Monasterios - Jaca
Ultra Trail CdG Jaca
Jueves, 23 de mayo de 2013
Bueno.
Tras un parón motivado por el hartazgo anterior, damos comienzo a una nueva
ronda de entrenamientos. Y esta vez hemos querido simular el paso de la luz a
la oscuridad, el paso del día a la noche, y sin haberlo buscado nos ha
coincidido con que nuestra amiga, nuestra querida Luna está a puntito de estar
pletórica. Sí, ella también se alegra de vernos corretear por estos caminos.
Monasterio Viejo de San Juan de la Peña |
Me
acompaña Xaro. Nos acerca Michel hasta el Monasterio Nuevo de San Juan de la
Peña, a algo más de mitad de camino. Son casi las siete de la tarde, una tarde
soleada pero ventosa, y con una temperatura pelín por debajo de lo agradable, y que va a seguir bajando hasta fundirse con la noche.
Recorremos
la pradera de San Indalecio, donde disfrutaremos de un completo
avituallamiento. Bajamos por el sendero hasta una escalera metálica, que se
esfuerza en vano por armonizarse en el conjunto, pero que es la solución que
han preparado para dejarnos en la carretera, que en muy pocas decenas de metros
nos lleva al Monasterio Viejo, que está solitario, pensativo, como meditando
sobre lo que fue y lo que es, sobre el gran poderío que tuvo en antaño y el
parque temático en lo que se ha convertido. Mucho respeto hay que profesar,
porque mucha es la historia y mucho es el arte, mucha la tradición y mucha la
naturaleza y el valor paisajístico de estos lugares.
San Caprasio y recreación de chaminera en Santa Cruz de la Serós |
Nos
metemos en el sendero que va bajando, como la tarde. Cruce de cuatro caminos y
enfilamos ya hacia Santa Cruz de la Serós, que comparte paisaje, que comparte
historia benedictina, avatares de los comienzos del reino, que nos han traído a
lo que somos y que entre todos hemos de seguir empujando. Que me pierdo.
Avituallamiento líquido. Urbanización. Cabañera, que nos lleva a una salida a
la carretera, que no hacemos porque seguimos en brusco giro hacia el este, con
dirección a Atarés. Media hora de pista hasta meternos en el sendero, que
hacemos en diez minutos, con la vista ya puesta en la Peña Oroel.
El sol se despide de nosotros |
Salimos
a la pista por la que habremos de pasar a la subida a los monasterios. Y en
poco nos presentamos en Atarés. Aquí tendremos a nuestra disposición, tanto a
la ida como a la vuelta, avituallamiento líquido y sólido, así como asistencia
sanitaria general, y especialmente de fisioterapia y podología (ahí es ná…).
Cuarenta minutos más de pista, contemplando el verde fotoshop de los campos,
contemplando a nuestra espalda ese sol que a punto de irse nos regala unos
guiños por entre las nubes, contemplando esa luna que viene ya a velarnos,
contemplando esa imponente proa de la Peña Oroel que en ningún sitio como aquí
se aprecia de ese modo. Contemplando, en definitiva, esa caía del telón que nos
va a cambiar de acto, que nos hace subir por el barranco entre dos luces, y que
al llegar al puerto de Oroel va a ser ya nocturno, no en vano son las diez
menos cuarto, tras casi tres horas de caco.
Desafiante Peña Oroel |
Entramos
en la Calzada Romana, esa que baja de Somport y que era subsidiaria de la del
Puerto del Palo, y que unía el Imperio con la CaesarAugusta de entonces.
Decimos de entonces porque como calzada, desde luego ahora no se gana la vida.
Las aguas hacen estragos, pero para nosotros nos vale como está, aunque de
noche hay que andar con mucho cuidado. Pardina Moquito y desvío hacia la solana
de Oroel, que ahora más que solana es luneada, porque más presente no puede
estar. De momento nos permite no encender los frontales. En hora y cincuenta
minutos desde el puerto carretero, nos plantamos en el final de la pista, donde
encontraremos avituallamiento líquido, sólido y líquidos calientes.
En el puerto de Oroel |
Nos
metemos en el sendero. Nos metemos en el bosque. Ya no nos ampara la luna, pero
nos resistimos a encender nuestras iluminarias, hasta que se hacen
imprescindibles. Pasamos de largo por el desvío a la ermita de la Virgen de la
Cueva, y seguimos el sendero hasta que llegamos a la ante cima. La idea era
habernos llegado hasta la Cruz, pero nos lo perdonamos, el viento y el frío nos
convencen de ello. En cuatro zancadas llegamos al Parador, donde nos ofrecerán
líquidos calientes. Un poco de carretera y barranco de San Salvador, para
desviarnos a la izquierda y subir al Polvorín, desde donde primero por pista y
luego por senda, vamos en busca de nuevo de la Calzada Romana, hasta casi salir
a la carretera.
Fuente de Baños, a media luz |
Continuamos
cruzando el barranco de Ballatás, para tras el cruce de las Calzadas, bajar al
Club de Tenis y al Gas, junto al que se encuentra la Fuente de Baños, antiguos
lavaderos de Jaca, bucólico lugar que ostenta una placa como homenaje a las
mujeres que tantos y tantos viajes han hecho hasta aquí con las canastas de
ropa.
Y
poco más. Subida a Escolapios, donde tenemos el coche. Siete horas para hacer
algo más de 36 kilómetros, en los que hemos respirado tarde, en los que hemos
respirado noche. En los que hemos visto el sol y hemos visto la luna, luna
llena de mayo.
El reportaje
completo de fotos, en:
Y el track,
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Para más
información, en:
sin duda os acompañaron las hadas del bosque...
ResponderEliminarSí, Cacatúa, así fue... Gracias por el comentario.
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