San Quílez (1.084 m)
Domingo, 10 de abril de 2014
Al norte de la comarca de La
Litera, lindando con La Ribagorza, entre depresiones ocupadas por campos de cereal, olivos y carrascas, se
alza la sierra de San Quílez, un lugar privilegiado desde el que se contemplan
unas vistas extraordinarias de las montañas y los llanos. Hacia allí hemos
encaminado nuestros pasos con el amigo Raúl. Partiendo de la ermita de Santo
Toribio de Baélls hemos hecho una circular guapa, guapa, que con alguna
sorpresa nos ha llevado a lo alto de San Quílez con su gran ermita, y vuelta
por Zurita, en una mañana en la que nos hemos adelantado a las previstas aguas.
Palacio de los Desvalls, marqueses de Alfarrás |
Salimos de Binéfar por la A-140
hasta Tamarite de Litera, desde donde continuamos por la A-1240 hasta topar con
la N-230, y por un corto tramo de la HU-V-9221 llegamos a Baélls, parada
obligada para contemplar su enorme palacio fortificado del siglo XVI,
perteneciente a los Desvalls, marqueses de Alfarrás. Enfrente, la parroquial de
La Asunción, barroca, de los siglos XVII y XVIII. Una especie de peirones, que albergan los pasos del Vía Crucis, nos
van acompañando hasta la ermita de Santo Toribio, de estilo popular, siglo
XVIII, donde dejamos el vehículo para iniciar esta bonita ruta, que lo hacemos
por la GR 23, para inmediatamente tomar la PR-L 15, con nuestro objetivo a la
vista.
Almendros |
La mañana está de transición, y
esperamos que nos deje transicionar con ella antes de que se ponga lluviosa,
que es lo que le ha dicho la predicción que tiene que hacer, pero ya sabemos
que a veces no hace caso. Este término apenas tiene regadío, de modo que todo
cultivo es de monte. Nuestro caminar va jalonado por extensos campos de cereal que
lucen su verde fosforito característico. Viejos y retorcidos olivos se alternan
con almendros. Pinos, carrascas, aliagas, romeros y tomillos pugnan por ocupar
el terreno en un alarde de especies de ambiente mediterráneo.
Comenzando la ferrata |
En menos de una hora se nos echa
encima visualmente la primera sorpresa de la jornada. En un terreno de
carrascas, y algo alejado de las primeras paredes de la sierra, se alza sin el
menor pudor una más que curiosa formación rocosa de conglomerados. Como una verruga
sobre el terreno, sus 25 metros de caprichosas formas se alzan sobre nosotros,
con un magnetismo que no somos capaces de evitar. Allá que vamos.
En su cara norte encontramos el
arranque de la ferrata. Equipo no llevamos, pero se la ve sencilla, y así venía
en las reseñas, de modo que nos disponemos a subirla. La terminación
extremadamente rugosa de la roca le confiere multitud de presas en las que
asirse, y en aquellos tramos más delicados se dispone de grapas. En todo el
recorrido hay una sirga plastificada. Llegando al final hay un par de pasos
algo extraplomados, pero que con cuidado se pasan sin mayor problema. Una vez
arriba, qué satisfacción, todo el mundo a nuestros pies. Con las mismas,
emprendemos el descenso, con más cuidado si cabe.
Horno de cal |
Una vez abajo, nos incorporamos
al PR-L 15 y al poco nos encontramos con el segundo hito a destacar, los hornos
de cal, también llamados caleras, que hallamos en buenas condiciones, y que nos
cuentan los apuros que pasaban para convertir en cal las rocas calizas de los
alrededores. Oficios que, como tantos otros, se han quedado en el camino. Otros
diez minutos y ya nos acercamos a las paredes, que vemos equipadas para
escalada. Las vamos dejando a nuestra izquierda y para ir superándolas, el
sendero comienza ya a empinarse. Otra curiosidad, la cueva Palau, abrigo de
animales domésticos y silvestres. Cuatro pasos más, pero tiesotes, nos dejan en
la pista que enseguida nos lleva a la planicie de este monte, dotado de vértice
geodésico, y por supuesto la ermita de San Quílez, con su casa integrada.
Ermita de San Quílez |
El regreso lo hacemos por la
PR-HU 113, hasta volver a tomar la PR-L 15, que pasando por la cueva de la
Guitarra y la balsa verde, camino jalonado por hermosos ejemplares de carrasca,
llegamos hasta la entrada de Zurita, un núcleo que quedó despoblado y que
pertenece a Baélls. Un mural nos da cuenta de los pozos de hielo, que según
indica pertenecían a los Padres Escolapios de Peralta de la Sal, de los que
obtenían sus ingresos con el comercio de la nieve y hielo en los meses más fríos
del año.
Desde aquí ya por pista hasta
toparnos de nuevo con el GR 23, tras haber dejado atrás un asombroso ejemplar de
encina con nombre propio, Chorchi, y en poco ya llegamos a la ermita de Santo
Toribio, punto en el que hemos comenzado esta extraordinaria circular por los
campos y montes de La Litera Alta, hasta alcanzar la corona de San Quílez. Una
bonita mañana, sin duda, en la que hemos empleado 3h 50’ de tiempo total, del
que 3 horas han sido en movimiento, para recorrer 14,8 km, con un desnivel de
560 m D+, en un itinerario lleno de sorpresas.
Las fotos, en:
https://picasaweb.google.com/chematapia/SanQuilez
El track, en: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=12928490
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