Pico Peiró (1.579 m)
Sábado, 7 de septiembre de 2013
Resignados a quedarnos en casa el
fin de semana, debido al mal tiempo anunciado, un alma caritativa nos ofrece
media jornada de monte. Pues como para hacer ascos estamos… Un fin de semana,
decimos, en el que las peores previsiones del tiempo se han quedado en eso, en
las peores previsiones, nada parecido a la realidad. ¿Que ha hecho mal tiempo?,
sí, pero cuánto de mal tiempo, pues el suficiente
poco como para pasar una mañana entre pinos, bojes, avellanos y hayas al norte
de la sierra de Gratal.
Arranque de la senda |
Partimos de Zaragoza con Javier y
Ricardo, con destino a Arguis, para meternos por una estrecha carretera que va
a Bentué de Rasal. En un próximo desvío a la izquierda sale una pista sin
asfaltar, donde al poco dejamos un coche. Aquí nos encontramos con señales del
Camino Natural de la Hoya de Huesca, que con excesivo fausto han aderezado de
carteles, postes, barandillas de madera, metálicas…
Nueve y veinte de una mañana que
se sujeta pero no dice cuánto, creo que va a ser poco. Tomamos la pista, y a
los diez minutos un sendero recto, vertical, de esos que te quitan el resuello,
sale a nuestra derecha. El bosque está que plora por los cuatro costados, está alegre,
radiante, sólo, en su salsa, como con prisa para vestirse de otoño. Y los cielos también ploran, pero bien. Al cabo de
una hora desde el arranque, y tras ir encajonados en un barranco durante los últimos
compases, llegamos a un collado, desde el que seguimos sin ver nada, sólo
niebla, sólo viento, que nos hiela las camisetas y lo de dentro.
En el camino |
Seres encantados |
Esta senda es el complemento a
nuestra exposición al agua de hoy. Hay tramos tan congostos de vegetación que
nos sentimos como los coches en un tren de lavado. Las zarzas y arbustos bajos
se ocupan de los pantalones, que por capilaridad va subiendo la humedad ya
hasta más arriba de la cintura. Los arbustos altos y los árboles lo hacen de esa
cintura para arriba. En fin, no hay mejor cosa que compartir.
Casi media hora de spa nos
conduce a un cortafuegos que esconde en sus senos un oleoducto, que seguimos
hacia abajo, hasta dar con un par de seres humanos, los únicos de la mañana,
que están entretenidos en el ordeño de un arañón, que hay quien llama endrino. Pues,
¿cómo vamos a dejarles ahí, solos, en el empeño?, ¿y si están malas?, en fin,
lo dicho de compartir. Y ya sin más miramientos, por esta ancha calzada supra
oleoducto llegamos hasta otra pista, en la que Javier y Ricardo se van a la
izquierda en busca del coche de éste último, y el mendas, con la gran
responsabilidad de que los tracks terminen correctamente, se va a la derecha, a
salir a la presa. En este punto, la cartelería nos informa de que existen unos
pozos de nieve próximos, los de las Calmas les llaman, que no vemos, pero al
parecer son similares a los existentes en la Peña Oroel.
Conforme vamos saliendo del
bosque se va abriendo a la vista el valle que conforma esta sierra con el monte
de Monrepós, en cuya solana se asienta la población de Arguis, y cuyo seno
dormita bajo las aguas de este embalse, que según reza en los carteles, fue
construida en 1704, siendo la más antigua en uso de Aragón. Y poco más, llegada
a lo que queda del albergue, cambiarnos de ropa y cada mochuelo a su olivo.
Poco más de 12 km, que nos han
sabido a poco, pero que nos han permitido una incursión a esta sierra… que ya
le teníamos ganas. Los desniveles, en torno a los 600 de subida y los 800 de
bajada.
El reportaje completo de fotos,
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