viernes, 1 de mayo de 2015

El último jueves de abril en Jaca

IXOS MONS
Cuculo (1.549 m)
San Salvador (1.547 m)
Jueves, 30 de abril de 2015


Arriba bravos jacetanos,
que raudos al monte vamos
Corred prestos a la pelea,
vamos todos, que ya tardea
Que miles de moros ufanos
Buscan de Jaca la presea

El bosque encantado
            Y como no nos queremos meter en jardines raciales no seguimos, pero no deja de ser curiosa la semejanza, porque a pesar de haber pasado siglos y siglos, o milenios si buscamos otras gestas, la condición humana está llena de esclavitudes con tendencia siempre a su liberación. Pero a pesar de librar mil batallas, lo cierto es que sigue esclava. Y ¿por qué? Es la gran pregunta. Porque siempre se ha visto atenazado por amenazas externas, siempre ha combatido contra enemigos externos, siempre se ha visto distinto a los otros, viendo en ellos su mayor motivo de inestabilidad.

La Peña Oroel
            No perdamos de vista la gran pregunta. ¿Por qué la humanidad sigue esclava? Porque ha confundido su campo de batalla, porque ha confundido el enemigo, porque se ha dejado engañar por esa parte de sí mismo que es la comodidad, la envidia, la codicia, la avaricia, el egoísmo, el afán desmedido de tener, en lugar de ser, esos fantasmas que le hacen sombras, ocultándole los verdaderos valores de solidaridad, de generosidad, de esfuerzo, de superación, de vernos igual al de enfrente, porque todos pertenecemos a la misma Unidad. Y eso no se resuelve colgando cabezas de moros en las picas, porque ese enemigo que vemos fuera, en realidad lo llevamos de serie.

Por verdes prados
            Y no hay mejor forma de mejorarnos como personas que la de buscar en casa esos valores, y entiéndase por casa, la de todos, el espacio natural, y en concreto el monte, en el que podemos encontrar tantas y tantas enseñanzas en el Gran Libro de la Naturaleza Viviente, que estos días renueva sus páginas para mostrarnos que la vida es cíclica, y que un nuevo tiempo surge en ella. Una vida que no ha podido estar replegada en las raíces, como dicen los que en una planta sólo ven una planta, y los que en un árbol sólo ven un árbol. Imposible que quepa. De su conciencia surge con gran vigor esa fuerza que renueva cada año ese ser que ofrece al resto de seres lo mejor de sí mismo.



Balancha, desde el Cuculo
            Vamos en su búsqueda, a ver lo que encontramos. Y este último jueves de abril, víspera del Primer Viernes de Mayo, lo hacemos subiendo al Cuculo y San Salvador con Isabel y Julián, dos andarines impenitentes de estos caminos de la redolada, por estos montes plagados otrora de distorsionados enemigos. El nuestro esta tarde, se puede decir que es la enorme cuesta que va superando el barranco de La Carbonera, encima de Santa Cruz de la Serós, aunque una vez arriba, una vez dominado, una vez que salimos del bosque por el collado de Las Eretas, la satisfacción de haberlo conseguido, se envuelve de aire fresco y nos acompaña ya hasta la misma cima, esa avanzadilla hacia el norte, que hace que esta sierra de San Juan de la Peña se asome sobre la Balancha que lentamente se dirige hacia la Canal de Berdún, y a la que rinden esos valles transversales que traen las más puras esencias pirenaicas.

Campo de Jaca
            No hay nada mejor que auparse sobre una de estas atalayas, porque a través de una pausada mirada a nuestro alrededor, uno ve más clara su imagen en ese espejo. Igual que estas pequeñas y humildes montañas se miran permanentemente en esos gigantes que tienen delante, con el fin de parecerse a ellos sin renegar de lo que son, así nos vemos nosotros, tratando de ver, tratando de oír, tratando de entender su más que lento latir. Son esas distintas dimensiones de espacio y de tiempo, parámetros ambos que encarcelan al ser humano, y que sólo con una decidida voluntad de comprensión podremos ir asumiendo, y no sólo eso, sino yendo a su favor.



Collado de Las Eretas
            Las altas cumbres de las nevadas montañas están en las nubes, no sabemos si con éstas u otras reflexiones, pero sólo con el intento de aproximarnos a ellas, ya somos felices. La tarde está gris, amenazante, y el ligero viento algo fresco. Tras mostrar nuestros respetos a todo lo que nos rodea, nos vamos alejando de este lugar, para llegados al collado subir a San Salvador, porque las tierras sureñas estaban envidiosas de nuestras miradas, de la luz que se extiende entre unas y otras. Y allá vamos, subiendo por el camino más tendido y bajando de nuevo al collado por la senda del maquis.



Bajando por la senda del maquis
            De nuevo en el bosque, hacemos un mini viaje en el tiempo, porque hemos dejado por arriba unas hayas cargadas de brotes por salir, y lo que les cuesta días, semanas, se abre a nuestras atentas miradas en cuestión de minutos, ya que por la parte más baja ya se han asomado a este mundo de color, al que dan sonido unos cada vez más escasos pajarillos que también renacen a esta primavera que con fuerza ha venido y que no sabemos qué intenciones trae.



            Dos horas y tres cuartos nos ha durado la visita a estos montes, por cuyas venas abiertas rodó sangre mora y cristiana, igual que la que corre por las nuestras, y que nos ha impulsado a subirlos en busca de nuestras particulares conquistas… porque seguiremos y seguiremos, hasta descifrar ese…

Jaca libre sabe vivir
A la sombra del monte Oroel.


  

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