sábado, 9 de diciembre de 2023

Trinidad, Foz de Lumbier y vía verde de "El Irati"

 Año XII. Entrega nº 849


IXOS MONS
Trinidad (845 m)
Miércoles, 6 de diciembre de 2023

            “A partir de Villaveta el Irati gira decididamente hacia el SE encaminándose hacia Sangüesa después de haber cruzado la barrera del Prepirineo por la impresionante Foz de Lumbier”. Cayetano Enríquez de Salamanca.



            Pareciera que una ruta de media montaña, como ésta, pudiera estar exenta de grandes emociones, pero nada más lejos de la realidad, pues en su relativo corto trazado están condensadas muchas de ellas y, si a eso le añadimos la variedad atmosférica con la que nos ha ofrecido la mañana, y que nos movíamos por terreno ignoto, ha superado con creces todas nuestras expectativas. Y si discurrimos por dos Reservas Naturales, como son Los Acantilados de la Piedra y San Adrián, y la Foz de Biniés, qué más se puede pedir.



          No tiene grandes alturas, pero las suficientes como para auparse sobre un gran valle, compartiendo las vistas de las que disfrutan esas grandes aves carroñeras tan imprescindibles para mantener limpio el ecosistema. Pero también tiene misticismo, tiene tránsito por un bojedal, con el misterio que le da la niebla, tiene acantilados, con caprichosas formas y no formas, tiene una gran dehesa y tiene el río. 



            Un río, el Irati, al que acompañamos en uno de los tramos finales, circulando por donde durante décadas lo hacía el ferrocarril de “El Irati” (1911-1955), el primero electrificado de España, señalizado como parte de un SL y también como Camino de Santiago, en una de sus variantes. Y con ser mucho no lo es todo, porque la guinda de la tarta es esa Foz de Lumbier que el río Irati, con su recién incorporado Salazar han sabido labrar entre las calizas del extremo más occidental de la sierra de Leyre.



            Vamos con todo. En los estertores del otoño, en días anticiclónicos como éste, se suelen intercalar algunos con nieblas que no animan mucho a echarse al monte, pero que en algunas ocasiones reconocen el esfuerzo y se dejan disipar por el calor del sol, como luego veremos. 





            Partimos de las bodegas Azpea, junto al tardo medieval puente de las Cabras, que ve pasar las aguas del río Salazar poco antes de rendirse al Irati. Tomamos la carretera que se dirige al camping, y al poco nos metemos a la derecha por una pista, y así, sucediendo tramos de pista y de senderos llegamos hasta la Estación IV del vía crucis, completando la secuencia, por empinados senderos, hasta el XIV y último, justo debajo de la ermita de la Trinidad, a donde llegamos al cabo de tres cuartos de hora inmersos en espesa niebla, pero en la confianza de que lo mejor estaría por llegar. Nos encontramos un templo de mediano tamaño, de nave única rectangular, con sencilla espadaña, que se ha visto beneficiado por varias reformas desde el siglo XVI que data su construcción. Todo ello en un bonito entorno que se reserva para sí las vistas… todavía. 





            Continuamos en dirección a la cresta de la Trinidad, dejando atrás la ermita, un pequeño belén en sus proximidades, y un recordatorio en forma de cruz muy próximo al acantilado. Guiados por puntos rojos, damos comienzo a un sinuoso sendero por entre bojes, sintiéndonos como los vehículos en el tren de lavado. Nos lo está haciendo desear este orache. Finalmente llegamos al vértice geodésico (845 m), donde comenzamos a ver las primeras muestras de que hayamos conseguido dar por finalizadas las condiciones atmosféricas que nos han traído hasta aquí, porque tenemos visibilidad ya por encima del manto de nieblas, y lo que es mejor, también por debajo, porque cual Velo de Isis se va despejando la mañana, ofreciendo una panorámica extraordinaria sobre todo el valle, presidido en este punto por Liédena, esa encrucijada de caminos. 





