IXOS MONS
Fanlo - Broto
Sábado, 16 de octubre de 2021
Cualquier manifestación de la naturaleza, de las grandes manifestaciones hablamos, producen en el ser humano, y cuanto más sensible se sea, en mayor medida, una especie de estremecimiento, y ello es debido a que en el psiquismo del ser existe una memoria que lo vincula al mundo natural, que es al que pertenece, y cuanto más viva, cuanta más facilidad tengamos para acceder a esa memoria, cual diapasón, más vibraremos al unísono con esa manifestación. Los extensos desiertos, la inmensidad del mar, los grandes ríos, las altas montañas, las sabanas, las frondosas selvas… También en nuestro territorio tenemos, en menor escala, de todo ello, pero son los bosques, con su distinto latir en cada época del año, por los que transcurrimos, dejándonos transcurrir por ellos, como decía el escritor inglés John Fowles: De alguna manera misteriosa, los bosques nunca me han parecido cosas estáticas. En términos físicos, me muevo a través de ellos; sin embargo, en los metafísicos, parecen moverse a través de mí.
Hoy, hemos ido en busca de ese estremecimiento, porque lo necesitamos, porque necesitamos estar asiduamente en contacto con esas manifestaciones, las grandes y las pequeñas que acogen, porque necesitamos que ese nuestro diapasón no deje de vibrar al compás de la Naturaleza. Este mes del año, Libra, el primero del otoño, es en el que comienza a durar más la noche que el día, lo que propicia el comienzo de una gran transformación allí afuera. La expansión del verano da paso al repliegue del otoño, la extroversión a la introversión, también en el arbolado, que va concentrando la savia en las raíces. Es un mes que corresponde con el elemento aire, y más en concreto con el aire de montaña, y donde mejor se toma es en los lugares en los que se fabrica, en los bosques, por eso se aprovechan más estos largos paseos.
Y lo hacemos por uno de los bosques cuyo declive otoñal, está considerado como uno de los más bellos de España aunque, claro, la duración de esa manifestación depende de varios factores, entre ellos la temperatura, el viento, la lluvia, la humedad del suelo…, y es en este último en el que queremos incidir, porque estamos atravesando una época de final de verano, comienzos de otoño, muy seca en estos lares, lo que puede propiciar, como ha hecho otros años, el que se vayan secando las hojas con más rapidez que el pausado y apacible cambio cromático tan atractivo, en el que siempre nos embelesamos los amantes de esas pequeñas/grandes cosas. Desde
Fanlo, capital de
Ballibió, hasta
Broto, en el valle homónimo, atravesamos sus montes de la mano del
GR 15 transitando por un tupido bosque, cuya señalización fue
inaugurada el 25 de octubre de 2015. Pura vida.
Salimos, como decimos, de Fanlo, a donde llegamos antes que el sol, cuyo temprano resplandor dibuja una bella silueta de la Peña Montañesa. Tomamos la carretera por la que hemos venido desde Sarvisé, y la recorremos como unos 800 metros, para meternos en el sendero, siguiendo las indicaciones de la tablilla. Un sendero que se embosca, y que no dejará de hacerlo, de momento, hasta las proximidades de Buesa, que comienza con un continuo zigzag para bajarnos hasta el lecho del barranco Borrué, y que posteriormente adquirirá el nombre de el Chate, y que recoge el caudal de innumerables otros barrancos laterales, para fundir sus aguas con las del río Ara en los Llanos de Planduviar, aguas debajo de Sarvisé (TM de Broto).
Nada más comenzar el ascenso nos encontramos con el aviso de que entramos en una propiedad privada, que no es otra que la pardina Ballarín, más conocida como la del Señor, a la que llegamos, tras atravesar los barrancos de Lana las Bracas y el de Ixos, al cabo de hora y cuarto desde el arranque. Lo que nos encontramos son las ruinas de una casa principal y varios edificios aledaños, con los de una ermita románica, tal y como detalla Antonio Gª Omedes en su página web de
Románico Aragonés. Siempre que visitamos lugares semejantes se nos vienen a la cabeza las mismas cuestiones, y son las relativas a la gran función que realizaban aquellas gentes en cuanto a la gestión del medio ambiente, porque… esos sí que eran los verdaderos ecologistas, cientos de años antes de poner de moda un término que ojalá no se hubiera acuñado, señal de que no hubiera sido necesario. Esas gentes y sus trabajos, algo totalmente impensable en estos tiempos.
Los alrededores de las construcciones, o lo que queda de ellas, están profusamente poblados de vegetación, lo que impide darse una idea de los amplios espacios que las rodeaban, aunque bien es cierto que se pueden entrever los bancales, de los que arrancaban a la tierra una buena parte del sustento. Como si permaneciéramos en un lugar sagrado, con sumo respeto, recorremos alguno de los espacios del recinto, y con muchas más preguntas que respuestas, abandonamos el enclave, sin duda, de origen medieval, para continuar nuestro periplo por el bosque, en el que encontramos sorprendentes ejemplares de cajicos (robles). A las dos horas, y habiendo cambiado ya de término, encontramos de nuevo viejas bordas con campos que parecen aprovechados, son los de San Esteban, donde tuvimos una pequeña intervención en el primer programa de una de las múltiples temporadas del programa Chino Chano, de Aragón TV, en enero de 2014, recién señalizado como Sendero Turístico de Aragón. Estamos ya en los montes de Buesa, a donde llegamos tras otras dos horas, alternando tramos de sendero con pista.
Pasamos a visitar la parroquial de Santa Eulalia, que aprovechamos para hacer un merecido descanso y echar un bocado junto al porche de entrada y la puerta que da acceso a la casa abacial, ya en ruinas. Salimos del pueblo siguiendo las indicaciones del GR y volvemos a combinar el paso entre la carretera de acceso y senderos, hasta salir a la general de Broto, que recorremos dirección norte como unos 500 metros, con sumo cuidado hasta entrar ya en la localidad de destino, donde esperamos la llegada del amigo Joserra, que amablemente nos da apoyo logístico para recuperar los vehículos de Fanlo, dando así por finalizada una bonita jornada de media montaña pasada en buena compañía, por bellísimos parajes a los que quizá hayamos llegado antes de la cita con la explosión otoñal.
En total han sido 18,3 los kilómetros recorridos, en 7h 30’, con un desnivel acumulado total de 505 m D+ y 985 m D-, todo ello efectuado por uno de los rincones más bellos de nuestro Alto Aragón.
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