domingo, 12 de marzo de 2017

Candanchú, la nuit

RAQUETAS NOCTURNAS
Candanchú
Viernes, 10 de marzo de 2017



            Damos cuenta de una nueva salida del programa del CP Mayencos. Una salida habitual de todos los años, la nocturna con raquetas a la luz de la luna llena. Los últimos compases de la temporada se han visto transgredidos por una cuña de ambiente cálido del sur, que ha hecho que suban las temperaturas de forma anómala.


            Se han hecho un par de prospecciones previas por La Partacua y por Le Somport. El resultado ha sido que, en el primer lugar la falta de nieve es notoria, obligando al porteo durante varios cientos de metros. Y en el segundo, que presumía de ser ideal, en la vertiente sur, también había alguna falta, dejando al descubierto los brezos. Constatando que el barranco de Sapos tenía continuidad hasta el aparcamiento de Pista Grande, decidimos arrancar por la noche desde ahí.


            Y dicho y hecho. A las ocho de la noche nos juntamos una docena de mayencos en el club, partiendo seguidamente hacia Candanchú, que nos acoge con 5º C, en una noche totalmente despejada, con nuestro satélite alumbrando a todo trapo, pero sin impedir que también lo haga el resto de la bóveda celeste, adornado por un sinfín de estrellas y constelaciones, y que a nuestro regreso, nos sorprendía con un grado más.


            Salimos, pues, de puente Sapos, para meternos por el barranco y salir a esas explanadas fronterizas. Tras constatar de la merma de nieve desde ayer, no queda otra más que resignarse y atravesar alguna zona de brezos, que con la falta de piedras no obliga a quitarse las raquetas. Llegamos a las mesas del circuito azul de Le Somport, donde hacemos un alto para dejarnos empapar de la magia de la noche. Bajamos por el monte hasta el extremo del Tele Roca, acercándonos cómodamente hasta la Rinconada, desde donde volvemos al punto de arranque tras haber recorrido una distancia de 4,3 km con un tiempo total 2h 15’, del que 1h 15’ han sido en movimiento, y con un desnivel acumulado algo superior a los 200m D+ y D-.


            Una salida distinta, con la compañía de siempre. Ambas, para repetir.


Las imágenes nocturnas son de David Muñoz.

lunes, 6 de marzo de 2017

Mondinero, el puntal sur de La Ronera

IXOS MONS
Mondinero (1.467 m)
Domingo, 5 de marzo de 2017



            Sanguine empta, sanguine tuebor (Adquirida por la sangre, protegida por la sangre). Es el lema del ducado de Villahermosa, cuyo titular hoy en día es Álvaro de Urzáiz y Azlor de Aragón (1937), que además de ser el XIX duque de Villahermosa, ostenta los títulos de XII conde de Guara, XII marqués de Cábrega, XVIII marqués de Cortes, XVI conde de Luna, XIII conde del Puerto, XII conde de Xavier, XX vizconde de Muruzábal de Andión y XXI vizconde de Zolina. Desde junio de 2006 es también el X marqués de Narros, con Grandeza de España, tras la muerte en el 2005 de su tía Isabel Azlor de Aragón Guillamas, IX marquesa de Narros, según informa la red de redes. ¿Os imagináis todo esto en una tarjeta de visita? ¿Y todas sus propiedades en un catálogo inmobiliario? Desde luego, más de lo que nos podemos imaginar, sí. Bueno, pues es lo que hay. Pues una de esas propiedades está en los montes de Guara, concretamente en el Santuario de San Cosme y San Damián, y varios miles de hectáreas alrededor, junto a Vadiello, a donde nos hemos dirigido hoy, pasando a la vuelta por ese centro de santidad en sus días, con pretensión de verlo y que fue frustrada por alguien que estaba en la propiedad y que nos lo impidió. Se puede mercadear con los bienes materiales, pero me pregunto si también con la historia, si también con la conciencia, con la memoria colectiva, con los sentimientos… pues parece que también. Nos viene a la memoria aquél eslogan publicitario de los años oscuros, en el ámbito de la prevención de incendios forestales, ¿recordáis?, decía: “Cuando un monte se quema, algo suyo se quema”, a lo que el gran humorista, arriesgado, humorista gráfico Perich añadía: “…señor Conde”.