            La Higa de Monreal nos hace un guiño por encima de sus nieblas cuando comenzamos el descenso asistido por unas oportunas cadenas que nos dejan ya a pie de sendero. Un sendero, sinuoso también que, a los veinte minutos nos hace pasar por el primer arco, Cara de Elefante, leemos en algún sitio. Una singular oquedad en uno de los varios contrafuertes que la sierra ofrece hacia el sur. Continuamos por el sendero para alcanzar el segundo, mientras podemos contemplar estos acantilados desde abajo, no como los buitres, más arriba, que esperan a las cómodas térmicas para lanzarse a sus faenas. Dos horas y veinte minutos hasta aquí, conde aprovechamos en este segundo arco para echar un bocado.









 

            Seguimos camino, para llegar ya a una amplia dehesa colonizada por carrascas, propias del terreno. Entramos en el circuito del SL-NA 113, de 5,5 km y que vamos a recorrer en parte. Continuamos bajando, y ya en el término de Liédena, llegamos hasta a la vía verde de "El Irati", aprovechando el recorrido del antiguo tren homónimo, de vía estrecha, que desde 1911 hasta 1955 hacía el recorrido de Sangüesa a Pamplona, con mercancías, al que se incorporó posteriormente también el transporte de pasajeros, siendo el primer ferrocarril español electrificado. Acompañamos al río Irati un poco antes de rendirse al Aragón, con marcas de Camino de Santiago, una variante de la etapa Sangüesa-Monreal, que recala en Lumbier.





            Justo en la embocadura del primer túnel, a punto de entrar de nuevo en tierras lumbierinas, tenemos la oportunidad, que no despreciamos, de tomar un sendero colgado sobre un ensanchamiento del río, donde respiran las aguas del ajetreo de la foz, para visitar los restos del puente del Diablo, originario del siglo XVI, y destruido por las tropas francesas en el fragor de la guerra de la Independencia (1812). Un puente, también llamado de Jesús, seguramente para cambiar el signo, aunque ha prevalecido el primero mencionado y que, por tal nombre, no está exento de su correspondiente leyenda, vinculada, como frecuentemente a la compra de almas por el maligno, en este caso la de Clisatela, sirviente de una rica dama llamada Magdalena, que adolecida de una grave enfermedad la envió en busca de aguas curativas. Estamos en le embocadura de la foz, que nos muestra todo su atractivo.



            De vuelta a la vía verde, emprendemos el tránsito por el interior del primer túnel. A su salida, nos encontramos entre las bravas aguas del río y los acantilados, coronados por los pacientes buitres que esperan su momento para echarse en manos de las térmicas. Se alterna este tramo entre el primer y el segundo túnel. Al poco de salir de éste, abandonamos el congosto, en cuya entrada, salida en nuestro caso, tenemos un área de descanso. Un poco más adelante, el aparcamiento de pago (3 €), y ya poco más, continuar la vía verde hasta la carretera, tomar el desvío hacia las bodegas, y ya por la ribera del río Salazar, auparnos hasta el puente de las Cabras, muy cercano ya al punto de arranque.










            Una deliciosa ruta en la que hemos tenido de todo, sol, nieblas, vistas aéreas, elementos naturales de primer orden en este extremo occidental de la sierra de Leyre, incluidos en Reservas Naturales. Y todo ello en 4 horas y 45 minutos, a lo largo de 11,2 km, con un desnivel acumulado total en torno a los 625 m D+/-. Para no perdérselo.





Bibliografía:

Por el Pirineo navarro (de Baztán a Belagua). Cayetano Enríquez de Salamanca. El autor (1978)

Web:

Patrimonio de Navarra 

Ayuntamiento de Lumbier 

Mendikat

Albergues del Camino de Santiago 

Rutas Navarra 

Gran Enciclopedia de Navarra 

Espacios Naturales de Navarra

Wikipedia

Wikiloc  

RAE 

Fundeu 

IGN 

Geamap

Hijo de la Tierra

El Pirineo no se vende 




Las fotos, con sus comentarios, y el track

*La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.



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