jueves, 28 de octubre de 2021

Vía ferrata de Artica Llena, sobre el otoño de la Selva de Oza

 


VÍAS FERRATA
Ferrata Artica Llena (K2)
Artica Llena (1480 m)
Martes, 26 de octubre de 2021

            Estamos asistiendo en los últimos años a un notable incremento en esta época, de la afición por la contemplación y difusión de las bellezas del otoño, y es que no es para menos, porque verdaderamente lo son, comparables, al menos, a las de la primavera. Y es así porque son dos estaciones de transición en la Naturaleza, dos estaciones que comienzan en equinoccios y terminan en solsticios. Dos estaciones en las que se llevan a cabo grandes y muy vistosas transformaciones en el mundo natural que nos atraen, porque tocan resortes del alma que, aunque un tanto perdida por la vorágine de la vida moderna, sigue manteniendo un nexo, cada vez más frágil, con su Casa, con su Madre. Actrices, como Elizabet Lawrence, nos recuerdan nuestro deber para mantener activamente ese nexo: Cada uno debería encontrar el tiempo para sentarse y mirar la caída de las hojas.



            Y estamos de acuerdo, aunque solo en parte, porque, está bien lo de sentarse, pero mientras podamos caminar lo haremos, mientras podamos recorrer los valles lo haremos, mientras podamos subir montañas lo haremos. Y como no hay una única forma de subir esas montañas, hay que elegir, y hoy lo hemos hecho subiendo una por su vía ferrata. Hoy acudimos de nuevo al Parque Natural de los Valles Occidentales, en concreto a la Selva de Oza, para visitar una discreta montaña, la Artica Llena, pero muy visitada desde la instalación de la vía ferrata que lleva su nombre, considerada como K2, segundo grado de dificultad en una escala del 1 al 6, no habiendo en Aragón ninguna que pase de K4, al menos de momento. Equipada por Aragón Aventura en 2011, muy reciente debía estar cuando la hicimos por primera vez, justo este mes, hace ahora diez años, y repetida hace siete. La primera ocasión fue especial, porque era nuestra primera ferrata, y le cogimos el gusto.


            El último tramo de la bajada es algo difuso, por lo que es mejor dirigirse hacia el GR 11 que, aunque más largo, también la suaviza. Es por lo que dejamos el vehículo en la Mina y bajamos andando hasta el puente, unos 650 metros, y así nos lo encontramos a la vuelta; de paso calentamos ese menos un grado ambiental. Una vez en el puente, continuamos por la margen derecha, por el bosque, como otros 500 metros, hasta llegar a pie de vía, donde nos pertrechamos con los elementos de seguridad obligatorios para esta actividad: casco, arnés, disipador y cabo de anclaje. El primer tramo es completamente vertical, pero está equipado con grapas. En menos de media hora, encontramos una variante a la derecha, que no es otra cosa que un escape por si no se quisiera proseguir.




            La pared va tumbando, al tiempo que van apareciendo oquedades en el paño de roca, lo que aprovechó el instalador para colocar menos grapas, haciendo necesaria la progresión como si de escalada se tratara (II/IIIº), aunque siempre con la sirga, que hace de línea de vida. Este tramo es muy entretenido, y dura hasta el final de la vía, a donde llegamos al cabo de una hora desde el comienzo. En este punto, cómodo punto, abandonamos la seguridad del cable y guiado por los hitos alcanzamos la cota marcada de esta montaña, pero tendremos paciencia para seguir adelante y llegar a un lugar más apacible para descansar y echar un bocado, sin dejar de contemplar el ambiente otoñal del que hemos venido disfrutando a lo largo de toda la ascensión. Bajo este pequeño claro del bosque se esconde uno de los miles de bunkers de la “Línea P”.




            El definido sendero nos va sacando del lugar entre grandes ejemplares de haya que van rindiendo sus hojas, como despedida de una temporada que termina y anuncio de otra que comienza. A la salida del bosque se pierde la definición del sendero, pudiendo alcanzar la pista por cualquier lado, siendo recomendable alargar un poco hacia el norte, hasta dar con el GR 11, lo que nos aporta una bajada más suave hasta la Mina, donde habíamos dejado el vehículo.






