domingo, 27 de febrero de 2022

Vía ferrata Cubilillo os Fils, camino vertical al mirador de los Buitres

 


VÍAS FERRATAS
Cubilillo os Fils (Riglos)
Sábado, 26 de febrero de 2022

            El activista estadounidense y Premio Nobel de la Paz, Martin Luther King Jr., asesinado en 1968, a la edad de 39 años, por defender los derechos civiles, marcó todo un hito en esa lucha. De él traemos la famosa frase de: Si no puedes volar, corre, si no puedes correr, camina, si no puedes caminar, gatea. Sin importar lo que hagas, sigue avanzando hacia adelante, a lo que nos permitimos añadir que también hacia arriba.



            Cuando miramos a los mallos de Riglos estamos viendo unas formaciones rocosas fruto de la acumulación de sedimentos del fondo de los mares mesozoicos, al igual que sus vecinos de Agüero o de Peña Rueba, llevadas a cabo en la Orogenia Alpina. Han permanecido hasta nosotros desde hace decenas de millones de años, ejerciendo una hipnótica atracción sobre el visitante, sin importar la cantidad de veces que los contemples, sin importar la cantidad de veces que los frecuentes, sin importar la cantidad de veces que los sueñes. Objeto de deseo por parte de los precursores de la escalada, desde hace décadas, ahí siguen, enhiestos, desafiantes. Hoy en día forman parte, las tres teselas independientes, del recientemente declarado Espacio Natural Protegido del Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba, y resaltamos lo de las teselas independientes, porque es eso, solo los espacios verticales, y nos preguntamos si ha sido así, intencionadamente, para no proteger los corredores que los unen, especialmente el amenazado, por tanto tiempo, río Gállego donde se reflejan estos gigantes.


            A ese imponente espacio -de Riglos hablamos- nos hemos dirigido para seguir un poco los criterios del defensor de la paz, porque… si no escalas, sube ferratas. Ya que esas dimensiones nos superan, con esos caminos verticales equipados con elementos de seguridad sí que estamos a su altura. Pues dicho y hecho. Con amigos venidos de distintas procedencias, nos damos cita en una fría, pero radiante mañana, bajo esos portentos de la naturaleza para dejarnos llevar por nuestros pasos hacia ese mallo Don Justo, junto al que se eleva el Cubilillo os Fils, coronado por el mirador de los Buitres, al que se puede acceder por pista desde Sarsamarcuello, como hemos hecho en otras ocasiones. Al igual que lo hemos hecho en otras ocasiones a través de este camino vertical, equipado hace décadas con clavijas, a la vieja usanza, y reequipado más recientemente con grapas, que facilitan su progresión.



            Tomamos la pista que nos va metiendo por el barranco de la Mota, por donde discurre el Camino Natural de la Hoya de Huesca. En media hora dejamos la pista y tomamos el señalizado sendero a la derecha, que nos cruza dicho barranco; a los diez minutos pasamos por el punto por el que regresaremos, abriendo aquí la circular; y en diez minutos más alcanzamos la base de la pared, inicio de la vía. Nos colocamos los pertrechos e iniciamos el ascenso. Huelga decir que lo primero que se nos presenta es un tramo vertical, porque lo son todos, incluso alguno extraplomado. En diez minutos se llega a un descanso corrido, en el que aprovechamos para agruparnos, cabiendo de sobras los cinco. En el siguiente tramo unos árboles ayudan a la progresión, terminando en otra pequeña plataforma donde es más difícil esa agrupación, pero que un poco más adelante la verticalidad se vuelve tan solo inclinada, y en la que hay que extremar la precaución porque carece de línea de vida.




