II Marcha Senderista Lizara
Domingo, 15 de septiembre de 2013
Qué fácil es hacer analogías
entre la vida y la montaña. Es el discurrir por esos senderos, por esos
vericuetos que te presenta el camino, unas veces rectos y otras veces torcidos,
unas veces por suaves pastizales y otras por incómodas pedreras, unas veces
cuesta arriba y otras en descenso. Sí, no es fácil encontrar tantas semejanzas entre
dos cosas que en ocasiones fatigan y en ocasiones se puede uno nutrir de ellas.
Pero aun dentro de las mayores semejanzas, podemos encontrar una inequívoca, y
es el hecho de que detrás de un monte hay otro monte, detrás de una dificultad hay otra
dificultad, y sólo salvándola airosamente nos podremos enfrentar a la siguiente,
de lo contrario vienen los bloqueos, y la necesidad del rescate.
Jasa, amparada por el Bisaurín |
Bien, hoy ha sido un claro
ejemplo de todo ello. Si el año pasado esta prueba se inauguró pateando un
cordal y volviendo al refugio por las entrañas del valle, en esta segunda edición
se ha querido trazar con más dureza el recorrido. Si el año pasado se saldó el
examen con nota, este año es mayor la dificultad, ha habido que alcanzar de
nuevo Lizara a través del otro cordal del valle. Estamos en el corazón del
espacio protegido del Parque Natural de los Valles Occidentales, en un lugar
donde las montañas comienzan a levantarse, donde las montañas comienzan a querer
dejar su impronta, donde las calizas azotadas por los vientos se convierten en
arte para el deleite de la sensibilidad humana.
Perfil de la prueba |
Atardecer sobre Bernera |
Y a mayor dificultad y mayor
recorrido, mayor tiempo para hacerlo, y en consecuencia mayor madrugón, tanto
es así que optamos por venirnos el sábado al refugio. No ha habido eco en la
masa social del club, no obstante, como
es una prueba abierta al público en general, ha venido Mariana para acompañarnos
en esta jornada de cordales que nos ha permitido contemplar este valle desde
las alturas.
La llegada a Lizara es amable, y
más al pensar que la previsión del tiempo ha dado una mejoría. Un paseo por el
llano para visitar el dolmen media para ir a cenar. Nutrido grupo de Os
Andarines d’Aragón. La noche se ha echado encima, una noche que mece las nubes,
en cuyos intervalos se asoma una luna que a cuatro días de su plenitud se ufana
en mostrarse bella, fulgurante, atractiva, buena conversadora. Sí, liamos bien.
A punto de salir |
Seis de la mañana. De la noche,
habría que decir. A las puertas del Refugio de Lizara (1.540 m), sesenta o
setenta frontales con patas dispuestos a dar luz, toda su luz, se enfilan por
el llano hacia el collado del Bozo (1.995 m), que pasamos en silencio para no
despertar a estas cimas azotadas por el viento que ya anda suficientemente
despierto. De más se podría decir. Todo duerme aún a la espera de que ese
horizonte, presidido por La Collarada, donde ya se quiere hacer mayor el
Pirineo, vaya despertando poco a poco, vaya trayéndonos, como cada día, esos
cambios cromáticos, ese anuncio de que nuestro astro rey Sol nos va a traer de
nuevo toda su luz, todo su calor y toda su vida, que aunque rutinario, no deja
de ser prodigioso.
Amaneciendo |
Bien, una vez a caballo del
cordal, se van sucediendo las tachuelas, Puntal del Cuello del Bozo (2.088 m), Napazal,
(2.117 m), Mesola (2.177 m), y casi el Cucuruzuelo (1.972 m). Entre los
primeros hemos visto renacer un nuevo día, que va a replegar todos esos
nubarrones que vienen de puerto y que se asoman por todos los collados que Forca,
Valencia, Agüerri, Bisaurín, Fetás, Bernera, Llanas y Aspe forman entre ellos,
y que sin embargo mantienen unas fugaces nieblas en el fondo de los valles. Estamos
entre el de Aragüés y el de Aísa.
Mariana resiste al viento en el Mesola |
Bajada hacia Jasa, pasando por
los avituallamientos de la Fuen Nueva y el collado de la Loma de Aísa, en la
carretera entre esta localidad y la que nos dirigimos. Unos avituallamientos
llenos de cosas ricas y refrescantes, y lo mejor, de amabilidad, sonrisas y ánimos.
