domingo, 2 de enero de 2022

Bergosa y Albarún, estrenando el Año Nuevo

 


IXOS MONS
Bergosa (1120 m) y Albarún (1550 m)
Sábado, 1 de enero de 2022

            Estamos rodeados de seres vivos, no tanto en las ciudades como en plena naturaleza. Los animales, las plantas, hasta las rocas, el aire, el agua, la misma luz… cada uno a su manera, cada uno con su estado de conciencia, cada uno sirviendo al resto en lo que es capaz dentro de su radio de acción. Pero es que, incluso el tiempo lo es. Sí, el tiempo también es un ser vivo, y es algo valiosísimo, quizá lo que más, porque sin él nada tiene sentido. Y del mismo modo que tenemos una gran responsabilidad para con el resto de los seres vivos, también lo tenemos frente al tiempo, así pues, tremendo respeto hacia él, sepamos valorarlo y sepamos aprovecharlo.



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            Es importante el verlo así, especialmente, al comienzo de cualquier etapa, de cualquier proyecto, porque ese primer día contiene la semilla, contiene el germen del desarrollo de los días siguientes, por tanto, tiene el potencial de tirar hacia él a los siguientes, así es que nos hemos echado al monte, que es la mejor forma de aliarnos con el tiempo y de hacerle ver que lo apoyamos en ese potencial, para que su desarrollo sea más fructífero. Nos alejamos de los puntos de más afluencia de gentes que van en busca del blanco elemento y nos marcamos una circular doméstica. Desde Jaca, por el Camino de Santiago, hasta Bergosa, para subir al Albarún por el paco, y bajarlo por los montes de la solana, jabalineando, hasta dar con la pista que nos lleva al collado de Ipas, bajar al pueblo y regresar a Jaca. Una mañana 10.


            Estamos en los días más cortos del año y, aunque no se madrugue mucho, sales de casa antes que él. Atravesar Jaca a las 7:30/8:00 de la primera mañana del año, y cruzarte con cuadrillas de jóvenes que estiran la noche, cuando uno le va metiendo prisa al día, es una sensación un tanto extraña, pero gratificante, de cualquier modo. Desde el Árbol de la Salud enfilamos el Camino de Santiago, que están destripando para meter el cable por el que circularán los bites a gran velocidad valle arriba. Ermita de San Cristóbal, puente Grallas, puente Torrijos y Bergosilla. Cincuenta minutos desde la salida de Jaca, para tomar ya el sendero que cruza la vía del tren y el canal, entrando ya en el pinar, por un tramo que más parece una trinchera que un camino, pero de buen andar. Llegada al solitario lugar de Bergosa, donde se ha apagado ya hace más de medio siglo la algarabía propia de estas fechas de fin de año. 




            Bergosa, situado en la ladera oeste del monte de San Salvador, a 1120 msnm, aunque no ubicado estrictamente en el valle de La Garcipollera, si participaba de él cuando a principios de los años 60 del pasado siglo, recibían los propietarios de la decena de casas y haciendas, la orden de desalojo al tener que reforestar la zona para evitar la colmatación del embalse de Yesa



            El edificio de la iglesia, de grandes dimensiones, es un templo románico de finales del siglo XI, aunque ha llegado a nuestros días con algunas modificaciones; reza a San Saturnino, y el día del patrón, 29 de noviembre, desde 1998, descendientes de aquellos antiguos moradores se reúnen para no dejar perder la esencia que los unía, quizá ya desde el siglo X, cuando se recogen las primeras citas del lugar en el “Cartulario de San Juan de la Peña”, según los hermanos Antonio y Agustín Ubieto. Desde el agradable recinto en torno al Fraginal de Iguácel, primer edificio reconstruido, se tienen unas extraordinarias vistas sobre el fondo del valle del Aragón, ocupado en primer término por Castiello, y bajo un horizonte de cumbres nevadas, desde el Bisaurín, hasta los confines de Tendeñera. Hacia el sur, es la Peña Oroel, sobre el Campo de Jaca, y el Monte Pano, con San Juan de la Peña y el Cuculo quienes destacan.







            No salimos del pueblo sin visitar la fuente y el lavadero, rindiendo culto a tantas y tantas personas que los han visitado y servido de ellos a lo largo de siglos y siglos. Alcanzamos la pista y la continuamos hacia el norte por el paco del monte, hasta llegar a la incorporación de la que viene del collado de Ipas por encima de Bergosa. Con el objetivo ya a la vista, solo resta llegarnos a él, tarea que nos lleva una hora más, pasando por tramos de paco con grandes corros de nieve todavía. Continuamos por la pista de la loma y con la última cuesta llegamos a la cima del Albarún que, con sus 1550 msnm, es la máxima cota de la sierra de Baraguás. Como también es máxima la satisfacción de haber llegado hasta aquí, tras cuatro horas largas desde la salida de casa, y 3h 45’ desde la de Jaca




            La serena mañana nos ofrece su calidez y unas magníficas vistas sobre el Gran Norte, ocupado por las Sierras Interiores de nuestro Pirineo, desde la Punta Agüerri, Bisaurín, Fetás, Bernera, Lienas de Bozo y Garganta, Aspe, Pico de la Garganta, Sombrero, Lecherín, Tortiellas… y al otro lado del tajo del río Aragón, Collarada, Collaradeta, Somolas, sierra de la Partacua, y la de Tendeñera… No da para más el ángulo de visión, pero saludamos al resto hasta el infinito y más allá.






            Reponemos fuerzas, y al filo del mediodía comenzamos el descenso, y que, por no dar tanta vuelta, lo acometemos de frente por la solana del monte, en un primer tramo despejado, pero que nos aboca a continuar por otros muy cerrados, y que nos recuerdan la última vez que lo hicimos, con el consiguiente despiste por las varias pistas que abrieron los madereros hace unos años. 



            Finalmente, y tras casi una hora de “jabalineo” puro y duro, alcanzamos una pista, que nos lleva al collado de Ipas, desde donde bajamos ya hacia esa localidad, por encima del barranco de Refinaruelo, que daba vida al santuario de Nª Sª de Ipas (románico rural del siglo XI-XII), hoy en el más absoluto estado de olvido, abandono y ruinas, a pesar de haber tenido una gran importancia, recibiendo la romería de los cercanos pueblos de Baraguás, Bergosa e Ipas, los días 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen, existiendo, incluso, una cofradía en Jaca que se encargaba de su mantenimiento, y a la que solo podían pertenecer los hijos de la nobleza. En 1969 se arrancaron las pinturas murales, que fueron depositadas en el Museo Diocesano de Jaca. Cabe destacar, también, que entre los años 1563 y 1566 dio cobijo a la Congregación Benedictina de Jaca, que huía de la peste, llegando incluso a tener lugar en 1564 la elección de una abadesa.


            Pasamos por alto su visita, llevada a cabo en varias ocasiones anteriormente, y continuamos nuestro camino, dejando a Ipas en su alto, y llegando a la pista, pasando por las instalaciones de la Protectora de Animales, el Punto Limpio y el Centro Comercial, y ya, callejeando, hasta casa, habiendo completado una distancia total de 22,2 km, en 6h 35’, y con 795 m D+/-, en una jornada, primera del año, que se ha dejado disfrutar.





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