            Una vez recorrido ese tramo, nos enfrentamos a otro bien vertical, con algún extraplomo de los mencionados, pero sin dificultad para superarlo. Se alcanza otra cómoda plataforma, en la que nos podemos agrupar de nuevo, incluso tomar algunas imágenes de grupo. Solo resta ya un corto tramo para terminar la vía ferrata, habiéndola terminado en menos de una hora, superando algo más de 120 metros de desnivel. Unos metros más de subida sin asegurar, y se alcanza el mirador de los Buitres, donde podemos emular ese vuelo de los necrófagos, aunque solo sea visualmente, teniendo a nuestro alcance las tres mencionas agrupaciones de conglomerados, los cercanos mallos de Riglos, la Peña Rueba, y más lejos los mallos de Agüero. Un inmenso placer y agradecimiento nos inundan al contemplar tan vasto espectáculo de luz, color y vida.




















            Tras echar un frugal bocado, emprendemos la partida hacia el cercano punto donde se inicia el descenso, que se realiza por un pendiente sendero, vertiginoso en algún tramo, equipado por un trozo de cuerda con nudos para poder asirte. Se deja atrás el desvío para el acceso a los rápeles, al que acudiremos en una próxima ocasión, y continuamos, ya pegados a la pared y conectados a la sirga, que nos lleva al paso de la cadena, corto, pero que hay que hacer sin perder la concentración. Un paso que nos conecta con el mallo Don Justo. A continuación, nos espera una estrecha chimenea con escalas para bajarla, siempre asegurados a la línea de vida, que nos asiste en lo que queda de descenso más pronunciado, hasta llegar al sendero, que ya se tranquiliza, como nosotros. Cerramos circular y salimos a la pista, para acercarnos al punto de partida con la grata sensación del deber cumplido.



            En total, han salido 6,8 km, recorridos en 4 horas 10 minutos, y salvando un desnivel acumulado total de 480 m D+/-, dando así por terminada una muy buena mañana, en muy buena compañía, realizando una, también muy buena actividad, por senderos horizontales y verticales, al amor de estos gigantes, de estos portentos de la naturaleza como son los mallos de Riglos.






Las fotos (algunas imágenes son cedidas) y el track



viernes, 25 de febrero de 2022

Pico y Punta de la Magdalena, en la divisoria Aragón-Estarrún


MONS CON NIEU
Pico de la Magdalena (2283 m)
Punta de la Magdalena (2274 m)
Miércoles, 23 de febrero de 2022

            Como habitualmente hacemos, acudimos a la red de redes para encabezar un nuevo relato de nuestro paso por las montañas. En este caso, ha llamado nuestra atención esta cita de Ralph Waldo Emerson, escritor, filósofo y poeta estadounidense del siglo XIX, en la que dice: “El paisaje le pertenece a la persona que lo observa”, con la que no podemos estar más de acuerdo, y tanto más bello es el paisaje cuanta más belleza interior se posea, porque es con nuestras propias gafas con las que se ve lo del exterior.



            Ya le teníamos ganas a esta sierra y parece que le ha llegado su momento. Sí, y como también teníamos ganas de hacer algo invernal, pues hemos combinado ambas cosas, aunque lo del invierno ha sido solo de calendario, porque el ambiente ha sido primaveral. Bueno, al turrón. Con los amigos Danielle y Juan dejamos el vehículo en Canfranc con idea de tenerlo al regreso, y nos dirigimos hasta la entrada del barranco de Aguaré, recorriendo ligeros los 700 metros que lo separan. El jolgorio de las aguas se va quedando atrás conforme vamos tomando altura, hasta que nos reencontramos con él, con ellas, al tiempo de cruzarlo. Por delante una dura subida hasta la pista de Gabardito, tanto es así, que hay algún paso asistido por cadenas y escalas. La llegada a la pista se hace entre bosque y por un trazado más tendido. Nos unimos al GR 11.1.


