miércoles, 22 de marzo de 2023

Faja Pleitada, el sendero inédito

                                                           Año XII. Entrega nº 805


IXOS MONS
Faja Pleitada
Martes, 21 de marzo de 2023

            “… soportando el encanto de una naturaleza más sonriente, me enternecí cuando volví a ver los prados, la luz y los bosques, emergiendo, en una ardiente tarde de verano, de estas regiones fúnebres y dañadas por el rayo. A la izquierda, en lo alto de los precipicios bronceados del Collarada, y sobre lisas paredes nevadas devoradas por los siglos y el viento, erraban todavía nubes salvajes y sangrantes, restos de la tormenta que se había alejado”.

Leído en el libro Recuerdos de un montañero, de Henry Russell. 



            El francés Henry Russell fue uno de los precursores pirineístas, realizando su actividad entre los siglos XIX y XX, y quizá más importante que sus conquistas, que lo fueron en el ámbito deportivo, lo fue en el sentimental, porque lo hizo, y lo sigue haciendo, de nuestros corazones por su alta capacidad para llegar hasta ellos a través de su pluma que, fielmente, recogía los posos de los recuerdos de sus andanzas a una y otra vertiente pirenaica. Una de las grandes montañas en la que puso su punto de mira es el Collarada, reina de un gran macizo calcáreo, perteneciente a las Sierras Interiores de nuestra cordillera. Techo de la comarca de la Jacetania, que no ve mayor altura hasta el Cantábrico, la alcanzaba por un itinerario que quedó impregnado con su nombre, la vía Russell, que ya recorriéramos hace unos años.

Imagen de Leyendas y montañas



            Esto viene a cuento porque es el comienzo de nuestra ruta de hoy, ya que la iniciamos por lo que actualmente está marcado como tal. Con el amigo Manuel, experimentado montañero y muy conocedor de estas montañas, emprendemos la marcha en el cementerio de Canfranc, punto de paso del Camino de Santiago, para incorporarnos a él en dirección contraria, atravesando la población junto al río Aragón y cruzándolo por el puente de arriba. A los pocos pasos encontramos a la derecha la indicación para tomar el desvío que sube al ibón de Ip por la Besera, también recorrido en alguna ocasión. El bosque nos envuelve, y al cuarto de hora lo sigue haciendo a partir del desvío para la vía Russell, desprovista de la tablilla que lo anunciaba y que hay que estar atentos para no pasarse, porque únicamente hay una baliza.



            El camino se va empinando más, incluso con algún tramo de fuerte inclinación, hasta que al cabo de algo más de media hora, siguiendo las marcas de PR, se alcanza una planicie herbosa que se asoma al valle, lugar conocido como el mirador Porrató, que nos aguarda con unas extraordinarias vistas del entorno. Hora y cuarto hasta aquí. Dejamos la vía Russell a Collarada, dando comienzo al “sendero inédito”, para lo cual hemos de descender por una ladera herbosa dirección sur, e ir siguiendo las pocas marcas que hay y algún hito, siendo bastante intuitivo el recorrido. Se atraviesa el barranco Cherimosas, que encontramos con algo de nieve. Continuamos por la otra vertiente, con algún que otro tramo, también, delicado, tanto de subida, en el que encontramos una cuerda fija, como de bajada.





            En un claro del bosque nos llama la atención una enorme roca que se asoma al abismo, y que nos hace señas para que la subamos y poder ver lo que ella ve. Aceptamos el reto, y al cabo de algo más de media hora desde el anterior barranco, cruzamos otro, con una sorprendente pared tapizada de musgo, por donde se deslizan las aguas (no creo que todo el año), del recién nacido barranco de Campanales (o Campaniles, según mapas), al filo de cambiar de término municipal, pues entramos en el de Villanúa. A partir de aquí hay que estar muy atentos, porque al cabo de un cuarto de hora, sin que sea evidente sobre el terreno, hay que emprender una subida en zigzag a la izquierda para ir ganando altura entre el bosque, hasta llegar a un ancho camino, donde damos por terminado nuestro “sendero inédito” tras casi hora y media de recorrido, por lugares poco transitados, y que son la delicia de la fauna silvestre. 




            Estamos ya en un claro del bosque, y los 1690 metros de altitud dan la mayor altura de la jornada de hoy. A partir de ahora abandonamos el constante subibaja del que venimos “disfrutando” desde el mirador, para iniciar un prolongado descenso, que pasa primero por recorrer diez minutos esta trocha y llegar a un desvío, desde el que ambos ramales conducen al camino del barranco de Azus a distinta altura. El de la izquierda sería más conveniente si nos dirigiéramos a la Trapa, pero como hemos de hacerlo para terminar la circular en el cementerio de Canfranc, nos interesa más tomar el de la derecha, que nos saca, igualmente a Azus, para recorrerlo unas decenas de metros y tomar un desvío a la derecha, marcado con señales de SL, que nos vuelve a introducir en el espeso bosque.


