En as veiladas de l’hibierno os lolos nos contaban muitas historias alredor d’o fogaril… Puyaba una rabosa muerta de fambre por o Camín de Forcos, quan vido baixar a Chuan de Bergua con o burro, cargau con os aperos y l’alforcha. A rabosa s’espatarró en metat d’o camín, fiendo-se a fenecida. Chuan la pilló en un brazau y la cargo en o burro, pensando espelletar-la dimpués. Pero a rabosa le fizo una chugada: brincó d’o burro con l’alforcha en a boca… (José Mª Satué en la “Guía de Sobrepuerto”, editada por O Zoque en 2014).
Este es uno de los muchos ejemplos que ha llegado a nuestros días sobre esas historias que contaban los abuelos al calor de la lumbre… y las que se habrán quedado paralizadas en esa tradición oral truncada al mismo tiempo que lo hizo todo en estos parajes, cuando el tiempo se detuvo a mediados del siglo pasado. Ya no hay abuelos, ni críos, ni lumbre en unas chamineras que van cayendo, desgarrando el alma de las casas. Con gran añoranza el paisaje se quedó huérfano de paisanaje, y viceversa, una añoranza que se va diluyendo conforme va pasando el tiempo y las generaciones. Por eso es bueno tener presente el legado que ese puñado de personas nos han dejado, para comprender mejor lo que va saliendo a nuestro paso en las incursiones que hacemos a estas sierras calladas, por las que surcan alegres barrancos, que dieron vida a estos pueblos y pardinas, que con gran respeto visitamos.
Partimos hoy de Bergua, que va renaciendo de sus cenizas, y cuya primera mención la encuentra Antonio Ubieto el 27 de octubre de 1035 en el Cartulario de Fanlo nº 18, de Canellas, donde cita al tenente senior Eizo Garceiz de Bergua, cuyas tierras eran de realengo. Formó ayuntamiento con Basarán, incluyendo Ayerbe de Broto, Escartín y Otal, y las pardinas de Coastas, La Isuala y Nablas, algo que cuenta en su “Historia de Aragón Poblados y despoblados I”, de Anubar ediciones 1984. Visitaremos los despoblados de Escartín, del que la misma fuente (Ubieto) habla de la primera mención en 1100 como Scarthi, se encuentra en la Colección diplomática de la catedral de Huesca, de Durand Gudiol. En esta misma colección encontramos que se comienza a nombrar Otal, siguiente despoblado a visitar, en 1050. Los tres lugares pertenecieron al arcedianato de Rava.
Bajamos al barranco de la Pera, que se entrega al de Forcos. Cruzamos los dos puentes metálicos y nos topamos con las señales del PR-HU 117, que no vamos a abandonar hasta el regreso a este mismo lugar. En las tablillas nos indica Escartín y Otal, justo a donde vamos. A los diez minutos, media hora desde Bergua, se nos abre el desvío para este primer despoblado, que tomamos, por un camino que invita a recorrerlo. Se cruza el barranco del Fabar y se alcanza la borda Ferrer, donde se puede hacer un descanso alargando la mirada hacia el amplio barranco de Otal. Se pasa junto a una gran losa, depositaria de otra de las muchas leyendas con el único fundamento de enraizar la cultura cristiana en unos lugares que se iban conquistando para sí, con Petra como protagonista, que no es casual relacionarla con la piedra.
Ya se van viendo las casas de Escartín cuando hay que cruzar un pequeño barranco, donde comienza la subida hasta el pueblo, al que llegamos en hora y media desde el arranque, pasando por el desvío que indica a Basarán y Otal, por el PR-HU 117, ramal este último por el que volveremos. Eras con sus bordas se van cruzando hasta llegar a la plaza, con fuente y la caseta del herrero. Un poco más adelante, la parroquial, que reza a San Julián, con la abadía y escuela anejas. Llegó a tener 18 casas, el tercero tras Cortillas y Bergua. Sin perder las marcas amarillas y blancas, salimos del pueblo dirección norte, y lo hacemos por una limpia vereda entre amplias extensiones de pastos, pero la cosa se complica un poco más adelante, porque la falta de trasiego ha hecho que barzas, aliagas y demás vegetación poco amistosa colonice el camino, dificultando el paso. Pero como de todo se sale, de esto también. El sendero, bien trazado, va alternando claros con bosque, donde también nos encontramos alguna dificultad en forma de troncos cruzados, que apartamos los que nos permiten nuestras fuerzas, pero que, evidentemente, no es la totalidad.
