AQUERAS MONTAÑASEn torno al Picu
Sábado, 22 de junio de 2019
Senda del Cares
Domingo, 23 de junio de 2019
Es algo extraño. Ir a Picos de Europa es como volver al hogar
sin que nunca lo hubiera sido. Es como volver al hogar porque sus gentes y sus
montañas, sus paisajes y su paisanaje te acogen como al hijo pródigo, que se va
sin saber si volverá… pero que vuelve. Una y otra vez, vuelve. Y son esas
montañas, esas afiladas crestas, esas paredes de incansables abismos, los
presurosos arroyos, esos profundos barrancos, los empinados senderos por donde
vas dejando una parte de tu vida, y que ahí sigue una y otra vez que vuelves.
Una y otra vez, sí, compartiendo caminar y camino con gentes a las que quieres.
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Cara sur del Picu |
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El Picu ya va mostrando su poderío |
La salida de club del año pasado
se tuvo que anular a última hora, porque no terminaban de irse las nieves
tardías de los collados, esos lugares de paso que tan buenas vistas nos ofrecen
siempre. Este año hemos querido ir para que no nos lo contaran, pero nos hemos
topado con la misma situación, y que nos ha hecho replantearnos sobre la marcha
la ruta prefijada. Una ruta que le daba la vuelta al Picu en sentido levógiro pasando por el de Horcados y la Bonita, pero que no pudo ser, aunque…a grandes males, grandes remedios. Pero antes…
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En las cercanías del refugio |
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Pedro Pidal, imagen de 2.bp.blogspot.com |
El asturiano Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, que ya en 1904 había escalado por primera vez el Pico Urriellu, fue el ponente en las Cortes
Generales de la Ley de Parques Nacionales de 1916, siendo el promotor de la Montaña de Covadonga como primer Parque
Nacional de España, apenas unos días antes que el de Ordesa. Fue en 1995 cuando
se aprueba la extensión a toda la montaña, que alcanza parte de tres provincias,
de distintas Comunidades Autónomas, como son Asturias con 27.027 ha, León con
24.719 ha, y Cantabria con 15.381 ha, todas ellas en la zona central de la Cordillera Cantábrica. Y a ella nos
llegamos una docena de buenos amigos, desde las remotas tierras jacetanas la
mitad, y desde diversos lugares de País Vasco y Navarra la otra mitad, para
confluir en Tielve, una pequeña
aldea en el mismo corazón de las montañas asturianas.
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Arranque bajo el collado de Pandébano |
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Majadas de La Terenosa |
Sábado, 22 de junio.- Es de Tielve de donde partimos hacia el
aparcamiento del collado de Pandébano
para iniciar la ruta. Una ruta que nos lleva primeramente hasta el refugio Delgado Úbeda, en la Vega de Urriellu, debajo mismo del Picu, lo que nos lleva poco más de dos
horas, y para lo que nos adentramos en ese barranco que tiene vértigo de sí
mismo. Ya nos había ido mostrando tímidamente una pequeña muestra, pero es en
el collado Vallejo donde
generosamente se ofrece como es, enhiesto, sobrio, soberbio, altivo, con cara
de pocos amigos, como que le han dejado ahí los elementos.
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El Pico Urriellu |
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Un alto en el refugio |
Ya llegamos al refugio habiendo
pisado nieve en los últimos compases de la ruta, lo que presagia lo que tenemos
por delante. Hacemos un alto y continuamos camino hacia el Jou Sin Tierre, un
asombroso y gigantesco hueco entre montañas, que si fueran graníticas en lugar
de calizas, sin duda estaría ocupado por un gran y profundo ibón. También
llegamos habiendo atravesado más neveros, salpicados por todo el territorio. Al
llegar a la Garganta del mismo nombre
vemos el estado de la montaña, con mucha más nieve de la esperada, con el
agravante de que la subida al collado de
Horcados Rojos está oculta tras la propia Torre homónima y no muestra la carga de nieve, que presumimos es
alta.
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En la Garganta del Jou Sin Tierre |
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De regreso al refugio |
El último tramo de subida está
dotado de sirga de seguridad, pero posiblemente estuviera bajo el manto nivoso. En vista de la cantidad y variedad de los componentes, y a pesar de ir pertrechados de material técnico, se toma la decisión de no continuar. La Alta Montaña no se puede acometer con
dudas. De regreso al refugio nos topamos con quien de primera mano nos confirma
lo de la sirga, lo que afianza lo acertado de la decisión. Una nueva situación
que nos obliga a replantearnos la ruta, optando por partir del refugio hacia la
que hubiera sido la ruta de regreso de la vuelta.
