IXOS MONSMuxumurru (1628 m)
Ori (2019 m)
Sábado, 8 de junio de 2019
Formas, colores, texturas… El
mundo está lleno de todo ello. Variedad, diversidad. También lo está. Y los
Pirineos, como parte de ese mundo no escapan a todo ello. Nos gusta llamar
Pirineos y no Pirineo por eso, por la gran diversidad, por la cantidad de
aspectos bajo los que se pueden analizar, escudriñar, observar. Sí, observar
para conocer, conocer para amar. Eso es lo que nos mueve cada vez que acudimos
a ellos, porque nos aportan sabiduría, nos aportan emociones, nos aportan
voluntad de conquista interior, para dejarnos conquistar por ellos.
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Al arranque, con el objetivo a la espalda |
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Progresando por el bosque |
Y de nuevo, una vez más, lo han
conseguido. Nos han conquistado, y en esta ocasión ha sido la primera cota
superior a los dos mil metros desde que nacen en el Cantábrico, echan a andar a
gatas, y comienzan sus primeros pasos en la cabecera del navarro valle de
Salazar, en lo más alto del puerto de Larrau, que comunica Navarra con el país
vecino. Y lo cierto es que se trata de un verso suelto, ya que se tarda en
encontrar el siguiente dosmil. Allí hemos acudido 16 mayencos en cumplimiento
del programa de actividades de la Sección de Montaña del club.
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Punto de inflexión, comienza la subida |
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En plena ascensión ya |
Ori es su nombre, una prominencia
que altiva se alza a ambos lados de la divisoria, término que va a asimilar mejor,
ya que de fronteras no entiende… y creo que ni quiere. Hacia el norte muestra
sus afiladas garras, y hacia el sur unas grandes pendientes herbosas que hay
que ganarse con paciencia. Y, bueno, a eso vamos. La aproximación en vehículos,
aunque se le puede presionar más, la preferimos hacer hasta la Estación de Esquí
Nórdico de Abodi, a unos 14 km al norte de Ochagavía, la capital del valle de
Salazar, de cuyas proximidades salimos incorporándonos sin el menor esfuerzo a
la pista del bosque, que nos va bajando cómodamente casi 300 metros de altitud.
Buena forma de comenzar el ascenso a una montaña.
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Posando ante el Muxumurru y el Ori... que vaya tela |
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Sí... vaya tela |
Unos cuantos arroyos van
alimentando y formando ese río Pikatúa, que nos acompaña en los últimos
compases. Justo donde lo iba a hacer el barranco del Troncal, arranca otra
pista a mano derecha, y al cabo de casi una hora cambian las tornas. Dejamos
que la pista que traíamos siga a donde ella sabe, que nosotros no, y tomamos esta cuyas primeras
decenas de metros está encementada, para que nos hagamos una idea de la
pendiente. Comienza, pues, un súbito ascenso por entre el bosque y su magia, un
ascenso que nos lleva como media hora, para subir unos 300 metros. En resumen, hora
y media para situarnos, más o menos, a la misma altitud que el punto de
arranque. ¡Cosas de la montaña!
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El ascenso |
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El Ori desde el Muxumurru |
Estamos en la salida del bosque,
en unas campas en las que, a juzgar por las instalaciones ganaderas, tienen
bastante actividad pecuaria. Y todo lo que veíamos de lejos, ahora se nos
presenta ante nuestra mirada con toda su crudeza. Para subir al objetivo,
primero hemos de hacerlo a este cabezo de nombre Muxumurru, que con sus 1628
metros, es el telonero del Ori. Y ahí lo tenemos, todo pincho, a casi 300
metros por encima de nosotros, con sus verdes faldas, y que nos espera sin
marcarnos un camino, que vamos haciendo como podemos con zetas más o menos
amplias.
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Selva de Irati |
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Las montañas más occidentales del Pirineo Aragonés |
En casi media hora de jadeos lo
alcanzamos, dándonos vista al objetivo final, que para alcanzarlo se lo hace de
rogar, debiendo bajar a una vaguada, se ve que para coger carrerilla, pero
vamos, imposible de todo punto. Como una hora más de punta a punta, acompañados
por un auténtico vendaval más enfurecido cuanta más altura alcanzábamos. Finalmente,
algo pasado el mediodía, 14 mayencos culminábamos la empinada cuesta herbosa,
alcanzando la cima de esta montaña que nada más alto ve si su mirada se dirige
al Cantábrico, que a él le llegará, pero no a nosotros, por mucho que nos
empeñemos.
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Aún conserva algún nevero |
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Llegando a cumbre |
Nos encontramos vértice geodésico
y un singular buzón de cumbre, con una también singular inscripción, que
traducida al castellano vendría a decir “el
pájaro del Ori siempre vuelve al Ori”. ¿Lo haremos nosotros? Ambos símbolos no están solos, ya
que compartimos objetivo con un montón de gente que ha elegido el mismo
objetivo hoy. Un objetivo al que se le abren las carnes de pensar que por el
lado sur tiene que hacerse entender en un idioma, o varios, según hasta donde
nos embarremos, y por el lado norte en otro. Pero eso es cosa del que tiene que
entenderlo, porque para expresarse solo tiene uno, y es el de la belleza, la
suya y la que contempla a los cuatro costados. Uno de ellos, la Selva de Irati,
considerada como una de las masas boscosas más extensas de Europa.
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Zafándonos del aire, sin conseguirlo demasiado |
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Curioso buzón de cumbre |
Pues ahí nos arremolina a
sotavento a todos los allí presentes, que pasaremos de la treintena, y aún así
no nos libramos de él, de modo que bocado rápido, fotos de rigor y vuelta. Un
regreso que se decide hacer por otro lado, por la arista sur, porque queremos
ver lo que ella ve y sentir lo que ella siente. Un delicado itinerario a dos
aguas en el que te tienes que parar si quieres contemplar. Al cabo de tres
cuartos de hora se alcanza un cruce de caminos con señales de GRs y GRTs. Sin
haberlo planeado es allí donde se incorporan al grupo los dos que optaron por
no subir a cumbre.
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Descendiendo por la arista |
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Nuestro terreno de juego hoy |
Y poco más, seguir descendiendo
hasta la carretera, por encima del túnel, y llegar hasta los vehículos, no sin
antes detenernos a contemplar de nuevo los horizontes, guiados por los paneles
informativos. La distancia final no es mucha, 13,2 km, recorridos en 5h 15’ de
tiempo total, del que 3h 50’ han sido en movimiento, que tampoco lo es, aunque
sí el desnivel acumulado, que se nos ha ido por encima de los 1100 metros D+/-,
debido a las tremendas pendientes a las que hemos tenido que hacer frente.
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