lunes, 31 de enero de 2022

Anillo de Sobrepuerto, PR-HU 6 Yebra de Basa - Fiscal

 


IXOS MONS
Anillo de Sobrepuerto
PR-HU 6 Yebra de Basa - Fiscal
Sobás - Fanlillo - Pardina Fenés
Domingo, 30 de enero de 2022

            A pesar de que muchas chimeneas han caído, de que las plazas y carasoles están vacías, y de que ya no se oye el eco de las hachas y las rejas de los arados por los solanos, gracias a los trabajos de José Mª Satué podemos escuchar cómo antaño, palabra y paisaje se daban la mano para dar sentido a un depósito cultural, tejido durante siglos y que no era otro que el del Aragonés de Sobrepuerto – “A biella fabla que charraba yaya Serafina, plena de purnetas que se'n han iu t’o cobalto d’o cielo”.

Breve párrafo de Enrique Satué en la introducción del libro “Guía de Sobrepuerto”. Varios autores. Editado por O Zoque, Asociación Cultural Ballibasa y Sobrepuerto, 2014.



            Realmente, poco más se puede añadir. Cuando los maestros de las artes, de la historia, de las humanidades, de la palabra, difunden su sabiduría, a los aficionadillos solo nos queda callar, escuchar y aprender. Gracias infinitas a todos ellos, porque con su ingente, con su inmensa labor, sacan del olvido esta tierra de Sobrepuerto, con enclaves medievales y economía feudal, que supieron resistir todos los embates de los tiempos… salvo el último, en el que el bullicio de las gentes y de las labores tradicionales ha dado paso a un silencio desgarrador, a una espesura en el ambiente, pareja a la de su vegetación, que campa libre a sus anchas colonizando lo previamente antropizado.



            Un grupo de personas comprometidas con el territorio, agrupadas en la Asociación O Zoque, que arrancaba en Yebra de Basa con el siglo, se han ocupado de la recuperación y puesta en valor de muchos aspectos relacionados con la profunda tradición relativa a Santa Orosia, cuyos trabajos le hacían merecedores del Premio Félix de Azara de la Diputación Provincial de Huesca, en la categoría de entidades sin ánimo de lucro, en 2010. Una de las actividades de la asociación consiste en la recuperación de caminos de viejo que unían pueblos, aldeas y pardinas, y que facilitaban el trasiego de personas y animales. Con la creación del Anillo de Sobrepuerto, entre otras cosas, se ha recuperado el PR-HU 6 que, actualmente une las localidades de Yebra de Basa (Alto Gállego) y Oto (Sobrarbe), y lo hace en dos etapas, con Fiscal (Sobrarbe) entre ambas. Tras la etapa de Biesca – Yebra de Basa (GR 16), acometemos hoy la primera de estas dos, saliendo de Yebra, capital de Ballibasa se podría decir, que rinde al Gállego, y llegando a Fiscal, en la ribera del Ara.


            Salimos pues de la plaza, con la robusta iglesia parroquial de San Lorenzo, que alberga el relicario de Santa Orosia, del siglo XV, que contiene su cráneo (1617) y la corona (1655), estando custodiado en la catedral de Jaca el resto de sus restos, valga la redundancia. Justo en el punto donde arranca la Ruta de las Ermitas, por el GR 16.1. Nos dirigimos a la ermita del Augusto, para acompañar unas decenas de metros al barranco de Santa Orosia y meternos a la derecha por el barranco de la Corona de Sobás, que encontramos completamente helado, y que nos saca a la pista de Santa Orosia, habiendo dejado atrás el desvío para Cortillas. Cuatro pasos a la derecha y volvemos al camino, hasta que en un cuarto de hora llegamos a Sobás, dejando a la derecha el mirador de la Herrería, sobre la cuenca del Basa. Tres cuartos de hora desde el arranque.








            Continuamos camino y atravesamos el barranco del Pozo, con su fuente Aspuña, y en una hora desde Sobás alcanzamos el segundo y último pueblo de nuestra ruta, Fanlillo, en cuya fuente aprovechamos para echar un bocado y coger resuello para el tramo que viene, que es una subida a pecho hasta el Cuello Cuezo. Cruzamos el barranco de la Pasata, que duerme el sueño de los hielos, y con paciencia alcanzamos el puerto, pasando junto a un roble de gran porte, cajico de la Loma lo llaman. En una hora, ritmo de libro, superamos los 400 metros de desnivel desde el pueblo hasta este apacible lugar, en el que ya encontramos alguna mancha de nieve. Lo cruza una pista, a unos 1525 msnm, nuestro techo de hoy, pero nosotros a lo nuestro, que es seguir por el sendero, ya descendente, hasta llegar a una pista, por la que hay que sortear decenas de árboles cruzados, llegando a la media hora al desvío de la pardina de Fenés. Desde el puerto hemos cambiado de orientación, transitando ahora por frondoso paco, que sorprende por la diferencia de vegetación respecto a la solana que traíamos. 












