sábado, 2 de julio de 2016

Santo Domingo, el techo de las Cinco Villas

IXOS MONS
Santo Domingo (1.524 m)
Viernes, 1 de julio de 2016



“¡Ah, Zarata, Zarata,
si al menos cayeras
muerta y reventada!”.

            “De repente, una vez que Marzal dijo esas palabras, la res, tambaleándose, se desplomó, cayendo de cabeza, y al hincar la cornamenta en el suelo, del agujero creado, enseguida comenzó a brotar agua a borbotones”. Pues sí, amigos, esto dice la leyenda para justificar la fuente de Santo Domingo, a pocas decenas de metros de la ermita. Parece que al viejo pastor le hacían burla las vacas en época de sequía. Que digo yo, que, para acabar santo este hombre, tenía el currículum un poco p’allá, no?


Buitre en las rallas
            Bueno, pues nosotros a lo nuestro, porque hoy nos vamos a visitar el techo de las Cinco Villas, la Sierra de Santo Domingo, con sus dos cimas y su ermita en medio, dando vida a un pequeño puerto entre ambas. Por centrarnos. La Sierra de Santo Domingo, junto con las de Guara, Riglos, Loarre, San Juan de la Peña u Oroel, es una más de las llamadas Sierras Exteriores del Pirineo. Según cuentan los entendidos, en ella se encuentran materiales del Triásico (250 MM años). Sus características rallas se imponen en la visual, dando cobijo a diversas especies rupícolas.

Una de las entradas de Longás
            Y como este monte está en el TM de Longás, allá que vamos. Está situado en la cabecera del río Onsella, y aún presenta ese aspecto de población montañesa aislada, debido a las malas comunicaciones que ha tenido, y que sigue teniendo. Del pueblo nos sorprende el puente románico de dos ojos, junto a un crucero, así como las casas señoriales góticas y renacentistas. Dejamos el vehículo por ahí cerca, y de ahí partimos para hacer una circular, aunque aproximadamente la mitad más pegada al pueblo sea itinerario común. Salimos por el costado de la parroquial de Santa María, para pasar por Los Tablaos, único centro social en apariencia, y casa Lerrero, para dirigirnos junto a los huertos por una pista, que pronto dejamos para meternos por un sendero junto al Onsella, que cruzamos a la altura de las ruinas de una antigua central eléctrica, donde ya se empieza a empinar. Unas robustas balizas redondas pintadas con dos bandas blancas nos van llevando.

Circulando por el bosque
            Al poco de subir, se va a buscar ya el nivel del barranco Molino de las Monjas, que se cruza a la altura del paso de Las Arrogatas. Seguimos por sendero unos tramos más limpios que otros, lo que nos hace tontear en alguna ocasión. Llegamos al cruce, donde comienza la circular. Se puede acceder a Santo Domingo bien por San Esteban o por la fuente los Berros. Optamos por subir por el primero, y bajar por el segundo. Una hora hasta el cruce, y otra más hasta el collado de San Esteban, que nos da vista al sur, aunque no es mucho lo que distinguimos, debido a la calima reinante. A nuestra izquierda un ancho cortafuegos en el Puig de Pano, pero que no es el nuestro, sino el de enfrente, el de nuestra derecha, que tomamos por su base derecha, hasta encontrar un sendero arriba a la izquierda, también escaso de marcas.


Cumbre principal
            Una vez abandonado el cortafuegos, los doscientos metros de desnivel hasta el collado de Santo Domingo se hacen en muy poca distancia, lo que le confiere un desnivel considerable, quizá el mayor de todo el recorrido. Una vez arriba, damos vista ya a la vertiente sur de esta imponente sierra, con sus rallas características, que amparan los orígenes del Arba en sus dos nacimientos. Una vez incorporados al sendero que viene de Biel, lo seguimos hasta el pequeño puerto que alberga la ermita, entre las dos cimas. Un pequeño edificio cuyos pies se prolongan en un añadido que hace de refugio, y como tal está abierto. La cima sur, un metro más alta que la norte, está provista de vértice geodésico, que visitamos. La norte, con su panel orientador, y unas placas solares, sin olvidarnos de una figura metálica que representa una tienda de campaña, con el nacimiento de Belén en su interior.

Vacas en puerto
            De los cientos, por no decir miles, de reses vacunas que otrora pastaban por estos lares, tan sólo una docena mal contada queda por aquí, que por cierto, ni se inmutan ante nuestra presencia. Debido a la calima reinante, no se muestran muy agradecidas las vistas a uno y otro lado, pero se lo perdonamos, qué vamos a hacer. Lo que no nos perdemos es la visita a la fuente de Santo Domingo, cuyos orígenes se pierden en la leyenda de Marzal y su vaca díscola.

 
Entrada en el sendero
            Y sin más, regresamos por la pista, para abandonarla en la segunda revuelta, de donde sale el PR-Z 114, que nos va llevando ya entre pinos, bojes y hayas, hasta dar de nuevo con la pista, que recorremos a lo largo de unas decenas de metros hasta llegar al Portillo de Santo Domingo, con su ramal que baja a Biel. Nosotros, a Longás, que 5 km marca. El comienzo de este sendero está muy bien señalizado y limpio, pero no dura mucho. Al cabo de un cuarto de hora pasamos por la fuente de los Berros, y retomamos las balizas con dos bandas blancas. En diez minutos más, nos sorprende un manantial de aguas lechosas, que tiñe al que traemos. Y en poco más salimos al cruce, dando por terminada la circular.

            A partir de aquí, a desandar lo andado en la mañana, pero con más calor, hasta llegar de nuevo a Longás, tras haber recorrido como unos 15 km, en poco más de 6h, debido a la falta de señalización, de las que 4h 15’ han sido en movimiento. El desnivel, de 1.150 metros D+ y D-.
  


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