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Entrada a la Canal de la Celada |
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Progresando por la empinada canal |
Nos metemos por la Canal de la Celada, que limita al Picu por el norte, mostrando esa cara
que alberga la primera vía por la que se escaló esta singular montaña, allá por
1904, protagonizada por Pedro Pidal
y Gregorio Gómez “el cainejo”,
bautizada así, como Pidal-Cainejo,
catalogada de Vº. Una canal esta, como todas ellas, muy inclinada, por la que
no estamos seguros de seguir el sendero que, en ocasiones, está bajo extensas
manchas de nieve, lo que obliga a echar manos en algunos tramos rocosos. Una
vez superada, se nos abre otra de esas enormes simas llamadas aquí “jous”,
y esta es concretamente el Jou Tras
el Picu, porque es ahí donde
estamos, detrás del Picu, en esa cara
oculta a la gran mayoría de visitantes de estas tierras que solo hacen que
llegar hasta el refugio. Es la cara este, la más fácil, por no decir la menos
difícil.
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Cara norte del Picu |
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Subida a la Collada Bonita |
Otro gran espacio de gigantescas
proporciones se abre ante nosotros. Un espacio rodeado de altas montañas con afiladas agujas y, como decíamos anteriormente, bien serviría de profundo lecho de un ibón caso de estar rodeado de granito en lugar de la permeable caliza. Estamos ante una situación similar a la descrita ante el Jou Sin Tierre, con la
diferencia de que aquí sí que vemos la subida a la Collada Bonita, que también
está con nieve pero que solo con verla parece que da más confianza. Nos hacemos
al ánimo.
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Jou Tras el Picu |
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Cara este del, desde aquí, bicéfalo Picu |
Sí. Nos hacemos al ánimo y a por
ella vamos, intercalando tramos de sendero, neveros, trepadas… hasta situarnos
ya en su base, donde solo nos queda, y no es poco, subir el corredor, ya
desprovisto de nieve, pero con una pedrera totalmente descompuesta y que no es
ajena a la ley de la gravedad. Con calma y paciencia alcanzamos esto que, más
que un collado es una brecha, un verdadero tajo en la roca, entre la Torre de las Colladetas al sur y la Aguja de los Martínez al norte. El
asome es realmente asombroso, a nuestra espalda ese jou, con toda la cara oculta del Picu, que muestra su bicefalia. Y por delante más jous y más montañas, todo un
conglomerado salvaje que reclama toda nuestra atención.
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Tramos más delicados |
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Llegando a la Collada Bonita |
Una atención que compaginamos
echando un bocado y haciéndonos la foto a los 2380 metros de altitud, que consideramos la cumbre de hoy. Toca bajar, con más cuidado, mucho más cuidado que subir, procurando hacerlo por el itinerario de ascenso, que no siempre conseguimos. Abandonamos esa privilegiada atalaya sobre el jou y nos disponemos a descender la canal, también con mucha
precaución, hasta dar con la serenidad del sendero que baja del refugio, y que
seguimos ya hasta el aparcamiento del collado de Pandébano, dando así por
terminada esta improvisada jornada de montaña en torno al Picu, que si bien no le hemos dado la vuelta, sí lo hemos
contemplado por los cuatro costados.
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El grupo va alcanzando el collado |
Con tantas idas y venidas no
habremos hemos mucho menos de lo que pensábamos, saliendo como unos 17,3 km,
recorridos en un tiempo total de 9h 10’, del que 5h 35’ han sido en movimiento,
con un desnivel acumulado total cercano a los 1700 metros D+/-. Solo queda volver al
Hostal El Duje, que tan bien nos trata siempre.
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Salida del Hostal El Duje |
Domingo, 23 de junio.- Para hoy tenemos reservada otra ruta, la
clásica del Parque Nacional de los Picos de Europa, la Senda del Cares, transitada por miles de turistas, y para no
toparnos con ellos, madrugamos más que ellos. En torno a las 8 de una mañana
que anima a los montes a despertar salimos del aparcamiento del funicular de Bulnes, esa solución que tras
agrios debates que lo enfrentaban a la construcción de una carretera, ganó
finalmente como medio de sacar del aislamiento a los habitantes de esta aldea
del municipio de Cabrales. Está excavado en la roca, bajo la Peña Maín, y tras una década desde su
proyecto, fue inaugurado en 2001. Como curiosidades, podemos decir que se
compone de dos unidades para pasajeros, 48 en total, y otro vagón de carga; el
trazado tiene una longitud de 2,2 km y salva 400 metros de desnivel, siendo gratuito el uso
para los habitantes de Bulnes.
