Estamos asistiendo en los últimos años a un notable incremento en esta época, de la afición por la contemplación y difusión de las bellezas del otoño, y es que no es para menos, porque verdaderamente lo son, comparables, al menos, a las de la primavera. Y es así porque son dos estaciones de transición en la Naturaleza, dos estaciones que comienzan en equinoccios y terminan en solsticios. Dos estaciones en las que se llevan a cabo grandes y muy vistosas transformaciones en el mundo natural que nos atraen, porque tocan resortes del alma que, aunque un tanto perdida por la vorágine de la vida moderna, sigue manteniendo un nexo, cada vez más frágil, con su Casa, con su Madre. Actrices, como Elizabet Lawrence, nos recuerdan nuestro deber para mantener activamente ese nexo: Cada uno debería encontrar el tiempo para sentarse y mirar la caída de las hojas.
Y estamos de acuerdo, aunque solo en parte, porque, está bien lo de sentarse, pero mientras podamos caminar lo haremos, mientras podamos recorrer los valles lo haremos, mientras podamos subir montañas lo haremos. Y como no hay una única forma de subir esas montañas, hay que elegir, y hoy lo hemos hecho subiendo una por su vía ferrata. Hoy acudimos de nuevo al Parque Natural de los Valles Occidentales, en concreto a la Selva de Oza, para visitar una discreta montaña, la Artica Llena, pero muy visitada desde la instalación de la vía ferrata que lleva su nombre, considerada como K2, segundo grado de dificultad en una escala del 1 al 6, no habiendo en Aragón ninguna que pase de K4, al menos de momento. Equipada por Aragón Aventura en 2011, muy reciente debía estar cuando la hicimos por primera vez, justo este mes, hace ahora diez años, y repetida hace siete. La primera ocasión fue especial, porque era nuestra primera ferrata, y le cogimos el gusto.
El último tramo de la bajada es algo difuso, por lo que es mejor dirigirse hacia el GR 11 que, aunque más largo, también la suaviza. Es por lo que dejamos el vehículo en la Mina y bajamos andando hasta el puente, unos 650 metros, y así nos lo encontramos a la vuelta; de paso calentamos ese menos un grado ambiental. Una vez en el puente, continuamos por la margen derecha, por el bosque, como otros 500 metros, hasta llegar a pie de vía, donde nos pertrechamos con los elementos de seguridad obligatorios para esta actividad: casco, arnés, disipador y cabo de anclaje. El primer tramo es completamente vertical, pero está equipado con grapas. En menos de media hora, encontramos una variante a la derecha, que no es otra cosa que un escape por si no se quisiera proseguir.
La pared va tumbando, al tiempo que van apareciendo oquedades en el paño de roca, lo que aprovechó el instalador para colocar menos grapas, haciendo necesaria la progresión como si de escalada se tratara (II/IIIº), aunque siempre con la sirga, que hace de línea de vida. Este tramo es muy entretenido, y dura hasta el final de la vía, a donde llegamos al cabo de una hora desde el comienzo. En este punto, cómodo punto, abandonamos la seguridad del cable y guiado por los hitos alcanzamos la cota marcada de esta montaña, pero tendremos paciencia para seguir adelante y llegar a un lugar más apacible para descansar y echar un bocado, sin dejar de contemplar el ambiente otoñal del que hemos venido disfrutando a lo largo de toda la ascensión. Bajo este pequeño claro del bosque se esconde uno de los miles de bunkers de la “Línea P”.
El definido sendero nos va sacando del lugar entre grandes ejemplares de haya que van rindiendo sus hojas, como despedida de una temporada que termina y anuncio de otra que comienza. A la salida del bosque se pierde la definición del sendero, pudiendo alcanzar la pista por cualquier lado, siendo recomendable alargar un poco hacia el norte, hasta dar con el GR 11, lo que nos aporta una bajada más suave hasta la Mina, donde habíamos dejado el vehículo.
A las dos horas y media de salir, terminamos esta corta, pero bonita circular, disfrutando del ambiente otoñal y combinando el senderismo con la ascensión por una vía ferrata, habiendo recorrido 3,23 km, con 280 metros de desnivel acumulado D+/-.
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