            Tras innumerables zetas, a lo largo de casi una hora, en la que volvemos al término de Canfranc, nos saca al camino de Santiago, que tan solo nos queda recorrerlo diez minutos hacia el norte para cruzar el río Aragón por el puente del cementerio, punto de partida de esta interesante ruta de hoy, que ha sido compartida por el tramo inicial de esa vía Russell, y que se ha abandonado para realizar esta inédita ruta por las largas faldas que esta impresionante montaña de Collarada extiende hacia el oeste, sobre Canfranc, cuya primera mención encuentra Antonio Ubieto en los documentos de Lacarra (nº 7) en 1090. Emplazamiento éste, casi milenario, que a lo largo de los tiempos ha sido favorecido por diversas concesiones debido a su condición de fronterizo y de escasos recursos para sobrevivir, estando exento en alguna época del pago de impuestos con la condición de tener expeditos los caminos que conducían al país vecino.


            Otros tiempos, difíciles de imaginar desde nuestro acomodado vivir actual, que alternamos con estas incursiones a la montaña, como la de hoy, que nos ha supuesto una distancia de 8,8 km, recorridos en 4 horas 25 minutos, con unos 800 metros de desnivel acumulado D+/-.


Bibliografía:

Recuerdos de un montañero. Henry Russell. Barrabés editorial (1984)

Los pueblos y los despoblados I. Antonio Ubieto Arteta. Anubar (1984). 

Web:

Club Pirineos  

Wikiloc  

RAE  

Geamap 

Hijo de la Tierra  






Las fotos y el track, que puede no ajustarse exactamente a la ruta, dada la frondosidad del bosque en algún tramo

lunes, 20 de marzo de 2023

Nabaín, el anticlinal de Boltaña

                                                   Año XII. Entrega nº 804


Del blog Fósiles de Sobrarbe

IXOS MONS
Nabaín (1798 m)
Sábado, 18 de marzo de 2023

            "En los Pirineos encontramos muchos ejemplos de discordancias que nos ilustran acerca de los cambios de paisaje que se sucedieron en este rincón de la Tierra. En realidad, los Pirineos conservan los restos de dos grandes cordilleras: una cordillera antigua (Cadena Varisca), formada hace unos 250 millones de años durante el período Carbonífero, y la reciente cordillera Alpina, que es la que configura el relieve actual de los Pirineos".

            Leído en la Guía Geológica del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.



            En alguna ocasión ya hemos dicho que la geología y el clima son los dos factores que determinan el paisaje. De nuevo, los dos potentísimos parámetros que rigen la vida en este planeta, que son el espacio y el tiempo, se unen para entrar en acción y demostrar que lo que ha ocurrido durante el tiempo, y nos referimos a todo el tiempo, a todo, haya sido el desencadenante para obtener el espacio actual, el paisaje. O dicho de otra manera: imposible comprender el espacio, y como tal, el paisaje, sin hacerlo del tiempo, que escribe sus, en ocasiones torcidas líneas en él, aunque eso es solo la punta del iceberg, ya que los estudiosos no se conforman con lo que se ve, y van en pos de lo oculto bajo tierra. Es la geología, la ciencia que estudia la historia del globo terrestre, según la RAE, así como la naturaleza, formación, evolución y disposición actual de las materias que lo componen.


            Y si unimos todo ello, con una magnífica excursión a uno de los muchos santuarios geológicos existentes en el Sobrarbe, con un buen puñado de amigos, es más, si a eso le añadimos la concurrencia de un erudito como es Kike Fernández, son los ingredientes perfectos para pasar una extraordinaria mañana enfrascados en tan apasionante tema. A tal fin nos llegamos hasta la pequeña aldea de Ascaso, donde nos encontramos con él para auparnos en lo que, a priori, nos parece a los legos una montaña más que, aunque reconocemos que todas son distintas, en esta, como en otras materias de las ciencias naturales, solo sabemos mirar, faltándonos la instrucción necesaria para, además, ver.


            Vamos para allá. Entre el kilómetro 447 y 448 de la N-260, en el eje del río Ara que, junto con el del Cinca, vertebran la comarca del Sobrarbe, entre Jánovas y Boltaña encontramos el desvío para subir a Ascaso, por algo más de cuatro kilómetros de pista asfaltada. En ese recorrido nos encontramos los restos del caserío de Santa María de Ascaso. Un poco antes de llegar a la población se comienza la ruta, pero antes, unas breves explicaciones de Kike para contarnos eso, que el paisaje nos da las pautas de lo acontecido a lo largo de los millones de años que nos preceden, y en concreto los dos grandes movimientos que han dado lugar al paisaje actual, el Varisco y el Alpino, como se mencionaba al principio.