            A las dos horas y media de salir, terminamos esta corta, pero bonita circular, disfrutando del ambiente otoñal y combinando el senderismo con la ascensión por una vía ferrata, habiendo recorrido 3,23 km, con 280 metros de desnivel acumulado D+/-.






miércoles, 27 de octubre de 2021

Punta Altiva, sobre la Foz de Fago

 


IXOS MONS
Punta Altiva (1160 m)
Martes, 26 de octubre de 2021

            Traemos hoy una frase del filósofo griego Aristóteles, esa de que en todas las caras de la Naturaleza hay algo maravilloso, porque lo comprobamos cada día que salimos al monte y lo observamos desde sus múltiples facetas. No importa que sean grandes o pequeñas las montañas, no importa que sean bosques o praderas, no importa que sean de mayor o menor dificultad, no importa la forma en la que la Naturaleza se exprese, lo que importa es la actitud con la que la abordemos, porque si es la adecuada... veremos maravillas, oiremos maravillas, sentiremos maravillas, en definitiva. 




            Hoy damos culto a una montaña discreta, en un valle discreto también, por eso mismo, porque hemos de ver en ello también su hermosura, también sus manifestaciones maravillosas, su lento latir, su profundo silencio, sus pequeños detalles. Seguimos visitando los rincones de nuestra geografía pirenaica de los Valles Occidentales, en esta ocasión en el barranco de Fago, para alzarnos a una humilde cota, la Punta Altiva (parece que Punta Beléis en algunos mapas), que su nombre lo dice todo, ya que se alza sobre la Foz de Fago, incluida en el Espacio Natural Protegido (ENP) del Paisaje Protegido de las Fozes de Fago y Biniés. Para ello nos desplazamos a dicho valle, pudiendo acceder por abajo, por la carretera de Villarreal de la Canal y Majones (HU-2021), para subir por ella y pasar por el puente de Camín, estando el arranque del camino a 1,7 km de este; o bien por arriba, pasando por Fago, a 1 km carretera abajo.




            Nos encontramos una tablilla al comienzo del sendero, que nos indica nuestro destino. A partir de ahí, se va subiendo ya por bosque, en dirección sur, guiados por antiguas señales de pintura verde y amarilla del ENP. Al cabo de media hora, la cuesta da un respiro al llegar a un mirador, desde el que se aprecia buena parte del valle y los paredones que sustentan nuestro objetivo, teniendo también buenas vistas sobre las montañas pirenaicas más cercanas, como la Peña Ezcaurri, la parte sur de la Sierra de Alano, Peña Forca y Lenito, Bisaurín y Fetás… Por terreno más despejado y dirigiéndonos hacia el oeste, continúa nuestro sendero, que a los cinco minutos se bifurca, indicándonos que se abre la circular. Tomamos el ramal de la izquierda, para cruzar el barranco seguidamente, un barranco que viene del collado de Beléis y que nos volveremos a encontrar a la vuelta.






            Poco a poco nos vamos acercando a la pared, y en veinte minutos más llegamos a la cima de esta montaña, de 1160 msnm, con una gran panorámica sobre el entorno, que no dista mucho de ser la que veíamos desde el mirador, pero con mayor perspectiva. Como una hora hasta aquí, y aunque no haya sido mucho, bien merece un momento de contemplación aprovechando una mañana serena y silenciosa, al fin y al cabo, no siempre se está en una “punta altiva”. Volvemos sobre nuestros pasos como unos 120 metros, para continuar por la izquierda, transitando por lo alto de una loma, especialmente con vistas a las tierras navarras. A la media hora de salir de cumbre llegamos a una explanada junto a una pista. La explanada es el collado de Beléis, y la pista el antiguo camino de Fago a Majones. Ni tomamos la pista ni un evidente camino que sale de frente, porque tenemos que girar drásticamente a nuestra derecha, para volver al bosque, donde tomamos un sendero bien marcado.










