jueves, 14 de diciembre de 2023

El Pico de La Leta y los Bacunes, integral del circo de Iguácel

 Año XII. Entrega nº 850


IXOS MONS
Pico de La Leta (2132 m)
Bacún Norte (2193 m)
Bacún Sur (2113 m)
Domingo, 10 de diciembre de 2023

            “El monasterio de Santa María de Iguácel está situado al fondo del valle de Garcipollera, y del que no subsiste más que la iglesia. Fue descubierta en 1928 por el benemérito historiador americano Kingsley Porter. Es de origen mozárabe (siglo X), a cuya época pertenecen los muros de la nave y la torre, y fue restaurada en 1072 por el conde Sancho Galíndez, preceptor de Sancho Ramírez y su mujer doña Urraca, quienes lo donaron al de San Juan de la Peña, siendo ocupado a finales del siglo XII por monjas cistercienses”.

Cayetano Enríquez de Salamanca. 



            De este modo nos describía este gran divulgador que nos descubría hace medio siglo las excelencias medioambientales y paisajísticas, términos que hubo que acuñar posteriormente al verse en peligro, además de las artísticas, históricas, etnográficas y un largo etcétera de nuestros queridos Pirineos. Un rincón mágico éste del fondo del valle de Garcipollera que, como otros muchos términos, por no decir todos, han sufrido modificaciones a lo largo de la historia. 



            En este caso, nos podemos remitir a las anotaciones del gran filólogo español Manuel Alvar, que nos dice que, “en la colección de San Juan de la Peña hay el siguiente testimonio: "illo meo monasterio qui uocatur Sancti Clementis de Ual ç e p o l e r a " , identificado, tres veces, por el editor como 'San Clemente de Valcepollera'. En otros párrafos, cita al “valle de Cepollera”, “Barcepollera”, “Barcipollera”, “Val de Cepollera”, “valle Cipularia”. Valle cebollero, en definitiva, convertido hoy en Garcipollera, desvestido de toda presencia humana, a excepción de la finca experimental que tiene el CITA en Bescós.



            Un valle, otrora habitado por poblaciones como Bergosa, Bescós, Yosa, Villanovilla, Acín y Larrosa, despoblado éste último que también vamos a visitar y del que ya se tenían noticias en 1076, cuando se citaba al “senior Sanz de La Ros” en el Cartulario de Siresa (nº 17 p.41), aunque se sabe por la Colección diplomática de la catedral de Huesca (nº 35), que en 1066 el conde Sancho Ramírez dio a Sancho Galíndez y a su esposa doña Urraca la villa de Lakarrosa. También sabemos que ha pasado de tener ayuntamiento propio en 1834 a despoblarse en la década “prodigiosa” de los 60 del siglo pasado aquejada de fiebres pantaneras, manteniéndose únicamente en pie lo que queda de la parroquial advocada a San Bartolomé, “recibiéndonos a la entrada el ábside con su friso de baquetones, inmerso en la vegetación y el silencio”, como dice el maestro Omedes, y que data del siglo XI, románica, por tanto.



            Pero vamos a lo nuestro, que hay mucho tajo. En una mañana un tanto engañosa meteorológicamente, que no nos avisó de lo que guardaba para nosotros, nos acercamos hasta esa joya histórico-artística de Iguácel para emprender la marcha, que hacemos incorporándonos al GR 15 bajando casi un kilómetro hasta tomar la pista de Larrosa, por la que circulamos otros casi dos hasta encontrarnos con el sendero que baja al despoblado, que lo sorprendemos vacío, con la memoria perdida en lo que fue. Y es, venerando esa memoria, cuando seguimos por el bosque para bajar hasta el barranco de Acín y sobreponernos a él, hasta cruzar una trocha un par de veces y alcanzar la pista de la divisoria, donde dejamos el GR 15 que vaya, o venga, no sé, él sabrá, de Acumuer. Hora y cuarenta minutos hasta este punto, que nos tendría ya que dar unas vistas extraordinarias sobre la cabecera del Aurín, con su circo de El Güerrio, que da paso a la cuenca de Bucuesa, a través de un tajo en esas Sierras Interiores, que ha decidido separar la de La Partacua con la del macizo de Collarada. 



