Nevera (1.209 m)
Espino (1.187 m)
Peña Sangarba (1.173 m)
Miércoles, 6 de abril de 2016
Hay un tiempo para todo. Hay un
tiempo para cada cosa. Lo hubo para el reparto de montes, de valles, de bonitos
rincones, donde el agua es el principal protagonista, y los primitivos del lugar, muy espabilados ellos, supieron estar
bien al tanto de todo ello cuando fundaron esta población a la salida de uno de
los valles más bonitos, salvajes y sorprendentes de la redolada. Es un auténtico
regalo de los repartidores de montes y sierras, y no lo tuvieron difícil para dar
nombre al enclave. Alpartir, “regalo”, según los toponimistas especializados en
el árabe medieval. No hay mejor nombre para esta población, que vive con un ojo
puesto en las llanuras que bajan a La Almunia de Doña Godina, y el otro a la
Sierra de Algairén. Y ésta ha sido la elección de hoy, un regalo de elección, sin duda; y ahí hemos ido, a recorrer su río, Alpartir, por cierto, otro regalo,
por el fondo de su valle, hasta auparnos a los montes que lo circundan, siempre
con la guía e ilustraciones de Luis, de La Butrera, magnífico conocedor,
divulgador y amante de su tierra. Vamos.
Nevera, el primer objetivo del día |
Alpartir. Ocho de la mañana. Nos
llegamos con el coche hasta la Erilla. Termómetro con un solo dígito, pero lo
que le falta para el confort térmico lo vamos poniendo con nuestro ímpetu de ir
recorriendo aspacico y callandico, como dice la jota, este fondo de valle,
coqueteando con el río Alpartir, o Tiernas, que también lo llaman. Un río que
juguetea con el sendero. Un río que nos contagia de su pureza. Un río que,
alimentado por los innumerables barrancos del valle, tiene grandes altibajos de
caudal. Hoy nos lo encontramos generoso, como muy justo para vadear en alguno de los
cruces.
Fuente de la Teja |
Al cabo de media hora, nos encontramos
con el desvío de la fuente La Teja, y lo tomamos. La fuente está muy próxima, y
alimenta a una pequeña balsa. Al menos eso era antes, porque ahora está seca, y
la balsa fagocitada por la vegetación. Y cómo es posible que habiendo tanta
agua por todos los lados, y esta fuente, apreciada antaño, baje seca? Luis nos
lo explica. - "Estamos en territorio de los extintos oficios de leñeros y
carboneros, que en su apogeo tenían los montes limpios. Hoy en día, se han
repoblado tanto los montes que se chupan toda el agua que nutría la fuente".
Buena razón, y la reflexión sería: se están repoblando los montes con las
especies adecuadas?, porque las autóctonas seguro que necesitarían menos agua y
mantendrían el equilibrio.
Cerca ya del Nevera |
Y con estas y otras reflexiones
seguimos el sendero entre bosque, hasta meternos en el barranco La Mina y
llegar a la pista de Mosomero, que vamos pateando hasta dar vista al valle del
río Grío, y su guardián Vicora. Una hora nos queda de pista, con unas vistas
extraordinarias, hasta alcanzar el arranque a la subida a la Nevera, camino de
cemento que nos aúpa a la misma cumbre, habitada por una caseta de planta hexagonal,
sede de un observatorio contra incendios. Nuestra vista, a lomos del viento
abarca lo inabarcable. Desde los valles que tenemos a nuestros pies, hasta el
Moncayo y el Pirineo más a lontananza, pasando por las llanuras que ofrecen las
tierras de La Almunia y Cariñena. Bocado y trago.
Collado del Tío Francisco |
De bajada, antes de llegar al
arranque de la cuesta, tomamos un sendero a mano izquierda, que nos baja hasta
el collado del Tío Francisco, para seguir por la loma por el PR-Z 15.1, dirección
al Espino, primero por un corto tramo de pista y luego por sendero. Un sendero
que comienza también a subir y subir, hasta alcanzar este otro punto elevado,
el Espino, adornado por una cruz con cintas al viento. Al poco de bajar de aquí,
el cómodo sendero se convierte en más incómodas piedras, un gran risco de
roquedo tenemos por delante, y mucho nos tememos que hay que recorrerlo en su
totalidad.
Rincones de los carboneros |
Estamos en Peña Sangarba. La
primera altura que llegamos, parece ser la mayor. Así la tomamos. Teniendo
claro el punto al que salir, que no es otro que el vallado del Cortado, los
hitos nos van llevando por toda esta raya de piedra, subiendo y bajando a todas
sus cotas. Entretenido. Finalmente bajamos a la senda de la Lechera, y en poco
a la de la Hermana, ya junto al vallado. Desde aquí, un gran barranco a
descender, hasta llegar al fondo de Mosomero. Tres cuartos de hora de bajada
entre bosque de carrasca, adivinando esos huecos, esos ensanches que los
antiguos carboneros robaban al terreno para hacer sus piras con lo que los
leñeros dejaban tras llevarse lo más menudo. Tierra negra y húmeda, que descansa
en paz tras tanto trasiego.
Al llegar al fondo del valle, sólo
resta recorrerlo hasta la Erilla, pero al llegar a la altura del sendero del
Puerto lo tomamos, pasando por la paridera del Mesonero, donde según Luis
llegaron a vivir tres familias. Esta senda sube y sube, hasta dar con la pista,
que apenas tocamos unos metros, para seguir por entre bosque para dar
finalmente como a medio kilómetro por debajo de la Erilla, hasta la que
llegamos a pie para coger el vehículo.
Valle de Alpartir, que en otros
tiempos albergaba cantidad de pequeños corros de tierra, fértil tierra
necesaria para el sustento de las casas. Valle de Alpartir, en otros tiempos transitado
por leñeros y carboneros. Valle de Alpartir, hoy convertido en un lugar virgen,
en un lugar de esparcimiento, donde la tupida vegetación se asoma a los
riachuelos de cada barranco, que van engrosando este río Alpartir, que como un
regalo da nombre al valle, que como un regalo da nombre al pueblo. Un regalo
también para nosotros que, con Luis, en esta extraordinaria jornada se nos ha
permitido recorrerlo de arriba abajo, de la cara y del revés, en 7 h de tiempo
total, del que 5h 5’ han sido en movimiento, para recorrer 20,5 km, con un
desnivel de 1.240 m D+. Gracias por el
regalo.
Las fotos, en:
https://picasaweb.google.com/chematapia/SierraDeAlgairen
El track, en: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=12859829
Hola Chema, soy Ángel de La Butrera. Me alegro que todo haya salido bien. Para Luis fue un placer acompañarte. Ese andar por nuestros queridos montes es una parte íntima de su vida.
ResponderEliminarQué tal, Ángel? Sí, y eso se nota. Yo también lo pasé muy bien. Muchas gracias por acogerme en vuestro territorio.
Eliminar