Peña Oroel (1.769 m)
Jueves, 31 de marzo de 2016
De nuevo y
una vez más, la Peña Oroel es el escenario de una mañana de monte. Esta vez,
acompañando a un nutrido grupo de jóvenes promesas de Os Andarines d'Aragón. Y
decimos lo de jóvenes porque es gente que a pesar de su larga trayectoria en
esta vida siguen siendo jóvenes, porque mantienen su ilusión por las cosas
sencillas, su ilusión por mantener ese contacto con la naturaleza, que tantos
beneficios aporta en todos los órdenes. Y promesas, porque su lealtad a las
andadas, al pateo, al monte, desde luego, es encomiable.
Reponiendo fuerzas |
Progresando |
La jornada
comenzaba sobre las 9 de la mañana en el Parador, que a pesar de haberle hecho un
tiento para que nos acogiera a tal hora, no lo conseguimos. Las previsiones
meteorológicas eran para echarse a llorar, ya que de 6 a 12 de la mañana
pintaban un 100% de precipitaciones. Y aquí nos hallamos, que no están, pero no
se puede decir que ni se le esperan, porque cuando alzas la vista hacia la Cruz,
parece que sí, que sí que se le esperan. De todos modos, no hemos venido hasta
aquí para hacer cábalas, ni mucho menos los visitantes, que lo hacen de lejos.
En marcha.
Acercándonos a las neveras |
El pelotón se
convierte en sinuosa serpiente multicolor para adaptarse al trazado del
sendero. Un sendero vivo, que por más veces recorrido no deja de sorprendernos.
Las primeras manifestaciones de la nueva estación comienzan ya a salir al
encuentro del caminante. También nos asaltan algunos ejemplares de troncos
cruzados, fruto de la combinación de nieve y viento de días anteriores a estos últimos,
que han sido pre-veraniegos. Así está el tiempo, de primavera, con unos bruscos
cambios de tiempo que para hoy daban descensos de doce o catorce grados de
temperatura.
Reagrupándonos en el collado |
Entre
revuelta y revuelta, parada, bocado y trago. Seguimos. En menos de hora y media
vamos llegando al collado, con visita a los pozos incluida. Desafiando el
fuerte viento, continuamos nuestra marcha por la senda de la cornisa, que nos
da buena vista sobre todo el Campo de Jaca, pero no así sobre las montañas, que
andan ya soportando la visita de este zarpazo invernal en esta primavera ya
entrada. Y no será el último.
Luchando contra los elementos |
Con la Cruz
ya a tiro de piedra se desata una furiosa competición entre los primeros en
llegar y esa cuña de bajas presiones que trae más viento, más frío, más niebla,
hasta el punto de que se hace muy incómoda la estancia y muy urgente la foto de
familia. Pero lo damos todo por bien empleado. Objetivo cumplido. El descenso
lo hacemos ya por el sendero de abajo. Pasamos por el desvío a la ermita de la
Virgen de la Cueva, a la que teníamos previsto llegarnos, pero que este furioso
orache nos aconseja dejarlo para otro momento. De nuevo al bosque, para
recorrer sus 33 curvas y llegarnos al Parador, donde recalamos sobre las doce y
media, lo que nos da margen para bajar hasta Jaca andando. Así es que en
marcha, tomamos el barranco de San Salvador y lo vamos pateando hasta llegar al
ancho camino que nos conduce a las proximidades de Escolapios tras detenernos
un momento en la fuente Baños y sus vivencias.
Todo está
bien si bien termina, y en este caso lo ha hecho en torno a una mesa comiendo
todos juntos y a salvo ya del temporal. A pesar de todo, buena jornada, y por
encima de todo buena compañía.
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