            En poco más de una hora llegamos a este lugar de un ensueño que se va debilitando con el paso del tiempo, pues las gabarderas (rosal silvestre) y barzas van colonizando el pasto al no ser ramoneado por el ganado. Dejamos el refugio de la majada y bajamos al barranco de la Añaza, para subir a otro prado, dejando el GR, y meternos a la izquierda por terreno sin sendero muy bien definido, pero con el objetivo a la vista. A la cota dos mil, encontramos las primeras nieves que, aunque no está muy dura, la inclinación aconseja calzarse los crampones. Es lo que hacemos, y seguimos subiendo hasta llegar a la misma divisoria, que recorremos hasta alcanzar el techo de la sierra, el pico Magdalena, con sus 2283 msnm. Estamos a caballo en el límite municipal de Aísa con Borau.









           Esta sierra de la Magdalena se alza como un contrafuerte perpendicular a la cordillera, desde su extremo norte, limitado por el collado homónimo, hasta el sur, que cae más lentamente hacia las Blancas y el collado de la Sierra, entre Aratorés y Borau. Los cielos abiertos que nos han acogido desde el principio de la jornada permanecen, queriendo agradar y cubrir con su bóveda azul radiante los paisajes que tenemos enfrente, desde lo más occidental, peña Forca, Agüerris, Bisaurín, Bernera, siguiendo por las Lienas, Aspe, Rigüelo, Lecherines… y a levante, el circo de Ip y sus guardianes Moleta, TronquerasCollarada… Todo un mundo pétreo teñido de un blanco satén que clama más compañía nívea. Parecía que no íbamos a llegar nunca, pero aquí estamos, contemplando tantísima belleza, haciéndonos poseedores de ella, como decía Emerson al principio, con la particularidad de que se puede compartir con cuantas personas quieras sin detrimento de su integridad.







            Esta cima es suave, y está coronada por un pequeño montón de piedras. La siguiente, con la que media un pequeño collado, es más altiva, más pétrea, y a ella nos dirigimos, quitándonos los crampones para bajar y vuelta a poner para subir. Punta Magdalena, la encontramos así, tiesota ella, como queriendo suplir esa incapacidad para superar los nueve metros e igualar a su hermano el pico. Seguimos por la güega, y no la abandonamos hasta el collado de la Magdalena, por una bajada bastante incómoda, sin sendero definido. Los vientos deben arreciar fuerte por aquí, porque no encontramos nieve en esta cara norte pura, pero sí al llegar a ese collado, que acortamos la pista yendo directamente al refugio López Huici, donde aprovechamos para echar un bocado, sin dejar de contemplar la sierra por la que hemos echado nuestros pasos.




            Desde el mismo collado nos reincorporamos al GR 11.1, que no vamos a abandonar ya hasta Canfranc porque, dadas las horas, desistimos de subir a la gruta helada de Lecherines. Pero eso de no abandonarlo es solo una intención, porque el manto nevado facilita la salida de la vía con mucha frecuencia, algo que hay que tener en cuenta si se sigue fielmente el track grabado en esta ruta. Pasamos todos los tramos de nieve sin crampones, pero al llegar al bajante de un pequeño acantilado, la inclinación aconseja el volver a ponérnoslos, en la confianza de que sea la última vez, como así fue. Con la majada de Lecherín bajo a la vista, nos vamos acercando a su fuente, que ofrece buenas y heladas aguas. Habiendo dejado atrás ya la nieve, el itinerario no nos ofrece más inconvenientes para seguir el trazado del GR 11.1, cruzando el barranco de Campón nos metemos ya en el pinar, que encontramos más regenerado que otras veces, y al salir de él cerramos la circular. Cruce del barranco de la Añaza, Gabardito y pista para, dejando atrás la fuente de los Abetazos, tomar el desvío que nos introduce en el barranco de los Meses, para concluir llegando al punto de partida en Canfranc.










            Una ruta disfrutona, tanto es así, que nos ha costado como 2 o 3 horas más de lo que hubiera sido normal, pero lo cierto es que en cada punto importante de ella se nos hacía corto el tiempo contemplando y disfrutando del sol, del ambiente y de las montañas. Diez han sido las horas que le hemos echado a los 15,9 km y 1300 m D+/- de desnivel acumulado total, llegando al coche prácticamente ya a oscuras.






Las fotos y el track