Fuentes y manantiales de Jaca
Sábado, 16 de abril de 2016
Con motivo del Día Internacional del Libro, la
Librería General de Jaca lleva editando cada año, desde 2001 unos libretos
incluidos en la colección que da en llamar Papeles Abiertos, tratando la mayor
parte de ellos de diversos aspectos relacionados con la vida, la historia y la
sociedad jaquesa. El segundo ejemplar, llevó por título “Fuentes y manantiales
de Jaca”, y ha sido objeto de una revisión y re-edición este año. Tanto el
editor, Pedro L. Pérez, como el anterior autor, Ángel Mesado, me han brindado
la oportunidad de participar en la autoría de esta segunda edición, algo que
hemos hecho con sumo agrado, aun en la convicción de tener que buscar ayuda,
como así ha sido, ya que la falta de conocimiento acerca de algunas de ellas
era manifiesta.
En el acto, Pedro L. Pérez hace una presentación de
los números precedentes de la colección, y Ángel Mesado toma la palabra para
hablar de la primera edición, de los contactos establecidos con los viejos del
lugar.
Llegado mi turno, comento que aunque algunas,
ciertamente, ya se conocían, la búsqueda de unas y de otras ha hecho no
solamente realizar ese trabajo de campo necesario
para su localización, comprobación de su estado, toma de datos, de imágenes,
etc., sino la de recrearse imaginativamente en su historia, en su devenir, en
el servicio prestado a las gentes de otras épocas, en las que estaban
integradas en ese paisaje laboral, reducido hoy en día únicamente al aspecto
lúdico.
Y ahondando más en el tema, como indicamos en el
prólogo, algunos conocimientos antiquísimos nos dicen que los líquidos, de los
que el agua es su mayor exponente, guardan relación con los sentimientos. Quién
no se conmueve con la sola contemplación de un salto de agua, o del curso de un
gran río, o del infinito mar, o de un pequeño manantial de montaña. También se
dice que los ríos son las venas de la tierra. Venas visibles en algunos casos,
no en otros, cuyos cauces freáticos alimentan esas grandes, y con frecuencia
insondables, capas interiores de la tierra. En cualquier caso, esas aguas
siempre provienen de fuentes que generalmente se encuentran en las montañas.
Siguiendo con este argumento, pensemos que el agua
viene de las alturas, con el simbolismo que ya de por sí tiene. Baja con sus
propias propiedades, valga la redundancia, se impregna con las propiedades del
aire antes de tocar suelo, se impregna con las propiedades del sol, de la luz,
antes de tocar suelo. Cae a la tierra, la penetra, la fertiliza, la fecunda.
También se impregna de las suyas. Con las propiedades de los cuatro elementos, en
el seno de la madre tierra, hace allí su trabajo, callado, oscuro, y cuando lo
ha terminado sale en forma de fuente, en forma de manantial. Es extraordinario
el paralelismo que encontramos con el ser humano, como con cualquier mamífero.
Hay un líquido, una semilla que fecunda, que fertiliza; hay una tierra a fecundar,
a fertilizar; hay un trabajo callado, oscuro, en el útero de la madre, al cabo
del cual, hasta la expresión nos viene bien, tras romper aguas, surge un
nacimiento.
Eso mismo ocurre en esta parte del ciclo del agua.
Y ¿qué sentimientos nos inspira un nacimiento?, ternura, admiración, gozo, incluso
veneración si se trata de un ser muy cercano... Puesto que el ser humano forma
parte de esa naturaleza, donde todos los seres vivos estamos sujetos a las
mismas leyes, desde aquí invitamos a tomar este punto de vista, para darle más
valor a la visita a las fuentes, pensando que ese nacimiento, ese renacer del
agua, con una cierta devoción, nos aporte los elementos necesarios para vivir
una vida más acorde con esos ciclos naturales.
UN LIBRO MUY INTERESANTE
ResponderEliminarGracias, Pedro. Un abrazo.
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