Tras este segundo punto nos metemos en un bosque en el que se respira
serenidad, en el que se respira infinidad, en el que se respira eternidad. Pierde
uno la noción del tiempo, es tanto lo que se encuentra que no querría uno salir
de él.
La manduca en Aragüés |
La entrada en Jasa es fría, también
la salida. No encontramos esas sonrisas del año pasado. Por una bonita vereda,
nos acercamos al cauce del río Osia, punto más bajo del todo el recorrido, y ya
se sabe lo que eso significa, que a partir de aquí todo va a ser subir y subir.
Casi 1.200 metros más de desnivel es el que tenemos enfrente, pero antes hay
que reponer fuerzas, antes hay que dar cuenta de un buen plato de pasta fría
que nos ofrecen en Aragüés, también entre admiraciones y risas, entre buen
rollo en definitiva. Cuatro horas y media hasta aquí. Y vuelta al curro, un
curro empinado, un curro descarnado, un curro pedregoso, un curro de esos que
se necesitan para cultivar la paciencia, la perseverancia, la tozudez.
Haciendo amigos |
Alto de Maíto (1.877 m) y ya perdemos
la noción del espacio y del tiempo. Andares desconocidos ofrecen distintas
visiones de los valles que se abren a poniente, el más cercano el de Urdués,
hasta cuya cabecera llegamos paso a paso, palabra a palabra. Es la Senda de los
Contrabandistas. Estamos a caballo entre este valle y el de Gabás, característico
por su peña. Y más subir, y más subir, hasta el Puntal Alto del Foratón, que
con sus 2.154 m es lo más alto de este cordal, que para dejar pasar los vientos
se agacha hasta el collado del mismo nombre, puerto entre Plan d’Aniz y Lizara,
a cuyo refugio nos dirigimos, no sin antes embriagarnos visualmente de todo lo
que está a nuestro alcance.
Todo un mundo |
Un relajado y coloquial descenso y
llegamos al punto de partida antes de las tres de la tarde, como a ocho horas y
tres cuartos de haber salido. Cencerros y aplausos nos reciben para terminar a
gusto esta jornada de montaña. Otro platerón de macarrones, creo que fueron
otros dos, para llenar esos depósitos que casi 33 km, 2.060 metros de desnivel
positivo acumulado, y casi nueve horas, han ido vaciando poco a poco, que
aunque se han llenado de otras cosas esto también cuenta.
Ya más relajaditos, a dejar pasar
el tiempo entre conversaciones con unos y con otros. Y en una de ellas, entre
Jorge y Mariana sobre Argentina, la Pampa, la Patagonia… se nos ocurre mentar
el Campo de Hielo Norte, uno de los lugares más inhóspitos del planeta, donde en
el verano austral de 2007 una expedición de Al Filo de lo Imposible junto con miembros
de la Escuela Militar de Montaña de Jaca, con la colaboración de sus homónimos
chilenos, se adentraron para conquistar el cerro San Valentín, sin conseguirlo
debido a la infernal meteorología, que les obligó a ser rescatados in extremis
corriendo graves riesgos, y dejándose alguna falange por el camino.
Cielo y tierra |
Alberto Ayora, viejo amigo y gran
experto en el mundo de los riesgos en montaña formaba parte de esa expedición,
que pone como ejemplo de análisis y tratamiento de situaciones extremas en las
conferencias que imparte donde lo requieren, a la que ésta en concreto ya hemos
tenido oportunidad de asistir en varias ocasiones. Pues bien, hete aquí que sin
más ni más aparece por la puerta del refugio con intención de impartirla de
nuevo, a petición de un numeroso grupo que ha movido a pasar un día de monte la
ONG Acción contra el Hambre. Parece increíble, no? Casualidad?, vamos a dejarlo
en coincidencia. Quien quiera profundizar en ello, puede pinchar en http://www.rtve.es/television/20130212/expedicion-campo-hielo-norte/607956.shtml
Y sin más, se une Alberto a la
expedición de vuelta a Jaca… hablando de qué?, de monte, naturalmonte. Gracias a los que han hecho posible otro extraordinario día de montaña, y en buena compañía.
El reportaje completo de fotos,
en:
https://picasaweb.google.com/chematapia/IIMarchaLizaraEl track de Haitz (refugiodelizara.com):
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=5271335