sábado, 19 de noviembre de 2022

Selva de Irati, las delicias del hayedo

 Año XI. Entrega nº 786.



IXOS MONS
Selva de Irati
Sábado 12 de noviembre de 2022

            El otoño, fiel a la cita anual en el hemisferio norte de nuestro planeta, es capaz de extraer de las personas las más variadas sensaciones. Está asociado a la introspección, a la preparación para el invierno, a la tristeza, a la melancolía, pero solo si nos dejamos arrastrar por ella, porque, como todas las monedas, tiene una doble cara, y como la vida es cíclica, siempre habrá un despertar. Así lo veía el malogrado escritor norteamericano Francis Scott Fitzgerald, cuando decía “¡No te angusties! La vida vuelve a empezar con el otoño”.



            Es por ello que hay que asociarlo al ciclo de la vida, porque hay un tiempo para todo. Las hojas, como elemento del aparato respiratorio del árbol, salen cuando lo necesitan, y se desprenden cuando ya no, pero eso no significa que mueran, porque siguen sirviendo como elemento vivificante para otros procesos. Son enseñanzas del Gran Libro de la Naturaleza Viviente, que nos llevan a pensar que la muerte no existe, o al menos no como un estado. Ciertamente se puede ver en el momento del desprendimiento de la hoja de su sustento en la rama, lo cual sería un tránsito, pero sigue viva, sigue viva de otro modo, ejerciendo otras funciones. Y eso nos da esperanzas, porque tras un otoño fertilizador, en el que comienzan esas transformaciones en el gran laboratorio de la naturaleza, y que continúan más ralentizadas en invierno, llega la explosión de vida visible renaciendo a una nueva primavera.



            Estas y otras reflexiones acompañan nuestro tránsito por el bosque, una de esas manifestaciones de vida que encontramos ahí afuera y que, en sí mismo, ya representan todo un mundo que sabe hacer su trabajo… y lo hace, dándonos lecciones de vida que solo con una buena observancia podremos extraer. Una de las especies características de los bosques de influencia atlántica, y que tenemos a nuestro alcance, es el haya (fagus sylvatica), de la que encontramos en la red de redes:  “Cuenta una tradición antigua que fue con láminas finas de madera de haya como se confecciono el primer libro de la historia, siendo la primera superficie sobre la que se escribieron palabras, cuestión que corrobora su etimología: la palabra anglosajona original para haya es boc, que posteriormente se transformó en book = libro en inglés”. 




            También leemos que: “El Haya es un árbol social, que comparte bien su espacio con otras especies, pero a la vez es un árbol que no tolera invasores, por lo que a su alrededor no crece ni la hiedra ni el muérdago ni la maleza. En este sentido sabe cuidar de sí misma y de su entorno. No es casualidad que la palabra “haya”, la que cuida de los niños, deba su nombre de oficio a este árbol femenino y protector. Siempre aprendiendo.



            Y para seguir haciéndolo, en esta ocasión nos hemos ido 15 “mayencos” a la Selva de Irati, considerada una de las masas forestales más extensas de Europa. Antes de las nueve de la mañana abandonamos el solitario aparcamiento para comenzar a darnos una vuelta por este extenso e intenso territorio, con un frondoso bosque de hayas y abetos. Y lo hacemos calentando las piernas para subir a hacer una visita a la ermita de la Virgen de las Nieves, muy cercana a las ruinas de la Casa del Rey que, según leemos en la leyenda está en un emplazamiento en el que entre 1784 y 1823 había un poblado, y lo que se conserva de él era una “casa fuerte que comprendía vivienda, capilla, almacenes y una posada”, cuya historia derivó en la construcción de las actuales Casas de Irati. Dejamos todo ello atrás para bajar a la carretera y tomar el señalado como: Camino Viejo a Koixta, que al poco se va difuminando, hasta salir a la carretera.






