IXOS MONS
Borón (1327 m)
Sábado, 15 de junio de 2019
De nuevo por Guara para gustar de
sus esencias, de sus aires, de su luz. De nuevo por estos vericuetos que el
tiempo y los elementos han sabido labrar para el placer humano y de sus
sentidos y emociones. Una larga retahíla de sensaciones que te van abriendo sus
puertas conforme vas entrando en sus entrañas, haciéndote partícipe de todo lo
que estas sierras son y que con infinitas ganas de agradar ponen a tu disposición.
Solo resta poner uno de su parte para, en modo receptivo, aprovechar al máximo
todas sus bondades.
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Salimos del aparcamiento de la ferrata de la Canal del Palomo |
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Sendero de subida |
Nuestro objetivo de hoy, el Borón.
Sí, hoy nos vamos a dejar encandilar por él, conquistar por él, siempre y
cuando estemos a su altura, claro. Una altura que no es mucha. Se podría decir que
es uno de los imprescindibles de Guara, pero su altitud es modesta, apenas pasa
de los 1300 metros, pero el encanto reside en los accesos y patios, a cual más
interesante. Optamos por hacer el ascenso por la cresta de los Pepes, y el
descenso por detrás del mallo de San Jorge.
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Panel informativo en el Camino Natural de la Hoya de Huesca |
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Canal del Palomo, en los mallos de Lazas |
Dejamos dispuesto un vehículo en el
aparcamiento de la presa del embalse, porque es por allí por donde
regresaremos. Con el otro nos acercamos hasta el cercano a la ferrata de la Canal
del Palomo, de donde salimos. Y lo hacemos en esa dirección, para continuar
cruzando el barranco de Vadiello. Seguimos por ancho camino, hasta dejarlo
por un sendero que sale a la izquierda, y que luego nos conduce a él, evitándonos
una fuerte pendiente. Tras media hora se llega a un cruce de caminos, en
el que a mano izquierda queda próxima una caseta arruinada, la de San Román,
según los mapas. Seguimos las indicaciones del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, que en ese Espacio Natural Protegido estamos, que nos conducen al eremitorio de San Chinés. Y lo hacemos a la derecha por ancho y herboso camino, que nos va
metiendo por un bosque de repoblación que oculta la verdadera vocación de este
monte aterrazado, que va asumiendo que lo de hacer de soporte para cultivos
quedó en el pasado.
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Mallos de los Pepes, a cuya base hay que subir |
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Aspecto exterior del eremitorio |
Al cabo de una media hora, y tras
cruzar de nuevo el barranco de Vadiello, se va abriendo la vista a lo que va a
ser nuestro próximo campo de juego, un severo ascenso por roca viva de unos
325 metros de desnivel, y que para digerirlo nos tomamos un respiro en lo que
queda de la ermita rupestre de San Chinés, de datación ignota, pero por su
estructura le cuentan con orígenes hispano-visigodos. Se trata del
aprovechamiento de una oquedad en la roca, cerrados por mampostería, bajo unos enormes murallones
estratificados, y cuyo culto se realizaba desde la
cercana Santa Eulalia la Mayor, al menos hasta bien entrado el siglo XX.
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Mallos y cresta de los Pepes, desde el interior del eremitorio |
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Progresando por el descarnado conglomerado |
Es hora de seguir, de enfrentarnos
a la cruda realidad. Primeramente se cruza un pequeño arroyo, para meterse por
entre arbustos y salir ya a la roca descarnada, muy pendiente, pero con muy
buena adherencia. En poco más de tres cuartos de hora nos presentamos en el
collado bajo esos impresionantes mallos de los Pepes, donde se nos abren unas vistas
espectaculares hacia Fragineto y el profundo barranco que media hasta él.
Bocado y trago, que lo merece. ¡Cuán profunda queda esa ermita bajo la enorme
peña de Foratata! Por delante, hacia el sur la preciosa cresta de los Pepes,
que nos dará paso al Borón que asoma hacia el este con toda su inocencia.