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Garganta de Bulnes, por donde discurre el sendero de acceso al pueblo |
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La empinada cuesta al comienzo de la ruta |
Bueno, pues hoy tenemos más
distancia que ayer, pero más tranquila, mucho más tranquila, puesto que el desnivel no alcanza los quinientos metros. Un itinerario de sobras conocido, y que une la población de Poncebos,
del municipio de Cabrales, en
Asturias, con la de Caín, del de Posada de Valdeón, en León. Dos
municipios, dos provincias, dos comunidades autónomas unidas por un río, el Cares, al que paralelamente discurre un
canal de agua para aprovechamiento hidroeléctrico, y este sendero para su
mantenimiento, que se ha convertido en uno de los más espectaculares y
concurridos de España.
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Llegando a Los Collaus, punto álgido del itinerario |
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Evidencias de la erosión |
Al poco del comienzo nos topamos
con el arranque del sendero que sube a Bulnes, el que se ha empleado siempre
antes de la construcción del funicular, y que se sigue empleando de forma
lúdica. Enseguida nos topamos con un panel informativo de la ruta, marcada como
PR – PNPE – 3, que acompañada de
momento por el GR 202, que no tiene
dificultad alguna, a excepción de la precaución en su tránsito, pues hay tramos
en los que la vista se desmaya cientos de metros hacia el lecho del río.
Comienza con unas fuertes rampas empedradas, a tramos, hasta llegar a lo que
llaman Los Collaus, punto más alto
de la ruta, desde donde el trazado se apacigua, pudiendo dejar mecer la vista
sobre los más verticales acantilados que el río ha labrado a lo largo de
millones de años.
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Apacible tránsito por el camino |
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Cabras por el camino |
Un buen puñado de cabras ya había
jalonado el sendero en los alrededores de las ruinas de unos barracones,
seguramente asociados a la construcción del canal. Pasado ese alto, ya toca
bajar hasta pillar el nivel aproximado de los 500 metros, con el que coquetea
la ruta. Una ruta cuyo trazado ha exigido en algún tramo unos buenos bocados a
la roca para hacerla accesible y que se empareja con el canal de vez en cuando.
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Divina Garganta del Cares, como también se llama |
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La senda va coqueteando con el canal |
Al cabo de casi dos horas nos
topamos con el punto donde se desvía el GR 202 o Ruta de la Reconquista, que va en busca de ella allá en Covadonga.
Pero nosotros seguimos con la nuestra, junto al canal y al espectacular
entorno. Al cuarto de hora, y un poco antes del cambio de término, se pasa por la pasarela de los Martínez, en recuerdo de la más famosa saga de guardas y montañeros del parque, construida tras el desprendimiento que hubo en abril de 2012 en la
zona conocida como “La Madama de la
Huertona”, cerca de Culiembro, donde una gran mole de piedra de más de mil
toneladas hizo desaparecer ese tramo de sendero. La reparación se consideró de
prioridad absoluta, y en menos de tres meses se hizo posible la construcción de
la pasarela, que posibilitaba la continuidad de un camino transitado por más de
200.000 personas al año.
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La típica imagen del puente de Los Rebecos |
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Por una de las ventanas de los últimos túneles |
Un puente metálico con una fuente
aledaña, y el de Los Rebecos, se
cruzan para aproximarse ya al destino, pasando por una serie de túneles antes
de llegar a la represa del río, a los pies ya de Caín, una pequeña población
que ha sabido maridarse con la creciente afición al senderismo de las últimas
décadas, ofreciendo al visitante todo tipo de servicios. Uno de ellos, el de
restauración, es objeto de nuestro reposo momentáneo, echando un bocado en torno
a unas merecidas cervezas, que a gusto repetiríamos de no ser porque nos queda
la vuelta.
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Refrescante imagen de un ensanche del canal |
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Pasarela de los Martínez |
Si el trayecto de ida nos cuesta
más de tres horas, el de vuelta algo más de dos, alcanzando el aparcamiento en
torno a las dos de la tarde, habiendo cubierto los casi 24 km del doble
recorrido, en 6h 5’ de tiempo total, del que 5h 20’ han sido en movimiento, con
un desnivel acumulado total de 460 metros D+/-, completando de ese modo esta
segunda jornada de montaña por estas lejanas tierras, para nosotros, pero con
las que vamos contrayendo fuertes vínculos que nos animarán a volver. Sin duda.