            Tras circular por ella como 500 metros, sale a nuestra derecha una pista, que tomamos, para salir de nuevo a la carretera, para recorrer otros 600 metros y meternos en otra pista, que nos hace ya disfrutar definitivamente del hayedo, que sale a recibirnos a medio vestir, cansado ya de tanta sequía, y que prefiere olvidar este año y prepararse para el siguiente, en la esperanza de que sea mejor. Gran hayedo este, con grandes, enormes ejemplares que se abren paso hacia un cielo limpio. Venimos del SL-NA 52c y tomamos el SL-NA 53c para ir bordeando ya la cola del embalse, que encontramos seca, y el puente roto, lo que nos obliga a ir subiendo en busca de un lugar propicio para cruzar al otro lado y que, al remontar, nos sorprende ya la lámina de agua.













            Seguimos camino. Pasamos por la Casa Forestal y salimos a otra pista mayor, en la que dejamos el SL-NA 53c para seguir la dirección que indica a la Virgen de las Nieves, que seguimos hasta el aparcamiento, al que llegamos, por el SL-NA 63a, después de casi tres horas y media de auténtico disfrute. Pero no contentos con eso, alargamos la ruta para visitar la cascada del Cubo, que nos lleva como más de media hora, volviendo al punto de origen.





            En total, hemos recorrido 15,3 km, en un tiempo total de 4 horas y 20’, salvando un desnivel acumulado en torno a los 410 m D+/-.


Web:

Nina Llinares

Espacios Naturales de Navarra 

Irati 

Caminar por caminar 

RAE

Geomap

Hijo de la Tierra 



Imagen cedida por Julio



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martes, 15 de noviembre de 2022

Circular Sesué - Eresué - Sos, por el Solano de Benasque/Benás (PR-HU 85)

                                                          Año XI. Entrega nº 785.



IXOS MONS
Circular Sesué-Eresué-Sos
Martes 8 de noviembre de 2022

            De los estudiosos contemporáneos de los Pirineos, encontramos en Cayetano Enríquez de Salamanca un verdadero maestro en la difusión de las bellezas naturales de nuestra cordillera, de hecho, algunas de sus publicaciones fueron premiadas con diversas condecoraciones al mérito turístico. En una de ellas, nos habla de El Solano como “pueblos todos ellos accesibles en vehículos desde no hace mucho. Frente a Villanova, arrancan las pistas que suben a Sesué, donde abundan las casonas hidalgas, y a Sos una de las poblaciones más antiguas del valle”. 



            Tanto el ser humano como el resto de los seres de este planeta estamos sometidos ineludiblemente a los parámetros del espacio y del tiempo. La vida es una constante evolución. Nada se detiene. No hay nada inalterable, lo que hoy nos parece importante, ayer no lo fue, y viceversa. Cuando hablamos hoy del valle de Benasque/Bal de Benás, pensamos en la población de cabecera y en su importancia como destino de turismo de montaña de primer orden, sin percibir que para llegar a ella, tenemos que hacerlo por un amplia extensión de terreno que pasa desapercibida, y es el valle de Sositana, cuya capital, Sos, ya se mencionaba a comienzos del siglo XI (1006/11) en la Colección Diplomática de Obarra nº 18, de Martín Duque, citando una “villa (Sos) en la valle Sositana, en el lugar de Villanúa”. Sos, cuyo topónimo, probablemente, vendrá de “sus”, que significa alto, no en vano está a 1150 msnm, tenía ayuntamiento propio en 1834, al que se le unió Sesué en 1845 para formar el nuevo municipio de Sos y Sesué, hasta que en 1910 pasa a este último la capitalidad.


            Son los avatares de los tiempos. Hoy en día, el trepidante modo de vida que se lleva levanta tanta polvareda que ahoga esos pasajes de la historia y los sucesivos, en los que esta ha ido dando tantos tumbos que perdemos el gusto por lo auténtico, por la serenidad, por unos paisajes transformados, por unos oficios perdidos. Y para recuperar mínimamente esas sensaciones lo mejor es echarse al monte con calma, disfrutando del lento transcurrir del tiempo dejándose vagar por esos caminos de viejo otrora tan transitados por los paisanos en pos de sus labores, y que nos han quedado como testigo mudo de una época que se fue. Hoy vamos en su busca al Solano de Benasque, que alberga un puñado de pequeños pueblos con encanto, repartidos entre varios municipios. Con base en Sesué, abrimos una circular para visitar Eresué/Erisué (TM de Sahún) y Sos (TM de Sesué), por solitarios caminos por los que aún se puede disfrutar de los mugidos del ganado vacuno que todavía se da vida por aquí. 


