A pesar de que muchas chimeneas han caído, de que las plazas y carasoles están vacías, y de que ya no se oye el eco de las hachas y las rejas de los arados por los solanos, gracias a los trabajos de José Mª Satué podemos escuchar cómo antaño, palabra y paisaje se daban la mano para dar sentido a un depósito cultural, tejido durante siglos y que no era otro que el del Aragonés de Sobrepuerto – “A biella fabla que charraba yaya Serafina, plena de purnetas que se'n han iu t’o cobalto d’o cielo”.
Breve párrafo de Enrique Satué en la introducción del libro “Guía de Sobrepuerto”. Varios autores. Editado por O Zoque, Asociación Cultural Ballibasa y Sobrepuerto, 2014.
Realmente, poco más se puede añadir. Cuando los maestros de las artes, de la historia, de las humanidades, de la palabra, difunden su sabiduría, a los aficionadillos solo nos queda callar, escuchar y aprender. Gracias infinitas a todos ellos, porque con su ingente, con su inmensa labor, sacan del olvido esta tierra de Sobrepuerto, con enclaves medievales y economía feudal, que supieron resistir todos los embates de los tiempos… salvo el último, en el que el bullicio de las gentes y de las labores tradicionales ha dado paso a un silencio desgarrador, a una espesura en el ambiente, pareja a la de su vegetación, que campa libre a sus anchas colonizando lo previamente antropizado.
Continuamos camino y atravesamos el barranco del Pozo, con su fuente Aspuña, y en una hora desde Sobás alcanzamos el segundo y último pueblo de nuestra ruta, Fanlillo, en cuya fuente aprovechamos para echar un bocado y coger resuello para el tramo que viene, que es una subida a pecho hasta el Cuello Cuezo. Cruzamos el barranco de la Pasata, que duerme el sueño de los hielos, y con paciencia alcanzamos el puerto, pasando junto a un roble de gran porte, cajico de la Loma lo llaman. En una hora, ritmo de libro, superamos los 400 metros de desnivel desde el pueblo hasta este apacible lugar, en el que ya encontramos alguna mancha de nieve. Lo cruza una pista, a unos 1525 msnm, nuestro techo de hoy, pero nosotros a lo nuestro, que es seguir por el sendero, ya descendente, hasta llegar a una pista, por la que hay que sortear decenas de árboles cruzados, llegando a la media hora al desvío de la pardina de Fenés. Desde el puerto hemos cambiado de orientación, transitando ahora por frondoso paco, que sorprende por la diferencia de vegetación respecto a la solana que traíamos.
Desde el desvío, unas decenas de metros hasta la casa principal de la pardina, la actual de fábrica reciente (1929), cuyos muros resisten todavía el paso del tiempo, pero no así su techumbre. Junto a ella, al otro lado de una pista que viene de Sasa, están las ruinas de la iglesia de San Marcos, de origen románico, parroquial que lo fue de este antiguo emplazamiento medieval, despoblado en 1785. Merece la pena detenerse un momento en este lugar para echar mano de la historia. Documentado como pardina y coto redondo de Cillas, arcedianato de Rava en 1279, también consta como iglesia del abadiado de San Juan de la Peña (“Pueblos y Despoblados II Historia de Aragón”. Antonio Ubieto. Anubar 1984). Por otra parte, en el libro “Geografía Medieval de Serrablo” (Instituto de Estudios Altoraragoneses 2000), José Miguel Navarro nos cuenta que la etimología lo delata como “prado” (del aragonés fenero). En 1338 fue visitado el lugar por Exemén Pérez de Hueso (procurador de la obra Jesús Nazareno, de Huesca) y el notario Ramón Pérez, con objeto de recaudar fondos para la construcción de la catedral de Huesca, por orden de Jaime I. Hay diversas versiones sobre el abandono final de la pardina, relacionadas con unas hermanas, ancianas ya, que fueron recogidas en Sasa y Fanlillo, en cuyas casas recayó la herencia de casas y tierras.
Nos reincorporamos al PR-HU 6 para continuar y salir de nuevo a una pista, en la que encontramos unos troncos bien apilados. Seguimos por ella, dejando a la derecha las bordas de Laña l’Herrero, y en otro poco el collado Fenés, para continuar con nuestro descenso, hasta ir bajando por la cuenca del barranco Fenés dando vista a un gran viaducto de la N-260, bajo el que tenemos que pasar, no sin antes hacerlo por un tramo un tanto delicado. Transcurrimos paralelos a la carretera, incluso por debajo de ella de nuevo, para bajar por otro tramo más delicado que el de antes y entrar en la cuenca del barranco de San Salvador. El sendero sale a una pista, en cuyo origen hay un refugio forestal. Siguiéndola, alcanzamos una carretera asfaltada, la antigua de Lardiés, que tomamos en dirección Fiscal, a donde llegamos en un cuarto de hora, pasando por entre explotaciones ganaderas.
Solo resta ya atravesar la población para dirigirnos a donde habíamos situado esta mañana un vehículo para regresar. En total, hemos invertido 6 horas y 40 minutos, para recorrer 21,1 km y salvar un desnivel acumulado de 900 m D+ y 1015 m D-, en una jornada en la que hemos disfrutado del calor de los solanos y del fresco de los pacos, transitando por caminos de viejo, algunos empedrados, y que unían lugares de Ballibasa con el Sobrepuerto.
Todas las rutas del Anillo de Sobrepuerto
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ResponderEliminarBuena tierra y buena gente. Aquí estamos. Gracias!!!
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