            Pero eso es algo que, como ya lo hemos presenciado en otras ocasiones, sólo tenemos que imaginárnoslo, porque conforme vamos ascendiendo los 700 metros de desnivel hasta el pico de La Leta (Lera en algunos mapas) que, con sus 2132 msnm es nuestra primera cota de hoy, habiéndonos alzado ya al cordal del circo de Iguácel, que recoge el antiguo centro benedictino en su seno. El esfuerzo mantenido en estos 700 metros por la loma parece hacernos merecedores por parte de la Sra. Meteo, de un cierto grado de iniciación, ya que nos abre parcialmente los “velos de Isis” para que podamos contemplar esa fachada sur de La Partacua que tanto enamora, y que se nos muestra fría, desangelada, esperando nieves que perduren más que las anteriores; en invierno se van de fiesta y necesitan el vestido de gala.







            Inmersos ya de lleno en espesas nieblas aderezadas por brutales rachas de viento, continuamos nuestro periplo bajando hasta un suave collado para auparnos al techo de la jornada, el Bacún Norte (2193 m) (Punta de La Espata o Tabletas, en algunos mapas), donde se podrían juntar gentes de Jaca, Villanúa y Sabiñánigo sin salir de sus términos municipales, sobre los que también ansiamos tener mejores vistas, de hecho, al ir avanzando la tarde se van disipando las nieblas, aventurándonos a identificar incluso algunos de los cachos de terreno que vamos viendo. Bueno, pues toca ir bajando, también por la cornisa que, por cierto, encontramos nevada por el interior del circo, que es solano, pero los vientos han ido acumulando la nieve barriéndola de la cara norte.






            Toca ir bajando, decimos, y lo hacemos encontrándonos con el vértice geodésico que hay sobre el Bacún Sur (2113 m) que, por cierto, está en la cota más baja de los tres… cosas de la triangulación. Conforme va cayendo la tarde, cosa extraña, se van abriendo esos velos y vamos reconociendo más y más lo que alcanza nuestra vista. 



            Sin sendero definido, pero con algunos hitos que vamos siguiendo nos adentramos ya en el bosque. Otros 700 metros de desnivel desde esta última cota, hasta alcanzar la pista de Cenarbe, donde nos volvemos a encontrar a ese viejo conocido del GR 15, que nos baja, al poco ya por sendero, hasta Iguácel, que siempre merece una visita, aunque nada más sea por los alrededores, para impregnarnos de lo que destila, que es mucho. 




            La ruta termina con los equilibrios para cruzar sin mojarnos el barranco de Iguácel, que a partir de ahora se vuelve mayor y cambia el nombre a río Ijuez. Y henos aquí de nuevo, tras haber recorrido 17,7 km, en 7 horas y 10 minutos de auténtico disfrute por los aleros de este mágico emplazamiento, con un desnivel acumulado en torno a los 1190 m D+/-, en una jornada en la que la luz se ha resistido a poner nuestras miradas nítidamente en contacto con las montañas… pero que las queremos igual.



Bibliografía:

El topónimo Garcipollera. Manuel Alvar. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes (1958)

Jaca y el románico. Cayetano Enríquez de Salamanca. Ed. Everest (1973)

Poblados y despoblados de Aragón II. Antonio Ubieto. Anubar (1978)

Web:

Mis museos 

CITA  

Románico aragonés

Rutas con historia

Senderos FAM

Wikipedia 

Wikiloc   

RAE  

Fundeu 

IGN

Geamap

Hijo de la Tierra  

El Pirineo no se vende




Algunas de las imágenes han sido extraídas de diversas web (Mis museos, Jacetania Express, Tripadvisor, Románico aragonés, y el compañero Fernando Vela). 

Las fotos del autor, con sus comentarios, y el track.


*La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.





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