Cubilillo os Fils
Sábado, 9 de abril de 2016
Una nueva salida del CP Mayencos
tachada del calendario. Feita, que dirían por aquí. En esta ocasión volvemos a
visitar el Reino de los Mallos, en concreto Riglos. Con nuestros aperos de
ferratas y con ganas locas de que circulen por la vía Cubilillo os Fils, nos
vamos acercando por el barranco de la Mota hacia la pared. La mañana serena
alberga a 8 mayencos, 8, y a muchos otros más que se disponen a desafiar la
verticalidad de los mallos. Las nubes van siendo testigos de que cada uno vamos
a nuestra faena.
Preparados, listos... |
Descansando en la repisa |
El comienzo ya es vertical, pero
pronto se alcanza una pequeña plataforma en la que poder relajarse un poco y
poder hacer fotos de grupo en lugar de uno a uno. Una pequeña chimenea media
entre otro espacio más ancho, que da lugar a una estrecha senda por la que hay
que transitar con cuidado porque se ha quedado atrás la línea de vida.
En el mirador |
Se llega de nuevo a la pared, y a
nuestra izquierda se nos abre otra repisa, que facilita el paso a un mirador,
desde el que se divisan unas panorámicas excelentes sobre todos los amplios
espacios que tenemos bajo los pies. De nuevo una pared vertical, que termina en
una corta chimenea, dando ya salida a terreno de monte, libre ya de elementos
de seguridad. Por la estrecha senda, y con cuidado, alcanzamos el mirador de
los Buitres.
Desde Sarsamarcuello se puede
llegar en vehículo hasta este lugar privilegiado. Hay quien lo hace por el placer
de ver el mundo desde aquí, y hay quien viene para hacer la ferrata, comenzando
por el descenso y subiéndola después, de este modo se pueden ahorrar la
aproximación desde Riglos al pie de la vía. De cualquier modo, henos aquí
disfrutando de la resaca de la subida y de las impresionantes vistas que nos
ofrece esta atalaya.
Mallos de Agüero, Peña Rueba,
Mallos de Riglos, guardianes de las montañas, que sus solanas miran a las
llanuras de la Hoya de Huesca, y sus pacos se asoman a esas tierras que ya se
van empinando. Barrera infranqueable visualmente a no ser que estés aupado en lugares
como éste, donde la vista se mece al viento, sin aleteos, como los buitres. Momentos
disfrutones que aprovechamos al máximo antes de disponernos a comenzar el
descenso.
Con buena señalización, el
sendero nos lleva hacia el norte para coger ya uno más estrecho, que decididamente
nos va bajando entre la vegetación que amortigua la caída visual hacia el
exterior, una caída que se nos antoja brutal, a juzgar por las pocas ocasiones
que el follaje nos lo permite. Cuando se pone la cosa más arriesgada nos
encontramos de nuevo la sirga en la pared, hasta llegar a un corto paso aéreo que
hay que salvar a través también de sirgas en pies y manos. Un estrecho y
vertical agujero nos espera, para bajarlo por una escalera. Y tras unos cuantos
pasos más, salimos de la zona equipada para llegar al sendero convergente con
el que hemos tomado para subir.
Una vez en el camino del barranco
de la Mota, sólo nos queda llegarnos al pueblo disfrutando de la compañía, disfrutando
de la conversación, disfrutando de esos momentos que sólo el monte te da.
Momentos en los que se intercala la observación de los desafiadores de lo
vertical en las innumerables vías de escalada de los mallos. Momentos que
seguro volveremos a revivir.
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