sábado, 11 de mayo de 2013

La Ball de Benás

RAQUETAS
Plan de Aigualluts
Sábado, 4 de mayo de 2013
Ibón de Escarpinosa
Domingo, 5 de mayo de 2013


            Una nueva salida de Mayencos, en la que la diversificación del personal y de los destinos ha sido el eje central de la misma, pero que con buena coordinación entre todos se ha podido llevar a cabo. Han sido tres días de actividad, de hecho ha habido quien ha gozado de los tres. Los ha habido que hemos estado en dos, y quién en uno, pero ahí hemos estado todos, librando de nuestras respectivas obligaciones como hemos podido para juntarnos y disfrutar de un fin de semana como hacía tiempo que no ocurría. Ha habido quién ha subido la Maladeta con esquís, ha habido quién el Aneto, ha habido quién los dos. Todos, decimos, pero todos no. Nos falta el vocal de la sección, nos falta Jano, que está convaleciente de un percance del oficio, y que desde aquí le deseamos la más pronta recuperación para que pueda seguir pateando estos montes que deja un poco huérfanos por un tiempo. Va por ti, Jano.

Plan  de Hospital (foto de cerler-pirineos.es)
            El escenario elegido para esta ocasión es el Valle de Benasque, o la Ball de Benás, como decimos por aquí. Madrugada en Jaca para llegar a las nueve y media al Hospital de Benasque. Éste es uno de los parajes más bonitos del Pirineo, de hecho, es una de las zonas más alpinas de nuestra cordillera. Estamos hablando del llamado Plan de Hospital, un lugar ubicado en la cabecera de este valle central que divide los grandes macizos de Maladetas al este y Estós y Perdiguero al oeste. Escenario de mucha y muy diversa actividad en otro tiempo. Su tremenda cercanía a la muga con Francia y el Valle de Arán, le ha conferido el privilegio de ser testigo de un continuo trasiego de gentes de toda calaña. Pastores, peregrinos, cazadores, guerrilleros, y todo tipo de caminantes han pisado su suelo. Un suelo calmo, sereno, herboso, que arrulla a un casi recién nacido Ésera, que va correteando por pequeños meandros, buscando hacerse mayor en ese deambular valle abajo.

Antiguo hospital de Benasque
(foto objetivorioja.larioja.com)
            En torno al año 1200 existió un hospital al pie de los puertos de Benasque, a cargo de la Orden de Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, con el fin de facilitar el tránsito entre Aragón y Francia. Hospitales que eran como mesones en los que viajeros y transeúntes se hospedaban y eran atendidos para descansar de la dureza que representaba realizar los duros pasos de montaña. Sobre el siglo XVI pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Benasque. A mitad del siglo XIX, el hospitalero, a la sazón Mariano, acude a la villa a enterarse de las condiciones de arriendo, porque tiene interés en renovarlo, ya que ha hecho mejoras. Las condiciones no son muy distintas de las de los guardas de los actuales refugios de montaña, no abandonar el establecimiento si no es por causa muy justificada, tenerlo limpio, precios de abastecimiento, hospedaje y paso intervenidos por el ayuntamiento, mantener los accesos, y algo no tan propio de estos tiempos, como procurar que no estén hospedados más de tres noches, o enterrar el cadáver si alguien muere allí o en los alrededores.

Hospital de Benasque, en la actualidad
            Al terminar nuestra contienda civil queda abandonado y en ruinas. Más recientemente, como el Ave Fénix, ha sabido renacer de sus propias cenizas, con el resultado que podemos ver hoy en día, y que es este extraordinario establecimiento hotelero de tres estrellas en uno de los mejores escenarios posibles. Y no sólo eso, sino que se ha creado una fundación cuyos objetivos, según indica en su propia web, son la investigación, estudio, restauración, divulgación, y puesta en valor del patrimonio artístico, cultural, etnológico y natural del Pirineo, digitalizando todo tipo de documentos que van sacando a la luz. Cabe destacar su hermanamiento con la Fundación del Hospital de Bagnères de Luchon, al otro lado de la frontera para colaborar en los mismos fines.

En la cumbre de la Maladeta
(foto de Joserra)
            Y todo este ambiente se nota cuando llegas aquí. Es una especial atmósfera de respeto ante los 800 años de historia contenida que te inundan durante tu estancia, que es muy agradable, pero lo es mucho más si cabe el patear estos valles que esperan la primavera, pero que siguen vestidos con sus galas de invierno. La mañana está limpia, serena, se deja querer, y lo hacemos. Con las raquetas en los pies desde casi la misma puerta del hotel, partimos con Rafa y Amaya por el valle hacia el este, en busca del Plan de Están, que no siempre está… el Están, digo, aunque sí el Plan. Bueno, lo explico, el llano está siempre, claro, pero no así el embalse de agua que en épocas generosas, como la de ahora, se origina. Nos lo encontramos medio adormilado todavía, dejando que los nevados picos y sus faldas se reflejen en él como en un espejo.

En la cumbre del Aneto (foto de Javier)
            Las huellas de esquiadores y raquetistas no siempre coinciden con el camino de verano, tanto es así que desde este pequeño embalse continuamos por la derecha, yendo a parar ya muy por encima de Plan de Besurta, al mismísimo cartel que direcciona al refugio de la Renclusa al cabo de hora y media tranquila. Echamos mano del “poyaque”, “poyaquestamos” aquí nos acercamos hasta el Forau de Aigualluts, al que llegamos al cabo de media hora más. Hay que detenerse aquí para recordar todo lo que representa este fenómeno geológico mientras lo contemplamos.