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Fragineto y Borón. Por encima asoma tímidamente la sierra de Guara |
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Segundo resalte, asistido por alguna clavija... |
Una vez repuestas las fuerzas que
se nos habían quedado en el ascenso, una vez a lomos de la cresta, solo nos queda
recorrerla. Su anchura da tranquilidad, pero no hay que descuidarse, porque el
patio a ambos lados es considerable. En diez minutos, y tras haber pasado ya
por un pequeño resalte, siguiendo el sendero, se llega hasta la base de la
pared, que hay que tener paciencia en encontrar, porque unos metros antes se
embosca, como queriendo proteger el ascenso y guardárselo para sí. Estamos ante
una pared cuasi vertical, pero que con la ayuda de unas clavijas y del propio
conglomerado se supera sin mayor problema.
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... que vamos superando unos y otros |
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Tercer resalte |
Nos sitúa a lomos de lo que queda
de cresta, que se encamina hacia otro resalte, también provisto de clavijas,
muy justas, pero que hacen su papel. Se pasa por una serie de promontorios, hasta
que se cambia de registro, descendiendo buena parte del desnivel ganado, para
alinearnos ya con el Borón y el Cuello Ligüerri, al que tenemos que descender. Y
para ello hemos de poner mucha atención, porque para bajarnos de la plataforma
en la que estamos solo hay un paso hábil, a unos 1170 metros de altitud, que
exige un giro brusco hacia la izquierda, y que da paso a una zona de carrascas,
seguida de erizones, hasta alcanzar ya ese collado, del que parte el sendero
para subir a nuestro objetivo de hoy a casi doscientos metros más arriba, y que
tardamos menos de media hora en llegar.
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Más tranquilos ya |
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El Borón, por encima del Cuello Ligüerri |
Muchos son los montes de las
sierras de Guara y con muy buenas vistas en todos ellos, pero este es especial,
y lo es por la verticalidad sobre la cola del embalse de Vadiello, sobre la que
se eleva casi seiscientos metros. Unos patios increíbles entre este, nuestro
monte, y la sierra de la Ronera, antesala visual de la sierra de Guara, medular
y techo de todo el entorno. Sin despreciar las vistas sobre el embalse, que
amansa las aguas del ya tranquilo Guatizalema, porque ese es el significado del
término “río tranquilo”. Auténticamente espectacular, como también lo son esas
gigantescas ralleras que del Fragineto bajan a él a beber.
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Las ralleras de las canales de Fragineto se desmayan casi mil metros
Al fondo, todo el cordal de la Sierra de Guara |
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Embalse de Vadiello, y los mallos Mitra y San Jorge |
Momento para el alimento también
del cuerpo. Algo de comer y para abajo. Repetimos itinerario de bajada hasta el
Cuello Ligüerre y subida hasta ese estrecho paso que nos sitúa de nuevo a
caballo de la peña del mismo nombre y de los mallos de Lazas, no sin un tramo
de subida antes. Los hitos nos llevan por encima del peligroso barranco del
Diablo hasta tener de frente el mallo de San Jorge, que no subimos, y la Mitra a su izquierda visual. Lo dejamos todo a nuestra izquierda en el collado del mismo nombre, y poco a poco nos vamos
metiendo en un barranco en el que estamos entretenidos como media hora. Sí, muy
entretenidos. El desnivel es muy pronunciado, tanto es así que hay pasos
asistidos por cuerdas fijas. La salida del barranco también depara sorpresa, ya
que se llega al pie del mallo de San Jorge y del Puro.
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Descendiendo el barranco, ayudados por las cuerdas fijas |
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Mallos de Ligüerri |
En veinte minutos más se termina la ruta, habiendo pasado por la
intersección de la salida de la ferrata de la Canal del Palomo, recalando en el
lateral de la casa junto al aparcamiento de la presa, donde habíamos dejado un
vehículo, que nos llevará hasta el otro donde la hemos comenzado como 6 horas y
media antes, tiempo del que 3h 30' han sido en movimiento, para recorrer tan
solo 9,6 km, pero salvando un desnivel acumulado superior a los 1400 metros
D+/-, datos que nos pueden dar una idea de las acusadas pendientes de la ruta.
Hola Chema.
ResponderEliminarEl Boron es mi pico favorito de la sierra de Guara, para la "poca cosa que es", tiene unos buenos desniveles y muchas alternativas para subirlo.
La verticalidad que hay desde la cima, es impresionante, casi se le va a uno la cabeza al mirar para abajo.
Un saludo
De acuerdo en todo lo que dices, Eduardo. Gracias por el comentario.
EliminarUn saludo.