IXOS MONS
Cruceta d'Alins (826 m)
Valdelamella (654 m)
Terreu (476 m)
Lunes, 29 de febrero de 2016
Continuamos
con nuestro periplo en pos del conocimiento de otros territorios menos
frecuentados, por no decir nada. En esta ocasión le toca a las tierras
templarias de la redolada de Monzón. Con el amigo Santiago Solá, del Club
Montisonense de Montaña, que agradecemos su esfuerzo, vamos a visitar unos
montes cercanos, y a comprobar de primera mano cuánto de bien han hecho estas
últimas aguas que han caído en esta campiña.
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Fuente renacentista, en Fonz |
Partimos de la
localidad de Fonz, cuyo nombre ya nos sugiere algo. Fuente, fuentes, aguas, y
no es de extrañar, porque está al pie de unas sierras calizas que filtran las
aguas de las generosas lluvias y que por algún sitio tienen que salir… Y no es
que salgan por el pueblo, no, es que el pueblo, fue fundado donde ellas se
encontraban. Y es algo que atestiguan los yacimientos arqueológicos de la Edad
del Hierro y del Bronce. Mucha historia, y en ocasiones convulsa, la que tiene
esta localidad, y que con orgullo lleva. Es algo de lo que te puedes impregnar
en un sereno paseo por sus calles, contemplando sus casas palaciegas y sus
fuentes renacentistas.
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Arrancamos por el GR 18 |
Pero vamos a
lo nuestro. Los GRs son senderos de Gran Recorrido que vertebran el territorio.
En concreto el GR 18 es el de La Ribagorza, pero cuyo extremo sur está
enclavado en esta localidad, en la actualidad del Cinca Medio, aunque históricamente
vinculada a su vecina norteña. Por él salimos, y pronto comenzamos a formar
parte de este rico “…paisaje compuesto
por diversos ecosistemas, que van desde campos de secano donde se cultiva el
cereal, almendros y olivos, hasta la abundancia de vegetación y masas boscosas,
compuestas por pinos, carrasca y boj…”, según reza en un panel informativo
a la salida del pueblo, y que no tardamos en comprobar personalmente.
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Verde campiña |
Dejamos atrás
el desvío para el Balcón del Cinca, y posteriormente el del Volcán, que nos
aguarda a nuestro regreso. Poco a poco, nos dejamos engullir por el paisaje del
solitario valle de Palau, habitado por viejas pardinas, algún campo cultivado,
balsas, y tranquilidad, mucha tranquilidad, tanta que entre ella andamos. A
destacar la Torre Balero, y la Basa Fechina, en cuyas proximidades arranca el
GR 23, que recorre La Litera. Nosotros seguimos fieles a nuestro GR 18, que
comienza a empinarse en busca de la Cruceta d’Alins, a cuyo collado llegamos
habiendo subido como 150 metros de desnivel, por un sendero muy bien trazado y
marcado.
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Sierra de La Carrodilla, con el Santuario |
Una vez
aupados a esta cota, se abre a nuestra vista la Sierra de La Carrodilla, en
todo su esplendor, sierra presidida por el Santuario de la Virgen del mismo
nombre. Por esta extraordinaria atalaya ya pasamos de regreso del Buñero,
máximo exponente de la citada sierra. A poniente tenemos este monte de la
Cruceta, al que hemos de subir, y por el que nos peleamos, sin salir indemnes
en la refriega, con las ramas de mil y un arbustos que a falta del ramoneo del
ganado, campa a sus anchas cerrando cualquier atisbo de sendero. Sea como
fuere, conseguimos llegar a lo que parece su máxima altura, lo que nos
permite un paseo visual por los 360º, y más porque no hay.