El paisaje refleja su alma en Están
            El forau está situado al final del Plan de Aigualluts, y es el desagüe natural de las escorrentías del glaciar del Aneto y sus satélites a uno y otro lado, desde la divisoria que marcan los Portillones hasta el circo que forman Barrancs y Salenques. Picos Malditos, del Medio, Coronas, Aneto, Tempestades, Margalida, Salenques, Mulleres, Barrancs, y otros menores son los que se desangran cada primavera para alimentar los barrancos de Barrancs y la Escaleta, que son los que vierten a este sumidero, pozo natural sin fondo que traga unas aguas con vocación mediterránea y las convierte en atlánticas al colarse desde los 2.074 metros, a través de 3,6 km en línea recta, por galerías subterráneas, hasta los 1.660 metros de su alumbramiento en los Güells de Joeu en el Valle de Arán, siendo una de las fuentes del río Garona.

Cascada de Aigualluts
            Todas estas reflexiones mientras contemplamos y contemplamos, alimentando también el cuerpo echando un bocado. Echamos mano del “poyaque” de nuevo, nos recorremos todo el Plan de Aigualluts hasta el estrechamiento que hace el barranco de la Escaleta en su entrada, y como va muy encajonado y la temperatura ya es muy alta, no queremos correr riesgos con la nieve almacenada en sus paredes. Qué pues? Media vuelta. Algo más de tres horas desde la salida de Hospital. Las nubes no piden permiso para pasar por los puertos, inundando poco a poco nuestro cielo precioso. La temperatura ha subido, estamos en el fondo de una olla. Va haciendo calor, y hay que regresar.

Forau de Aigualluts
            Nueva visita al forau, y con un hasta otro día nos despedimos de él. La vuelta la hacemos por un camino más técnico que va por el mismo barranco, teniendo que extremar el cuidado en un tramo, pero ya sin mayor problema salimos de nuevo a Besurta. Seguimos ya por la carretera… bueno por casi un metro por encima de ella, porque el paquete de nieve es considerable. Ya tenemos a la vista Plan de Están, al que llegamos en un momento, y lo dejamos atrás, para llegar finalmente al Hospital a eso de las cuatro menos cuarto, tras casi seis horas de marcha, en las que hemos salvado unos 800 metros de desnivel total acumulado, con 14,2 km.

Plan de Aigualluts
            Buena ducha y reposo se llevan el tiempo siguiente, hasta que nos juntamos con Joserra, Javier, y Cris, que acaba de llegar. Nosotros pasamos la tarde en Benasque, y nos volvemos a reunir para cenar. Buena cena, sí señor, buena cena. Y buena noche, también.

            La mañana del domingo amanece casi tan limpia como la del sábado. Tras barajar varias posibilidades, finalmente optamos por ir de paseantes por el valle de Estós, hasta donde nos deje pasar la nieve. Pero claro, una cosa es lo que piensas y otra lo que acaba siendo, lo que en este caso ha sido con muy buen resultado.

El río Estós a la entrada en el valle
            Nos despedimos de este magnético lugar, para dejar los coches en el aparcamiento del puente de San Jaime. Son casi las once. Tarde, pero no nos importa, vamos a darnos un paseo. El valle de Estós, como siempre, nos pone una pequeña prueba de iniciación, pues su entrada no es que sea muy agraciada. Piso de cemento, pretil de cemento, presa de cemento, embalse y demás artificios, hasta que en poco está la llegada a la palanca de Aiguacari, que nos cambia de orilla, y al pasar por encima de este río nos impregnamos de la magia de sus aguas. De dónde vendrán?, a dónde irán?, qué prisa tendrán?, como los niños pequeños, es que no pueden parar!

Un alto en el camino
            Cabaña de Santa Ana, la Ribera, y cruce de Batisielles. Allá que vamos, al Ibonet. Hora y media marca, pero lo hacemos en la mitad. Barranco de Batisielles, vivo, con vigor que contagia, su alma se hace una con la nuestra. Seguimos por el bosque, y en poco ya, y habiendo pisado ya nieve, se llega a esta pequeña pleta que es el Ibonet de Batisielles, el hermano pequeño de esta saga, de la familia Batisielles de toda la vida. Su fondo limpio, sereno, evocador no deja de quedarse con nosotros. Indudablemente, los dioses siguen por aquí, porque de haberse ido se lo hubieran llevado… En este punto se entra en el círculo que hace el GR 11.2, que rodea en tres jornadas el macizo del Posets, que con sus 3.375 metros de altitud snm, es la segunda cumbre pirenaica.

Llegada al Ibonet de Batisielles
(foto de Rafa)
            Pero no entramos en el círculo, porque no seguimos hacia el resto de ibones de Batisielles. A pesar de estar ya todo nevado, no nos contentamos con este ibón, no nos contentamos con este lugar, seguimos subiendo hasta el ibón de Escarpinosa. Cuarenta minutos marca y eso nos cuesta llegar. Estamos en un valle partido en dos por las Agujas de Perramó, y en concreto en esta cuenca, bajo las Tucas de Ixeia, verdadero telón de fondo al más estilo alpino. Aquí sí que estamos buen rato, merece la pena. Tan cerca del mundo y tan lejos.

            Con mucho dolor de corazón tenemos que abandonar este lugar tan especial, y lo hacemos desandando lo andado. Ibonet de Batisielles, pista de Estós y San Jaime, donde nos despedimos de Rafa y Amaya, que tienen un largo viaje hasta casa. Cinco horas y cuarto, para salvar los 1.470 metros, aprox., de desnivel total acumulado de hoy, con 13,5 km.


No hay comentarios:

Publicar un comentario