobre nuestros próximos objetivos, aupados a un gran macizo al sur de donde nos encontramos.


            Bajamos al collado, donde nace el barranco de Horcajuelo, y que tenemos que descender, pasando por los Corrales de Arriba, cuyos restos atestiguan esa antigua construcción de piedra seca. Más adelante los de Abajo, todavía en pie. Al fondo de la vaguada nos cruzamos con el GR 90* y el antedicho PR-Z 3, que tomaremos para el regreso, porque antes, hay que alzarse a esta enorme mole para alcanzar La Muela y el Cerro Morrón. Una vez en la pista nos introducimos por un barranco en dirección SE, por el que la hierba va dejando paso al canchal y luego al roquedo. Hay que irse desviando hacia la derecha, para alcanzar los 1663 metros del punto más alto de la primera cota, que sigue perteneciendo a Añón (comarca de Tarazona y el Moncayo), aunque sin ningún esfuerzo alcanzaremos la mismísima cornisa, que es de Purujosa, comarca del Aranda, a donde tiene unas extraordinarias vistas, incluida la Muela de Beratón, que compartimos con la vecina Soria. Estas dos últimas también fueron objeto de una visita anterior para dicha comarca en el citado trabajo.






            Un ligero descenso para subir a nuestra tercera cota del día, la más alta de ellas, el Cerro Morrón, con su vértice geodésico, y sus grandes vistas hacia las Peñas de Herrera y la Tonda, que también contamos con ellas para la comarca del Campo de Borja. La cara norte de este macizo se muestra aparentemente inexpugnable, pero buscando siempre se encuentra alguna debilidad para el descenso, que lo hacemos a través de una delicada canal, que nos conduce ya a las laderas próximas a la pista, donde volvemos a tomar, ya definitivamente, ese PR-Z 3, que por el barranco del Horcajuelo nos lleva hasta los vehículos, pasando por debajo de esa característica formación que llaman la Torre de Morana. Al poco se cierra la circular y se ven abrazarse ambos barrancos en unas mismas aguas, donde hay quien dice que es la formación de la Huecha, aunque no es eso lo que dicen los mapas, y que tras 51 km desemboca directamente en el Ebro.






            Bueno, pues una más que interesante y variada ruta, en la que hemos combinado el paso por barrancos con rabiosa vegetación, con puertos de montaña y con el ascenso a cotas que no envidian para nada a muchas de nuestros Pirineos. En total, han sido 19,6 km, recorridos en 8h 15', con un desnivel total acumulado de 1190 metros D+/-, por lugares solitarios moncaínos. 





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Peña del Sol, sobre Marcuello y sus dominios

IXOS MONS
Peña del Sol (1286 m)
Miércoles, 24 de marzo de 2021

            Aunque visitada ya en alguna ocasión, no nos importa repetir nuestras andanzas por esta zona porque, aunque lo parezca, nunca es igual. Los montes, los valles, aparentemente siempre son los mismos, pero cada día los alumbra una luz diferente, cada día los vemos con una mirada diferente, cada día vamos con gente diferente. La sierra de Loarre es una de esas que marcan la frontera paisajística entre la Hoya de Huesca y el Prepirineo, también es marca de aquellas contiendas medievales. Geografía e historia que se entremezclan con nuestro disfrute.



            Partiendo de la localidad de Linás de Marcuello, perteneciente a la comarca de la Hoya de Huesca, se toma el GR 1 o Sendero Histórico, que asciende por camino, a tramos calzado, hasta la ermita de su Virgen y las ruinas del castillo, aunque sería mejor citarlo en singular, porque tan solo permanece en pie una de las paredes. Para llegar al conjunto se accede por la parte norte, por donde impresiona esa pared, como imaginamos impresionaría a quien tuviera que acometer su conquista. Se llega a un punto equidistante entre esto y la ermita de San Miguel, a la que luego acudiremos, porque hay que visitar primero la que está junto a lo que queda del castillo, para asomarnos a su impresionante atalaya sobre la cuenca del Gállego, con un río que, desde que se libera del congosto de la Peña y los mallos de Riglos y Peña Rueba, se ensancha a placer, hasta se morir en el Ebro en su mismísima capital. 










            De vuelta, seguimos ruta, pasando por esa ermita de San Miguel (siglo XII), de estilo románico avanzado, y que según leemos en Románico Aragonés, no parece que perteneciera al conjunto castrense, puesto que el castillo ya poseía su ermita, por lo que más se piensa que pudiera ser vestigio de un viejo poblado ya desaparecido. Cruce de caminos, con la pista que viene de Sarsamarcuello y se dirige al Mirador de los Buitres, de obligada visita también, aunque en esta ocasión no lo hacemos. Dejamos el GR 1 y tomamos el PR-HU 99 para continuar ya por sendero en dirección a esa Peña del Sol que está viendo nuestros movimientos desde el mismo comienzo de la ruta. Unos peñascales que se asoman al sol que más calienta. En muchas, muchísimas ocasiones nos preguntamos por la etimología de los términos, pero en esta lo tenemos claro.







            Un cuarto de hora de tránsito por sendero para llegar a una pista, con una amplia panorámica sobre el Gran Norte, desde el Anie hasta Collarada, pasando por Ezcaurri, Peña Forca y Lenito que se aúpan para asomar por encima de San Juan de la Peña, Bisaurín, Lienas de Bozo y Garganta, Aspe… Todo un mundo blanco todavía, y que rasga el azul del cielo que lo cobija. Fuerte subida por pista hasta alcanzar el desvío, indicado por una tablilla, para entrar ya en el bosque camino de esa Peña del Sol que espera nuestra visita. Pero antes de llegar a la cota que, con su vértice geodésico, está a 1286 metros, no podemos por más que asomarnos a otro impresionante balcón por encima de esos peñascales que marcan la identidad de este monte, situado en el extremo occidental de la sierra de Loarre, cuando se rinde a beber del Gállego.






            Junto al vértice, nos encontramos un buzón de cima, que se nos antoja reciente, en el que encontramos el cuaderno de notas, al que aportamos la nuestra. Bocado, más contemplación, y volvemos sobre nuestros pasos hasta el desvío, para continuar por la pista como unos cinco minutos para meternos por un sendero, sin dejar ese PR-HU 99, por un tramo no demasiado cómodo. En veinte minutos más se cruza una pista por la que discurre el Sendero Natural de la Hoya de Huesca. La ruta continúa por el costado de un pinar hasta dar con una pista, que siguiéndola dejamos Sarsamarcuello abajo a la izquierda, y nos lleva hasta Linás de Marcuello, el punto de partida, con una bonita imagen del conjunto religioso-castrense que hemos visitado al comienzo.





            Una bonita mañana, bajo los cielos de la Hoya de Huesca, recorriendo parte de su geografía e historia, a lo largo de 10,5 km, en 4 horas, y salvando un desnivel acumulado de 605 m D+/-.





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