jueves, 14 de octubre de 2021

Collarada, el techo de La Jacetania

 


AQUERAS MONTAÑAS
Collarada (2886 m)
Martes, 12 de octubre de 2021

            Aunque una gran minoría pueda pensar que el subir una montaña supone un esfuerzo inútil, por la mayoría restante es sabido que merece la pena, por lo que no podemos estar más de acuerdo con el escritor Josep de Tera cuando dice que … ascender una montaña es un esfuerzo duro, y para muchas personas, incluso un esfuerzo inútil. Pero yo siempre he salido ampliamente recompensado. La recompensa es múltiple, has hecho ejercicio, y no solo físico, también psíquico, has respirado aire puro, has pasado una jornada en pleno contacto con la naturaleza, desconectado, has compartido caminar y camino, posiblemente haya llegado gente a tu vida, posiblemente también, hayas enseñado, seguro que has aprendido… en fin, multitud de ventajas y no se nos ocurre ningún inconveniente.



            Sí, ninguno, aunque haya objetivos y objetivos, aunque el que te inviten a abordar hoy no te ofrezca excesivo interés, aunque sumen ya una docena de veces la que has visitado una montaña dura, áspera, poco acogedora, pero es la nuestra, y los nuestros son los que nos lo proponen, así que… media vuelta de tuerca a la actitud y a encarar una nueva jornada de Alta Montaña como se merece, porque nunca se va obligado, pero uno se rinde ante la llamada de la montaña, ante la llamada de un amigo que no hay que perder la oportunidad de conectar ambas para no defraudar a nadie y acudir a esa cita con la montaña, con esa montaña, porque estamos seguros de que va a suponer un esfuerzo duro, pero inútil en ningún caso, y más seguros todavía de que va a tener su recompensa. Hoy nos aupamos al techo de La Jacetania, hoy nos aupamos al punto más alto de la cordillera desde que sale de las aguas del Cantábrico, hoy nos aupamos al Collarada.



            Seguimos con la racha de buen tiempo, que nos permite acercarnos a la montaña sin sobresaltos, con mañanas frescas, pero conforme se va metiendo el día se va templando la temperatura. Subimos por la pista de la Trapa, pero sin llegar a ella, para dejar el vehículo en el cubilar de Espata, de donde salimos con un termómetro que hace verdaderos esfuerzos por añadir un segundo dígito a su marcador. Los primeros cuarenta minutos son de placentero calentamiento, andando por la pista hasta la Trapa, de cuyo refugio sale el sendero que nos mete ya de lleno en la montaña, bordeando una cubeta otrora con agua y aproximándonos a la muralla, que salvamos con la ayuda de una cadena. Hora y diez minutos al finalizar estas, tomando ya un sendero escoltado con hitos que, sin tregua, nos va subiendo y subiendo.







            Dos horas y media desde la salida de las cadenas para presentarnos en la entrada de la canal cimera, con un primer tramo más cómodo de tasca, y el siguiente de más incómoda pedrera. Tres horas y tres cuartos desde el arranque, de duro esfuerzo, pero que recompensa con creces, y lo hace con la perspectiva que vamos tomando sobre las montañas del entorno… del entorno y más allá, porque nuestra vista se alarga hasta el Moncayo y los Picos de Urbión. Tomamos un poco de resuello, y emprendemos la subida por la canal, que hay que acometer con cuidado, porque tiene su inclinación y mucha piedra suelta. Son veinte los minutos que nos separan de alcanzar un pequeño collado, que nos amplía las vistas hacia el norte y hacia la inmediata cuenca de Ip.







            En cuatro pasos se alcanza ya la cima, que nos vuelve a aportar más recompensas, una vista espectacular sobre esa cuenca habitada por un ibón de exiguo caudal, custodiado por grandes montañas que acompañan a la que hoy nos acoge. En el cordal norte, la Moleta, los Tronqueras y la Pala de Ip. Cerrando el circo por el este, la Punta Escarra, el Hombro de Escarra, los Campaniles de Ip, Punta del Águila y Pala de Alcañiz, y escorándose ya hacia el sur, los Cuchillares, Peña Nevera y el Fraile, dejando en segunda fila respecto a la cuenca, el Collaradeta, y las Somolas, Alta y Baja. Un auténtico recital de altas y bravas cumbres que rasgan el horizonte, y en lontananza un sinfín de montañas y macizos pirenaicos por las que pasamos lista, y que se aúpan para salir en las fotos, entre las que podemos destacar el sempiterno Midi d’Ossau, Balaitús, Palas, Infiernos, Vignemale, Perdido…  bueno, bueno, incontable, y si miramos hacia los Valles Occidentales, también están todos, habiendo disfrutado de la recompensa, como decía de Tera, en muchos de ellos.



            Aunque se gira frío en cumbre y no hay que extasiarse demasiado, no dejamos de recordar la cantidad de veces que hemos estado ya por aquí. La penúltima, en diciembre de 2017, en vísperas de las Navidades, para subir el Belén Montañero del Club en su 50 aniversario.







            Es hora del descenso, y lo hacemos por la vertiente este, para pasar por el collado de Ip, esa gran puerta por la que se cuelan los vientos en estas montañas. Se termina de bajar al fondo de la cubeta que forma con la vecina Collaradeta, y dejamos atrás las montañas para continuar con el largo descenso, a tramos por cómoda zona de tasca, y otros por menos cómoda de piedra, hasta llegar al paso de l’Abeté, desde el que se pierde desnivel con facilidad, pero con cuidado, terminando en una zona más empinada, en la que hay una cadena por si se necesita. Ya en el bosque, con cuatro patadas se llega al punto de arranque, cerrando una circular por la principal de las montañas de este gran macizo de Collarada.











            Agradecidos por esa recompensa que, sin duda, también hemos recibido hoy, terminamos una gran jornada de Alta Montaña, en muy buena compañía, habiendo compartido caminar y camino, también el aire y el sol, y ese entusiasmo que empuja a las gentes que amamos las montañas. En total, han salido 10,9 km, recorridos en un tiempo total de 7h 30', con un desnivel acumulado total en torno a 1225 m D+/-.





Las fotos y el track

2 comentarios:

  1. Perdón, lo que marcas en el mapa como paro del Abete es el Achar de Piezola

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