VÍAS FERRATAS
Cubilillo os Fils (Riglos)
Sábado, 26 de febrero de 2022
El activista estadounidense y Premio Nobel de la Paz, Martin Luther King Jr., asesinado en 1968, a la edad de 39 años, por defender los derechos civiles, marcó todo un hito en esa lucha. De él traemos la famosa frase de: Si no puedes volar, corre, si no puedes correr, camina, si no puedes caminar, gatea. Sin importar lo que hagas, sigue avanzando hacia adelante, a lo que nos permitimos añadir que también hacia arriba.
Cuando miramos a los mallos de Riglos estamos viendo unas formaciones rocosas fruto de la acumulación de sedimentos del fondo de los mares mesozoicos, al igual que sus vecinos de Agüero o de Peña Rueba, llevadas a cabo en la Orogenia Alpina. Han permanecido hasta nosotros desde hace decenas de millones de años, ejerciendo una hipnótica atracción sobre el visitante, sin importar la cantidad de veces que los contemples, sin importar la cantidad de veces que los frecuentes, sin importar la cantidad de veces que los sueñes. Objeto de deseo por parte de los precursores de la escalada, desde hace décadas, ahí siguen, enhiestos, desafiantes. Hoy en día forman parte, las tres teselas independientes, del recientemente declarado Espacio Natural Protegido del Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba, y resaltamos lo de las teselas independientes, porque es eso, solo los espacios verticales, y nos preguntamos si ha sido así, intencionadamente, para no proteger los corredores que los unen, especialmente el amenazado, por tanto tiempo, río Gállego donde se reflejan estos gigantes.
A ese imponente espacio -de
Riglos hablamos- nos hemos dirigido para seguir un poco los criterios del defensor de la paz, porque… si no escalas, sube
ferratas. Ya que esas dimensiones nos superan, con esos caminos verticales equipados con elementos de seguridad sí que estamos a su altura. Pues dicho y hecho. Con amigos venidos de distintas procedencias, nos damos cita en una fría, pero radiante mañana, bajo esos portentos de la naturaleza para dejarnos llevar por nuestros pasos hacia ese
mallo Don Justo, junto al que se eleva el
Cubilillo os Fils, coronado por el
mirador de los Buitres, al que se puede acceder por pista desde
Sarsamarcuello, como hemos hecho en otras ocasiones. Al igual que lo hemos hecho en
otras ocasiones a través de este camino vertical, equipado hace décadas con clavijas, a la vieja usanza, y reequipado más recientemente con grapas, que facilitan su progresión.
Tomamos la pista que nos va metiendo por el barranco de la Mota, por donde discurre el Camino Natural de la Hoya de Huesca. En media hora dejamos la pista y tomamos el señalizado sendero a la derecha, que nos cruza dicho barranco; a los diez minutos pasamos por el punto por el que regresaremos, abriendo aquí la circular; y en diez minutos más alcanzamos la base de la pared, inicio de la vía. Nos colocamos los pertrechos e iniciamos el ascenso. Huelga decir que lo primero que se nos presenta es un tramo vertical, porque lo son todos, incluso alguno extraplomado. En diez minutos se llega a un descanso corrido, en el que aprovechamos para agruparnos, cabiendo de sobras los cinco. En el siguiente tramo unos árboles ayudan a la progresión, terminando en otra pequeña plataforma donde es más difícil esa agrupación, pero que un poco más adelante la verticalidad se vuelve tan solo inclinada, y en la que hay que extremar la precaución porque carece de línea de vida.
Una vez recorrido ese tramo, nos enfrentamos a otro bien vertical, con algún extraplomo de los mencionados, pero sin dificultad para superarlo. Se alcanza otra cómoda plataforma, en la que nos podemos agrupar de nuevo, incluso tomar algunas imágenes de grupo. Solo resta ya un corto tramo para terminar la vía ferrata, habiéndola terminado en menos de una hora, superando algo más de 120 metros de desnivel. Unos metros más de subida sin asegurar, y se alcanza el mirador de los Buitres, donde podemos emular ese vuelo de los necrófagos, aunque solo sea visualmente, teniendo a nuestro alcance las tres mencionas agrupaciones de conglomerados, los cercanos mallos de Riglos, la Peña Rueba, y más lejos los mallos de Agüero. Un inmenso placer y agradecimiento nos inundan al contemplar tan vasto espectáculo de luz, color y vida.
Tras echar un frugal bocado, emprendemos la partida hacia el cercano punto donde se inicia el descenso, que se realiza por un pendiente sendero, vertiginoso en algún tramo, equipado por un trozo de cuerda con nudos para poder asirte. Se deja atrás el desvío para el acceso a los rápeles, al que acudiremos en una próxima ocasión, y continuamos, ya pegados a la pared y conectados a la sirga, que nos lleva al paso de la cadena, corto, pero que hay que hacer sin perder la concentración. Un paso que nos conecta con el mallo Don Justo. A continuación, nos espera una estrecha chimenea con escalas para bajarla, siempre asegurados a la línea de vida, que nos asiste en lo que queda de descenso más pronunciado, hasta llegar al sendero, que ya se tranquiliza, como nosotros. Cerramos circular y salimos a la pista, para acercarnos al punto de partida con la grata sensación del deber cumplido.
En total, han salido 6,8 km, recorridos en 4 horas 10 minutos, y salvando un desnivel acumulado total de 480 m D+/-, dando así por terminada una muy buena mañana, en muy buena compañía, realizando una, también muy buena actividad, por senderos horizontales y verticales, al amor de estos gigantes, de estos portentos de la naturaleza como son los mallos de Riglos.
Las fotos (algunas imágenes son cedidas) y el track