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Valdelamella y Volcán |
Volvemos sobre
nuestros pasos y arañazos, la coscoja no perdona. Collado, y bajamos al punto
de partida de esta subida, donde recordamos, arranca el GR 23 dirección Alins. Torre Balero, y
antes de llegar de nuevo a Fonz, tomamos el desvío indicado para la Mina
Flores, Volcán y Ojo de la Fuente, que seguro tienen su atractivo, pero que por
falta de tiempo hemos de dejar para otra ocasión. La Mina Flores, según reza en
un pequeño cartel, es una “Galería
abovedada de origen árabe, anterior al siglo XII, atribuida al moro Flores. En
1848, aprovechando el túnel excavado, el municipio proyectó trasvasar el agua
de un valle a otro, hasta el pueblo… El manantial de donde se quería obtener el
agua, es el mismo que abastece a Fonz, y es el llamado Ojo de la Fuente…”. Seguimos
nuestra ruta, y en poco más nos cruzamos con el Valdelamella, formado entre el monte
que a falta de nombre en los mapas así bautizamos, y cuyo topónimo proviene de
la gran profusión de almendros que seguro hubo por aquí en la antigüedad; y el
Volcán, llamado así este último por la aparición ocasional de alguna fumarola
producida por el contraste de temperaturas.
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Un lujo de entorno |
Nos disponemos
pues a subir al Valdelamella, una prominencia de menos de 70 metros, pero
cargados también de naturaleza viva. Buscando trazas de sendero, que no siempre
conseguimos encontrar, finalmente alcanzamos su máxima altura, que dejamos
marcada con un generoso hito. Este monte, más al sur que el anterior, nos da
vista ya al somontano de este Fonz, que también se deja ver. En su base, campos
de cereal, de todas formas y tamaños nos ofrecen una refrescante vista de
fosforito y esperanzado verdor.
Bajada por el
mismo sitio, o eso pretendemos, y a través de Valdelamella regresamos a Fonz,
donde terminamos este primer circuito tras 17,9 km, a los que le hemos dedicado
4h 50’ de tiempo total, del que 4h ha sido en movimiento, con un desnivel
acumulado de 820 m.
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Comienzo del Terreu |
Cambiamos de escenario. Nos
dirigimos a poniente de la comarca. Salimos de Monzón por la A-130 y al poco
tomamos la A-1223 dirección Berbegal. En el km 5 nos desviamos a la izquierda
para ir a Monesma, y siguiendo por la carretera, cada vez más deteriorada,
llegamos hasta las vías del tren. No las cruzamos y seguimos paralelos a ellas,
hasta el puente que pasamos por encima, y en 2 km más llegamos a una entrada a
la izquierda, donde podemos dejar los vehículos. En total, 18 km desde Monzón.
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Atalaya norte del Terreu |
Estamos al pie
de Terreu, un altozano que ha recogido las gravas de un Cinca que ha sabido cavar
su territorio. Un altozano pasto de los cierzos más airados, que linda con el
Somontano de Barbastro, con quien comparte paisaje. Un altozano con el que
vamos a concluir nuestras andanzas por estas tierras. A través de una ancha
vaguada, que acoge blandos materiales erosionados por las aguas y el tiempo,
pinos, muérdagos y matorrales aromáticos, vamos subiendo hasta alcanzar la
cornisa norte, que nos da vista a la enorme depresión del Cinca.
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Cumbre del Terreu |
Siguiendo por
el camino pronto divisamos el vértice geodésico, al que llegamos ya sin sendero
aparente. Está aupado sobre una zapata de cemento de varios metros de altura,
lo que le da juego para divisar el lejano horizonte a los cuatro costados.
Curiosamente está acompañado por un gran
montón de ordenadas piedras, de planta cuadrada, que va soportando los rigores
del tiempo. Nos gustaría completar el circuito con la visita a la Muela de
Terreu, en el extremo sur, pero será en otra ocasión. De modo que damos por
concluida la visita, tras un breve recorrido de 5,2 km, con 1h 10’ de tiempo
total, del que 1h ha sido en movimiento, para ascender 145 metros.
En total han
sido 23,1 km, con 6h de tiempo total, del que 5h han sido en movimiento, para
salvar un desnivel acumulado de 965 metros, en una jornada entre vientos y
soles, pinos y coscojas, romeros y tomillos, sobre terrenos calizos que juegan
con las aguas, y con un lujo de compañía. Para repetir. Sí.