            Desde el desvío, unas decenas de metros hasta la casa principal de la pardina, la actual de fábrica reciente (1929), cuyos muros resisten todavía el paso del tiempo, pero no así su techumbre. Junto a ella, al otro lado de una pista que viene de Sasa, están las ruinas de la iglesia de San Marcos, de origen románico, parroquial que lo fue de este antiguo emplazamiento medieval, despoblado en 1785. Merece la pena detenerse un momento en este lugar para echar mano de la historia. Documentado como pardina y coto redondo de Cillas, arcedianato de Rava en 1279, también consta como iglesia del abadiado de San Juan de la Peña (“Pueblos y Despoblados II Historia de Aragón”. Antonio Ubieto. Anubar 1984). Por otra parte, en el libro “Geografía Medieval de Serrablo” (Instituto de Estudios Altoraragoneses 2000), José Miguel Navarro nos cuenta que la etimología lo delata como “prado” (del aragonés fenero). En 1338 fue visitado el lugar por Exemén Pérez de Hueso (procurador de la obra Jesús Nazareno, de Huesca) y el notario Ramón Pérez, con objeto de recaudar fondos para la construcción de la catedral de Huesca, por orden de Jaime I. Hay diversas versiones sobre el abandono final de la pardina, relacionadas con unas hermanas, ancianas ya, que fueron recogidas en Sasa y Fanlillo, en cuyas casas recayó la herencia de casas y tierras.


            Nos reincorporamos al PR-HU 6 para continuar y salir de nuevo a una pista, en la que encontramos unos troncos bien apilados. Seguimos por ella, dejando a la derecha las bordas de Laña l’Herrero, y en otro poco el collado Fenés, para continuar con nuestro descenso, hasta ir bajando por la cuenca del barranco Fenés dando vista a un gran viaducto de la N-260, bajo el que tenemos que pasar, no sin antes hacerlo por un tramo un tanto delicado. Transcurrimos paralelos a la carretera, incluso por debajo de ella de nuevo, para bajar por otro tramo más delicado que el de antes y entrar en la cuenca del barranco de San Salvador. El sendero sale a una pista, en cuyo origen hay un refugio forestal. Siguiéndola, alcanzamos una carretera asfaltada, la antigua de Lardiés, que tomamos en dirección Fiscal, a donde llegamos en un cuarto de hora, pasando por entre explotaciones ganaderas.










            Solo resta ya atravesar la población para dirigirnos a donde habíamos situado esta mañana un vehículo para regresar. En total, hemos invertido 6 horas y 40 minutos, para recorrer 21,1 km y salvar un desnivel acumulado de 900 m D+ y 1015 m D-, en una jornada en la que hemos disfrutado del calor de los solanos y del fresco de los pacos, transitando por caminos de viejo, algunos empedrados, y que unían lugares de Ballibasa con el Sobrepuerto.





Las fotos y el track


 

viernes, 28 de enero de 2022

Puchilibro, desde Rasal por PR-HU 105 y PR-HU 109


IXOS MONS
Puchilibro (1597 m)
Jueves, 27 de enero de 2022

            No exagerará quien diga que Loarre es el monumento cumbre del arte aragonés, que aquí se manifiesta desde el indigenismo de un estilo prerrománico con raíces mozárabes, sin concesiones a la floritura ni a la imaginación, hasta la epifanía del románico europeo tras la apertura del reino efectuada por el rey Sancho Ramírez. En la historia del país, Loarre representa el abrazo entre Aragón y Europa.

Antonio Durán Gudiol. El Castillo de Loarre. Tomo 31 Colección Básica Aragonesa. Guara Editorial, 1981. Pág. 9.



            Tal y como estaba planteada la ruta, nos pillaba un poco a desmano, y lo hemos tenido a vista de pájaro, pero, en realidad, no lo hemos visitado. El hacer esta breve mención a él es obligada, ya que lo que es innegable es que hemos estado en su inmediato radio de acción. La sierra que toma su nombre está hoy callada, serena, quizá disfrutando todavía de ese ciclo de paz tras tanta convulsión, escenario de cruentas batallas por conquistar el territorio cuyo bastión simboliza este extraordinario monumento en un emplazamiento que, volviendo al documento antes mencionado, nos habla ya de movimientos anteriores al comienzo de la era cristiana. Nos habla de Julio César, del general Afranio de Pompeya, de hallazgos de monedas romanas e íberas, lo que demuestra que por aquí ya había vida, que esta sierra ya estaba pasada y traspasada hace, al menos dos mil años. Se habla de que se construyó en el siglo XI, por orden de Sancho III el Mayor, de Pamplona, sobre el emplazamiento romano de Calagurris Fibularia. Muchos siglos de andanzas, aunque el último medio, menos, muchas menos. Monumento Nacional desde 1906.