Duras rampas en los primeros compases


Apacible Vadiello
            Bueno, pues henos aquí, de nuevo en la montaña, en la montaña baja, porque la alta está intratable. De nuevo por Guara, nuestro refugio de invierno, a cuyas cotas cimeras hoy también ha llegado algún zarpazo de ese indómito norte, que con una ligera y no muy molesta llovizna, ha dejado el protagonismo al fuerte viento que con fiero susurro nos decía que no nos acercáramos a las cornisas, que hoy sólo él podía circular por ellas. A pesar de todo, dejamos Jaca nevada, y nevando, en la confianza de que no llegue hasta aquí el marrón, y que mejor verlo a que nos lo cuenten. Hoy, con Toño, Carlos y Antonio.

Ermita de la Cruz Cubierta, a modo de esconjuradero

Burón y Santuario de San Cosme y San Damián
            El río Guatizalema, de joven, hace un requiebro para eludir la Sierra de Guara, y colarse hacia el sur, amansando sus aguas en el embalse de Vadiello, al que llegamos, encontrándonos una mañana con más temple que el que le hemos dejado por el norte, y con dudas sobre su tendencia en las próximas horas. Nosotros nos enfrentamos a esas dudas, de momento con el chubasquero puesto. El monte está claro, despejado, con un ambiente limpio, muy limpio. Dejamos la presa atrás y tomamos la pista, cerrada para el tránsito de rodantes, para dirigirnos hacia el este, con perspectiva sobre el embalse. No ha pasado media hora y llegamos a la altura de esa Cruz Cubierta, un esconjuradero como marcando los límites del territorio labrado en su momento para la santidad. Aquí abrimos una circular, y aquí la cerraremos.

Camino entre carrascas

Progresando por cómodo camino
            Seguimos en dirección a la Tejería, desde donde se puede acometer también esta ascensión con más corta distancia, pero teniéndose que desviar si se quiere visitar este bucle de eremitorios y santuarios. Seguimos, decimos, y en una bifurcación de la pista, tomamos la de la izquierda, para dar al poco con  la que viene de la Tejería, que en un giro brusco hacia el norte enfilamos ya dirección a nuestro monte. Un monte que hasta ahora no se ha dejado ver mucho, su cabeza estaba asfixiada entre las brumas reinantes. Veinte minutos hasta el desvío, al que llegaremos de vuelta, comenzando así un tramo lineal hasta la cumbre.

Comienzo del sendero

Comienza el pedregal
            En otros diez minutos llegamos al llamado Alto de la Carrasca, un desvío del camino. Son los últimos diez minutos sin jadeos, sin apenas desnivel, que nos dan para admirar esos grandes paredones que cuelgan de los Planos de San Cosme y los de la Predicadera. Entre ambos, un pequeño circo que se va haciendo más grande conforme nos vamos acercando. Es como una olla tumbada que hubiera diseminado todo su contenido en forma de duro canchal, únicamente disimulado por la alternancia de alguna carrasca que bien vendrá en las ascensiones estivales. Pero no todo de la olla se ha desparramado, que visible queda un enorme garbanzo, cuya dureza ha impedido su disolución.

Carlos con el buco

Sin cuartel
            En el arranque del sendero, da comienzo el camino del Plano, y es donde comienza realmente la ascensión, una ascensión sin tregua, que hay que tomarse como tal, y que hace sudar, a pesar de haber salido con 3º C del coche. Un hallazgo nos retiene a la vuelta de este enorme pedrusco venido de no se sabe dónde. Son los restos de un viejo buco, y del que simbólicamente quedan sus partes más notables, la cabeza, con su gran cornamenta, una pata y la columna vertebral. Es decir, su inteligencia, su tracción y lo que une a ambas. Toda una lección de ese Gran Libro de la Naturaleza Viviente, que está ahí, con sus tapas bien abiertas. Por el suelo andaba todo ello, tras ponerlo en un sitio digno proseguimos la marcha. Una marcha sobre piedras y más piedras, metiéndonos ya de lleno en el ascenso de esa olla tumbada, hasta el asome a uno de sus bordes, esa arista que limita al norte, cuyo punto álgido es la cima de este monte, al que llaman Mondinero o Montidinera.