            Aparcamos junto al ayuntamiento y recorremos el pueblo buscando la parte más alta. Pasamos por el Centro Social y seguimos hasta el lavadero, que nos pone ya en la pista del PR-HU 85. Salimos a una carretera local de cuyo comienzo sale una senda que nos mete ya por un camino de viejo escoltado por muretes, y bajo la protección del bosque. Un camino que se empina, no en vano, de los 980 msnm del arranque, hay que alcanzar los 1285 msnm donde, tras algún claro que nos permite contemplar los macizos cercanos de El Turbón y de la sierra de Chía, encontramos el desvío a la izquierda que nos sube a Eresué (TM de Sahún). Tres cuartos de hora para superar esos 300 metros de desnivel. Va bien la cosa. Nada más llegar a la carretera local nos sale a saludar la parroquial de San Juan Bautista, con su robusta torre y cementerio anejo, que ya visitamos este tiempo atrás al realizar el Circuito de la Puerta del Valle de Benasque. Correspondemos al saludo y volvemos al cruce.






            Continuamos por esos caminos que evocan otros tiempos. Cruzamos el barranco de Eresué y seguimos. De vuelta al término municipal de Sesué, pasamos junto a la ermita de la Virgen del Puy, que está a la espera de que le toque el turno de su restauración y puesta en valor. Enseguida se sale a una pista que, ya en breves, nos deposita en Sos, en cuya entrada encontramos una vieja casa, donde la señalización nos lleva a la derecha, pero podemos desobedecer y entrar por la izquierda para no perder la ocasión de visitar este bello pueblo, hoy uno más del Solano, pero que fue su capital en una época de la antigüedad. Tras recorrer sus calles nos podemos llegar hasta la parroquial de San Andrés, de origen románico, pero transformada en el siglo XVII, y un poco más hasta un tozal que alberga un extraordinario mirador sobre el valle.







            Volvemos sobre nuestros pasos para salir a la carretera local, en cuyo comienzo, encontramos una pista a la izquierda y, seguidamente un camino a la derecha que nos lleva por el canto de un campo, a salir de nuevo, junto a una torreta de tendido eléctrico, a la misma carretera, que recorremos, con cuiddo, algo menos de 700 metros para, en una pronunciada curva a la izquierda, encontrar una pista que no tomamos, pero sí a un camino que sale a su izquierda, y que en unos diez minutos de más disfrute por estos parajes, nos baja ya a Sesué, pudiendo callejear hasta el punto de arranque, a no ser que queramos visitar su parroquial, dedicada a San Ginés/Chinés, con edificio románico, con tintes lombardos. Pues es todo lo que ha dado de sí una estupenda mañana por estos pagos que conviene recorrer de vez en cuando para no olvidarlos y para que no nos olviden.





            Ha salido en total un recorrido de 5,4 km, recorridos en 1 hora y 40’, pero que bien se puede ampliar a lo que el disfrute recomiende, salvando un desnivel acumulado total de en torno a los 330 m D+/-.


                               👀 En la ruta coinciden tramos señalizados para BTT.


Bibliografía:

El Valle de Benasque. Cayetano Enríquez de Salamanca. Editado por el autor en 1979.

Los pueblos y despoblados II. Antonio Ubieto Arteta. Anubar (1984)

Los pueblos y despoblados III. Antonio Ubieto Arteta. Anubar (1984)

Web:

Románico Aragonés 

Arquivoltas  

SIPCA  

Senderos FAM  

Hijo de la Tierra 





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