Año XI. Entrega nº 781.
Una de las frases que el lisboeta Fernando Pessoa, considerado como el poeta portugués más universal, nos dejó en su corta vida fue la de que "El valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con la que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas únicas e incomparables".
Pues dicho y hecho. Desde Benasque, tomamos la carretera hacia el norte (A-139), y al poco de pasar la rotonda que da acceso a la de Cerler, a mano izquierda se abre una ancha pista que, pasando por la borda el Negro, nos da acceso, a la central de la Ruda, donde dejamos el vehículo para comenzar la corta aproximación a la base de la vía.
Se cruza el puente y se continúa por el camino del Rigau dirección Benasque, abrazados al río Ésera por su margen derecha, tan estrecho es el abrazo que hay un tramo con sirga para evitar sustos. En menos de diez minutos se llega al pie de la vía, y que hay que ir con tiento, porque no está indicado, salvo un hito al comienzo del empinado sendero. En pocos metros, nos situamos ya en el comienzo de la ferrata, donde nos encontramos con dos carteles como que está cerrada y, según algunas fuentes, se debe a que es arriesgado el subirla en invierno, y que, según otras, se revisa todos los años.
Bien. La vía se compone de dos tramos bien diferenciados. El primero es fácil, muy tumbado, en el que hay que aprovechar la falta de grapas con las presas naturales. Cuarenta minutos que se hacen algo aburridos, pero que te sirven para ir tomando perspectiva sobre el valle.
El encontrarte con una pared completamente vertical te indica que es el punto de inicio de la segunda parte, más física. Se supera el primer tramo, al que le sigue un paso horizontal, para continuar por otro tramo vertical, al cabo del cual damos por terminada la ascensión.
Las vistas sobre el valle son espectaculares, y si echamos la mirada arriba, nos toparemos con las tucas d’Ixeia, verdaderos baluartes que enhiestos se alzan entre este y el contiguo de Batisielles. Una hora y diez minutos que, entendemos se debe a ir en solitario, ya que en reseñas se indica desde 1h 20’ en unas a 2 horas en otras.
Para el descenso, optamos por seguir el sendero, no siempre bien visible, marcado con puntos rojos y amarillos, que nos lleva al camino de la plleta d’Ixeia, que nos baja hasta la trasera del edificio de la central de la Ruda, habiendo tenido que cruzar antes el barranco homónimo. De este modo, llegamos al vehículo tras 2 horas y 10 minutos, habiendo recorrido unos 2 km, con un desnivel acumulado total de en torno a los 340 metros D+/-, recordando a Pessoa en esos momentos inolvidables y cosas inexplicables.
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