            Aunque lo tupido del bosque no nos lo permite ver con claridad, se adivinan grandes extensiones de antiguos campos junto al barranco, que en unos veinte minutos tenemos que abandonar para continuar por la izquierda y enseguida cerrar la circular, habiendo dejado atrás las ruinas de una vieja caseta pastoril. A partir de aquí, a desandar lo andado hasta el punto de partida, pasando por el mirador, que nos vuelve a sorprender con las vistas que ofrece, no en vano, la luz incide de distinta manera que hace un par de horas. Y sin más, en menos de media hora se llega al punto de partida, habiendo terminado una bonita ruta por tierras menos transitadas, sin excesivo valor montañero, pero dignas de ser visitadas, porque, como decía Aristóteles, en todas las caras de la Naturaleza hay algo maravilloso.




            En total, han salido 7,6 km, recorridos, sin ninguna prisa, en 2h 50’, con un desnivel acumulado de 330 m D+/-.






lunes, 25 de octubre de 2021

Pico Musales, la circular del Aguas Limpias

 


AQUERAS MONTAÑAS
Musales (2654 m)
Sábado, 23 de octubre de 2021

          En este oficio nuestro de recorrer valles y subir montañas, se alternan momentos de auténtico disfrute con otros más penosos, lo que hace que, en ocasiones, nos preguntemos el porqué de ese subir a las montañas, el porqué de ese pasar por momentos menos gratos, el porqué de tantas cosas, y es algo que no sabemos muy bien explicar, solo los grandes maestros lo pueden hacer, y lo hacen con respuestas simples, muy simples, como la que nos dejó el gran Lionel Terray, alpinista y escalador francés, autor de uno de los mejores textos de literatura de montaña, como es el del libro “Conquistadores de lo inútil”. Este legendario montañero también se hacía la misma pregunta, pero la resolvió fácil, decía: ¿Por qué subir montañas? Porque están ahí.



            Pues eso, que para aprender no hay mejor cosa que hacerlo de los grandes maestros, y cuando nos preguntamos que porqué subimos a las montañas, quizá haya una explicación más científica, y es la de que los momentos de disfrute ahogan de largo a los otros, la de que es muy fácil acudir al tópico del que montaña es como la vida, y por ello hay que aplicar la misma actitud, y es la de que para tomar la flor hay que pasar antes, y con humildad, por las espinas, la de que todo el esfuerzo se ve ampliamente recompensado con la satisfacción personal de andar los senderos, recorrer los valles, auparse a los collados, subir a las cumbres, en definitiva, porque están ahí, no hay que darle más vueltas que las que les damos a ellas, como ha sido el caso de hoy, con la circular al Musales, subiendo por Ibonciecho y bajando por Respomuso, con unas vistas extraordinarias sobre el entorno.


            El tiempo sigue persistiendo en no traer las aguas que el otoño demanda para su ciclo natural. El anticiclón sigue a gusto en nuestras tierras y no lleva visos de marchar, secando arroyos y embalses, pero nos compensa con unas extraordinarias jornadas de montaña, con noches frías, pero con días soleados, muy apetecibles para echarte al monte. Abrimos la circular en el embalse de la Sarra, que amansa las aguas del río Aguas Limpias, y lo abandonamos para meternos por la interminable pista que sube a la caseta del Pastor, bien se vale que hay senderos que atajan las largas lazadas. Un Aguas Limpias al que nos abrazaremos en otro embalse, el de Respomuso, que habita en la impresionante cuenca del circo de Piedrafita, pero para eso aún queda lo suyo.


            Pues vamos a ello. Con un termómetro perezoso y una serena luna que comienza su mengua salimos por la pista por el nuevo trazado del GR 11, que abandonamos a los diez minutos para seguir por la pista, que pronto dejamos para ir tomando atajos, que nos suben por el bosque. Al cabo de algo más de una hora, y habiendo salido ya del bosque, tras cruzarla en varias ocasiones, volvemos a salir a la pista para no separarnos ya de ella hasta su término, dejando a nuestra derecha un enorme panel de telecomunicaciones y la caseta del Pastor, también llamada del Ingeniero, aunque ya no hay de esos, ni apenas pastores. Un poco más arriba se alcanza un collado, que da vista al valle del Aguas Limpias. Con casi seiscientos metros de desnivel, hora y veinte minutos hasta aquí, un lugar al que se ha llegado apaciblemente por el último tramo de la pista, que dejamos que termine en instalaciones del complejo hidroeléctrico, porque nosotros tomamos el sendero que, con decisión, sube por la loma.