            Tras ello, manos a la obra. Se trata de una ruta corta, pero potente en desnivel, ya que en poco más de 3 km se suben unos 800 metros. Da comienzo superando unas cortas gradas y pasando por un estrecho tramo, asegurado por sirga. Enseguida ya nos incorporamos a una gran laja caliza, al lomo del anticlinal, llamado chamela en términos geológicos. A lo largo de este tramo vamos haciendo paradas que vienen bien para tomar resuello, y en las que, con pasión, nos va explicando que estamos sobre las calizas más jóvenes del Sobrabe, en las que podemos descubrir innumerables restos fósiles. Se trata de roca sedimentaria compuesta en gran medida por carbonato de calcio, y que conforman las Sierras Interiores de los Pirineos, como esta en la que estamos, tan próxima al macizo de Treserols.


            Alcanzamos la cornisa oeste, que nos da vista a la gran depresión que el río Ara ha ido formando en los últimos millones de años, y que ha partido en dos este Anticlinal de Boltaña, estando enfrente mismo el macizo de Ferrera con esas vistosas y elegantes ralleras que van buscando el lecho fluvial, quedando casi verticales, objeto de un salvaje plegamiento. Continuamos y pronto se le bajan los humos a la cuesta. La mirada atrás nos reconforta al ver la Peña Montañesa velada por unas juguetonas nubes, así como esta pequeña población de Ascaso. Dejamos atrás el desvío a Jánovas y continuamos entre erizones, hasta llegar a otro desvío, el de Yeba, un poco antes de llegar ya a lo más alto de este monte, culminado por los restos de la ermita erigida a santa Marina, destruida en alguno de los escarceos acorralando a la famosa 43 División.






            La nubosidad reinante nos niega las vistas sobre el gran macizo de Treserols, y toda su compañía, que es mucha y buena. Al norte, la vista se bandea por la Solana de Burgasé; y al sur por la unión matrimonial del Ara y el Cinca, hasta que la muerte los separe, que no lo va a conseguir porque, a poco que nos fijemos en el Gran Libro de la Naturaleza Viviente, todo en ella es circular, por lo tanto, eso de la muerte no va a suceder, tan solo se transforma, tan solo se cambia de materiales. No encontramos mucha información con relación a esta ermita, cuyos orígenes, ¿cómo no?, están vinculados a la aparición de la santa. Tan solo quedan las paredes en pie, y seguramente habría razones de peso para colocar encima de una de ellas el vértice geodésico, que no es el primero que vemos en esas condiciones, pues en el santuario de la Virgen de Herrera (Herrera de los Navarros) también lo vimos.







            Y no mucho más lo que podemos contar, porque el fresco se empieza a notar y las nubes cumplen su amenaza, así que, sin perder tiempo, emprendemos el descenso por el mismo itinerario, hasta llegar a los vehículos. Como queda tiempo, nos acercamos al extremo sur del anticlinal, donde se ubica la población, de calle única, compuesta por cuatro o cinco casas y lo que queda de la parroquial de San Julián. La primera mención que nos relata Antonio Ubieto fue la del 4 de septiembre de 1130 cuando se citaba “como señor a Pedro Blasco en Ascaso” (Ubieto Arteta, Jaca, nº 4 pág, 62). También nos cuenta que llegó a tener 65 habitantes en 1857, y 22 en 1970. Finalmente, el tiempo nos ha dado un respiro para poder pasearnos por esta aldea, que presume de tener la muestra de cine más pequeña del mundo. Sea por muchos años.




            Y así damos por finalizada esta salida didáctica, de la mano de Kike Fernández, habiendo recorrido: 6,1 km, en unas relajadas 4 horas y 20 minutos, salvando un desnivel acumulado total en torno a los 795 m D+/-. Aunque la cosa no termina aquí, que esto ha sido para hacer gana y terminar en torno a una larga mesa en Boltaña.


Bibliografía:

Los pueblos y los despoblados I. Antonio Ubieto Arteta. Anubar (1984). 

Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Guía geológica. Instituo Geológico y Minero de España (IGME) y Organismo Autónomo Parques Nacionales (OAPN). 2020

Web:

IGME 

Despoblados en Huesca 

Comarca de Sobrarbe 

Cine Ascaso 

SIPCA  

Geoparque Pirineos  

Piedras sagradas 

Fósiles de Sobrarbe  

CAS 

Wikiloc  

RAE  

Geamap 

Hijo de la Tierra 





Las fotos y el track