Atravesamos alguna mancha de nieve, y vamos llegando a una gran zona de pastos bajo el
tozal de Matils, donde aprovechamos para echar un bocado contemplando las magníficas vistas que nos ofrecen las montañas que cierran por el sur esta tierra de
Sobrepuerto. La salida de este lugar requiere algo de esfuerzo, pues hay que coronar este tozal, en las faldas del cordal de
Pelopín a
Manchoya, donde encontramos los 1775 msnm, máxima cota de hoy. Poco más de media hora faldeándolo y llegamos al circo que forman estas montañas del arco norte, donde nos incorporamos al
GR 15, que nos acompaña hasta
Otal, donde visitamos la restaurada parroquial de
San Miguel, construida en el siglo XII, con ábside típico serrablés. Este despoblado, que llegó a tener 14 casas más la del maestro, con sus 1470 msnm, es el más alto de todo
Sobrepuerto.
El pueblo hay que atravesar para salir de él por su parte sur que, cruzando el barranco de Artosa nos metemos ya de lleno en la cuenca del de Otal, que no dejaremos ya hasta Bergua. El tránsito por este último se hace por tramos de soto de río, alternando con otros algo más alejados. Tras cruzarlo definitivamente al cabo de una hora de haber salido de Otal, tomamos una pista durante algunos minutos, para continuar por un sendero que nos sale a la derecha, y en algo más de media hora pasar por el desvío, sin ninguna indicación, del puen d’as crabas, que ahora no es tal, sino el lugar donde se encontraba, y que ofrece una belleza sorprendente. De vuelta al sendero, tenemos ahí mismo un desvío que nos subiría a Escartín por el camino de los huertos, pero nosotros continuamos por el que llevamos, que pasa por entre antiguos bancales, hasta llegar en media hora al desvío que hemos tomado para subir a Escartín, dando por cerrada la circular. A partir de ahí, repetir trazado para, en cuarenta minutos llegar al cruce de barrancos, quedando solo la subida a Bergua.
Como decíamos, está resurgiendo de sus cenizas tras la marcha paulatina de los 155 habitantes censados en 1950. Como curiosidad, podemos contar, extraído del libro “Guía de Sobrepuerto”, donde José Mª Satué indica que
en casa Anclara tenían una tienda que abastecía de productos al pueblo y a otros lugares; y que
en casa L’Aínsa se estableció el matrimonio formado por Eugenio Gázquez y Encarnación Romero, procedentes de Almería, alrededor del año 1940, haciéndose cargo del correo de Fiscal a los pueblos de Sobrepuerto… Además de la parroquial dedicada a la
Asunción, de la que queda solo la torre y poco más, pertenecen al pueblo la ermita de
San Bartolomé, del siglo XI, catalogada como Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón en 2001, restaurada en 2009; y la de
San Jaime, en dirección a la
pardina de Asué, que no corrió la misma suerte, cuyas ruinas aguantan desde fechas muy posteriores, quizá siglo XVII. Cabe mencionar también la llamada
Iglesieta de los Moros, un pequeño eremitorio rupestre al otro lado del
barranco Forcos.
Pues hasta aquí hemos llegado, tras 7 horas 40 minutos desde que hemos salido, habiendo recorrido una distancia de 19,5 km, con 1070 metros de desnivel acumulado total, en una solitaria jornada por solitarios lugares, únicamente acompañados por el aire, el agua y el sol de estas tierras… que no es poco.
En la primera Andada de Sobrepuerto hicimos el mismo recorrido hasta a puen d' as Crabas.Luego subimos a Basaran,Cruz de Basaran,Cillas y Cortillas,donde cenamos y dormimos.Demasiado..
ResponderEliminarEn la promera Andada de Sobrepuerto hicimos el mismo camino hadta a Puen as Crabas y de ahi a Basarán,Cillas y Cortillas adonde llegamos reventados ( era a primeros de julio)
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