lunes, 4 de abril de 2016

Angelé - Grosín - Borau, al filo de dos valles

IXOS MONS
Sierra de Angelé - Grosín - Borau
Domingo, 3 de abril de 2014




            Ser el destinatario de un regalo, aunque colectivo, siempre es motivo de ilusión y de un puntito de ansiedad por saber qué es, por conocer qué es. Qué será? Algo ya sabíamos, porque en estas cuestiones, el personal tiene que saber a qué se enfrenta, por lo menos, qué tamaño tiene el paquete que tenemos delante. Algo ya sabíamos, sí, pero ir desgranando poco a poco, ir quitando el lazo poco a poco, ir destapando poco a poco, ir encontrándote poco a poco circulando por esas arrugas de la piel de estos montes, acompañado por el resto de agraciados, es algo que no está al alcance de todos los días, y hay que aprovechar.


Progresando
             Sí. Una nueva jornada para estrenar. Una nueva mañana para vivir junto a un numeroso grupo de amigos andarines. Una nueva página del libro de la vida que se nos presenta en blanco y que hay que ir rellenando. No es un borrador, hay que hacerlo con determinación y con buena traza. La sierra de Angelé, que vierte al valle del Aragón y al del Lubierre, súbdito de aquél, es un buen territorio para pellizcar su lomo, que como si de un gran camello se tratara, vamos navegando por joroba tras joroba, tobogán tras tobogán, en busca del aire de estas montañas.

Duras rampas
            Dieciséis de dos patas, con perfecta paridad de género, y uno de cuatro que la rompe, partimos del puerto de Borau dirección sur, con un arranque que quita el hipo. A la china chana, y charra que te charra, se hace más dócil el camino. Pasamos, y dejamos atrás, el desvío que nos bajaría a Castiello por los restos de la ermita de San Bartolomé. A los cuarenta minutos de comenzar a andar llegamos al arranque que sube a Grosín por delicioso pero empinado sendero entre bojes.

La cumbre se ensancha para caber toda cuadrilla que llegamos. Inevitable el pasar lista a los montes, los cercanos y lejanos, sumidos todos bajo los efectos de una mañana de transición, de una mañana que las predicciones meteorológicas le han dicho que tiene que aguantar hasta la tarde para romper a llover, y que ahí está, un tanto impaciente. Te queremos, mañana impaciente, no pases de ahí.

Bajando por el bosque
            Vuelta por el mismo camino hasta la pista, y en seguida a la senda de bajada, de bajada, de bajada… Cuarenta minutos bajando por uno de los senderos locales recuperados por los vecinos de Borau. Un sendero, decimos, que atraviesa lugares verdaderamente bonitos, por bosque mixto. Cruce de un barranco, con alguna comedia, que nos deja en el Lubierre, escenario de más comedias, porque hay que descalzarse para pasarlo, con distintos resultados, como es menester entre tanta peña. El agua, no demasiado fría, sienta bien a los pies, que nos han de llevar, ya por pista hasta Borau, donde tres damiselas prefieren alcanzar los coches por el GR 15, que es más corto.


            Los demás, seguimos las marcas de otro de los senderos locales, que nos lleva hasta la pista de las Blancas, y ésta al puerto, donde nos esperan los vehículos. Bonita mañana, bonita ruta, bonito regalo, en definitiva, en buena compañía, con la que la conversación, el buen rollo y la animación están aseguradas. Para todo ello, hemos recorrido 15,1 km, en casi 4 horas, de las que 3h 10’ han sido en movimiento, salvando 880 m D+. Y todos, todos, con la misma conclusión… queremos más regalos de estos. Gracias, Julián. Gracias a todos.




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