            El Puchilibro, con sus 1597 msnm, es el punto culminante de esta sierra de Loarre, y el acceso normal es partiendo del castillo, como así hicimos hace cinco años, por eso hoy lo hacemos desde el valle de la Garona, al norte de la sierra, bañado por el río homónimo, y que riega las vegas de dos poblaciones Bentué de Rasal, integrado hoy en el municipio de Arguis, y Rasal, que lo está en el de Las Peñas de Riglos. Partimos, pues de Rasal, documentado ya en 1205, con su iglesia parroquial advocada a San Vicente, aunque quizá la mejor muestra histórico-artística sea la cercana ermita de San Juan Bautista de Omiste, de estilo románico larredense, si bien es cierto que es el más alejado de su lugar de origen. Los once grados bajo cero no es mala compañía para adentrarse en los barrancos, en los que quizá se quede corta esa temperatura. Tomamos, desde el principio mismo, el PR-HU 105, que balizado recorre el antiguo camino de viejo de Rasal a Loarre. ¡Cuántas idas y venidas!, ¡cuántas veces recorridos!, con ganados a los pastos, con caballerías a los campos o a traficar con el pueblo vecino del otro lado de la sierra. Otra de las muchas sierras calladas, la que nos va a acoger hoy.



            Cruzamos la Garona y enseguida nos metemos por un sendero a la izquierda, que nos saca a una pista para volvernos a meter en sendero, para ir ascendiendo por el barranco Gallino la mayor parte por sendero, pero algún tramo de pista también se va haciendo. Un poco más adelante de la collada Rubión, el sendero cruza una rallera cuyo extremo invita a asomarse y tomar el calor del sol que el bosque nos ha negado, al propio tiempo que se contempla todo el vasto horizonte noroccidental. A las dos horas y cuarto de marcha, merece la pena salirse del PR-HU 105 a la derecha (sin señalizar), para dirigirse a unas espléndidas campas ocupadas por refugio y fuente, Fonfría se llama el lugar, ya en el término municipal de Loarre. A donde se llega en cinco minutos, pasando por un sorprendente ejemplar de pino. De vuelta a nuestro sendero, continuamos por él, y a los veinte minutos llegamos al portillo Chara, que nos da vista a la solana de esta sierra, es decir, a toda la Hoya de Huesca, con el castillo de Loarre a los pies, al poco rato, incluso el Moncayo en lontananza.













            Pivotamos sobre el recinto de una gran antena de telecomunicaciones y seguimos pegados a la verja, obviando la indicación de Loarre por el PR-HU 105, aunque nosotros también seguimos por él, pero por un sendero que no está tan limpio como hasta aquí. Un sendero entre bojes y cabalgando sobre la cresta a dos aguas, y que transitamos como tres cuartos de hora, hasta llegar al desvío para acercarnos ya al Puchilibro, techo de nuestra ruta de hoy, y al que llegamos en diez minutos. Nos encontramos en un sitio plano, ocupado por el vértice geodésico aupado a una plataforma. Las vistas desde aquí son extraordinarias, especialmente hacia el Gran Norte, con las sierras de San Juan de la Peña y Monte Oroel en primer término, y la cordillera pirenaica como telón de fondo. Bocado, contemplación y más contemplación, y a desandar lo andado hasta el desvío, para continuar por nuestro PR-HU 105.








            A los veinte minutos salimos a la pista, que tomamos a la izquierda, abandonando el PR-HU 105, que continúa por la derecha. Transitamos por ella como una hora, encontrándonos entre medio la fuente del Puzo, que no facilita mucho la recogida de agua, pero que al final lo conseguimos. Al cabo de ese tiempo, la pista se bifurca, debiendo de tomar el ramal de la izquierda. A la media hora de la fuente, se llega a la collada Calvé, un lugar despejado, desde el que se tiene más presente el Tozal Royo o Marcovil, que ya veníamos viendo desde hacía un tiempo, un visible peñascal de un no muy aparente buen acceso… algún día lo comprobaremos. Aquí nos incorporamos al PR-HU 109 (Rasal - Aniés), que no dejaremos ya hasta llegar a Rasal. Primeramente por un sendero, que baja por el barranco de Zoyes como una hora hasta la ermita de Nª Sª de los Ríos, donde el sendero se ensancha en pista, que nos baja ya al punto de partida.




            Con luz crepuscular salimos y con luz crepuscular llegamos, a un Rasal que encontramos bastante más templau que lo habíamos dejado hace 7 horas y 10 minutos, en los que hemos recorrido 20,3 km y salvado un desnivel acumulado de 1065 m D+/-, deambulando por caminos de viejo otrora muy transitados y hoy en día balizados para senderistas que disfruten recorriéndolos solo por el placer de hacerlo, algo inaudito hace décadas.






Más fotos y el track