Vamos tomando perspectiva

Barranco de los Valles
            Casi una hora todavía hasta alcanzar el punto más alto de este monte. Tras salir de la zona salpicada de carrascas, los bojes entran en escena, y el erizón, sobre todo el erizón, que va invadiendo todo este terreno de monte bajo. Alguna mancha de nieve cruzamos para alcanzar la cima, que nos recibe muy malhumorada, totalmente inhóspita, con un viento infernal del que nos tenemos que cuidar para no salir volando. Estamos en el extremo sur de la pequeña sierra de La Ronera, que albergando en su punto central al Fragineto (1749 m) y en el norte la Punta del Corcurezo (1666 m), vierte aguas al Guatizalema  y al barranco de Los Valles, que da origen al río Calcón.

Zona de La Gabardiella

Collado del Fragineto
            El Gran Norte nos es vetado visualmente, pero aún alcanzamos a adivinar los montes cercanos. A uno y otro lado del Fragineto, cuyo collado tenemos a nuestros pies, vemos la sierra de la Gabardiella a su izquierda, y la de Guara a su derecha. Por el sur el tiempo arriesga menos por esa Hoya de Huesca. Y poco más, con las mismas emprendemos la huida dándole la espalda a esta cima que tan mal nos ha acogido, pero no le guardamos rencor. Si la subida desde el garbanzo nos ha costado casi una hora, el descenso lo hacemos en poco más de media.


Rápido descenso
Ermita de la Virgen de Fabana
            Y del garbanzo a la salida de la senda en el camino, que recorremos hasta el cruce, donde cerramos la lineal para comenzar el bucle, dirigiéndonos hacia la zona de las ermitas. La primera en cruzarse en nuestro camino es la de la Virgen de Fabana, luego San Gregorio, y un poco más adelante la de la Fuensanta, donde nos detenemos a echar un bocado, que hasta ahora no nos ha dejado el tiempo. Se trata de un lugar mágico, donde el agua brota a borbotones, dando inicio a un barranco que seguro va a engrosar con sus aguas el embalse de Vadiello.  

Ermita de la Fuensanta

Fuentsanta
            Seguimos camino, y un par de ermitas más, la de San Úrbez  y la de San Miguel, de la que quedan sólo un par de paredes, vamos dejando a un lado hasta llegar al santuario de San Cosme y San Damián. Estos dos mártires de la antigua cristiandad se dice que eran gemelos, y que ejercían de forma eficiente el noble oficio de la medicina, no cobrando por ello. Fueron torturados, quemados vivos y finalmente decapitados por orden de Diocleciano hacia el año 300 d.C. Árabes de nacimiento y sirios de formación, entre los pliegues que la leyenda dibuja en la intrahistoria, encontramos que sus reliquias fueron traídas desde Francia. Todo esto y mucho más es lo que hemos querido encontrarnos en el interior de este complejo monacal, pero como dicho anteriormente, se nos negó.

Bajo la peña de San Cosme, su eremitorio
Conglomerados y calizas en perfecta armonía
            Y sin más, nos metemos por el barranco hasta encontrar su cauce y subir hasta esa otra ermita de la Cruz Cubierta, junto a la pista, cerrando este bucle. Desde aquí ya, y con la impactante vista de los mallos de Ligüerri y la Mitra, con el Burón detrás, nos vamos acercando al embalse, y con ello a la presa y al vehículo, habiendo transitado durante 12,9 km, en 4h 45’ de tiempo total, del que 3h 35’ han sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado de 1130 m D+ y D-, en una mañana que se ha puesto algo tiesa en las alturas, pero que nos ha hecho pasar buenos momentos de monte.





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