Puchilibro (1.597 m)
Sábado, 25 de febrero de 2017
A poco más de mil metros de
altitud, y dominando la Hoya de Huesca, rompes el horizonte con tu silueta. Hoy
imprescindible, pareciera que siempre hubieras estado ahí… quizá sí, quizá el
espacio que ocupas estuviera reservado para tu presencia, quizá el tiempo de tu
factura se diluya en la historia, como el agua entre los dedos, porque ahora
sí, ahora te muestras orgulloso de ser como eres, el conjunto fortificado
románico más importante y mejor conservado del mundo, pero siempre no has sido
así, ¿verdad? Es mucho lo que muestras, pero es más lo que callas. Nos
conformaremos con tu presencia, que evoca tiempos de conquistas y reconquistas,
de sangre, sudor y lágrimas, de poder, de arte, de cultura, de tiempos en los
que la vida tenía otra dimensión, otros ritmos, otra mística, que en definitiva
era lo que movía el mundo.
Entre senderos y pistas |
Con algo de esa mística,
iniciamos la ruta de hoy en el aparcamiento del castillo de Loarre para
dirigirnos al Puchilibro, verdadero techo de la sierra. Después de haber visto
el -7º por los pacos del Asabón, llegamos aquí con el mismo valor, pero sin el
signo. Bien templaus, partimos con
Toño, Carlos y Josemari, para comenzar el ascenso por el pinar de repoblación,
donde enseguida nos encontramos con los indicadores del PR HU-105, donde
comienza la circular. En poco menos de media hora salimos a una pista, que
abandonamos a los pocos pasos, para ir subiendo y subiendo, dejando el arbolado
atrás, por un sendero que en diez minutos comienza a sortear un cresterío por
entre los pasos que le deja el roquedo.
Progresando por el bosque |
Por la cresta |
La cresta es ancha, sin apenas
riesgo, no obstante hay que andar atento porque la tentadora mirada sobre lo
que nos rodea, siempre está al acecho en el cuarto de hora que dura su
recorrido. Es tan amplia como profunda. El Moncayo y los picos de Urbión son
protagonistas a poniente. Otro cuarto de hora más y se llega al cruce por el
que hemos de desviarnos a la vuelta para no repetir itinerario, pero aún nos
quedan otros quince minutos más, por lo que repetiremos, hasta llegar a la
cumbre. Una cumbre muy agradecida, porque su situación es privilegiada,
representando una extraordinaria atalaya sobre estas sierras en primer plano,
sobre la espectacular Hoya de Huesca en el solano, y sobre el Gran Norte,
precedido por otras sierras exteriores, como las de San Juan de la Peña u Oroel.
El día está claro, hay ligero norte, lo que favorece la definición del
horizonte, o de los horizontes, podríamos decir.
Ayerbe en su ribera. Al fondo, el Moncayo |
Plan de Lugas, con su refugio y el Puchilibro |
Media hora de solaz y regocijo
alimentándonos no tanto de las ligeras viandas como del repaso, casi exhaustivo,
de los nevados montes pirenaicos, que se muestran en formación siempre que son
requeridos para pasar lista. Siempre hay alguno que se esconde detrás de otro,
pero confiamos en que estará en su sitio. Triste, como todas las despedidas,
pero con la ilusión de volver. De esa guisa comenzamos el descenso. Y lo
hacemos por el sendero que hemos subido, hasta llegar al cruce, que tomamos a
nuestra derecha, siguiendo el mismo PR HU-105 dirección a los repetidores, a
los que no llegamos, bajando directamente, tras cruzar dos veces la pista,
hasta el Plan de Lugas, un gran altiplano otrora cultivado, en el que nos
encontramos algún todoterreno con remolques de perros, y sí, son lo que
parecen. Nos extrañamos, porque no hemos visto ningún anuncio de batida. Nos
llegamos hasta el final, justo a dar vista sobre la zona del castillo, donde
hay una plataforma de despegue de artilugios de vuelo autónomo.
Extraordinaria panorámica desde el mirador Castillo de Loarre y su población, dominando la Hoya de Huesca |
Cruce donde comienza y termina la circular |
Volvemos sobre nuestros pasos, y
a la altura del refugio da continuidad el sendero, que se mete de nuevo por el
pinar, para al cabo de poco tiempo llegar al cruce donde comenzábamos la
circular, y ya por terreno común y en otros cinco minutos dar por terminada la
ruta poco pasado el mediodía y a 16º. Es lo que tiene este tiempo. Una ruta mañanera
de 7 km, a la que le hemos metido 3 horas de tiempo total, del que 2 han sido
en movimiento, para salvar un desnivel acumulado en torno a los 590 metros D+ y
D-. Muy recomendable, siempre y cuando no nos encontremos con lo que nos
encontramos al terminarla, de lo que damos cuenta aparte para no emborronar lo
que ha sido una agradable mañana de monte.
INDIGNACIÓN,
RABIA E IMPOTENCIA
Cartel que a las 9h 25' no estaba |
De nuevo. Sí, porque no es la primera vez que nos ocurre.
Esta vez en la sierra de Loarre, junto a su castillo. De nuevo nos encontramos
con la misma situación, y es la de que cuando te dispones a pasar una apacible
mañana de monte, entras en un camino, a las 9h 25', repetimos, a las 9h 25', en
el que no hay ninguna advertencia de batida de caza. En pleno descenso ves con
extrañeza varios vehículos con sus remolques de transporte de animales vivos. Y
a la llegada al aparcamiento, a las 12h 15', donde se ha iniciado la ruta, te
encuentras el aviso de la batida, que indica que ha comenzado a las 8 de la
mañana, repetimos, a las 8 de la mañana. ¿A qué hora han puesto el cartel?
¿Dónde estaba la autoridad competente? ¿Qué defensa tenemos los desarmados si
hubiera un “accidente”?
No estamos en contra de la caza ni de los cazadores... bueno, con
matices. De lo que sí estamos en contra es de estas prácticas caciquiles, con
un alto índice de desprecio hacia el resto de usuarios de los montes y caminos
públicos, que desprestigian al colectivo con un cada vez más rechazo social.
Cada uno tenemos nuestras razones para ir al monte, pero cuidado, porque hay
quienes las llevan colgadas al hombro. La sombra del castillo es demasiado
larga para algunos, que se pasean por los aledaños con aires feudales. Recuerda
mucho las palabras de aquél dirigente franquista que decía que la calle era
suya. Lo mejor, que este finde es el último de caza mayor.