Peñas de Herrera
Del Camino (1.542 m)
Alto del Picarrón (1.591 m)
La Tonda (1.498 m)
Sábado, 11 de junio de 2016
El más sombrío y triste
de los páramos cruza;
valle de eternas nieves y de
eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
Las Peñas de Herrera nos aguardan |
Acertadas rimas de Gustavo Adolfo
Bécquer, que bien pueden definir estos páramos donde los dioses anduvieron listos
para poner cada cosa en su sitio, donde el azul, el verde, el marrón y el
blanco hacen girar las estaciones en derredor de ese monte cano, de ese
Moncayo. Tierras mágicas sin duda, que atraen al visitante, y que no ponen
resistencia a mostrar sus encantos, todos sus encantos, sólo si con gran
respeto y admiración se está dispuesto a escudriñar. Y esa es la actitud que
hemos querido tener hoy frente a este paisaje, austero pero lleno de riqueza,
tosco pero amable, sobrio pero ebrio de belleza, callado pero elocuente en su
mirar. Paso a paso, verso a verso, nos hemos acercado a una de sus manifestaciones
más virulentas, más salvajes, más llenas de rasmia, de poderío. Sí, de vosotras
hablamos, de las Peñas de Herrera, grandes muelas en las encías de estos
montes. Con los amigos de la Asociación Senderista de La Huecha las hemos
visitado, y como La Tonda nos miraba de reojo, también la hemos contentado.
Un alto en el camino |
Talamantes. Siete de la mañana.
En nuestro llegar a ese lugar y a esa hora ya hemos visto la cumbre del Moncayo
auparse para dejarse ver sobre un espeso manto de brumas, al propio tiempo que
los cielos no vaticinaban una jornada soleada. Preparativos para salir del pueblo.
Un ambiente rosáceo envuelve esas peñas, nuestro destino de hoy. Partimos por
el GR 90.1, que nos mete por el barranco de Valdeherrera, o Fuendeherrera. Aquél
no le es fiel a éste, y nosotros sí. Pero se da cuenta y sale a nuestro
encuentro al mismo tiempo que nosotros del barranco. Breve parada para
agruparnos, y con las peñas desnudas ya ante nuestra vista nos vamos acercando
a ellas describiendo las zetas que marca el sendero.
Moncayo y barranco de los Moros |
Peñas de Herrera. Son varias. Cuatro
las mayores. Amigas, hermanas todas, pero les gusta marcar distancias. De SW a
NE, de izquierda a derecha de nuestra vista, van de más alta a menos, y ante la
escasa toponimia oficial unificada, se denominan con los números romanos, del I
al IV. Hay quien les pone nombres: Alto del Picarrón, del Camino, del Medio, y
de la Gotera, por ese orden. Todas asumibles sin ningún problema, excepto la
del Camino, la más grande, que no la más alta, y que para acceder a ella hay
que superar una chimenea muy estrecha con algún bloque empotrado, provista de
una cuerda con mejores anclajes, para superar el II+/III- de dificultad y poder auparse a lo más alto. Eso es lo que hacemos un reducido grupo de cinco
personas tras superar el collado que, entre la II y la III da vista al Moncayo,
con el barranco de los Moros en primer término.
Sorprendente planicie cimera |
Mientras el gran grupo sigue el
sendero, nosotros nos salimos de él para tomar un no sendero que acompaña
nuestro jadeo para arrimarnos a la pared. Enseguida se nos muestra esa
desafiante chimenea, que sólo con decisión hay que acometer. “Si me quieres superar, por aquí has de
pasar”, sentimos todos en lo más íntimo. Tras superar una pequeña zapata
rocosa nos metemos ya de lleno en ella, y ayudados por la cuerda y sus nudos
vamos trepando por oposición para alcanzar la salida, que nos ofrece un
sorprendente altiplano donde la vegetación se pace a sí misma. Felicitaciones,
contemplación y visión amenazante sobre el Alto del Picarrón, esa Peña I de
Herrera, que ostenta la mayor altura de todas.
Y con esa intención bajamos con
sumo cuidado asiéndonos a la cuerda. Flanqueamos por lo más corto el espacio
interdental de una a otra muela. Le damos la vuelta, y por su cara más SW
encontramos una herbosa y cómoda subida, que se le supone artificial para dar
acceso a ese castillo de Ferrera, que da nombre al entorno. Tierras
fronterizas, tierras de batallas, de conquistas, de disputas por la fe y el
territorio.
Bajamos de nuestras particulares
disputas con la roca, la fe y el territorio, y nos incorporamos al grupo, que dándoles
la espalda a estas imponentes peñas, tenemos ya frente a nosotros el siguiente
objetivo, La Tonda, a la que vamos accediendo por ancha pista, con excelentes
vistas a dos aguas… o más. El día parece que se ha olvidado de sus amenazas
mañaneras y nos va acompañando amablemente. Llegamos a un cruce de caminos, donde hay que vencer alguna tentación, porque nos muestra uno directo a Talamantes. Se
vence. Un poco más adelante, se incorpora el ascenso de la Calcenada de
Primavera, ya andado en otra ocasión. Un camino que viene de Calcena por
Valdeplata.
Duras rampas para subir a La Tonda |
Unas duras rampas, como la
paciencia que tenemos que ir ablandando, nos separan de esta nueva cumbre que
no tardamos en hollar, tanto como media hora. El nombre de Tonda nos sugiere
redonda. Así es este monte, en cuyo alto convive un vértice geodésico y una
pequeña caseta con gran antena y placa solar. Y algo más, un decorado cuadrilátero
de blancas piedras, con el nombre de Eva en su interior y un crucifijo, nos
hace suponer que es lo que parece.
Talamantes a la vista |
Al margen de todo ello, fotos,
alegría, y para abajo, dirección ya Talamantes, al que tardamos como hora y media
en llegar. Por pista primero, y por sendero después, adentrándonos en otro de
los bellos y fecundos barrancos, el de Valdetreviño, que confluye en este pueblo
que heroicamente aún resiste en esta montaña. Un pueblo que vamos viendo ya según
bajamos para incorporarnos de nuevo al GR 90, que abandonamos parcialmente para
seguir por sendero entre silencioso bosque, donde nos encontramos una menos
silenciosa fuente, la del Boticario.
A la entrada ya en Talamantes
encontramos la ermita de San Miguel, de origen románico tardío (siglo XIII), llegando
al pueblo por el GR 260, sobre la una de la tarde, habiendo cubierto 18,1 km,
con 5h 40’ de tiempo total, del que 4h 25’ han sido en movimiento, y con en
torno a 1.200 metros de desnivel positivo acumulado. Una generosa vuelta por
estos montes, en buena compañía. Muchas gracias a todos.
Las fotos, en: https://picasaweb.google.com/chematapia/6294988638132120881
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