II TRAIL MALLOS DE RIGLOS
Domingo, 17 de mayo de 2015
Paciente tierra de antiguo y fugaz reino, que con resignación ve pasar la
frescura del Pirineo entre los pliegues de las aguas del Gállego, que aunque de afrancesada toponimia, que no se engañe nadie, ve la luz en la Hispania. Tras calmar
su juventud en el ya centenario embalse de La Peña, con orgullo se pasea
encorsetado por estos mallos, que rienda suelta le dan para ya manso ir
ensanchando y alargando hacia la llanura del Ebro. Un Gállego que a gala tiene
ser el único de sus afluentes por la izquierda fiel al actual territorio
aragonés, de principio a fin.
El Gállego serpentea entre los mallos |
Desde hace millones de años, las aguas y los vientos de la mano del tiempo,
se han sabido aliar para esculpir unas extraordinarias y singulares formaciones
geológicas a base de conglomerados de cantos rodados y areniscas, material
sedimentario salido todo ello a la luz desde las mismísimas entrañas del fondo
marino en la llamada orogenia alpina. Hoy, es tierra que casi vuela. Son los
Mallos de Riglos los que se llevan la gloria, pero no son los únicos, que al
otro lado del río, asimétricamente, muy asimétricamente, está la Peña Rueba, y
más a poniente, los de Agüero. Un territorio, que delimitado en más de 188 Has,
pertenece a la comarca de la Hoya de Huesca, y está en trámite de declaración como
Monumento Natural, engrosando de ese modo la lista de Espacios Naturales
Protegidos de Aragón, no muy lejano del Paisaje Protegido de San Juan de la
Peña y Monte Oroel, con el que comparte origen y formación geológica.
Una vez localizado y ensalzado el territorio, vamos con lo nuestro. Como
parece que le hemos cogido gustillo a esto de correr por el monte, no le ha
costado mucho a Ástrid convencernos para acudir a esta cita trailera, junto con
ella y Belén, por este magno escenario. Y aquí estamos, llegados ayer tarde con
frío y viento, y con el ferviente deseo de que ambos se tranquilicen un poco,
como así ha sido. Mañana fresca y lozana la que sale para darnos la bienvenida.
Vamos allá.
Por el barranco de La Mota |
Nueve de la mañana. Mientras los hay que comienzan ya a encaramarse a
cuatro patas sobre los enhiestos mallos, unos 150 machacas nos disponemos a dar
una vuelta de 26 km por los alrededores, con salida y llegada junto al Refugio
de Montañeros de Aragón, en el mismo Riglos. Se da comienzo por las duras
rampas del pueblo, donde Ástrid encuentra ya su camino, y que nos dejan en el
camino enfilando hacia el barranco de La Mota, donde Belén también encuentra el
suyo. Tomamos el sendero que bajo la Peña don Justo nos lleva hacia el pie de
la ferrata de la Peña del Cubilillo, a la que por poco no llegamos, para tirar
hacia nuestra derecha y emprender una mala pista de bajada y subir ya hacia el
único núcleo habitado que se visita, Linás de Marcuello, donde encontramos el
primer avituallamiento a siete kilómetros desde la salida.
Duras rampas hacia el cerro |
Este pueblo también se empina, y lo que viene luego ni te cuento. Es la
subida por una vieja calzada a las ruinas del castillo y ermita de la Virgen de
Marcuello y la ermita de San Miguel. Por aquí se cruzan varios caminos, GRs y
PRs, entre los que se encuentra el Camino Natural de la Hoya de Huesca. También
es lugar de paso para ir al Mirador de los Buitres, punto de excepcional
interés para observar el vuelo de esas y otras aves sobre los abismos que los
mallos han sabido crear. Poco tiempo para la lírica, por una ancha loma
comienza otro paredón que obliga a descabalgar y tomárselo con calma. Entre
olorosos tomillos y amplias vistas hacia Pirineos al norte, y Hoya de Huesca al
sur, vamos subiendo pacientemente esta Peña del Sol.
Suibiendo hacia la Peña del Sol |
Seguimos por cómoda pista durante un tiempo, y giramos bruscamente al norte
para dejarnos engullir por el barranco de Escalete en vertiginoso y largo
descenso, seguido de otra fuerte subida por el del Forcallo hasta la collada de
San Román, al cabo de la cual vamos tomando altura de nuevo para ir subiendo
sobre el ancho barranco de La Mota. Ya por sendero, cómodo por algún tramo,
vamos a ir tomando perspectiva sobre las barranqueras que forman los llamados
Mallos Pequeños. Y después de los pequeños vienen los grandes. Por otras
cuestas que ya se nos van atragantando llegamos hasta el collado próximo al
mirador de Bentuso, desde donde comienza ya un rápido y técnico descenso que
nos asoma al espectacular circo que forma la norte de los mallos con el Firé,
para bajarlo y posicionarnos debajo del Puro y entrar en Riglos.
Tramos de bosque en el descenso |
Bajamos lo subido por la mañana, y hacemos con fuerza la corta rampa a
meta, donde el reloj marca 3h 40’, bajo un sol de espanto que nos ha querido
acompañar durante todo el recorrido, y que se ha apretado bien para no dejarle
sitio al viento. Ástrid y Belén han entrado antes, tanto es así que han hecho
primera y segunda veteranas, y primera y tercera absolutas. Unas máquinas.
También lo han hecho otros dos mayencos, Rubén y David. Jaime lo hace más
tarde.
Y qué mejor broche de oro para cerrar este episodio que el asistir a la
entrega de trofeos, y ver a una súper mayenca, a nuestra Ástrid, en lo más
alto, y con mucha fuerza, porque no sólo ha sido la primera veterana, sino la
primera absoluta. Belén, segunda veterana, ha sido tercera absoluta. Pues con
esos gozos, y nuestro agradecimiento a la impecable organización, nos vamos
cada mochuelo a su olivo después de haber pasado una extraordinaria jornada trotando
por ixos mons.
(*) Algunas imágenes, de las aquí expuestas, son de la organización, tal y como se indica al pie de las mismas en el álbum de Picasa.
qué maravilla de relato, gracias Chema, esa tirada larga por el Grosín nos puso a punto a los tres.
ResponderEliminarSí, nos valió el doble... por los barros lo digo. Jejeje. Gracias a ti.
EliminarMadre mía, que gozada de crónica!! Con compañeros de running así da gusto correr. MUCHAS GRACIAS Chema
ResponderEliminarGracias a ti, Belén. Un placer.
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