            Por terreno de pasto, el bien definido sendero nos lleva hasta la cuenca del Ibonciecho, un hito importante en el ascenso, y donde merece la pena parar para tomar resuello y algo de alimento, para afrontar el último tramo de subida hasta el collado, bueno, el penúltimo, que aún quedaría el ascenso a cumbre. Por sendero pedregoso, pero bien definido también y de buen transitar llegamos al collado de Musales (Forqueta Ibonciecho en los mapas) que, con sus 2565 msnm, goza de unas espectaculares vistas sobre la cuenca de Respomuso, coronada por muchos colosos, entre los que destaca su majestad el Balaitús, el primer tres mil de los Pirineos por el oeste. Un verdadero disfrute para los sentidos, siempre y cuando no miremos los primeros y vertiginosos pasos del descenso, pero eso lo dejaremos para la vuelta, porque nos queda, ahora sí, ese último tramo para alcanzar la cima de esta montaña.







            Es muy poco ya lo que nos separa de ella, los diez minutos para completar las tres horas justas desde el arranque, y los algo más de mil doscientos metros de diferencia de cota. Desde sus 2654 msnm, su aislamiento le permite unas panorámicas sobre el entorno que dan respuesta a la pregunta inicial del porqué subimos montañas. El Palas, que con su dificultad sacia la envidia de no llegar a la cota tres mil, el gigante Balaitús, flanqueado por Frodiellas a un lado y la Cresta del Diablo, que lo une al Cristales, por otro; la extensa cuenca del embalse de Respomuso, que no se habrá visto muchas veces tan bajo como ahora, y todos los demás picos que se aúpan para asomarse en sus aguas; los cercanos picos de la Fondella y de la Forqueta, entre los que reina el Sancha Collons. Y si miramos al sur, la imponente sierra de la Partacua dominando el Valle de Tena. En definitiva, todo un lujo para los sentidos difícil de digerir en un cuarto de hora.



            Volvemos sobre nuestros pasos hasta el collado, desde donde nos disponemos ya a cambiar de vertiente para iniciar el regreso, bastante más largo que la subida, pero que merece la pena. Los primeros pasos, como quedaba dicho antes, son muy verticales, lo que hace extremar la precaución, pero pronto el sendero se va calmando, y nos va bajando ya poco a poco hasta incorporarnos al de Campoplano, que tomamos ya hacia la izquierda, en busca de la presa del embalse, que no cruzamos, para bajar por la margen izquierda y darnos otro respiro junto a una caseta. Retomamos la marcha cruzando a la derecha para abrazarnos ya al GR 11 e ir bajando por él, disfrutando del alma de otoño por el bosque. En las dos horas y cuarto hasta la llegada, pasamos por el desvío a los ibones de Arriel, el Llano Cheto, el Paso del Onso y el desvío a los picos de Arriel, y varios barrancos que vigorosos bajan de la vertiente derecha, por la que transitamos. Como media hora antes de llegar, cruzamos el puente de Carlitos Royo, donde si inicia una ruta señalizada recientemente por el Ayuntamiento de Sallent de Gállego, y que nos deja en el puente de las Feixas, donde está el aparcamiento de la Sarra.










            Desde aquí, unos minutos hasta el vehículo, donde completamos esta magnífica circular, no solo rodeando el Musales, sino subiendo a él, en la que le hemos dedicado 7 horas y media de nuestra vida, todo porque estaba ahí, regresando con un gran aporte visual y sensorial en general, con un recorrido de 17,6 km, en el que hemos salvado un desnivel acumulado total, de en torno a los 1295 m D+/-.





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