Sobrepuerto, como un cuadrilátero cuasi perfecto entre las cuencas de los ríos
Gállego,
Ara y
Basa, en sus lados oeste, este y sur, respectivamente, y el
puerto de Cotefablo al norte, ha sido de nuevo el destino de nuestras andanzas, recorriendo en esta ocasión ese perímetro sur-norte del lado oriental, uniendo las poblaciones de
Fiscal y
Oto, a media montaña, por las faldas de las
sierras de Berroy y de Manchoya, que se rinden al
río Ara por su margen derecha. Salimos, pues, de
Fiscal, uno de los pueblos más florecientes del
valle de Broto, para incorporarnos al
PR-HU 6, donde lo dejamos
hace unas semanas. Nuestros pasos son dirigidos hacia la
N-260, que cruzamos por debajo, para discurrir unos pocos metros con sumo cuidado por ella, hasta continuar por la local de
Bergua, hasta una pronunciada curva, en la que la señalización nos hace continuar de frente. Seguimos por una pista, hasta alcanzar el primer hito de la jornada, la población de
Lardiés, en menos de media hora, que atravesamos disfrutando de sus bellos rincones. Su iglesia, del siglo XVIII, advocada a
Santa Águeda, es BIC, así como el lavadero y
casa Perico y
casa Allué. La cercanía a la carretera nacional la preserva del destino que han llevado otros muchos pueblos de la redolada, como el que visitaremos a continuación.
Vamos avanzando por esa sierra de Berroy a través de unos bancales que hoy tan solo sustentan regimientos de pinos. En menos de media hora nos presentamos en el despoblado que le da nombre a la sierra, y que dejamos a nuestra izquierda, sumido en una profunda tristeza, parcialmente paliada por la llegada de vez en cuando de manos reparadoras. Seguimos por sendero jalonado por tapiales, testigos de faenas de otros tiempos. Sin llegar a lo alto de la sierra, el camino va faldeando la montaña, hasta llegar a un alto, que nos da vista al norte, ocupado por las grandes montañas de la entrada a Ordesa, pero que andan entre las nubes. Las vistas hacia el sur tampoco son malas, con todo el valle de Broto y su fértil vega, consecuencia del depósito de sedimentos durante las épocas frías, en las que los inmensos glaciares ocupaban, y a la vez moldeaban, estas bellas cuencas. La peña Canciás enfrente, también entre nubes.
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